miércoles, enero 04, 2006

Radio: Sobre voces y silencios

Jesús Quintero

MIKE IBÁÑEZ

B arcelona, España. 04/01/2006. (LA VANGUARDIA). La voz es uno de los elementos más básicos y a la vez más emocionales de los que el ser humano dispone para comunicarse. La radio es un medio en el que sólo con este recurso -la voz, articulada en forma de palabras, gritos, susurros- pueden hacerse grandes cosas. La radio permite que algo tan sencillo e inevitable como es el hablar, algo como una charla, un diálogo, sea algo memorable. Y sin necesidad de un elemento tan presente hoy día como es la imagen. Y estando como estamos en la era de la imagen, algo como la radio de entrada tiene las de perder. Y más un género como la entrevista fetén, que requiere un tempo y un tiempo. Paradójicamente, hoy en día la entrevista en la radio ocupa muchas horas en la programación de muchas emisoras, pero las palabras radiadas suelen tener una mera funcionalidad. Hablar por no callar, digas o no digas algo interesante.

La radio hoy día es algo que acompaña o distrae, y gran parte de su programación la ocupará la música o la información más inmediata, la rabiosa actualidad apta para el magazine de mañana o tarde. La televisión, el medio central de una época en que domina la imagen hasta la náusea, le ha robado importancia a la radio e incluso abduce a los profesionales del medio oral. Casi todos los grandes del medio radio son o han sido tentados por la caja tonta, y casi todos se han ido de cabeza a lo que les pueda dar tal caja. El poder de la tele es demasiado fuerte.

MacLuhan ya hablaba del relevo en importancia de ambos medios, radio y televisión, o mejor dicho de la imagen frente a la voz, y lo ejemplificaba con un caso clásico: el debate entre Nixon y Kennedy durante la campaña presidencial de Estados Unidos de 1960. En este debate, radiado y televisado, se constató que la mayoría de la gente que oyó a los candidatos opinó que Nixon había ganado, mientras que entre aquellos que vieron el debate televisado creían que había ganado Kennedy. La telegenia vencerá a la radiogenia, la imagen será factor más decisivo, dejando la voz como algo complementario, necesario pero complementario.

Aun así, la radio ha tenido -naturalmente- grandes voces y entrevistadores, que han dado dimensión al diálogo radiofónico. Mitos como Studs Terkel o el deslenguado de Howard Stern, o más cerca y más cercano, alguien que le ha dado una dimensión total a ese diálogo en España como es Jesús Quintero.

Medio volátil

Quintero hará radio de autor desde principios de los ochenta con su espacio El loco de la colina. Y aunque el medio televisivo también lo ha tentado -de hecho de aquí a nada revivirá su primera trademark, la del loco, pero en la jodida televisión-, Quintero ha apostado y mucho por la radio. Su última estancia en las ondas proporcionó a sus seguidores El lobo estepario, un espacio en Onda Cero que a mediados de los noventa dio a las ondas hispánicas guiones de alto standing, siguió dando voz a los sin-voz y además dio a la entrevista radiofónica todo lo que se le pueda pedir.

Antes de seguir con Quintero, volvamos al carácter volátil de la radio, esa sensación de ser un medio con poca fijación. Sin salir de la jurisdicción entrevista: mucha gente tiene la costumbre de videoregistrar sus programas favoritos, y aunque casi siempre serán películas o partidos de fútbol, alguien puede haber guardado por ejemplo alguna edición de El perro verde, el programa de Quintero en TVE1; también hay gente que guardará algún periódico o revista con alguna entrevista interesante. El conservar audio-registro de ciertos programas de radio será menos común. En general, de la radio se grabarán programas musicales y poco más. Y hoy en día, ni eso. Y aunque el hoy día trasnochado radiocasete ha sido uno de los aparatos más democráticos y accesibles de los que nos ha dotado la electrónica de consumo, su uso para registrar algo que vaya más allá de algún programa musical queda reservado a los radiópatas. Como tal, conservo cintas de El lobo estepario. Volver a ellas ha sido algo emocional y emocionante. Quintero conversando con Ramón Sampedro, antes de su muerte y antes de que el cursi de Amenabar se lo apropiara. Quintero dialogando con un fiera como Boadella, o con Beni de Cádiz, o con el Chiquito del año 95, recién llegado al éxito. Al final ambos se lían a soltar chistes y a echar unas risas del todo francas y altamente contagiosas...

Pero dejemos la radiopatía y vayamos al elemento, el recurso que Quintero ha hecho marca de la casa: el silencio, el pecado mortal del medio. Sus silencios clamorosos. Ls cosa empezó cuando tras la respuesta del entrevistado, Jesús se quedaba callado. La incomodidad creada llevaba al entrevistado a llenar ese vacío con la palabra, y acababa aportando más información de la que en un principio tenía previsto liberar. Y otro factor: el ritmo lento, pausado de sus entrevistas y las horas en que se emitían, más allá de medianoche. En ese momento el oyente está relajado, e incluso sus ritmos vitales estarán más ralentizados, con lo que el proceso comunicativo, el triángulo entrevistador/ entrevistado/ oyente encajará a la perfección. Y Quintero lograba en definitiva acentuar la distinción entre oir y escuchar.

Para ir cerrando, algo sobre el futuro de la entrevista en la radio. Con la efervescencia de internet y el consumo cultural en general, están arrancando en Estados Unidos emisoras vía satélite como Sirius o XM, emisoras que previo pago (¿pay per ear?) permitirán el acceso a un montón de canales especializados -v. gr. un canal de Elvis- así como a programas de verdaderas estrellas de la radio o de la cultura popular: Sirius ha fichado al antes mentado Howard Stern; XM al mismo mismísimo Bob Dylan, que va a hacer un programa. En este territorio se podría plantear un canal dedicado exclusivamente a la entrevista, al diálogo, donde poder oír todo tipo de documentos hablados. Y creo que tendremos que olvidar la posibilidad de innovación en cuanto a recursos dramáticos, estéticos o formatos innovadores. Ahí todo está ya dicho.

Ah, y para acabar, un reto para Jesús Quintero, cuando algún día vuelva a la radio: una entrevista al mimo Marcel Marceau.