sábado, octubre 23, 2021

Cine / «Noche de fuego, de Tatiana Huezo» reseña de Naief Yehya

Noche de fuego (Foto: girlsatfilms.com)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de octubre de 2021. (RanchoNEWS).- Ana (Ana Cristina Ordóñez González a los ocho años y Marya Membreño a los 13) y su madre Rita (Mayra Batalla) viven entre el miedo y la espera. Regularmente van a un cerro donde llega la señal de telefonía celular, a fin de comunicarse con el padre de la niña, quien como la mayoría de los hombres del pueblo ha emigrado a Estados Unidos para ganarse la vida. Sin embargo, el papá de Ana (a quien Rita dice que «le perdonó demasiado») ha dejado de enviar dinero e incluso de responder, por lo que esas llamadas parecen inútiles y desesperadas invocaciones a una deidad sorda. Las imágenes de la gente reunida en su soledad, mirando pantallas iluminadas y tratando de comunicarse con familiares y amigos evoca una especie de ritual y es un reflejo del aislamiento, las carencias y dependencia de la comunidad. La vida es dura en esa localidad de la sierra de Guerrero, pero entre todas las angustias de sus habitantes destaca el terror de las madres que saben que en cualquier momento miembros del cártel local vendrán a buscar a sus hijas para llevárselas a explotar sexualmente.

La primera secuencia de Noche de fuego, tercer largometraje y primera película de ficción de la guionista y directora Tatiana Huezo, muestra a Rita excavando frenéticamente un agujero en la tierra para esconder a Ana. En un país infestado de fosas clandestinas, la idea de «enterrar» en vida a una hija para salvarla es inquietante y recuerda a las mujeres «emparedadas» de la revolución, a las que escondían entre los muros de las casas para protegerlas. Éste es un poderoso comentario al respecto del terror que se vive en muchas partes de México, en particular del absoluto olvido y abandono de las mujeres en la carnicería masiva y brutal que se recrudeció desde que el expresidente Felipe Calderón lanzó su guerra contra el narco.

La reseña de Naief Yehya es de su columna Filo luminoso que publica en el suplemento El Cultural de La Razón