martes, mayo 21, 2013

Obituario / Ray Manzarek

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El músico estadounidense. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de mayo de 2013. (RanchoNEWS).- Sus referentes eran el músico barroco Tomasso Albinoni y el cineasta francés Jean-Luc Goddard. Aspiraba, como su joven compañero de clase, Jim Morrison, a explorar las fronteras de las puertas de la percepción, que así concebía William Blake a los sentidos, y con ambos poetas compartía la certeza de que el camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría. Se decidió por los teclados para expresar esta combinación de intereses al estilo California. Quería ser músico y se convirtió en Ray Manzarek, escribe Alfredo C. Villeda para Milenio de la Ciudad de México.


El legendario tecladista de los Doors murió ayer en Rosenheim, Alemania, a los 74 años, víctima de cáncer. Generoso y realista, siempre tuvo claro que el jefe de los Doors era Jim Morrison y no solo musicalizó la obra póstuma del cantante, An American Prayer, sino que dedicó buena parte de su vida a recuperar y difundir material no lanzado durante la existencia del grupo, que terminó en 1971 con el álbum L.A. Woman, meses antes de la muerte del Rey Lagarto, el 3 de julio de ese año.

Participó con el cineasta Oliver Stone para el filme The Doors (1991), en el que fue clave para recrear la breve y polémica vida de cinco años del grupo. Génesis y conformación de la banda, el primer contrato, la creación de rolas legendarias como «Light my Fire», los desmanes propios de la era sicodélica, abundante en mariguana y ácidos, alcohol y sexo, poesía y música. Aunque Stone dice haber presenciado al grupo en vivo, fue Manzarek quien marcó el acento en esas sesiones hipnóticas del grupo, en la playa Venice, en el desierto y en el escenario: la celebración del lagarto.

«Me ha entristecido profundamente la noticia de la muerte de mi amigo Ray. Me siento feliz de haber tocado canciones de los Doors con él durante la última década. Ray fue una parte importante de mi vida y siempre lo echaré de menos», declaró el guitarrista Robby Krieger a EFE tras conocer la noticia del deceso. En el filme de Stone, el músico se despide en términos similares de Morrison, cuando el poeta se va a París: «Fue un honor tocar la guitarra para Dionisos (dios griego del vino)». Y Jim, que solía surtir de ácido a Robby, le responde: «Ya no te drogues».

Los cinco años de la banda están resumidos en más de 100 millones de álbumes vendidos en el mundo con 19 discos de oro, 14 de platino y cinco multiplatino solo en Estados Unidos. Manzarek escribió un libro biográfico, Light my Fire: mi vida con The Doors (1998), además de ser autor de algunas producciones como solista. En el principio de milenio, quiso reunir a la banda con la inclusión de un cantante.

Si en la película Val Kilmer convenció a Stone para interpretar a Morrison, sobre la autocandidatura del ya fallecido Michael Hutchence (INXS), Ray y Robby eligieron a Ian Atsbury, ex cantante de The Cult, y a Stewart Copeland, ex baterista de The Police, para emprender una gira mundial. Sin embargo, el temperamento del hombre de las batacas fue mucho para la agrupación y el asunto acabó en tribunales. Hay que recordar que John Densmore, el miembro original de la banda, nunca quiso saber nada después del rompimiento.

Ray, Robby e Ian estuvieron en el Auditorio Nacional el 24 de octubre de 2004. Quizá haya sido el primer concierto, desde la época en que comenzaron los masivos en la capital (del 90 en adelante), en que todos los espectadores, los 10 mil que ahí caben, estuvieron parados durante todo el concierto. No hubo tregua. Atsbury apareció disfrazado de Morrison, camisa azul de mezclilla, pantalón negro de cuero. Un anciano Krieger en la lira y el líder indiscutible, Manzarek, conduciendo eso que llamaron los Doors del Siglo XXI.

Dijo algunas palabras en español y después ofreció una disculpa al pueblo de México. ¿Por qué? Porque estaba avergonzado de su presidente, George W. Bush, a quien llenó de denuestos por su política bélica.

En una época en que los competidores de grandes ligas eran mayoría, The Doors ocupó un espacio indispensable en la historia del rock. La banda ingresó al Salón de la Fama en 1993. Si bien se colapsó con la muerte de Morrison, su resonancia e influencia han perdurado por décadas. Hace no más de un mes el grupo lanzó una aplicación para Smartphone y tiene abiertas cuentas en Twitter y Facebook. En consonancia con la canción «Break on Through», no faltará quien pregunte a Manzarek, de éste o el otro lado, si disfrutó haber atravesado las puertas de la percepción.

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