jueves, abril 13, 2006

La personalidad dramática de Beckett es insuperable: Gurrola

Juan Carlos Aguilar García

C iudad de México. Jueves 13 de abril. (La Crónica).- El mundo literario está de fiesta. Hoy, hace exactamente 100 años, nacía en Irlanda Samuel Beckett (1906-1989), uno de los escritores fundamentales del siglo XX que han cautivado a generaciones enteras de nuevos narradores. Y cómo no, si con su novelística y su teatro, escrita alternadamente en inglés y en francés, logró sacudir las apaciguadas producciones de todo un siglo.

Reconocido con el premio Nobel de literatura en 1969, Beckett fue un autor de muchas grandes obras, sin embargo, la crítica, ingrata como es, se ha empeñado por recordarlo como autor de un solo texto: Esperando a Godot, obra en la que lleva a los más altos niveles sus planteamientos filosóficos y existenciales.

En este emblemático escrito cinco personajes se mantienen en el desamparo. La acción es mínima y los personajes argumentan, discuten, se pelean por detalles aparentemente irrelevantes y sobre todo se dedican a llenar el tiempo con su verborrea repetitiva. Esperando a Godot es sólo una pequeña muestra del virtuosismo de Beckett que, dice contundente Juan José Gurrola, no tiene comparación.

ÚNICO

“Los fundamentos filosóficos y existenciales de Beckett son inigualables. No se puede hablar del teatro del siglo XX sin mencionar a Beckett y no sólo como dramaturgo sino como un gran autor de novelas”.

Gurrola reconoce que la relación que ha mantenido con el autor, que falleciera el 22 de diciembre de 1989 en Francia, ha sido esporádica e intermitente, mas no superficial. Recordó que en 1989 adaptó tres de sus obras para el canal 8 de televisión y para Radio Universidad.



“Mi relación ha sido esporádica, pero sus obras han significado una liberación para mí”, refiere Gurrola quien no desaprovecha para hablar sobre la estética de las obras de teatro del autor irlandés:

“Siento que de pronto el público y el espectáculo se juntan en un vacío negro extraordinario, donde al parecer no pasa absolutamente nada pero que indudablemente se está llenando de pensamientos, de reacciones, de gestos, de pasado en el espectador, como en Esperando a Godot.

“O en aquella otra obra que dura sólo 30 segundos y en la que se oye el chillido de un nacido junto a un montón de basura y luego el estertor de un moribundo y ahí termina”.

Luego Gurrola vuelve irremediablemente a su primera idea: “El límite de la personalidad dramática o como escritor de Beckett es muy difícil de superar. Es una figura inigualable”.

Rocío Cerón, desde su condición de poeta, mira desde esa perspectiva la importancia de Beckett sin regatear palabras. “El inconforme, el agónico, el que supo mirar desde lo más íntimo la oscuridad y la densidad del lado B de la condición humana, Samuel Beckett, ha sido considerado uno de los mejores dramaturgos y escritores del siglo XX. Pero su principio escritural, y su final, estuvieron permeados por la poesía.

“Desde sus poemas de juventud hasta los finales, Beckett nos ha heredado una visión nocturna del mundo, en el más hondo sentido de lo que esto implica. Sus poemas, que llevan a la desazón y de ahí a una belleza de transparencia brutal (como los que conforman Los huesos de Eco y Letanías), permiten adentrarse en una espacialidad cuyo fondo es la angustia del hombre ante la vida”.

“Con una empuñadura —prosigue Cerón— que se deleita en el humor y la ironía (quizá sea este rasgo el que permite no naufragar en la desolación de sus poemas), Beckett nos ha heredado la posibilidad de alejarnos de los prejuicios consubstanciales de la realidad para decirnos que la Nada, que la larga espera y la decepción no son más que una y la misma vía para transcurrir por la zozobra de este mundo.

“Sabiamente en algún momento escribió: ‘Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.’ Un autor al cual recurrir cada vez que el ego quiera imponerse.

Beckett, autor de la trilogía Molloy, Malone Muere y El Innombrable, nació el 13 de abril de 1906, en Foxrock, cerca de Dublín, Irlanda, en el seno de una adinerada familia de creencias protestantes, su madre, Mary Roe, fue enfermera y su padre, Bill Beckett, aparejador.

Asistió a la Portora Royal School, una escuela protestante de clase media en el norte de Irlanda y posteriormente ingresó al Trinity College de Dublín, donde obtuvo la licenciatura en lenguas romances en 1927 y el doctorado en 1931.

Durante esa época escribió su ensayo crítico sobre la personalidad del escritor Marcel Proust, el cual sentaría las bases filosóficas de su vida y obra.

CERTEZA

En 1937 se estableció definitivamente en París, donde le ocurriría algo que determinaría su obra. Sucede que una tarde, a la salida de un cine con unos amigos —el cine sería una de sus más grandes pasiones— fue apuñalado por un joven desconocido tras una discusión. Ese incidente, que estuvo a punto de costarle la vida, lo convenció del carácter azaroso y sin sentido de la existencia humana.

Al final, Gurrola refiere que la obra de Beckett es para gente con un poco de sensibilidad y muy independiente del teatro comercial. “Nos se pueden comparar. Digo, sus obras tiene salida en el teatro universitario pero no podemos esperar que OCESA monte una de sus obras”.

De su producción literaria destacan Final de partida (1958), La última cinta (1959), Días felices (1961), Acto sin palabras (1964), No yo (1973).

En 1969 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura pero Beckett no acudió a recibir el galardón.

Experimentó tanto con el lenguaje hasta dejar tan sólo su esqueleto, lo que originó una prosa austera y disciplinada, sazonada de un humor corrosivo y alegrada con el uso de la jerga y la chanza.



Irlanda y México inician los homenajes

Irlanda celebrará a su Nobel de Literatura en 1969, con un programa cargado de charlas, proyecciones, montajes teatrales y hasta pintura. Para los aficionados del arte pictórico, la Royal Hibernian Academy ha organizado una exposición que combina tres filmes de breves obras de teatro de Beckett —”Not I”, “Breath” y “Act without Words”— con los trabajos de dos destacados artistas estadounidenses del siglo XX: Philip Guston y Bruce Nauman.

La Academia también albergará una instalación especial del escultor Michael Warren titulada “Imperativo hipotético, homenaje a Beckett”, en la que se incluye una pieza de bronce inspirada en el decorado central de Esperando a Godot.

En los festejos México no se queda atrás. La compañía Teatro Línea de Sombra encabeza el Proyecto B, que incluye las obras Cementerio al acto sin palabras, Galería de moribundos y “En esta oscuridad o en otra; la muestra Samuel Beckett. Vida y obra. 100 años“ y la instalación Beckett y Tablada.

Además, el grupo TheaOME teatro presentará hasta el 30 de abril, en el CENART, la puesta en escena Beckett o in Godot we trust, basada en cuatro episodios de Esperando a Godot.

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www.samuel-beckett.net/