viernes, diciembre 05, 2008

Obituario / Miriam Makeba

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La cantante africana. (Foto: AFP)

C iudad Juárez, Chihuahua, 11 de noviembre, 2008. (RanchoNEWS).- Miriam Makeba muere cantando por la libertad. La artista fallece de un infarto tras un concierto contra la Camorra napolitana. Una nota de Miguel Mora para El País:

Miriam Makeba, legendaria cantante surafricana y símbolo universal de la lucha contra el apartheid, falleció el domingo a medianoche en Castel Volturno, un feudo de la Camorra napolitana, muy cerca del lugar donde hace dos meses la Mafia asesinó a seis inmigrantes africanos. Mamá África se sintió mal durante un concierto colectivo contra la Camorra y el racismo, dedicado al escritor Roberto Saviano. La artista, de 76 años, cantó y bailó descalza durante 20 minutos, y cerró su última actuación con un bis: el mítico Pata pata.

La cantante de Johanesburgo salió en último lugar, y acabó su actuación a las 10.54. La precedieron la cantante neomelódica Maria Nazionale, actriz en la película Gomorra, candidata italiana al Oscar de este año, y los artistas Eugenio Benatto y Daniele Sepe.

Makeba aceptó hacer ese último bis aunque ya se encontraba mal, explicaron a este diario fuentes cercanas a la organización del concierto. «Estaba algo enfadada porque la hicieron salir al final y ya casi no había público», explica una persona que estaba sobre el escenario y prefiere guardar el anonimato. «Había tenido un día lleno de visitas y decía que le dolían las piernas. Por la mañana, fue al Centro Don Fernández (un local de integración de inmigrantes), paseó por Nápoles, y cuando llegó al concierto ya estaba mal».

Makeba tenía previsto cantar seis canciones, pero solo cantó cuatro. «Al acabar, volvió entre cajas y se desvaneció. Pedimos un médico, y éste la reanimó durante un rato largo haciéndole el boca a boca», continúa la fuente anónima. «Luego llamamos a la ambulancia del 118. Tardaría entre 15 y 20 minutos en llegar».

Cuando Makeba ingresó en la clínica privada Pineta Grande, situada a unos 1.800 metros del escenario, los médicos no pudieron hacer nada por su vida. Ayer, mucha gente en Nápoles se hacía una pregunta sencilla. ¿Por qué no había una ambulancia y un coche de bomberos en el lugar del concierto, como es preceptivo por ley? «Probablemente, alguien se olvidó de llamarlos o prefirió ahorrarse el dinero», responde Andrea Aragosa, productor de conciertos y manager del saxofonista Enzo Avitabile. «La ambulancia y los bomberos los contrata el organizador del concierto, y cuestan unos 1.100 euros. La Región debería haber hecho cumplir la ley». El concierto se celebraba bajo los auspicios del Gobierno regional campano. Cerraba los llamados Estados Generales de la Escuela para el Mediodía, unas jornadas organizadas por la Consejería de Educación para promover la cultura frente al crimen organizado. El consejero de Educación, Corrado Gabriele, mostró ayer su profundo pesar, igual que el presidente regional, Antonio Bassolino. Sobre la polémica de la ambulancia, Gabriele afirma que todo se hizo de forma legal. «No hacía falta una ambulancia porque el hospital de Castel Volturno está a menos de dos kilómetros. Makeba sufrió un ataque muy fuerte, y en su muerte no influyó la ausencia de una ambulancia. Yo mismo llamé a la ambulancia, dos veces, y tardó menos de tres minutos en llegar. A mí también me pareció una eternidad, pero tardó eso». Y añade que Makeba fue reanimada por un médico sobre el escenario y recuperó el pulso. «Cuando llegó la ambulancia, usaron el desfibrilador, se recuperó y se la llevaron a la clínica. La desgracia es que le repitió el infarto en el hospital y ya no pudieron salvarla».

Roberto Saviano, profundamente consternado, afirmó ayer que Makeba «era, para los surafricanos, la voz de la libertad».

A pesar de que tenía fiebre desde hacía unos días y graves problemas de artritis, Makeba no quiso renunciar a dejar su mensaje de libertad en el territorio de la Camorra. Según el Gobierno regional, la organización mafiosa había enviado el sábado a unos emisarios para reclamar el pizzo (la extorsión) a los operarios que montaban el escenario.

El presidente surafricano, Nelson Mandela, el hombre que restauró la dignidad y la democracia en Suráfrica y que convenció a Makeba a regresar a su país natal tras tres décadas de exilio, declaró: «Es justo que haya muerto en el escenario. Su muerte nos entristece a nosotros y a todo el país». El cuerpo de Miriam Makeba será trasladado hoy en un vuelo especial a Suráfrica, donde la cantante será enterrada con un funeral de Estado.

África saluda la memoria de Miriam Makeba

JOHANNESBURGO (AFP) — Miriam Makeba, una gran voz de la canción, mundialmente conocida como Mama África, fue saludada por el continente africano como una de las «madres» de la lucha anti-apartheid, tras su muerte en la madrugada de este lunes en Italia.

«Era la primera dama sudafricana de la canción y merece el título de Mama África. Era la madre de nuestro combate y de nuestra joven nación», expresó el primer presidente negro de Sudáfrica, Nelson Mandela.

«Sus melodías obsesivas hacen sentir el dolor del exilio y la distancia que ella padeció durante 31 años. Al mismo tiempo, su música nos dio a todos un profundo sentimiento de esperanza», recordó Mandela, quien logró convencerla en 1990 de que regresara al país después de más de 30 años de exilio.

Miriam Makeba, de 76 años, falleció en la madrugada de este lunes de un paro cardíaco tras un concierto a favor del escritor italiano Roberto Saviano, amenazado de muerte por la mafia napolitana por sus denuncias contra la organización criminal.

Símbolo de la lucha contra el apartheid, había continuado hasta el fondo su combate abogando en sus canciones por el amor, la paz y la tolerancia.

De su verdadero nombre 'Zenzi' (diminutivo de Uzenzile), Miriam Makeba vio en 1947 cómo se trastornaba el destino de su país con la llegada al poder de los nacionalistas afrikáners. A los 27 años abandonó Sudáfrica por las necesidades de su carrera, sin saber que se le impediría regresar a causa de su compromiso con la postura antiapartheid.

Fue un exilio que la llevó a vivir en diferentes lugares de Europa y Estados Unidos. La cantante tenía mucho éxito, aunque su matrimonio en 1969 con el líder de los Black Panthers Stokely Carmichael, del que se separó en 1973, no acabó de gustar a las autoridades estadounidenses, que la forzaron a emigrar a Guinea.

En la vecina Sierra Leona, adonde viajaba con regularidad para dar conciertos y hacer compras, la radio pasaba sin cesar este lunes sus canciones, entre ellas la más conocida Pata, Pata.

Ediciones especiales en los diarios o en la radio se sucedían igualmente en Sudáfrica, donde la cantante nació en 1934, «una de las más grandes artistas de la canción de nuestra época», según la ministra de Relaciones Exteriores, Nkosazana Dlamini Zuma.

«Miriam era una incansable patriota que puso su inmenso talento al servicio de su pueblo y de la lucha por la libertad y la democracia, no sólo en Sudáfrica sino en todo el continente», declaró el presidente del partido gobernante, y probable próximo jefe de Estado, Jacob Zuma.

Los artistas africanos también expresaron su pesar por la partida de esta «leyenda», como la calificó la diva sudafricana Yvonne Chaka Chaka.

«Es una gran pérdida para África, para la música africana, y para la música en general, porque era una dama de mucho talento», recalcó el cantante senegalés Youssu N'Dour.

«Ha sido la primera gran cantante africana en llevar la voz de África fuera de África. Era una artista completamente apasionada y una gran militante», dijo por su lado el músico congoleño Ray Lema.

Mama África falleció, según el músico congoleño Lutumba Ndomanueno, alias Simaro Masiya, «como un soldado en el campo de batalla, con las armas en la mano».

En Costa de Marfil, el presidente Laurent Gbagbo destacó esta «voz militante» que «ha ritmado todos los grandes momentos de la historia política y cultural de África durante más de medio siglo».

«Miriam Makeba encarnaba el símbolo del espíritu de resistencia», recordó el jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, única voz no africana en haberle rendido homenaje.


En 2005, en La Habana, Cuba, Makeba concedió una entrevista a Ernesto Márquez para La Jornada:

Sudáfrica rendirá hoy un último homenaje a la legendaria cantante Miriam Makeba –quien murió la semana pasada– con un funeral público, en una sala de conciertos con capacidad para 20 mil personas, en Johannesburgo, informó la agencia Afp.

Numerosos músicos, actores y personajes del espectáculo sudafricano acompañarán a la familia en el funeral de Mamá África, quien falleció a los 76 años de un ataque al corazón.


A continuación, publicamos extractos de una entrevista inédita a esa voz africana, realizada en La Habana, Cuba, en 2005.

Cuando Miriam Makeba decidió dejar de cantar en público planeó una gira de despedida por cerca de 52 países con el único interés de «devolver tanto cariño y decir: gracias y adiós».

Tiempo atrás ya quería despedirse de los escenarios, nos dijo en una insólita entrevista realizada en La Habana, Cuba, el 5 de octubre de 2005, justo antes de presentarse en el teatro Astral. Cuba era uno de los tres países latinoamericanos seleccionados (los otros, Venezuela y Brasil) en la gira que pondría punto final a su carrera.

Con la intención de invitarla a participar en el Festival Internacional Afrocaribeño de Veracruz, del cual yo era en ese entonces director artístico, viajamos a La Habana donde se dio el encuentro.

Nos recibió en el hotel donde se hospedaba. Venía de cantar en Estados Unidos, «feliz y exhausta». Con su bonito vestido de colores cálidos y el elegante turbante que coronaba su atuendo no cabía duda: era la representación más convincente de la mujer africana y, mejor aún, de todo el continente. Mamá África le llamaban.

Desigualdad, el eterno problema

Lo primero que destacó en aquel momento fue su alegría y gran amabilidad. «Oh, México, sí, sí, sí. Siento mucho a ese país, lleno de cultura, pero también de pobreza», nos dijo de entrada. «He deseado ir a cantar allá, pero por alguna razón siempre se me ha negado.»

Los minutos iniciales de la entrevista giraron en torno a nuestro país y la gesta zapatista. «Sabemos de la importancia de su lucha y de lo poco que se ha hecho en su favor... El eterno problema de las desigualdades. Vengo de un país inmensamente rico en recursos de todo tipo, y pese a ello la mayoría de la población es tremendamente pobre. Nací en Johannesburgo en 1932; crecí en la injusticia; ante el sufrimiento no se piensa, se actúa. Todo lo demás es demagogia».

Escucharla hablar de forma pausada y armoniosa embelezaba. Con las manos en su regazo y el gesto sereno, hilaba sus ideas.

«Desde mi posición de cantante he luchado por la justicia y la igualdad. Nunca me he considerado activista política. Canto y hablo sobre verdades. Nuestro entorno siempre ha sufrido por el apartheid, el racismo y la miseria. Así que nuestra música tiene que estar influenciada por ello».

Insistía en que cada canción y cada aparición en público iban ligadas a la situación social de su pueblo. «No canto cosas políticas, sólo la verdad». Cantar era su sino. Desde su más tierna infancia le gustaba cantar.

«Lo hacía por puro placer y entonaba con voz linda. A veces subía a la rama de algún árbol y creía ser un ave… ‘Volar, volar’, decía». La opinión de la gente del pueblo estaba dividida acerca del talento de la niña Makeba: «Está destinada a ser algo grande», decían unos; «será un problema para la familia», opinaban otros. Pero todos coincidían en que Zenzi –su nombre verdadero– poseía una bella e impactante voz.

En aquella cita habanera, la primera dama de la canción africana nos confesaba humildemente que el talento se lo había dado el ser supremo, aunque reconocía que fueron su madre y su abuela quienes le proveyeron las primeras palabras para cantar en xhosa, su idioma materno. Sin embargo, y ante la necesidad de proyectar su carrera a escala internacional, tuvo que cantar en otros idiomas. «Pese a todo he mantenido mi cultura y la música de mis orígenes; gracias a ello me convertí en voz e imagen de África, sin ser consciente de lo que significaba».

Música de este planeta

Mamá África fue una de las responsables del inicio, en la década de los años 60, de lo que ahora conocemos como world music; aunque le disgustaba la etiqueta, bromeaba al decir que «toda la música viene de nuestro mundo».

«Cuando llegué a Estados Unidos hubo quien me llamó folclorista; otros jazzista-folclorista. No sabían cómo etiquetar lo que hacía. Ahora me incluyen en el world music, como si viviéramos en otro planeta. Lo que hacemos es música, llámenle así».

Sobre el éxito mundial de su canción Pata Pata apuntó que no se lo explicaba, porque tenía en su repertorio mejores temas. «Apareció en un momento en que la gente pedía a gritos alguna canción fresca, y luego se convirtió en un referente del canto africano. Pata Pata fue escrita por Dorothy Masaka, quien se inspiró en esa frase zulú que significa ‘las caricias que se hacen los amantes’; aunque muchos la tomaron como de bandera política no es más que una canción con ánimo danzario».

A Miriam Makeba no le gusta hablar de su vida privada, sin embargo, en aquella ocasión se atrevió: «Me he casado muchas veces, pero sólo tuve una hija, que murió. Me dejó un nieto y una nieta que están conmigo en el escenario y que me han dado un biznieto cada uno».

Por primera vez en la entrevista una sombra de tristeza cubrió su rostro. «Mi marido, Stokely Carmichael, era líder de los Panteras Negras. Estábamos vigilados por el FBI, y nos fuimos a Guinea. Allí murió mi hija. No he conseguido olvidarle… Ese tipo de cosas no se superan nunca».

Quizá sea por ello que su «última energía» la utilizó en brindar apoyo a niñas desprotegidas de su país.

«Cuando volví a Sudáfrica, después de 30 años de exilio, noté que había muchos hogares para niños y ninguno para niñas. Las calles estaban llenas de niñas mendigando y no tenían dónde dormir. Ahora tienen un hogar. Esas niñas son las futuras madres de la nación. Si no las cuidamos, si viven de mendigar y de prostituirse, ¿qué tipo de nación y de madres tendremos?»

Su regreso a Sudáfrica, el 10 de junio de 1990, después de la excarcelación de Nelson Mandela –quien le ofreció participar en su gobierno, lo que rechazó–, le hizo compenetrar en la reforma pactada que permitía al Congreso Nacional Africano gobernar siempre que no tocara los frutos del expolio que durante siglos el colonialista blanco impuso sobre la mayoría nativa.

«We speak peace to you» (Hablemos de paz) era una de sus frases recurrentes, y que describía a la perfección el anhelo de armonía en un país en el que aún hay mucho por hacer.

Aparente libertad

«El país ha avanzado, pero la mentalidad de la gente no», nos decía la tarde previa a su presentación en el Astral. «Es cierto que nuestros hijos pueden ir a cualquier escuela; que podemos vivir donde queramos… pero aún hay problemas. La miseria genera violencia; aunque el gobierno trabaja por eliminarla todavía está ahí. El pueblo sudafricano intenta reconciliarse, pero la esperanza son esos niños, blancos y negros, que aprenden a comprenderse».

Hablar de cambio es hablar de Nelson Mandela, decía. «Hemos tenido la fortuna de contar con una persona como él. Seguirá ahí después de muerto, y su presencia etérea será acicate para quienes desfallezcan en el intento de hacer una gran nación».

La mañana del lunes, al enterarse del deceso de la cantante, Mandela expresó con lágrimas: «Era la madre de nuestro combate y de nuestra joven nación. Sus melodías obsesivas hicieron sentir el dolor del exilio y la distancia que ella padeció durante 31 años. Al mismo tiempo, su música nos dio a todos un profundo sentimiento de esperanza (…). Ella era el alma sudafricana y con mucho, merecedora del título de Mamá África ¿Qué más puedo decir? Siento un gran vacío en el alma, pero ella vive, sé que es cierto, porque lo afirma su ejemplo, que es legado para la humanidad».

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