sábado, junio 12, 2010

Música / Entrevista a The Chemical Brothers

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Tom Rowlands y Ed Simons, The Chemical Brothers, fotografiados en marzo. (Foto: Hamish Brown)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 12 de junio 2010. (RanchoNEWS).- Hubo un tiempo en el que The Chemical Brothers representaban el futuro. Allá por los años noventa, se creía que un día todos los músicos serían como ellos: parejas de artistas robóticos, parapetados tras sintetizadores. Pero llegado el final de la década, el big beat –ese género de dance-rock bullanguero que ellos lideraron– era un simple lapsus temporal y los grupos de toda la vida –guitarra, bajo y batería– reconquistaron los escenarios. La idea de indies y club kids embadurnados en purpurina, bailando felices bajo el mismo techo, se desvaneció como se evapora el amor cósmico con el bajón de éxtasis. Una entrevista de Brenda Otero para El País:

A pesar de todo, Tom Rowlands y Ed Simons, los dos británicos detrás de The Chemical Brothers, se resisten a ser otro vago recuerdo en la agujereada memoria de la fiesta noventera. Y de que su sonido está lo bastante vivo como para suscitar interés no hay mejor prueba que el hecho de que actúen en el Festival Sónar de Barcelona, el sábado a las 3.00, el horario estrella de un festival noctámbulo por naturaleza.

Encontrarse con ellos en un pub de Londres es descorrer la cortina que oculta al verdadero mago de Oz. Los hermanos químicos son unos tipos tranquilos, de aspecto corriente, que carecen de la exuberancia demente de su música. Ambos rozando la cuarentena, llevan jerséis azul marino que han conocido días mejores y conversan con cierto recelo ante la prensa. Rowlands, el más reflexivo del par, está casado y tiene tres hijos. Sus greñas rubias han pasado a mejor vida. Simons, mucho más irónico, está soltero después de su publicitada relación con la cantante Lily Allen.

Estos dos chicos de clase media se conocieron estudiando historia medieval en la Universidad de Manchester, donde se empaparon en las raves y la cultura de club de la ciudad. Aunque se consideran principalmente músicos, se hicieron un nombre como pinchadiscos en el Heavenly Sunday Social, unas legendarias sesiones domingueras que se celebraban en el sótano de un pub londinense. El club duró solamente 14 semanas en 1994, pero rápidamente empezó a conocerse como el garito más cool de la capital británica. El músico Tricky, los Stones Roses o Primal Scream eran algunos de los clientes habituales. La entonces revolucionaria manera de pinchar de Simons y Rowlands restó solemnidad a la escena de la música electrónica y expandió sus fronteras. Sin ningún tipo de respeto por las divisiones entre géneros, alternaban canciones de los Beatles y James Brown con hip-hop, acid tecno o punk.

La fórmula se consolidó con su primer álbum, Exit planet dust (1995), y se refinó en su segundo, Dig your own hole (1997), uno de los discos más influyentes de la década según la mayoría de los medios británicos. Tras 17 años juntos y unos diez millones de discos vendidos, su dance eufórico y bañado en psicodelia sin malos viajes, sigue llenando estadios de todo el mundo.

Van a publicar Further, su nuevo álbum de estudio, el séptimo. El disco se lanza acompañado del material visual que se proyecta durante sus actuaciones. «Que nadie espere un filme narrativo, no es Kramer contra Kramer», avisa Rowlands.

El nuevo disco huele a una vuelta a lo esencial.

Tom Rowlands. Es completamente lo opuesto: un viaje hacia complejidades. Es una explosión de ideas: un álbum rico, poderoso, extraño y atronador. No estamos simplificando.

Ed Simons. Se diferencia de los demás en que no cuenta con cantantes invitados. Todas las voces están hechas por una misma chica. No queríamos interrumpir la música con voces icónicas. Hemos tenido libertad para soltar la estructura. La liberación y la expresividad son evidentes.

Colaboraciones con Noel Gallagher, Richard Ashcroft, Kele Okereke de Bloc Party, Klaxons… la lista muestra vuestros intereses musicales en cada etapa. ¿Es que ahora no os interesa nada?

E. S. Al contrario. Simplemente se nos hacía cansado buscar cantantes. Sin ofender a nuestros colaboradores anteriores, simplemente no queremos trabajar con nadie.

¿Es un álbum más enfocado a las sesiones en vivo?

E. S. Sólo hacia el final de la grabación nos dimos cuenta de que queríamos dirigirlo hacia el directo. En él hay mucho rollo dance pero también te hace bailar dentro de tu cabeza.

Más de tres lustros haciendo música electrónica os otorga la categoría de supervivientes.

T. R. En todo este tiempo a otros, como Orbital y Leftfield, les ha dado tiempo a separarse y reunirse. Daft Punk no hacen demasiado, pero están bien. Es verdad que nosotros seguimos aquí, pero no luchamos por nuestra supervivencia. Cuando el público se haya cansado de nosotros, y nos hayamos hartado de nosotros mismos, pararemos. Puede que en breve nadie quiera ir a vernos.

¿Nunca os habéis planteado tirar la toalla?

E. S. ¡Es lo que todo el mundo quiere que hagamos! Pero no, nunca lo hemos considerado. Abandonaremos cuando nos metamos en el estudio y no salga nada. O nos quedemos sordos. Ésa sería una buena razón para retirarnos.

A los cuarenta ¿se puede seguir conectando con los más jóvenes?

E. S. Cerramos el festival de Glastonbury (Inglaterra) en 2007. El cartel y el tiempo no contribuyeron a que fuera un gran festival. Pero desde el escenario, vimos que los chavales estaban viviendo la mejor experiencia de todo el fin de semana. No estábamos sobreviviendo, la gente quería espectáculo y se lo dimos.

Quizá los chicos os vean simplemente como unos artistas festivaleros.

T. R. Pero es que las nuevas generaciones no compran discos.

E. S. Se parten de risa sólo de pensarlo. Nuestra música suena increíble al aire libre. Es un sonido grande y comunal. Nos gusta ir de festivales. ¿Viajar por ahí, escuchar música y alternar con otros grupos? Es fantástico.

A lo largo de estos años, la audiencia habrá cambiado

T. R. No lo sé. Sólo percibo una masa sudorosa.

E. S. Es que como ya estoy tan mayor, no veo nada [risas].

¿Dónde se disfruta más en vivo?

T. R. En Japón, Londres, España e Italia. España nos gusta por su hedonismo civilizado. Es una fiesta intensa pero sin malos rollos. En otros países del norte de Europa como Holanda son muy agresivos, se pasan mucho de rosca, se empujan entre sí.

Pero en una de vuestras actuaciones en Ibiza, dejasteis a la audiencia a lágrima viva.

E. S. Fue en Space, hace mucho tiempo: en 1995. Pinchamos fatal.

T. R. Pusimos Barry White, hip-hop…nuestra particular versión del sonido balear. Pero la terraza de Space quería a los Vengaboys. La gente se quejó y el encargado nos echó a la calle. Ahora nos reciben mejor.

E. S. Porque a Space sólo van ingleses que quieren tralla.

¿Echáis de menos que os copien?

E. S. ¿Quién nos copiaba?

Fatboy Slim, por ejemplo.

E. S. Eso que quede claro que no lo hemos dicho nosotros… Nunca nos gustó la música que se hizo en nuestra estela. No porque nos copiasen, sino porque su sonido era muy obvio.

T. R. Creo que todavía se nota nuestra influencia. Empezamos a mezclar la electrónica con la agresividad y la soltura del rock, y eso es lo que hace ahora todo el mundo.

Habéis salido mucho de noche, ¿os quedan ganas?

E. S. No: nos hartamos de ello. Aunque la otra noche fui a Disco Bloodbath, un club en Dalston [este de Londres] y disfruté de una velada muy agradable [risas].

¿Es cierto que tenéis una carrera alternativa como pinchadiscos de bodas?

E. S. Nos lo piden muy a menudo. A veces es divertido, pero creo que ha llegado el momento de dejarlo.

T. R. La última vez, tuvimos que salvar la boda de improviso, porque el dj era pésimo. Como mi casa estaba cerca, salí corriendo por mis discos.

E. S. Tom salvó la boda, como Súperman.

Han dicho de vosotros que conseguís que las máquinas suenen como instrumentos, ¿os lanzaréis a tocar a la manera clásica?

E. S. Las máquinas son instrumentos. No hay distinción.

T. R. Es algo obvio: hay quien usa las máquinas mejor y quien las usa peor. Ahora, gracias a todos los programas disponibles, es muy fácil hacer música en tu Mac. Lo complicado es no sonar como el resto. Hacer algo que valga la pena y que conecte con el oyente.

Tras vivir el auge de las raves, ¿veis alguna corriente que defina el panorama actual de la electrónica?

T. R. Sólo hay que fijarse en el Sónar para darse cuenta de que existe una gran gama. De la misma manera que rock puede ser tanto Black Flag como Led Zeppelin, electrónica es tanto Richie Hawtin (Plastikman) como Lady Gaga.

¿Podemos esperar una colaboración con la autora de Bad romance?

E. S. Yo, sinceramente, no pillo el fenómeno Gaga.


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