jueves, junio 21, 2018

Textos / «Philip Roth, escritor hasta la médula» por Zadie Smith

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Philip Roth, en la escalera del jardín de su casa. (Foto: Ian Cook)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de junio de 2018. (RanchoNEWS).- Una vez estuve hablando con Philip Roth de natación, una actividad que casualmente a los dos nos gustaba, aunque él podía nadar mucho más y mucho más rápido. Me preguntó: «¿En qué piensas mientras haces un largo en la piscina?». Confesé la insulsa verdad: «Pienso, primer largo, primer largo, primer largo, y luego, segundo largo, segundo largo, segundo largo. Y así sucesivamente». Eso le hizo reír. «¿Quieres saber en qué pienso yo?». Quise, cómo no. «Elijo un año. 1953, por ejemplo. Entonces pienso en lo que pasó en mi vida o en mi pequeño círculo ese año. Luego me pongo a pensar en lo que pasó en Newark, o en Nueva York. Luego en Estados Unidos. Y entonces, si sigo nadando, tal vez empiezo a pensar en Europa, también. Y así sucesivamente». Eso me hizo reír. La energía, el alcance, la precisión, la amplitud, la curiosidad, el afán, la inteligencia. Roth en la piscina no era distinto de Roth delante de su escritorio. Era escritor hasta la médula. No se diluía con otras cosas como ¡menos mal!― nos ocurre al resto. Era escritura a palo seco, y todo lo que hacía estaba al servicio de la escritura. A una edad inusitadamente temprana aprendió a no escribir para que la gente pensara bien de él, ni para exponer, a través de la ficción, ideas respetables y que así lo consideraran una persona respetable. «La literatura no es un concurso de belleza moral», dijo una vez. Para Roth, la literatura no era una herramienta de ninguna clase. Era en sí misma el objeto de veneración. Amaba la ficción y (a diferencia de muchos escritores que no llegan a entregarse a fondo) nunca se avergonzó de ella. La amaba en su irresponsabilidad y en su comedia, en su vulgaridad y en su divina independencia. Nunca la confundió con otras cosas hechas de palabras, como las declaraciones de justicia social o rectitud personal, el periodismo o los discursos políticos, todos esenciales y necesarios para la vida que vivimos fuera de la ficción pero que en ningún caso son ficción, un medio que siempre debe permitirse, como esas otras formas a menudo no pueden, la posibilidad de expresar verdades íntimas e inoportunas.

El texto de Zadie Smith fue Publicado originalmente en The New Yorker. La Traducción de Eugenia Vázquez para el suplemento de Babelia de El País



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