martes, octubre 15, 2019

Textos / «Harold Bloom, una mente prodigiosa» por José Antonio Gurpegui

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Harold Bloom. (Foto: Greg Johnson)

C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de octubre de 2019. (RanchoNEWS).- Una de las primeras acciones en mi rutina diaria es ojear/leer el New York Times y hoy me he topado con la inesperada noticia del fallecimiento de Harold Bloom, quien me brindó su amistad, me abrió las puertas de su casa, y fue mi guía –junto a Harry Levin- en mis primeros pasos como profesor de literatura. Desconozco el número de volúmenes que llevan su firma, centenares, sin duda, a tenor de la pared forrada con sus libros en el despacho que ocupaba en la universidad de Yale. Libros que forman ya parte de la historia crítica literaria mundial como A Map of Misreading (1975), el primero que cayó en mis manos; The Anxiety of Influence: A Theory of Poetry (1973), seguida años más tarde por Ruin the Sacred Truths: Poetry and Belief from the Bible to the Present (1989), y The Book of J. (1990), estas tres últimas obras debieran ser lectura obligatoria para cualquier profesor de literatura más allá de sus gustos o preferencias críticas y literarias.

Pero muy probablemente Bloom no sea recordado por ninguno de los títulos mencionados, sino por su The Western Canon: The Books and School of the Ages (1994). Pasé aquel año de 1994 como profesor visitante en Harvard; Bloom me invitaba muchos fines de semana a su casa de New Haven -invitación que lógicamente aceptaba con gusto- y tuve la suerte de presenciar y vivir de primera mano la reacción de mi mentor ante las críticas, en el sentido neutro del término, que su libro produjo. Al profesor le llamaba la atención que gran parte de la crítica se centrara en el listado final de obras que él consideraba fundamentales en las distintas literaturas nacionales. Tal listado, según me confesó, había surgido en el último momento y de forma un tanto casual, cuando el libro ya estaba concluido y a sugerencia del editor. Elaborar el listado no le había llevado más de un día, y únicamente recurrió a su memoria, para recordar los libros que más le habían impresionado entre los que había leído. Si pudiera retroceder en el tiempo, me confesaba, eliminaría definitivamente los listados porque únicamente habían creado polémica y nadie los había tomado como una guía de lo que para él eran lecturas fundamentales, lo que en último término era su intención.

El texto de José Antonio Gurpegui es publicado por El Cultural

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