martes, febrero 20, 2018

Libros / «Historias cortas», notable libro de Rubem Fonseca

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Fonseca estudió derecho y fue un alumno brillante de Psicología en la escuela de policía. Llegó a ser comisario. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de febrero de 2018. (RanchoNEWS).- Morir de risa parece imposible. Pero el atrevido Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925) puede generar esa sensación en los lectores con una escritura diáfana, en apariencia sencilla, y una brevedad tan intensa como un big bang literario. Qué bárbaro y salvaje se revela, como si no quisiera dejar ninguna convención social y política en pie. No hay otro cronista, cuentista y novelista igual. Mete el dedo en las llagas de las diferencias de clases –con una saña peculiar para contrastar a ricos y pobres–, explora las anomalías, las excentricidades y la locura, no por encima del hombro, como si estuviera exento de esas miserias, sino como un igual o un par que desdeña del tono admonitorio. Hay que empezar por el principio de Historias cortas (Tusquets), el primer relato «La lucha contra el prejuicio racial», para comprobar la destreza con la que narra el brote psicótico de un hombre empecinado en luchar contra el racismo, que tiene un hijo de una mujer negra y una hija de una mujer india. «¿Qué podía hacer? Pensé en comprar una ametralladora para matar racistas, pero no sabía dónde comprar una ametralladora. Pensé un montón de cosas que eran estúpidas e insensatas, pero al final tuve una buena idea: grafitear las paredes de la ciudad con la frase ABAJO EL RACISMO».

La figura de Fonseca –autor de libros de cuentos como El collar del perro, Feliz año nuevo (uno de los más pirateados en Brasil porque fue censurado en 1976 por la dictadura) y El cobrador, entre otros– es adorablemente esquiva. No da entrevistas. Aunque varios lo han intentado, su amabilidad y locuacidad se esfuman apenas alguien intenta grabarlo. Pero hay una curiosa excepción. El escritor estaba en Berlín cuando cayó el muro. El periodista Luiz Carlos Azenha lo escuchó hablar en portugués con Ute Hermanns, su traductora alemana, y le hizo algunas preguntas sin saber de quién se trataba. De incógnito, en noviembre de 1989, Fonseca habló para la televisión brasileña. Lo más extraño está en su biografía. Estudió derecho y fue un alumno brillante de psicología en la escuela de policía. En la década del 50, como comisario, operó en el distrito 16, de São Cristóvão, en Río de Janeiro. Después fue enviado a perfeccionarse como policía en Nueva York, y aprovechando su estadía, se graduó como licenciado en administración de empresas.

La reseña es de Silvina Friera para Página/12



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