viernes, octubre 29, 2004

La traducción no es una traición; más bien, traslada los conceptos
Óscar Enrique Ornelas
Viernes, 29 de octubre de 2004

• Hoy finaliza el XIV Encuentro Internacional.




Hoy concluye en el Antiguo Colegio de San Ildefonso el XIV Encuentro Internacional de Traductores Literarios. Como
vínculo entre literaturas, la traducción no puede ser una traición, según reza el dicho latino, dicen los organizadores del encuentro.
La máxima latina de "traductor, traidor" se remite a un viejo debate, señala Arturo Vázquez Barrón, uno de los organizadores del Encuentro Internacional de Traductores Literarios. "De ciertos años para acá esta famosa frase se ha puesto en entredicho. Ciertamente, muchas de las traducciones que se publican son altamente traicioneras: malas traducciones. Pero eso no quiere decir que la traducción como disciplina sea intrínsecamente una traición. Depende de la perspectiva histórica que tengas y de la manera cómo concibas este trabajo."
Vázquez Barrón, quien es especialista en francés y en traducción de literatura para niños, pone un ejemplo: "Si se traduce conforme a las ideas del siglo XVII en Francia, la época de las «bellas infieles», traducir traicionando se consideraba la traducción por excelencia. Se trataba de hacer desaparecer por completo el texto extranjero. Eso hoy en día se considera una pésima traducción. Para nuestra mirada moderna ésa sí que es una auténtica traición."
Sin embargo, reflexiona Vázquez Barrón, "desde un punto de vista más abstracto la traducción no es forzosamente una traición. Aunque hay muchas cosas que se pierden al traducir, otras pueden ser recuperadas".
Por su parte, Leticia García, traductora de inglés y miembro de la Dirección de Literatura de la UNAM, propone un enfoque práctico: "La traducción no puede ser una traición. Implica «trasladar» un concepto, para hablar de la mínima unidad, de un idioma a otro para hacerlo accesible a un lector que no conoce la lengua fuente."
Qué se traduce, quién traduce, dónde y por qué, son las preguntas que se han propuesto responder los traductores asistentes al encuentro.
¿Qué se traduce en México? Responde Leticia García:
-Hablando de literatura, hay editoriales que compran traducciones de fuera que les salen más baratas. Pero existen otras que están tratando de publicar libros traducidos en México. Aquí se han hecho traducciones de obras clásicas que se han vuelto canónicas pero no por ello son buenas. La UNAM está haciendo un esfuerzo por traducir obras clásicas.
-¿En México se traduce mucha o poca literatura, Leticia?
-No tengo un punto de comparación. Sólo puedo decir que mis colegas y yo tenemos trabajo. Aunque se traduce mucho ensayo para antologías.
-¿Sale más caro traducir en México?
-No es que salga más caro. Sucede que las editoriales, por razones administrativas, prefieren comprar la obra y pagar sólo los derechos. Hay países donde la «mano de obra literaria» es más barata. Como sucede con los textiles chinos.
-No cuento con datos puntuales -interviene Vázquez Barrón-, pero sí sé que en México se traduce mucho menos que en España. La razón es muy sencilla: allá las editoriales tienen mucho más peso económico. De hecho, las editoriales de aquí son filiales de las españolas y los textos llegan traducidos. Argentina fue una potencia de la traducción. Con la crisis ha venido a menos y nuestro punto de referencia es España. El asunto es obligar al traductor a que entregue un texto homogéneo que se pueda vender en Cuba, Ar- gentina, Colombia y México.
-Cuba cuenta con un centro de traducciones. Puede ser una fuente de divisas en la globalización. Pero no viene nadie de Cuba al encuentro de ustedes...
-En esta ocasión, no -responde Vázquez Barrón-. Pero la traducción a los diferentes españoles es un tema que tenemos planeado abordar durante el encuentro del año que viene. ¿Hacia qué español traduce un argentino, un colombiano o un cubano? Es algo que no contemplan las editoriales. Su esquema es el de ahorrar al máximo. Es obvio... Sin embargo, en México hay pequeñas editoriales independientes que tienen proyectos de traducción por los que sí pagan a los traductores locales. Es el caso de Verdehalago. Son libros audaces, por decirlo así, puesto que te ofrecen traducciones interesantes.
-¿Quién califica una traducción?
-Es algo que discutimos en este encuentro. En México carecemos de crítica traductológica. No tenemos un marco conceptual. La mayoría de los críticos literarios toman la traducción como si fuera un original, sin tener en cuenta todos los elementos pertinentes para poder decir si una traducción es buena o mala. La pregunta es ¿quién está capacitado para hacer este trabajo? La traducción no es sólo traspasar sentidos. Tiene que haber un cotejo muy riguroso con el texto que le dio origen. Al respecto, creo que cometimos el error de no haber invitado a editores y críticos literarios a esa mesa del encuentro. No vamos a tener con quién agarrarnos del chongo.
La autoría de la traducción es muy importante, subraya Leticia García. "En México el concepto de traductor como autor es casi desconocido. Muy pocas editoriales lo respetan. Por lo general se piensa en el autor original de la obra. El traductor desaparece en el camino. Cuando uno se refiere a una obra traducida tiene que hablar del autor y de la persona que la tradujo. Podrá ser algo derivado, pero se trata de una obra nueva, creada a partir de otra."
Entonces, en qué quedamos, ¿es o no el traductor un traidor? El apotegma latino, según recuerda el lingüista Paolo Fabri, tenía esa idea: al traducir surge otra cosa. Y más vale que así sea.