sábado, abril 08, 2006

Valiosos cuadros de Gustav Klimt comienzan nueva vida en Estados Unidos








AFP


Exhiben en Los Angeles las obras que Austria restituyó a Maria Altmann





L os Angeles, 7 de abril. Hace una década, cinco tesoros del artista austriaco Gustav Klimt (1862-1918) parecían tan instalados en Viena como la arquitectura que los albergaba, pero una ardua batalla legal los ha traído al otro lado del mundo para empezar una nueva vida en Estados Unidos.

Las obras del famoso pintor, uno de los fundadores del movimiento artístico secesionista que inspiró a la mayoría de los arquitectos que erigieron Viena entre finales del siglo XIX y principios del XX, se exponen desde el pasado martes en el Museo de Arte del condado de Los Angeles.

La exposición incluye una de las obras que más reconocimiento han dado a Klimt en el mundo, Retrato de Adele Bloch-Bauer (1907). Las valiosas obras fueron colgadas después de que la sobrina de Bloch-Bauer, Maria Altmann, ganó un juicio reclamando la propiedad de estas pinturas, cuyo valor es de unos 300 millones de dólares.

''No podría estar más feliz'', expresó Altmann, de 90 años, quien fue testigo del robo de las obras de su familia por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que luego permanecieron en un museo de la capital austriaca durante 60 años.

''Yo viví en Viena y ahora vivo en Los Angeles, así que las pinturas me han seguido'', dijo cuando presenciaba cómo las autoridades austriacas retiraban las obras. ''Que ahora estén aquí es demasiado bueno''.

El retrato de 1907, pintado durante el ''periodo dorado'' de Klimt, ''se catapultó como uno de los máximos iconos del arte de principios del siglo XX'', explicó el crítico Christopher Knight al diario Los Angeles Times.

Esta obra muestra a una elegante mujer de la alta sociedad vestida con un traje geométrico con aplicaciones doradas sobre un fondo en oro, y cuyo valor podría rondar los 100 millones de dólares.

Klimt volvió a retratarla en 1912 en un trabajo con más aplicaciones de colores, sobre un fondo con flores y un hombre, una obra en la que luego los expertos descubrieron gran influencia asiática.

Ferdinand Bloch-Bauer, un acaudalado empresario judío, encargó los retratos para su esposa, quien falleció en 1925, años después del artista.

Klimt, considerado esencial en la identidad de la cultura de Viena, que además simbolizó la historia de muchos personajes de la comunidad judía de la ciudad, murió en 1918.

Después de que los nazis se alzaran con el poder en 1938, Ferdinand Bloch-Bauer decidió partir a Suiza, donde pasó gran parte de la guerra, y dejó las pinturas en Austria, donde fueron decomisadas por los nazis, indicó la familia.

Antes de que muriera, dejó como herencia su propiedad a su sobrina Altmann.

Sin embargo, el gobierno austriaco insistió en que las obras de Klimt debían permanecer en el Museo Belvedere de Viena, porque Adele Bloch-Bauer había sido consultada en 1923 para que su esposo cediera estas pinturas al museo vienés.

No obstante, en 1998 una investigación demostró que ese supuesto testamento en el que concedían las obras al museo de Viena no era legal y que las pinturas seguían siendo la Ferdinand, por tanto, de Altmann.

Fue entonces cuando la heredera decidió iniciar un litigio, que en 2004 llevó a la Corte Suprema de Estados Unidos a autorizarla a presentar un proceso contra Austria ante la jurisdicción estadunidense.

Maria Altmann tuvo un veredicto en su favor, en enero pasado, cuando el gobierno austriaco asumió que no podía comprar las pinturas.