viernes, abril 08, 2005

La improvisación también se aprende: Bolling


Cluade Bolling Posted by Hello

Gabriel Contreras
El Universal online
Monterrey, Nuevo León
Viernes 08 de abril de 2005

El jazzista francés Claude Bolling cumple el próximo lunes 75 años. Bolling es autor de obras indispensables dentro del panorama del cruce entre el jazz y la llamada música clásica.

Entre sus trabajos más conocidos, se encuentran el “Concierto para flauta y piano jazz”, la música de la película “California Suite”, el “Concierto para grupo de jazz y dos pianos”, y la música de la película “Borsalino”.

Sus obras han sido interpretadas por ejecutantes de alto rango, como Alexandre Lagoya, Ángel Romero, George Shearing, Jean Pierre Rampal, Maurice André y Pinchas Zukerman. Además de ello, Bolling se distingue como pianista, arreglista, y director de orquesta.

Es un gran improvisador y un portentoso ejecutante en los dominios del ragtime y el jazz americano, habiendo dedicado parte de su discografía a autores como Duke Ellington y Scott Joplin.

Claude Bolling nació en Cannes y comenzó a tocar el piano siendo un niño. La primera vez que vino a México, hace ya bastantes años, aterrizó en Monterrey, invitado por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores gracias a los esfuerzos de Gerardo Maldonado. En esa ocasión, Bolling se presentó en esta ciudad y en el DF, al frente de su Big Band. Desde entonces, confieso que he conservado con esmero esta entrevista, la cual había permanecido inédita.

-¿No le parece extraño que un niño de catorce años como usted estuviera tan interesado en el mundo del jazz?
-No creo que eso haya sido excepcional, ya que el jazz era algo muy nuevo, algo que llamaba la atención profundamente en Europa y en América. Estoy seguro de que por esos días habría también muchos niños en los Estados Unidos a los que les interesaba saber qué era eso del jazz...

-¿Cómo llegó a establecer contacto con el ejercicio de la improvisación en el piano?
-La verdad es que en aquella época yo no imaginaba que jamás tendría contacto alguno con la improvisación. Pero debemos tomar en cuenta que la improvisación es algo que también se aprende. Por cierto, que la improvisación llegó a ser tan importante en el mundo del jazz que hay gente que ha llegado a confundir jazz con improvisación. Creo que es importante saber que existe jazz sin improvisación e improvisación sin jazz, no son equivalentes ni sinónimos. Por ejemplo, Duke Ellington creó piezas jazzísticas que están totalmente escritas, en tanto que Art Tatum creaba mucho sobre la marcha, era un improvisador que no se detenía a poner sus piezas en partitura...

-¿Puede decirse que las obras que usted escribe están cerradas? ¿el jazz que usted escribe es un jazz para ser leído?
-Mire usted, le voy a decir qué es lo que yo he pretendido al escribir mi música. Lo que yo he querido lograr con mi trabajo es, fundamentalmente, generar la oportunidad de que músicos como Alexandre Lagoya o Pinchas Zukerman toquen música jazzística acompañados por un pianista de jazz, es algo que parece sencillo ¿no es así?

-¿Cómo recibió usted su primer encargo de música cinematográfica?
-El cine es un campo al que, como compositor, llegué un poco por azar. Lo cierto es que ni en Francia ni en Estados Unidos se puede vivir solamente de tocar o crear jazz. Así que tuve que abrir mis espacios a otro tipo de trabajos, por ejemplo acompañando a músicos de variedades, participando en espactáculos, y por último musicalizando películas. Fue más o menos simple el asunto: un cantante me pidió que le escribiera una canción para cantarla en una película, y poco después me pidieron que musicalizara una película por entero. De ahí surgieron trabajos como “California Suite” o “Borsalino”.

-¿Llegó usted en algún momento a temer que de “California Suite” perduraría más la música que la película?
-Eso no es un temor, es una oportunidad. Me parece que de “California Suite” surgió un buen disco, y creo también que la música en la película casi no se oye, porque los actores hablan mucho.

-¿Recuerda cómo surgieron las primeras notas de “Borsalino”?
-Supongo que igual que las de “Rapsodia en azul” de Gershwin y cualquier sinfonía de Betthoven. El hecho es que uno busca y a veces encuentra. Pero también a veces sólo se busca sin encontrar.

-¿La sequía creativa es una amenaza para usted?
-Siempre, cada mañana.

-¿Cuál fue la primera pieza de jazz que le obsesionó?
-Yo tenía 14 años, así que no sabría si usar esa palabra, pero en todo caso digamos que lo que oíamos en mi casa durante la guerra era lo que existía entonces: Django Reinhart, Stephan Grapelli... mis padres escuchaban la música que teníamos a mano, incluso oíamos pianistas de bar. Y de pronto escuché a Duke Ellington. A partir de ese momento, quise conocer a todos los grandes pianistas del jazz, y quise ser uno de ellos. Así, mi obra está consagrada a extender los dominios del jazz hacia la música clásica. Digamos que soy un neoclásico, pero que no me salgo de los dominios del jazz, no rompo con su sistema.

-Jacques Loussier aplicó la maquinaria jazzística a la ejecución de música clásica, ¿qué piensa usted de ese intento?
-Admiro mucho esa tentativa, aunque la verdad es que yo no podría tocar así. Pero por otra parte, no me interesa hacerlo. De hecho, sólo una vez lo hice, hace ya muchos años. Toqué música de Mozart, pero lo hice apegado a la partitura rigurosamente. El único detalle es que cambié la orquesta de cámara por una orquesta de dixieland...

-La música que usted escribe está dominada por una ruta melódica. Es música que se puede tararear y memorizar, ¿nunca ha pensado en escribir música conceptual, música que opere más allá de la melodía?
-Me interesa que mi música se pueda memorizar y asimilar. Me interesa que la gente la disfrute. ¿Algo no melódico? No me interesa, no es mi estilo.