jueves, enero 03, 2008

Libros / España: Publican edición «original» de «Las mil y una noches»

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Portada de la edición francesa. (Foto: Archivo)



M adrid, martes 01 de enero de 2008. (EFE).- El arabista René R. Khawam dedicó 20 años de su vida a devolver a Las mil y una noches, que en realidad se llama Las muchas noches, a su estado original, en el que sobran, entre otros, Aladino y Simbad el Marino, y faltan la crítica a la teocracia islámica, vino, mujeres decididas y lascivia.

En la nueva edición, que acaba de publicar en España Edhasa, el francés de origen sirio René Khawam deja las cosas claras a pesar de la dificultad que supuso «limpiar» los relatos de aportaciones espurias, impregnadas del orientalismo que tanto se llevó en Europa entre los siglos XVIII y XIX, y quitarles «azúcar» para devolver su esencia a esta «agitadora obra maestra donde las haya».

Diga lo que diga la mitología occidental, Las mil y una noches no es la recopilación de los cuentos que Sherezade le contaba a su sanguinario marido, el sultán Shahriyar, para distraerle de su «costumbre» de cortar la cabeza a cada mujer con la que se casaba a la mañana siguiente de la boda, aunque sí pueda servir como marco para el desarrollo del conjunto de la obra.

Se trata más bien, según ha explicado a Efe el responsable de la traducción al castellano
de la edición de Khawam, Gregorio Cantera, de una colección de relatos sin hilo conductor ni homogeneidad pero con el propósito común de entretener a todos los que pasaban sus noches en el desierto, bien en la Ruta de la Seda, bien en cualquier jaima de Egipto.

Los «descubrimientos» más notables de Khawam (Alepo, 1917-París, 2004), uno de los arabistas más importantes de Europa y el gran traductor del Corán al francés, «no lo son desde el punto de vista de la lascivia, porque a pesar de que emerge ya sin la edulcoración y/o la censura de siglos pasados, ese comportamiento licencioso no va a escandalizar a nadie a estas alturas».

Lo novedoso, sostiene Cantera, se centra más en los festejos en torno al alcohol, el papel de las mujeres y su influencia, una crítica "bastante seria» del poder instituido del gran califato de Bagdad.

Son temas inconexos, aunque sí son comunes la lascivia, el gusto por el vino y por el placer, «y la "caña" (crítica) que se da a la teocracia islámica, aunque dejando siempre al margen a Alá y a Mahoma», matiza el traductor.

Son relatos que proceden de la tradición oral nacida en muy distintos sitios pero que «cristalizaron» por escrito en el siglo XIII gracias a Boulaq, precisamente en la ciudad-oasis de Kashgar, uno de los bastiones de la Ruta de la Seda, situada en el desierto de Taktodo.

En este trabajo de traducción de «largo aliento», al que Cantera ha dedicado más de 180 noches y días, queda patente que Sherezade es «la muñidora de noches» que protagoniza sólo el primer relato y no la narradora de todos los cuentos que se recogen en la versión edulcorada que llegó a Francia en el siglo XVII.

Será en el siglo XIX cuando empiecen a incorporarse los relatos relativos a Simbad el Marino, Aladino, Ali Babá y los 40 ladrones, unas historias «demasiado maravillosas» para que «peguen» con las demás, según Cantera.

Como recordaba recientemente el escritor español Juan Goytisolo, Las mil y una noches es «lo contrario del dogma, un texto abierto y recompuesto» en el que se encuentran claves que explican, entre otros grandes «misterios», el problema de la emigración actual porque, como dice uno de los relatos, «el mundo es la casa de los que no la tienen».

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