lunes, diciembre 01, 2008

Teatro / Ciudad Juárez: «Apaches» de Rascón Banda o una incoherencia histórica

.

Momento del montaje. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela / RanchoNEWS)



C iudad Juárez, Chihuahua. Viernes 7 de noviembre de 2008. (Rubén Moreno Valenzuela / RanchoNEWS).- La palabra apachu en lengua de los Zuñi, pueblo indígena de Nuevo México, significa enemigo. De ahí proviene la etimología de la palabra apache, como se denomina a uno de los últimos pueblos en cruzar el estrecho de Boering e instalarse en América del Norte. Nación nómada y salvaje. Depredadores. Hábiles guerreros.

Arribaron a Chihuahua a mediados del siglo XVIII y durante cerca de 130 años, con largos intervalos de paz (o de ausencia), cometieron bandidaje y se enfrentaron a las autoridades de origen occidental, hasta ser sometidos por el militar Joaquín Terrazas, después de dedicar 30 años de su vida en su persecución.


Cuando el dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda (1948-2008) hace decir a un personaje apache «hay tierras que son nuestras» comete una incoherencia histórica. Ese pueblo indígena –a diferencia de los Rarámuris o los Conchos, por mencionar a los más conocidos– tuvo una presencia fugaz y perniciosa en los últimos siglos de esta geografía.

La obra «Apaches» (2003) de Rascón Banda –que relata la campaña de Joaquín Terrazas en su contra– es una de las menos afortunadas de este autor, por ser tendenciosamente favorable a ese pueblo indígena y estigmatizar a un personaje como Terrazas a quien el autor de «Crónica de un país bárbaro», Fernando Jordán, califica como «un hombre singular y un personaje de leyenda. A su lado, Búfalo Bill no hubiera sido más que unboy-scout. La árida tierra chihuahuense no ha vuelto a producir un hombre semejante».

El director del grupo Tequio (Tamaulipas), Medardo Treviño, no profundizó ni reflexionó lo suficiente en este tema histórico al hacer el montaje de esta obra, presentada en el Teatro Víctor Hugo Rascón Banda de esta frontera, el viernes 7 de noviembre, con la cual inició la XXIX Muestra Nacional de Teatro en esta frontera.

Por ello, conforme corrió la representación fue imposible no sentir un aire de falsedad, acentuado además por el ambiente onírico provocado por la escenografía.

En descargo del director y de la compañía debemos reconocer que hubo momentos muy logrados como el efecto del espejo entre el indio Victorio y Joaquín Terrazas, conseguido mediante el uso de una malla traslúcida y un buen juego de luces. Así como la inteligencia para resolver escénicamente la famosa batalla de Tres Castillos.

A diferencia de «De la mujer que cayó del cielo» esta obra de Rascón Banda es bastante prescindible.

PARA VER LA GALERÍA FOTOGRÁFICA DE LA OBRA, PULSE AQUÍ

REGRESAR A LA REVISTA