lunes, junio 15, 2020

Textos / «Manuel Felguérez: la ruptura, el arte abstracto y la muerte» por José Ángel Leyva

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Portada del Semanal de La Jornada. (Foto: La Jornada)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de junio de 2020. (RanchoNEWS).- Los grandes artistas, los grandes escritores, los grandes intelectuales suelen ser referencias de identidad regional. Nacen, pero no se hacen en los lugares donde vivieron sus ancestros. No obstante, son motivo de orgullo y pertenencia. Se descubren o se paren a sí mismos en cualquier lugar del mundo. Manuel Felguérez, quien vivió para atestiguar y padecer la primera pandemia del siglo xxi, vio la luz en Valparaíso, Zacatecas, en 1928 y, tras la muerte temprana de su padre, abandonó con la familia la hacienda paterna para trasladarse al entonces Distrito Federal. Sus abuelos maternos eran dueños del Teatro Ideal. A finales de 1998 regresaría como hijo pródigo para fundar un museo que el gobierno de Zacatecas había hecho a «su gusto». La iniciativa no nacía de la nada: diez años antes, Felguérez había sido reconocido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes. A pesar de que Zacatecas era, como dijera el poeta y gran promotor cultural Víctor Sandoval, la bella oculta o la bella desconocida, allí, donde dicen que dijo Vasconcelos, terminaba la cultura y comenzaba la carne asada, existía ya una pequeña red de museos de primer orden: el Francisco Goitia (1978), El Pedro Coronel (1983), el Rafael Coronel (1990) y el Museo de arte Virreinal de Guadalupe (años sesenta), que se encuentra en el Municipio de Guadalupe, a unos siete kilómetros de la capital. Pero todos respondían a un cierto carácter tradicional o convencional del arte y de la museografía. Felguérez representaba justamente lo contrario, la Ruptura, con una visión local: cosmopolita, abstracto, experimental y desafiante.

Un año después de la inauguración de su museo, en 1999, tuve la oportunidad de hacerle una entrevista para La Jornada; antes había tenido la ocasión de charlar con él a propósito de sus investigaciones estéticas con el uso de computadoras. Con el núcleo directivo de la revista Alforja fuimos en su búsqueda para solicitarle que apadrinara nuestra publicación de poesía. Gilberto Aceves Navarro había sugerido que, para financiar la edición, la revista fuera acompañada con el grabado de un artista plástico reconocido, con las mismas dimensiones de Alforja, en tamaño medio oficio. Fue él quien inició la colección. Felguérez, sin preámbulos, donó la placa de metal con su grabado.

El texto de José Ángel Leyva es publicado por el suplemento Semanal de La Jornada

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