viernes, junio 29, 2018

Cine / «78/52. La escena que cambió el cine», de Alexandre O. Philippe

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Janet Leigh, al final de la secuecnia de la ducha. En vídeo, tráiler de 78/52. La escena que cambió el cine. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2018. (RanchoNEWS).- «El argumento me importaba poco», le contó Alfred Hitchcock a François Truffaut. «Lo que me importaba es que la unión de los trozos de la película, la fotografía, la banda sonora y todo lo que es puramente técnico podían hacer gritar a los espectadores. Lo que ha emocionado al público es cine puro». Entre noviembre de 1959 y febrero de 1960, Hitchcock dirigió Psicosis. Venía de filmar Vértigo y Con la muerte en los talones, palabras mayores, películas con tecnicolor y estrellas. Y de repente se embarcó en Psicosis, un largometraje en blanco y negro, en que la estrella de más renombre del reparto -Janet Leigh- era asesinada en el minuto 40, para desconcierto de la audiencia, y un trabajo que su mismo creador confiesa dirigió «como un telefilme». Entonces, ¿por qué Alfred Hitchcock, en su mejor momento profesional, se lanzó a Psicosis? Por la secuencia de la ducha, por ese «cine puro»

El documental 78/52. La escena que cambió el cine, de Alexandre O. Philippe, ahonda en esas 78 tomas de cámara y 52 fragmentos de celuloide que apenas sobrepasan los tres minutos de duración, pero que efectivamente cambiaron el séptimo arte y lo impulsaron a la modernidad. Durante una semana, Hitchcock filmó esa secuencia siguiendo el story board dibujado por el genio de los títulos de crédito Saul Bass. «Pero no lo hizo exactamente como estaba previsto, lo que confirma que Hitchcock es el padre de la secuencia», cuenta Philippe, que presentó el documental en el festival de Sitges, y que se ha rodado en blanco y negro como la original (Hitchcock lo hizo así para que no fuera muy sanguinolenta). El documentalista, experto en filmes sobre cine, revela multitud de secretos al público de esa semana de rodaje: el laborioso trabajo de los técnicos de sonido, que encontraron la mejor reproducción del estallido seco de las cuchilladas clavando las armas blancas... en melones («Es mi descubrimiento favorito», confiesa el documentalista); la gran cantidad de planos filmados al revés que componen la secuencia (como el cuchillo entrando en el estómago de la protagonista); que otros muchos momentos se registraron a cámara lenta para que no se rodara más cuerpo del estrictamente aprobado por la censura (lo curioso es que en la copia final no se modificó esa velocidad); la chapuza con la que se resolvió los últimos segundo, el uso de sirope de chocolate para sustituir a la sangre... «Me encantan los detalles y deconstruir el objeto de estudio, y obviamente la secuencia de la ducha encaja perfectamente en mi deseo», cuenta Philippe. «Está llena de detalles que la convierten en una especie de muñeca rusa, con detalles que esconden otros detalles. He estado tres años con este documental, y creo que haré una segunda parte».

Gregorio Belinchón escribe para El País



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