domingo, enero 02, 2011

Poesía / Lilvia Soto: «La lavacuerpos»

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Debes empezar a una edad temprana para poder acostumbrarte a trabajar con los muertos.
– Raid Hashem, que empezó a lavar cadáveres cuando tenía 10 años.


Canturreando las plegarias que se recitan
cuando una hija pierde a su madre
o una madre a su hija,
Khalila lava a la víctima
de la explosión de la mezquita.
Competente y compasiva,
la lavacuerpos prepara a la joven maestra
o lo que de ella quedó después de la explosión.
Con la ayuda de la madre,
abre la cobija que envuelve al cuerpo,
a sus pies ruedan los abalorios
de un misbaha (1) roto,
le quitan la abaya hecha jirones
rocían el cuerpo con agua de alcanfor,
lo espolvorean con fragante jabón en polvo
le restriegan la sangre,
dejándola correr
como riachuelo del amanecer
a la alcantarilla.
Khalila seca las heridas con algodón,
envuelve el cuerpo en un sudario,
una sábana de plástico,
un segundo sudario.
La madre perfuma a su hija
recuerda
cuando podía abrazar
su bultito envuelto como un capullo
y solloza,
Yo esperaba
que tú me lavaras a mí.
Mira lo que ha sucedido.
¿Quién me lavará ahora?

(1) El rosario de los católicos desciende del misbaha árabe.

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