miércoles, septiembre 07, 2005

Chris Cunningham moldea la carne






Rubber Johnny es un niño mutante que busca en un sótano maneras de distraerse en la oscuridad

FÉLIX PÉREZ-HITA -/ La Vanguardia (Barcelona)



El folleto dice: "Rubber Johnny es un niño mutante, hiperactivo y de figura cambiante encerrado en un sótano, acompañado únicamente de su febril imaginación y de su aterrado perrito. Busca maneras de distraerse en la oscuridad". Y se distrae bailando frenéticamente sobre su silla de ruedas al ritmo de la pieza de Aphex Twin, remontada para el vídeo por el propio Cunningham. Parece que en la presentación de la película en Berlín algunos espectadores abandonaron la sala a mitad de proyección. Lo han calificado de corto abstracto, pero no lo es.


Raya la obscenidad o es directamente obsceno, pero no más que En buenas manos, aquel engendro televisivo presentado por el Dr. Beltrán. Chris Cunningham es un reputadísimo realizador de publicidad y videoclips (Aphex Twin, Björk, The Auteurs, Madonna, Portishead, Leftfield, Squarepusher). Rubber Johnny estaba originalmente destinado a ser un anuncio de 30 segundos para el disco Druqks (2001) de Aphex Twin, pero Cunningham convenció a Steve Beckett para que le dejara hacer un corto autónomo. El actor era el propio Cunningham y sólo haría falta una cámara de vídeo digital (grabando siempre en infrarrojos), una silla de ruedas y... casi nada más. Empezó a probar con el programa de posproducción After FX y todo empezó a complicarse. Éste es el primero de varios trabajos experimentales que Chris Cunningham proyecta editar con Warp Films. El ritmo y el trabajo de sincronía del corto es magistral.


Consigue resucitar, al menos en los primeros visionados, algo del horror y la extrañeza de los espectáculos de feria del XIX, o de las visitas pagadas a la morgue de París. Produce el respeto y el miedo, no tan lejano, de los primeros espectáculos de masas. A más de uno, este vídeo le traerá a la memoria, precisamente, una película de monstruos, El hombre elefante (1980), tragedia basada-enhechos-reales y peliculada por David Lynch. O quizá recuerde una de las entregas de Alien,en que aparecen algunos intentos fallidos de clonar a la teniente Ripley. Un espectador inglés sabrá además que Rubber Johnny es una manera coloquial de referirse al condón, sobre todo en el Reino Unido, aunque Cunningham quita importancia a esta coincidencia.


Un consumidor algo más culto se acordará - más allá de los espejos deformantes de las ferias o de las blandeces de Dalí- de las muñecas que Hans Bellmer empezó a ensamblar en los años 30, o de Orlán (aquí en versión virtual o cibernética); o quizá haya visto algo de la obra de los traviesos hermanosChapman (que, por cierto, anunciaron hace poco que andan preparando su primera película). Junto a los Chapman, Cunningham expuso en el 2000 el vídeo Flex,como parte de la famosa exposición Apocalypse en la Royal Academy de Londres, y salta a la vista que comparten algunas preocupaciones.Su estilo de composición, según CC mismo, se basa principalmente en la fusión perfecta entre sonido e imagen. Con este vídeo dice haber querido llevar los aspectos de esa sincronización hasta el límite, ya que anteriores trabajos suyos (como Come on my selector o Come to daddy) le parecían ahora lentos en el montaje.


El DVD va acompañado de un libro, el primero que el autor publica, con 42 páginas de dibujos e imágenes inquietantes de cuerpos troceados y vueltos a ensamblar; mezclas horribles de texturas de la piel, combinaciones de agujeros y pelo donde no debería haber ni agujeros ni pelo... ni dientes. "Las imágenes de libro - comenta el autor- están basadas en el personaje del vídeo, al que imaginaba como un niño hiperactivo de figura cambiante. Rubber Johnny es la primera obra en la que he intentado abordar una idea en distintos medios. De hecho, también iba a hacer una serie de esculturas, pero me quedé sin energía." Para representar estos revoltillos de carne humana, el trampantojo que CC consigue es casi perfecto: parecen auténticos retratos de engendros, de errores de alguna bárbara manipulación genética. "Es claramente una continuación de mi fascinación por la anatomía y el cuerpo.


Creo que virtualmente todo lo que he hecho es figurativo." De abstracto, nada. Reconozcamos que es un recurso relativamente fácil éste de provocar horror mostrando cuerpos fragmentados o, dicho de otro modo, reordenados. Esas visiones de carne maltratada, reorganizada o deforme por naturaleza son algo que un soldado, un fotógrafo de guerra, un cirujano u otros profesionales han de superar para ejercer su trabajo, pero el resto de los mortales no tenemos por qué estar acostumbrados a ellas. Parece como si ahora también se exigiera a los críticos de arte estar curados de espanto. Esas composiciones hiperrealistas se convierten en nuestra cabeza en alegorías vivientes, pesadillas evocadoras de una desgracia que no hemos vivido, pero que podría sobrevenirnos en cualquier momento, como la muerte. Me pregunto si esa abundante fascinación por lo horrible no contribuirá, como tantas otras cosas que vemos y oímos en la televisión y el cine, a tenernos vagamente acobardados, invadidos de miedos pequeñitos, conformados con nuestra triste vida bajo la amenaza simbólica y multiforme de lo peor.


La fotógrafa Diane Arbus expresó bien ese mecanismo psicológico cuando describía a sus modelos, en su mayoría auténticos freaks (hoy tan de moda): "Nosotros todavía estamos pendientes y temerosos de alguna mala pasada del destino. Ellos ya han pasado por el Juicio Final y han sido castigados... pero sobreviven. Son aristócratas".


Félix Pérez-Hita es realizador de televisión, guionista de ´Boing Boing Buddha´ (BTV) y coautor de ´Gabinete de crisis´, un programa ´de culto´ que no emite ninguna cadena