C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de mayo de 2021. (RanchoNEWS).- El final, el último capítulo del libro, puede ser otro posible principio. Una anécdota despliega la potencia de un tema que interpela. Algo nuevo irrumpió cuando se estrenó en París, en mayo de 1917, el ballet Parade, de Jean Cocteau, con música de Eric Satie, decorados y vestuarios de Pablo Picasso y dirección de Diaghilev. Todos fueron silbados y abucheados. Muchos años después, poco antes de su muerte, Cocteau, artista clave en el surrealismo y el dadaísmo, recuerda ese momento en que surgió lo que no se esperaba y explica: «A la gente le gusta reconocer, no aventurarse. Reconocer es mucho más cómodo y autohalagador». En La vanguardia permanente (Paidós), Martin Kohan toma la resonancia explícita de la teoría de León Trotski para trazar un recorrido crítico por la literatura argentina, en la que encuentra una «vanguardia moderada» en los años 20 (el grupo reunido en la revista Martín Fierro), las varias vanguardias encabezadas por Héctor Libertella y Ricardo Piglia o la «vanguardia sin épica» en la literatura de César Aira.
La bandera de Boca se despliega como el fondo principal que elige el escritor, fanático xeneize, en la entrevista por Zoom con Página/12. «La pandemia agravó algo que ya estaba formulado en términos de un futuro más corto. Cuando se dice visibilidad diez kilómetros, había diez kilómetros de visibilidad histórica en las sociedades que tenían una idea de lo que podía llegar a pasar en el futuro. En esa especie de ecuación entre utopías políticas y pragmatismo, ya venía ganando el pragmatismo, que supone un futuro muy corto. Veníamos con una visibilidad reducida por niebla. Ahora con la pandemia nadie puede decir sensatamente qué va a pasar a nivel colectivo e individual en un mes», plantea Kohan, autor de las novelas Dos veces junio, Museo de la revolución, Ciencias Morales (Premio Herralde de Novela en 2007) y Bahía Blanca, entre otras.
La entrevista de Silvina Freira para Págna/12