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Imagen tomada del libro Aquí está su Pachucote… ¡Nooo!, de Rafael Aviña. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Esa, mi jaina, cómo me guachas, ton´s qué. Pareciera una invitación, pero son sólo unas frases al aire del lenguaje pachuco y que ilustran algunos de los rasgos retomados por Germán Valdés para la creación de Tin Tan. Una nota de Gerardo Antonio Martínez para Confabulario segunda época de El Universal:
A cuatro décadas de su partida, las frases, canciones y el ícono de El rey del barrio se resiste a desaparecer del itinerario cotidiano de las generaciones más jóvenes, las que no coincidieron en los viejos cines citadinos pero que ahora lo rescatan en estampados de playeras, cromos, flyers y memes que circulan por las redes sociales.
Ricardo Pérez Montfort, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), estima que la vigencia de Tin Tan en algunos sectores de la juventud mexicana se debe a la actitud transgresora y contestataria que en su momento representó este personaje.
«Es un personaje provocador y esta dimensión de provocador está bastante ligada con estos valores que están con mucha fuerza en el sector juvenil. Se sale del stablishment. Va en contra de los parámetros clásicos de la cultura excepcional mexicana, del purismo cultural, de aquellas cosas que se consideran relativamente sagradas, como hablar bien, vestirse correctamente, bailar de una manera moralmente aceptada, no andarte burlando», considera.
Sin embargo, el origen de Germán Valdés, que creció en el barrio Las Chabeñas en Ciudad Juárez en la década de los 30 del siglo pasado, dejó una huella permanente en su propio personaje, la misma que enfrentará su discurso actoral con Cantinflas, otro emblema del humorismo nacional.
Sobre este enfrentamiento y la razón que finalmente determinó la aceptación o rechazo de los jóvenes, José Manuel Valenzuela, catedrático del Colegio de la Frontera Norte (Colef), considera que «la imagen de Cantinflas termina asumiendo una posición cargada de moralina en sus últimas películas, mientras que Tin Tan representaba una fuerte dosis de trasgresión, de humor de cuestionamiento, que alude a la mariguana en forma directa en las películas, el improvisador».
A diferencia de Tin Tan, dice, el lenguaje de Cantinflas está más asociado al discurso de la clase política. Ese decir por no decir genera una fuerte animadversión por parte de los jóvenes que están hartos de ese tipo de discurso.
Por su parte, Pérez Montfort, quien ha estudiado los estereotipos culturales del siglo XX en México y su relación con la Historia, sostiene esta aceptación juvenil de Tin Tan a partir de la misma oposición con el Primer mimo de México.
«Tin Tan, el personaje netamente urbano, de la ciudad de México, ocupa el lugar del cosmopolita que no solamente es reconocido en la ciudad de México sino también en la frontera norte del país. Cantinflas es el cómico que representa al pelado, a la cultura arrabalera, el que dice sin decir; asciende del arrabal a la interpretación de toda clase de papeles: embajador, doctor, profesor, mientras que Tin Tan se queda claramente en ese papel. Su dimensión cosmopolita tiene que ver con su versatilidad como artista».
El cantante
Las interpretaciones musicales de Tin Tan son otros de los rasgos que resaltan ante el ojo de los conocedores de la música popular mexicana y de quienes en décadas posteriores retomaron algunos de sus síntomas transgresores que le dieron carta de aceptación y resurgimiento entre los jóvenes. Ricardo Pérez Montfort no pierde oportunidad para destacar las cualidades vocales e interpretativas del pachuco, las que dice lo colocan entre los mejores intérpretes de música romántica nacional.
«Era un excelente cantante precisamente porque logra de una forma muy particular piezas que están prácticamente en labios de todo mundo. Bonita, de Luis Arcaraz, la canta Emilio Tuero, la canta el doctor Ortiz Tirado, sin embargo, cuando la canta Tin Tan le pone su propia personalidad de tal manera que es una aportación; se trata de una enorme originalidad».
A todo tema que interpretó a lo largo de su carrera, dice, les dio una textura que es inconfundible. Uno puede identificar la interpretación de Tin Tan ante las otras. Esta actitud que pisó terrenos en lo musical fue rescatada décadas después por varios intérpretes de rock mexicano. El músico Armando Vega Gil, integrante de Botellita de Jerez, que participó en el disco tributo a Tin tan con el tema Ese, cuenta una anécdota:
«Tin Tan no era parte del imaginario del rock mexicano. De hecho había una especie de rechazo hacia la música popular mexicana. Una vez le preguntaron a Javier Bátiz por qué no cantaba en español y respondió que si cantaba en español sonaría como a Tin Tan. Entonces cuando leímos esa entrevista dijimos ‘nosotros vamos a cantar en español porque queremos sonar como Tin Tan». Esa intención también la retomó La Maldita Vecindad y Los Caifanes.
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domingo, junio 30, 2013
sábado, junio 29, 2013
Música / México: Gabriela Díaz Alatriste dirigió su último concierto en el podio de la Sinfónica del IPN
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La batuta de Gabriela Díaz Alatriste, la noche del jueves, durante el concierto de la Orquesta Sinfónica del IPN (Foto: Yazmín Ortega Cortés)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- «Gracias, Gaby. Te vamos a extrañar», «Te queremos, Gaby, te queremos». No te vayas. ¿Quién dice que te vas?, fueron expresiones de cariño del público hacia Gabriela Díaz Alatriste la noche del jueves, en el primero de dos conciertos de despedida como directora artística de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), después de una gestión de cuatro años y medio. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
«La respuesta del público es maravillosa», expresó a La Jornada, al término del recital, la primera mujer en ostentar un cargo de esa índole en el país. Sonriente, con un ramo de rosas entre los brazos, dijo: «Todas esas personas que decían mi nombre, las volteaba a ver, muchas no las conozco. Creo que hicimos un público muy apoyador, que viene a todos los conciertos, cada dos semanas, y se ve como que nos quieren».
Programa «lucidor»
Respecto del lleno en el auditorio Alejo Peralta del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, Díaz Alatriste reconoció que durante su gestión «aumentó el público. En algunos conciertos de coro, y de la ópera, tuvimos llenos totales. Muchas veces tuvimos sala llena».
Fueron grandes compositores rusos quienes se reunieron para despedir con su música a la discípula de Eduardo Mata. Con el título Por Rusia, el concierto empezó con la Tahiti Trot, en realidad una orquestación de Dimitri Shostakovich sobre la conocida canción Té para dos, de Vincent Youmans.
La pianista Eva María Zuk fue la solista de Concierto para piano y orquesta no. 2, Op. 18, de Sergei Rachmaninoff. Tan aplaudida fue su actuación que, como encore, tocó un preludio del autor.
En la segunda parte, la OSIPN interpretó Obertura La gran pascua rusa, Op. 36, de Nicolai Rimsky-Korsakov, y la dramática Obertura 1812, Op. 49, de Piotr Ilyich Chaikovsky. Ante los gritos de «¡bravo, bravo!,» Díaz Alatriste pidió a la orquesta tocar de nuevo el más ligero Tahiti Trot.
Díaz Alatriste se refirió al programa como «difícil para tocar», pero «lucidor para la orquesta», aunque también lo fue para ella. Son «obras sinfónicas del gran repertorio que todo mundo conoce; entonces, tiene esa parte que es comprometedora».
Consideró que el concierto estuvo «muy bien logrado. Hicimos buen trabajo, eso requiere de mucha comunicación, colaboración y atención de la orquesta».
Al concierto de hoy, a las 13 horas, asistirá Yoloxóchitl Bustamante, directora general de IPN, quien entregará un reconocimiento a Díaz Alatriste.
La salida de la directora artística se debe a una «restructuración de la OSIPN rumbo a su aniversario 50» (el 4 de abril de 2015). El nuevo titular se dará a conocer el próximo ciclo escolar.
Díaz Alatriste, por el momento, residirá en México, «pero uno nunca sabe». ¿Habrá sorpresas? «Sí, exacto».
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La batuta de Gabriela Díaz Alatriste, la noche del jueves, durante el concierto de la Orquesta Sinfónica del IPN (Foto: Yazmín Ortega Cortés)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- «Gracias, Gaby. Te vamos a extrañar», «Te queremos, Gaby, te queremos». No te vayas. ¿Quién dice que te vas?, fueron expresiones de cariño del público hacia Gabriela Díaz Alatriste la noche del jueves, en el primero de dos conciertos de despedida como directora artística de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), después de una gestión de cuatro años y medio. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
«La respuesta del público es maravillosa», expresó a La Jornada, al término del recital, la primera mujer en ostentar un cargo de esa índole en el país. Sonriente, con un ramo de rosas entre los brazos, dijo: «Todas esas personas que decían mi nombre, las volteaba a ver, muchas no las conozco. Creo que hicimos un público muy apoyador, que viene a todos los conciertos, cada dos semanas, y se ve como que nos quieren».
Programa «lucidor»
Respecto del lleno en el auditorio Alejo Peralta del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, Díaz Alatriste reconoció que durante su gestión «aumentó el público. En algunos conciertos de coro, y de la ópera, tuvimos llenos totales. Muchas veces tuvimos sala llena».
Fueron grandes compositores rusos quienes se reunieron para despedir con su música a la discípula de Eduardo Mata. Con el título Por Rusia, el concierto empezó con la Tahiti Trot, en realidad una orquestación de Dimitri Shostakovich sobre la conocida canción Té para dos, de Vincent Youmans.
La pianista Eva María Zuk fue la solista de Concierto para piano y orquesta no. 2, Op. 18, de Sergei Rachmaninoff. Tan aplaudida fue su actuación que, como encore, tocó un preludio del autor.
En la segunda parte, la OSIPN interpretó Obertura La gran pascua rusa, Op. 36, de Nicolai Rimsky-Korsakov, y la dramática Obertura 1812, Op. 49, de Piotr Ilyich Chaikovsky. Ante los gritos de «¡bravo, bravo!,» Díaz Alatriste pidió a la orquesta tocar de nuevo el más ligero Tahiti Trot.
Díaz Alatriste se refirió al programa como «difícil para tocar», pero «lucidor para la orquesta», aunque también lo fue para ella. Son «obras sinfónicas del gran repertorio que todo mundo conoce; entonces, tiene esa parte que es comprometedora».
Consideró que el concierto estuvo «muy bien logrado. Hicimos buen trabajo, eso requiere de mucha comunicación, colaboración y atención de la orquesta».
Al concierto de hoy, a las 13 horas, asistirá Yoloxóchitl Bustamante, directora general de IPN, quien entregará un reconocimiento a Díaz Alatriste.
La salida de la directora artística se debe a una «restructuración de la OSIPN rumbo a su aniversario 50» (el 4 de abril de 2015). El nuevo titular se dará a conocer el próximo ciclo escolar.
Díaz Alatriste, por el momento, residirá en México, «pero uno nunca sabe». ¿Habrá sorpresas? «Sí, exacto».
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Ciencia y Salud / España: Reino Unido autoriza tamoxifeno para prevenir el cáncer de mama
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Podría ser una alternativa para quienes no desean una mastectomía, como Jolie. (Foto: Afp)
C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- A partir de ahora, las mujeres británicas con alto riesgo de cáncer de mama que no deseen emular a Angelina Jolie pasando por el quirófano tienen una opción preventiva más. Reino Unido se ha convertido en el primer país europeo en autorizar el uso de tamoxifeno y raloxifeno como tratamientos profilácticos en mujeres sanas, pero con alto riesgo de sufrir un tumor de mama. Una nota de María Valerio para EFE:
Hasta ahora, ambos medicamentos (que actúan sobre los estrógenos) ya se emplean en pacientes diagnosticadas de cáncer, después de la cirugía, para reducir el riesgo de recaídas
Sin embargo, su uso en mujeres sanas con la intención de reducir la aparición de tumores es más controvertido porque algunos estudios han indicado que pueden aumentar el riesgo de cáncer de endometrio y de sufrir trombosis venosa profunda.
De hecho, la decisión del NICE (National Institute for Health and Care Excellence) de autorizar esta indicación preventiva en la sanidad pública británica ha convertido a Reino Unido en el primer país europeo en dar este paso, que calculan que podría beneficiar a medio millón de mujeres.
«Aunque la Agencia Europea del Medicamento (EMA) autorizó su uso preventivo hace años, ningún país ha incluido la indicación hasta ahora», admite Pedro Pérez Segura, oncólogo del Hospital Clínico de Madrid, aludiendo a ese incremento del riesgo de tumores de endometrio. «Incluso aunque las guías americanas contemplan el uso de tamoxifeno y raloxifeno en quimioprevención, no es habitual su empleo».
La doctora Ana Lluch, responsable del servicio de Oncología del Hospital Clínico de Valencia, añade un punto de vista a esta cuestión: «Los estudios en los que se valoró su uso en mujeres sanas son antiguos; hoy en día estos fármacos son genéricos y ninguna compañía tiene un interés real por realizar un estudio serio [que actualice esos resultados]. No tienen padrino».
Pese a que España no ha autorizado oficialmente este uso para ambos fármacos, la doctora Lluch sí admite que algunos ginecólogos y cirujanos lo recomiendan fuera de la indicación oficial (que únicamente contempla su uso en pacientes ya diagnosticadas). Existe otra familia de tratamientos hormonales, los inhibidores de la aromatasa (más modernos y también algo más caros), que también se están ensayando en mujeres sanas, aunque tampoco están autorizados de momento.
La nueva decisión de la sanidad británica contempla ofrecer tamoxifeno o raloxifeno a mujeres mayores de 35 años con riesgo alto o moderado de cáncer de mama. Según la nota de prensa difundida por el organismo, una pastilla diaria durante cinco años reduce aproximadamente un 40% las probabilidades de cáncer (hasta un 50% en el caso de mujeres postmenopáusicas).
El NICE, un organismo que valora la relación entre el coste de las intervenciones sanitarias y el beneficio que ofrecen a la sanidad pública, considera que con este tratamiento preventivo se ahorrará dinero a la Sanidad pública al reducir el número de diagnósticos.
La opción de la cirugía profiláctica, como la que se realizó la actriz estadounidense Angelina Jolie, seguirá disponible en el Reino Unido para las mujeres que lo deseen. Además, como recuerda el propio NICE, ambos medicamentos no están exentos de efectos secundarios que pueden empeorar la calidad de vida de las mujeres debido a que pueden inducir una menopausia precoz.
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Podría ser una alternativa para quienes no desean una mastectomía, como Jolie. (Foto: Afp)
C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- A partir de ahora, las mujeres británicas con alto riesgo de cáncer de mama que no deseen emular a Angelina Jolie pasando por el quirófano tienen una opción preventiva más. Reino Unido se ha convertido en el primer país europeo en autorizar el uso de tamoxifeno y raloxifeno como tratamientos profilácticos en mujeres sanas, pero con alto riesgo de sufrir un tumor de mama. Una nota de María Valerio para EFE:
Hasta ahora, ambos medicamentos (que actúan sobre los estrógenos) ya se emplean en pacientes diagnosticadas de cáncer, después de la cirugía, para reducir el riesgo de recaídas
Sin embargo, su uso en mujeres sanas con la intención de reducir la aparición de tumores es más controvertido porque algunos estudios han indicado que pueden aumentar el riesgo de cáncer de endometrio y de sufrir trombosis venosa profunda.
De hecho, la decisión del NICE (National Institute for Health and Care Excellence) de autorizar esta indicación preventiva en la sanidad pública británica ha convertido a Reino Unido en el primer país europeo en dar este paso, que calculan que podría beneficiar a medio millón de mujeres.
«Aunque la Agencia Europea del Medicamento (EMA) autorizó su uso preventivo hace años, ningún país ha incluido la indicación hasta ahora», admite Pedro Pérez Segura, oncólogo del Hospital Clínico de Madrid, aludiendo a ese incremento del riesgo de tumores de endometrio. «Incluso aunque las guías americanas contemplan el uso de tamoxifeno y raloxifeno en quimioprevención, no es habitual su empleo».
La doctora Ana Lluch, responsable del servicio de Oncología del Hospital Clínico de Valencia, añade un punto de vista a esta cuestión: «Los estudios en los que se valoró su uso en mujeres sanas son antiguos; hoy en día estos fármacos son genéricos y ninguna compañía tiene un interés real por realizar un estudio serio [que actualice esos resultados]. No tienen padrino».
Pese a que España no ha autorizado oficialmente este uso para ambos fármacos, la doctora Lluch sí admite que algunos ginecólogos y cirujanos lo recomiendan fuera de la indicación oficial (que únicamente contempla su uso en pacientes ya diagnosticadas). Existe otra familia de tratamientos hormonales, los inhibidores de la aromatasa (más modernos y también algo más caros), que también se están ensayando en mujeres sanas, aunque tampoco están autorizados de momento.
La nueva decisión de la sanidad británica contempla ofrecer tamoxifeno o raloxifeno a mujeres mayores de 35 años con riesgo alto o moderado de cáncer de mama. Según la nota de prensa difundida por el organismo, una pastilla diaria durante cinco años reduce aproximadamente un 40% las probabilidades de cáncer (hasta un 50% en el caso de mujeres postmenopáusicas).
El NICE, un organismo que valora la relación entre el coste de las intervenciones sanitarias y el beneficio que ofrecen a la sanidad pública, considera que con este tratamiento preventivo se ahorrará dinero a la Sanidad pública al reducir el número de diagnósticos.
La opción de la cirugía profiláctica, como la que se realizó la actriz estadounidense Angelina Jolie, seguirá disponible en el Reino Unido para las mujeres que lo deseen. Además, como recuerda el propio NICE, ambos medicamentos no están exentos de efectos secundarios que pueden empeorar la calidad de vida de las mujeres debido a que pueden inducir una menopausia precoz.
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Noticias / Argentina: Presentan «Año Cortázar 2014»
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El anuncio se realizó en la Televisión Pública, con la inauguración de la muestra Rayuela. 50 años. (Foto: Télam)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Muestras de imágenes, documentación, raras ediciones, versiones de sus cuentos en historieta, jornadas internacionales: la cultura argentina se prepara para recordar a quien, al decir de Aurora Bernárdez, «hace tres décadas que nos falta». Una nota de Silvina Friera para Página/12:
«Año Cortázar 2014» será mucho más que un puñado de piedritas lanzadas al cielo para celebrar el centenario del nacimiento del escritor. La constelación de actividades –organizadas por la Secretaría de Cultura de la Nación, la Televisión Pública, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional, el Museo del Libro y de la Lengua y la Municipalidad de Chivilcoy– comenzó ayer, en el hall de la Televisión Pública, con la presentación de Rayuela. 50 años, una muestra que reúne más de treinta primeras ediciones de sus libros, el mítico retrato realizado por la fotógrafa Sara Facio, bocetos, dibujos y fragmentos de la novela, además de un espacio dedicado a La raíz del ombú, historieta de su autoría ilustrada por Alberto Cedrón, que podrá ser visitada hasta el próximo 10 de julio con entrada libre y gratuita (Av. Figueroa Alcorta 2977). El próximo año, entre junio y agosto, se realizará una muestra fotográfica con la colección personal del escritor, integrada por material fotográfico, documentación en papel y películas filmadas en súper 8 por el escritor, que fue cedida por Aurora Bernárdez. Parte de este material se exhibirá por primera vez en el Museo Nacional de Bellas Artes. También están programadas unas jornadas internacionales de lecturas contemporáneas sobre la obra del autor de Bestiario en la Biblioteca Nacional –en la que participarán Carlos Álvarez Garriga, Sergio Ramírez, Juan Villoro y Saúl Sosnowski, entre otros especialistas–; un concurso de guión para una pieza audiovisual de entre 4 y 7 minutos de duración que será emitida por la TV Pública; la inauguración de un centro cultural en Chivilcoy, donde Cortázar vivió entre 1939 y 1944; y una muestra interactiva y lúdica en el Museo del Libro.
El director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, leyó un breve fragmento de Rayuela para recordar al narrador «irreverente que apunta al cielo, que nunca se conforma». «Ése es nuestro Cortázar, profundamente porteño, profundamente argentino, profundamente universal, que es más o menos la misma cosa», subrayó Hamawi y anunció que con la dirección de Juan Sasturain se editará un libro de historietas originales, versiones inspiradas en relatos clásicos como «Continuidad en los parques», «Carta a una señorita en París» y «Las babas del diablo», entre otros títulos, en las que trabajarán Carlos Nine, El Tomi, Domingo y Mandrafina, Max Cachimba, Minaverry, Diego Parés y Lucas Varela. Esto es apenas un anticipo de lo que vendrá. «Si no estuviera Cortázar, sería todo Borges. Y eso sería un dilema. Cortázar está en el interior de Borges, afuera de Borges, en algún sentido antes y después de Borges. Los argentinos sin Cortázar nos quedaríamos con una enormidad como Borges, de la que aún tenemos muchas cosas que decir», planteó Horacio González, el director de la Biblioteca Nacional. «Este es un momento de la cultura nacional de máxima amplitud y universalismo. Esta es una época de apertura hacia los problemas. El mundo cortazariano parece un planeta perdido que tenemos que recuperar.»
Antes de leer la carta de adhesión de Aurora Bernárdez, albacea literaria de Cortázar, Julia Saltzmann, jefa editorial de Alfaguara, destacó «el espíritu abierto y comprensivo» de las iniciativas programadas. «Pertenezco a una generación que llegó muy precozmente a Cortázar, para la cual sus libros fueron casi una lectura de infancia y a partir de allí una compañía de toda la vida. Que las circunstancias me hayan puesto a cargo de sus ediciones en español es para mí un privilegio y una gran responsabilidad.» La editora aseguró que este rol le ha permitido comprobar «hasta qué punto es un autor que sigue vivo en todo el ámbito de la lengua».
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El anuncio se realizó en la Televisión Pública, con la inauguración de la muestra Rayuela. 50 años. (Foto: Télam)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Muestras de imágenes, documentación, raras ediciones, versiones de sus cuentos en historieta, jornadas internacionales: la cultura argentina se prepara para recordar a quien, al decir de Aurora Bernárdez, «hace tres décadas que nos falta». Una nota de Silvina Friera para Página/12:
«Año Cortázar 2014» será mucho más que un puñado de piedritas lanzadas al cielo para celebrar el centenario del nacimiento del escritor. La constelación de actividades –organizadas por la Secretaría de Cultura de la Nación, la Televisión Pública, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional, el Museo del Libro y de la Lengua y la Municipalidad de Chivilcoy– comenzó ayer, en el hall de la Televisión Pública, con la presentación de Rayuela. 50 años, una muestra que reúne más de treinta primeras ediciones de sus libros, el mítico retrato realizado por la fotógrafa Sara Facio, bocetos, dibujos y fragmentos de la novela, además de un espacio dedicado a La raíz del ombú, historieta de su autoría ilustrada por Alberto Cedrón, que podrá ser visitada hasta el próximo 10 de julio con entrada libre y gratuita (Av. Figueroa Alcorta 2977). El próximo año, entre junio y agosto, se realizará una muestra fotográfica con la colección personal del escritor, integrada por material fotográfico, documentación en papel y películas filmadas en súper 8 por el escritor, que fue cedida por Aurora Bernárdez. Parte de este material se exhibirá por primera vez en el Museo Nacional de Bellas Artes. También están programadas unas jornadas internacionales de lecturas contemporáneas sobre la obra del autor de Bestiario en la Biblioteca Nacional –en la que participarán Carlos Álvarez Garriga, Sergio Ramírez, Juan Villoro y Saúl Sosnowski, entre otros especialistas–; un concurso de guión para una pieza audiovisual de entre 4 y 7 minutos de duración que será emitida por la TV Pública; la inauguración de un centro cultural en Chivilcoy, donde Cortázar vivió entre 1939 y 1944; y una muestra interactiva y lúdica en el Museo del Libro.
El director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, leyó un breve fragmento de Rayuela para recordar al narrador «irreverente que apunta al cielo, que nunca se conforma». «Ése es nuestro Cortázar, profundamente porteño, profundamente argentino, profundamente universal, que es más o menos la misma cosa», subrayó Hamawi y anunció que con la dirección de Juan Sasturain se editará un libro de historietas originales, versiones inspiradas en relatos clásicos como «Continuidad en los parques», «Carta a una señorita en París» y «Las babas del diablo», entre otros títulos, en las que trabajarán Carlos Nine, El Tomi, Domingo y Mandrafina, Max Cachimba, Minaverry, Diego Parés y Lucas Varela. Esto es apenas un anticipo de lo que vendrá. «Si no estuviera Cortázar, sería todo Borges. Y eso sería un dilema. Cortázar está en el interior de Borges, afuera de Borges, en algún sentido antes y después de Borges. Los argentinos sin Cortázar nos quedaríamos con una enormidad como Borges, de la que aún tenemos muchas cosas que decir», planteó Horacio González, el director de la Biblioteca Nacional. «Este es un momento de la cultura nacional de máxima amplitud y universalismo. Esta es una época de apertura hacia los problemas. El mundo cortazariano parece un planeta perdido que tenemos que recuperar.»
Antes de leer la carta de adhesión de Aurora Bernárdez, albacea literaria de Cortázar, Julia Saltzmann, jefa editorial de Alfaguara, destacó «el espíritu abierto y comprensivo» de las iniciativas programadas. «Pertenezco a una generación que llegó muy precozmente a Cortázar, para la cual sus libros fueron casi una lectura de infancia y a partir de allí una compañía de toda la vida. Que las circunstancias me hayan puesto a cargo de sus ediciones en español es para mí un privilegio y una gran responsabilidad.» La editora aseguró que este rol le ha permitido comprobar «hasta qué punto es un autor que sigue vivo en todo el ámbito de la lengua».
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Tin Tan / Desempolva hija de «Tin Tan» guiones escritos por su padre
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Cartel de película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- A cuatro décadas de su muerte, salieron a la luz dos guiones cinematográficos que dejó escritos Germán Valdés, «Tin Tan», en los cuales ya trabaja su hija Rosalía Valdés y uno de ellos es un proyecto de animación denominado Las naciones unidas tintorería. Una entrega de Notimex:
La también actriz señaló: «Creo que llegó el momento de hablar de estos trabajos y analizar propuestas».
Indicó que uno de estos guiones, que en inglés se llama Wash cleaner, es de animación y en él aborda el tema de la industria de las tintorerías. «(La historia) es muy divertida, nosotros hemos pensado en una serie y luego en una película de animación.
«Este proyecto llevará más tiempo, ya que los procesos de animación son tardados, e incluso, aunque mi padre ya dejó el guión, hay que trabajar en el proyecto», indicó la hija de Germán Valdés, quien este 29 de junio cumple cuatro décadas de muerto.
La actriz afirmó que decidió hablar de la existencia de este guión, porque su familia quiere seguir enalteciendo el personaje que su padre creó y que consolidó.
«La historia de este guión se centra en cuatro jóvenes que salen del Centro Histórico y que van a la frontera en busca de un cambio de vida, pero en el trayecto se dan cuenta de la industria de las tintorerías y de las bellezas que tiene México», narró en torno al guión.
«Hay un momento en esta historia animada en el que 'Tin Tan' aparecerá», expresó Valdés, quien también prepara el guión cinematográfico sobre la vida de su padre, cuya película desea quede lista en 2015, porque en ese año se cumplirá el centenario del natalicio del actor.
Señaló que del libro que escribió y presentó en 2003 titulado La historia inédita de Tin Tan, se extrajo una parte que relata su historia de amor, misma que será el eje de la cinta en la que podría participar la actriz Salma Hayek, quien le dijo que una vez terminado el guión se lo envíe.
«No sé si aceptará, pero ya se platicó con ella», dijo Valdés, quien pretende que Hayek dé vida a su madre Rosalía Julián.
Indicó que está reestructurando el libro, por lo que el guión aún no está listo, pero expresó su confianza de que pronto haya avances y el proyecto salga avante. Mientras tanto, piensa en quién podría ser el cineasta adecuado.
«Es un personaje querido, donde además se tiene que plasmar su paso como locutor de radio, artista de la Época de Oro y quiénes eran sus influencias de Hollywood», añadió la hija del actor, quien hizo alrededor de 100 películas, alternando con las actrices más bellas de la época.
Rosalía Valdés dijo que a cuatro décadas de la muerte de su padre, aún le duele su partida. «Reconozco su trabajo como actor, yo soy su hija y me duele haber perdido a mi padre».
El 29 de junio de 1973, Germán Valdés, «Tin Tan», murió tras padecer hepatitis, lo que le provocó cáncer de estómago que lo llevó a la muerte.
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Cartel de película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- A cuatro décadas de su muerte, salieron a la luz dos guiones cinematográficos que dejó escritos Germán Valdés, «Tin Tan», en los cuales ya trabaja su hija Rosalía Valdés y uno de ellos es un proyecto de animación denominado Las naciones unidas tintorería. Una entrega de Notimex:
La también actriz señaló: «Creo que llegó el momento de hablar de estos trabajos y analizar propuestas».
Indicó que uno de estos guiones, que en inglés se llama Wash cleaner, es de animación y en él aborda el tema de la industria de las tintorerías. «(La historia) es muy divertida, nosotros hemos pensado en una serie y luego en una película de animación.
«Este proyecto llevará más tiempo, ya que los procesos de animación son tardados, e incluso, aunque mi padre ya dejó el guión, hay que trabajar en el proyecto», indicó la hija de Germán Valdés, quien este 29 de junio cumple cuatro décadas de muerto.
La actriz afirmó que decidió hablar de la existencia de este guión, porque su familia quiere seguir enalteciendo el personaje que su padre creó y que consolidó.
«La historia de este guión se centra en cuatro jóvenes que salen del Centro Histórico y que van a la frontera en busca de un cambio de vida, pero en el trayecto se dan cuenta de la industria de las tintorerías y de las bellezas que tiene México», narró en torno al guión.
«Hay un momento en esta historia animada en el que 'Tin Tan' aparecerá», expresó Valdés, quien también prepara el guión cinematográfico sobre la vida de su padre, cuya película desea quede lista en 2015, porque en ese año se cumplirá el centenario del natalicio del actor.
Señaló que del libro que escribió y presentó en 2003 titulado La historia inédita de Tin Tan, se extrajo una parte que relata su historia de amor, misma que será el eje de la cinta en la que podría participar la actriz Salma Hayek, quien le dijo que una vez terminado el guión se lo envíe.
«No sé si aceptará, pero ya se platicó con ella», dijo Valdés, quien pretende que Hayek dé vida a su madre Rosalía Julián.
Indicó que está reestructurando el libro, por lo que el guión aún no está listo, pero expresó su confianza de que pronto haya avances y el proyecto salga avante. Mientras tanto, piensa en quién podría ser el cineasta adecuado.
«Es un personaje querido, donde además se tiene que plasmar su paso como locutor de radio, artista de la Época de Oro y quiénes eran sus influencias de Hollywood», añadió la hija del actor, quien hizo alrededor de 100 películas, alternando con las actrices más bellas de la época.
Rosalía Valdés dijo que a cuatro décadas de la muerte de su padre, aún le duele su partida. «Reconozco su trabajo como actor, yo soy su hija y me duele haber perdido a mi padre».
El 29 de junio de 1973, Germán Valdés, «Tin Tan», murió tras padecer hepatitis, lo que le provocó cáncer de estómago que lo llevó a la muerte.
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Cine / España: Katharine Hepburn, diez años sin el icono del cine
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Un retrato de la actriz, fumando sobre un sillón orejero. (Foto: Alfred Eisenstaedt)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Fue la gran dama del cine y una mujer independiente como pocas. Interpretó a María Estuardo o a Leonor de Aquitania, pero hoy, diez años después de su muerte, a Katharine Hepburn se le recuerda por comedias como La fiera de mi niña o Historias de Filadelfia. Una nota de Alicia García de Francisco para la agencia EFE:
Su relación con Spencer Tracy, casado y católico, en un Hollywood puritano no le impidieron desarrollar una de las carreras más brillantes de la historia del cine.
Cuatro Oscar –la única en conseguirlos– de 12 nominaciones, todas ellas como protagonista, dos Bafta del cine británico, premios de interpretación en Cannes y Venecia y muchos otros reconocimientos al trabajo de la estrella femenina más importante de los primeros cien años del cine norteamericano, a juicio del American Film Institute.
De una familia de clase alta de Connecticut, Katharine Houghton Hepburn (1907-2003) se crió en un ambiente mucho más libre de lo habitual en la América de las primeras décadas del siglo XX, con una madre sufragista muy activa en política, que le ayudó a valorar su independencia y a expresar sus opiniones.
Una infancia feliz rota por el suicidio de su hermano Tom cuando tenía 14 años, un hecho que la marcó profundamente, aumentó su ya enorme timidez, pero que al mismo tiempo la fortaleció y la hizo refugiarse en una ironía y sarcasmo que se convertirían en dos de los principales rasgos de su personalidad.
Una personalidad muy marcada, tanto que le tachaban de arrogante y de altiva, algo que a la actriz no parecía importarle lo más mínimo. «Los enemigos son muy estimulantes», dijo en más de una ocasión
Porque, si algo caracterizaba a la «diosa», un apelativo usado a menudo para referirse a ella, era esa independencia y esa falta de interés por los comentarios de los demás.
Divorciada, mantuvo varias relaciones con hombres tan conocidos como John Ford o Howard Hughes antes de protagonizar uno de los escándalos más sonados de la época al unirse a Spencer Tracy. Pasarían juntos 25 años, hasta la muerte del actor en 1967 y en ningún momento él se divorció ni ella se lo pidió.
«Tracy nunca me dijo que me quería. Si lo dijo, no me acuerdo, aunque siempre fui reacia a creerlo. Vivimos de una forma muy abierta, nunca me molestó tener una relación con un hombre casado y tanto su mujer como yo vivimos ignorándolo mutuamente», afirmó la actriz en una entrevista con la periodista Bárbara Walters. Una declaración que resumía la vida de una mujer con un estilo propio tanto dentro como fuera de la pantalla.
Vestida siempre con pantalones, su imagen era tan masculina que destilaba feminidad y era sofisticada hasta límites insospechados, lo que hizo de ella, sin pretenderlo, un icono de la modernidad y de la moda.
En la misma entrevista con Walters, la periodista le preguntó si no tenía ninguna falda, a lo que Hepburn, sin pestañear, contestó: «Tengo una, señora Walters. La llevaré en su funeral».
Inteligente y de lengua afilada, Hepburn se mantuvo siempre al margen de la vida de Hollywood y tuvo una vida que ella misma calificaba de «afortunada y feliz».
Y a ellos contribuyó una profesión en la que siempre se sintió cómoda, rodeada de una libertad difícil de encontrar en una estructura de vida más tradicional. Medio centenar de películas componen una carrera que se prolongó de 1932 a 1994 y en la que también hubo espacio para grandes obras de teatro que la consagraron como una de las más grandes actrices de todos los tiempos.
Su primer Óscar llegó muy pronto por Gloria de un día (Morning Glory, 1933), un premio que se repetiría en 1968 por Adivina quién viene esta noche, en 1969 por El león en invierno y en 1982 por En el estanque dorado. Cuatro grandes trabajos pero que no están entre los más populares de la actriz.
Sus comedias con Cary Grant –La fiera de mi niña (1938) o Historias de Filadelfia (1940)– se emiten sin parar en las televisiones, cosechando el mismo éxito que en la época de su estreno.
Así como las numerosas colaboraciones que realizó en el cine con Spencer Tracy, como La mujer del año (1942), La costilla de Adán (1949), La impetuosa (1952) o Su otra esposa (1957).
Pero si hay una imagen que está en las retinas de los espectadores es el de la temperamental y al mismo tiempo frágil Rose Sayer de La reina de África (1951), una historia de amor y aventuras en la que hizo de inolvidable pareja de Humphrey Bogart.
Un personaje en el que la actriz dio lo mejor de sí misma, como lo haría años después en En el estanque dorado (1981), formando otra pareja de ensueño, esta vez con Henry Fonda.
Una carrera llena de momentos gloriosos –pese a que en algún momento se le consideró «un veneno para la taquilla»– y una vida plena. «No lamento nada de lo que he hecho. Lo disfruté en cada momento».
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Un retrato de la actriz, fumando sobre un sillón orejero. (Foto: Alfred Eisenstaedt)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Fue la gran dama del cine y una mujer independiente como pocas. Interpretó a María Estuardo o a Leonor de Aquitania, pero hoy, diez años después de su muerte, a Katharine Hepburn se le recuerda por comedias como La fiera de mi niña o Historias de Filadelfia. Una nota de Alicia García de Francisco para la agencia EFE:
Su relación con Spencer Tracy, casado y católico, en un Hollywood puritano no le impidieron desarrollar una de las carreras más brillantes de la historia del cine.
Cuatro Oscar –la única en conseguirlos– de 12 nominaciones, todas ellas como protagonista, dos Bafta del cine británico, premios de interpretación en Cannes y Venecia y muchos otros reconocimientos al trabajo de la estrella femenina más importante de los primeros cien años del cine norteamericano, a juicio del American Film Institute.
De una familia de clase alta de Connecticut, Katharine Houghton Hepburn (1907-2003) se crió en un ambiente mucho más libre de lo habitual en la América de las primeras décadas del siglo XX, con una madre sufragista muy activa en política, que le ayudó a valorar su independencia y a expresar sus opiniones.
Una infancia feliz rota por el suicidio de su hermano Tom cuando tenía 14 años, un hecho que la marcó profundamente, aumentó su ya enorme timidez, pero que al mismo tiempo la fortaleció y la hizo refugiarse en una ironía y sarcasmo que se convertirían en dos de los principales rasgos de su personalidad.
Una personalidad muy marcada, tanto que le tachaban de arrogante y de altiva, algo que a la actriz no parecía importarle lo más mínimo. «Los enemigos son muy estimulantes», dijo en más de una ocasión
Porque, si algo caracterizaba a la «diosa», un apelativo usado a menudo para referirse a ella, era esa independencia y esa falta de interés por los comentarios de los demás.
Divorciada, mantuvo varias relaciones con hombres tan conocidos como John Ford o Howard Hughes antes de protagonizar uno de los escándalos más sonados de la época al unirse a Spencer Tracy. Pasarían juntos 25 años, hasta la muerte del actor en 1967 y en ningún momento él se divorció ni ella se lo pidió.
«Tracy nunca me dijo que me quería. Si lo dijo, no me acuerdo, aunque siempre fui reacia a creerlo. Vivimos de una forma muy abierta, nunca me molestó tener una relación con un hombre casado y tanto su mujer como yo vivimos ignorándolo mutuamente», afirmó la actriz en una entrevista con la periodista Bárbara Walters. Una declaración que resumía la vida de una mujer con un estilo propio tanto dentro como fuera de la pantalla.
Vestida siempre con pantalones, su imagen era tan masculina que destilaba feminidad y era sofisticada hasta límites insospechados, lo que hizo de ella, sin pretenderlo, un icono de la modernidad y de la moda.
En la misma entrevista con Walters, la periodista le preguntó si no tenía ninguna falda, a lo que Hepburn, sin pestañear, contestó: «Tengo una, señora Walters. La llevaré en su funeral».
Inteligente y de lengua afilada, Hepburn se mantuvo siempre al margen de la vida de Hollywood y tuvo una vida que ella misma calificaba de «afortunada y feliz».
Y a ellos contribuyó una profesión en la que siempre se sintió cómoda, rodeada de una libertad difícil de encontrar en una estructura de vida más tradicional. Medio centenar de películas componen una carrera que se prolongó de 1932 a 1994 y en la que también hubo espacio para grandes obras de teatro que la consagraron como una de las más grandes actrices de todos los tiempos.
Su primer Óscar llegó muy pronto por Gloria de un día (Morning Glory, 1933), un premio que se repetiría en 1968 por Adivina quién viene esta noche, en 1969 por El león en invierno y en 1982 por En el estanque dorado. Cuatro grandes trabajos pero que no están entre los más populares de la actriz.
Sus comedias con Cary Grant –La fiera de mi niña (1938) o Historias de Filadelfia (1940)– se emiten sin parar en las televisiones, cosechando el mismo éxito que en la época de su estreno.
Así como las numerosas colaboraciones que realizó en el cine con Spencer Tracy, como La mujer del año (1942), La costilla de Adán (1949), La impetuosa (1952) o Su otra esposa (1957).
Pero si hay una imagen que está en las retinas de los espectadores es el de la temperamental y al mismo tiempo frágil Rose Sayer de La reina de África (1951), una historia de amor y aventuras en la que hizo de inolvidable pareja de Humphrey Bogart.
Un personaje en el que la actriz dio lo mejor de sí misma, como lo haría años después en En el estanque dorado (1981), formando otra pareja de ensueño, esta vez con Henry Fonda.
Una carrera llena de momentos gloriosos –pese a que en algún momento se le consideró «un veneno para la taquilla»– y una vida plena. «No lamento nada de lo que he hecho. Lo disfruté en cada momento».
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viernes, junio 28, 2013
Fotoperiodismo / Manuel Balce Ceneta: «One Million Bones»
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Washington 06/08/2013.- Rochelle Campbell of Washington places human bones, crafted by students, artists and activists, in place on the lawn of the National Mall in Washington, during a massive installation called One Million Bones, symbolic of a mass grave and a visible petition for bold action towards an end to genocide and mass atrocities.
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Washington 06/08/2013.- Rochelle Campbell of Washington places human bones, crafted by students, artists and activists, in place on the lawn of the National Mall in Washington, during a massive installation called One Million Bones, symbolic of a mass grave and a visible petition for bold action towards an end to genocide and mass atrocities.
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Fotoperiodismo / Muhammed Mushein: «Food distribution»
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Pakistan 06/07/2013.- An elderly Pakistani woman holds a plastic bag, while standing at a window of a food distribution center, hoping to receive a ration of rice at a shrine in Islamabad. People who visit shrines and pray that their wishes are fulfilled usually offer food to be distributed to the poor.
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Pakistan 06/07/2013.- An elderly Pakistani woman holds a plastic bag, while standing at a window of a food distribution center, hoping to receive a ration of rice at a shrine in Islamabad. People who visit shrines and pray that their wishes are fulfilled usually offer food to be distributed to the poor.
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Fotoperiodismo / Kevin Frayer: «Sleeping on his rickshaw»
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India 06/06/2013.- An Indian bicycle rickshaw walla uses a scarf to rest his head while sleeping on his rickshaw in New Delhi. Many of the men who make their living driving clients through the busy streets of the Indian capital sleep on their rickshaws as they are from other parts of the country and have no permanent residence and also to protect it from theft.
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India 06/06/2013.- An Indian bicycle rickshaw walla uses a scarf to rest his head while sleeping on his rickshaw in New Delhi. Many of the men who make their living driving clients through the busy streets of the Indian capital sleep on their rickshaws as they are from other parts of the country and have no permanent residence and also to protect it from theft.
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Fotoperiodismo / Muhammed Muheisen: «Sleeping Outdoors»
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Pakistan 06/04/2013.- Gul Badshah, 80, who fled his home with his family from Pakistan's tribal region of Mohmand Agency, due to fighting between the Taliban and the army, lies on a bed in a street median, on the outskirts of Islamabad. As the temperatures rise, many Pakistanis are sleeping outdoors to escape the heat trapped in their homes.
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Pakistan 06/04/2013.- Gul Badshah, 80, who fled his home with his family from Pakistan's tribal region of Mohmand Agency, due to fighting between the Taliban and the army, lies on a bed in a street median, on the outskirts of Islamabad. As the temperatures rise, many Pakistanis are sleeping outdoors to escape the heat trapped in their homes.
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Fotoperiodismo / Lefteris Pitarakis: «Serpentine Gallery»
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London 6/04/2013.- A broadcast journalists stands inside the Serpentine Gallery 2013 Pavilion, designed by Japanese architect Sou Fujimoto, in central London's Kensington Gardens. Occupying some 357 square-meters of lawn in front of the Serpentine Gallery, 41-year-old Fujimoto's structure of 20mm steel poles features a cafe and visitors will be encouraged to enter and interact with the piece in different ways.
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London 6/04/2013.- A broadcast journalists stands inside the Serpentine Gallery 2013 Pavilion, designed by Japanese architect Sou Fujimoto, in central London's Kensington Gardens. Occupying some 357 square-meters of lawn in front of the Serpentine Gallery, 41-year-old Fujimoto's structure of 20mm steel poles features a cafe and visitors will be encouraged to enter and interact with the piece in different ways.
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Textos / Juan Bonilla; «Ibargüengoitia, la bolsa, la risa»
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El escritor mexicano (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Reproducimos el texto de Juan Bonilla tomado de su blog Biblioteca en Llamas publicado en El Mundo:
Fue en el año 66 cuando Monsivais, en el prólogo a su antología de poesía mexicana, afirmó que la asignatura pendiente de la literatura mexicana era el humor. Ibargüengoitia por entonces apenas había empezado a decir «eso es asunto mío, yo lo arreglo», pues dos años antes había ganado el prestigioso premio Casa de las Américas con su primera novela, Los relámpagos de agosto, una hilarante narración sobre cómo, con qué desfachatez y qué tendencia al bodrio y al negocio personal, se hizo la Revolución. Con esa novela breve, Ibargüengoitia iniciaba una trayectoria que partía de un fracaso asumido: había intentado ser autor teatral, pensaba que su género, el género donde su gracia mejor brillaría, era el teatro, pero las marquesinas de los teatros eran demasiado pequeñas para un nombre tan largo, según le dijo Rodolfo Usigli, su maestro. Los relámpagos de agosto se presenta como una respuesta: la que un general abatido por el infortunio y que no ha sido fusilado por piedad y favores personales, da a algunos libros de memorias de los protagonistas principales de la Revolución. Se me da mejor la espada que la pluma, comienza la confesión, que trata de eximir de responsabilidades al protagonista, José Guadalupe Arroyo, y que, casi sin darse cuenta, al narrar cómo acontecieron algunos episodios sensacionales de la Revolución mexicana, nos la muestra como una opereta donde lo político apenas tiene importancia al lado de la relevancia que tienen las ambiciones personales. Cualquier sentido del Estado o de bien común es fácilmente aniquilado por el incorregible deseo de medrar de los supuestos revolucionarios, militarotes con facilidad para hacer estupideces y mejorarlas con sus explicaciones, ocasionando momentos donde la risa nos obliga a interrumpir la lectura.
Con Mosiváis tuvo Ibargüengoitia una encendida polémica a cuenta de Alfonso Reyes, a quien Ibargüengoitia le afeaba la solemnidad y la erudición que no era más que erudición, que no buscaba encender ningún ánimo sino más bien sólo dejar sentencia de lo mucho que sabía el polígrafo sobre tantas cosas. Monsiváis, que también sabía de muchas cosas, defendió a su maestro, y quizá esa agria polémica le impidió apreciar que el sentido del humor, desde Ibargüengoitia, había dejado de ser una asignatura pendiente para la literatura mexicana. Ibargüengoita publicó luego Maten al león, que es una novela que hay que situar entre los retratos de dictadores tropicales cuyo antecedente más efusivo es sin duda el Tirano Banderas de Valle-Inclán, uno de los pocos escritores españoles del siglo XX que dice algo en Latinoamérica. Siendo ambas novelas relatos bien medidos, con prosa rápida, de las que no se dan importancia y se ponen al servicio de lo que van desgranando, lo mejor sin duda estaba por llegar. Uno de los intereses fundamentales de Ibargüengoitia estribaba en escudriñar la vida provinciana de México, los secretos, las mentiras de la idílica vida de provincias, y para ello inventó un estado, el estado de Plan de Abajo, que no pretendía ser un territorio mítico, sino un mero transplante de su Guanajuato natal. Donde mejor exploró la confrontación entre la mirada urbana que cree que lo ha visto todo contra la aparente ingenuidad provinciana que se asusta de los adelantos de la modernidad, es en Estas ruinas que ves, del año 75, siguiendo los pasos de un profesor universitario que vuelve a su provincia para descubrir que basta rascar en la superficie de los muchos silencios que la vida local guarda para darse cuenta de que allí afloran mezquindades, vilezas y crueldades que nada tienen que envidiar a las de la metrópolis, y, sobre todo, en Dos crímenes, una de las grandes novelas de Ibargüengoitia. Aquí, forzado por una persecución policial, el protagonista va a buscar cobijo a casa de su tío, un potentado rodeado de sobrinos que se disputan su herencia y a quien quiere estafar para conseguir dinero suficiente con el que huir. Recluido en su cómoda hacienda descubrirá que, junto a las pasiones que desata en una prima y en su hermosa hija, que se lo disputan noche sí y noche también, no tiene más remedio que amontonar mentira sobre mentira para mantenerse en una situación tan privilegiada, y sospechosa, como la que disfruta. Su condición de extraño, de foráneo que viene a tomarle el pelo a los locales, lo coloca en una posición endeble en la que se afianza ganándose la confianza de su tío enfermo. La novela es llevada a su resolución sorprendente con mano firme, con escenas deliciosas, con un continuado susurro donde campa a sus anchas la aparente ingenuidad de los locales, que saben más que los ratones coloraos, y la falsa experiencia del urbanita, que está descolocado todo el rato y cae en una trampa mortal. Mezcla de tragicomedia y novela policial, Dos crímenes, es una elocuente indagación en el viejo tema de la mezquindad y la avaricia (un tema fundamental en Ibargüengoitia, que demuestra una y otra vez que la avaricia, por desgracia, no sólo no rompe el saco, sino que lo va agrandando más y más, sin importar cuántas víctimas deja en el camino).
Pero si hay que destacar una novela de Ibargüengoitia, sin duda que tenemos que recalar en Las muertas, protagonizada por auténticos arquetipos de la avaricia, las hermanas Baladro, que sí, terminaron en la cárcel, pero sólo para hacerse dueñas de la cárcel y seguir enriqueciéndose, porque allí donde reina la corrupción, no hay parcela donde la corrupción no sepa imponerse fácilmente. Aparte de excelente narrador, Ibargüengoitia era uno de los mejores cronistas de México, uno de los padres de la hoy muy ponderada crónica latinoamericana. Sus recopilaciones de crónicas no desmerecen al lado de sus novelas, ahí están títulos como Instrucciones para sobrevivir en México, Misterios de la vida cotidiana o ¿Olvida usted su equipaje?, de entre los que Juan Villoro hizo una selección en Revolución en el Jardín (Reino de Redonda). Y el cronista y el novelista colaboran en Las Muertas, que recrea un caso real –de crónica de sucesos– que conmocionó a México en los años 60. Al parecer Ibargüengoita, antes de ponerse a escribir la novela, se propuso escribir un gran reportaje sobre el caso de unas madames, propietarias de varios burdeles, que guardaban en distintos terrenos los cadáveres de sus prostitutas, muerta cada cual en penosas circunstancias. Las hermanas Baladro no tenían problema alguno en secuestrar y esclavizar a las mujeres que ponían a la venta cada noche en sus locales, con nombres tan atractivos como México Lindo. Compraban con facilidad a los policías que hacían la ronda y a las autoridades municipales a las que pagaban impuestos y mordidas para que no se entrometieran. Y por supuesto en las noches de mucho tequila, invitaba la casa.
La novela arranca como la crónica de la venganza de una mujer de armas tomar, Serafina Baladro, que tirotea sin piedad a un ex amante que la ha abandonado por tercera vez, lo que da lugar a una investigación en la que van acumulándose las informaciones, los testimonios de distintos personajes, convirtiendo lo que aparentaba ser un mero caso de celos patológicos culminado en tiroteo en una serie de crímenes de los que nada se hubiera sabido si el amante tiroteado por Serafina, al prestar declaración, no hubiera reconocido que en cierta ocasión prestó ayuda a la mentada y a su hermana para trasladar y enterrar un cadáver de mujer joven. Perfectamente estructurada, la novela, que empieza pareciéndonos ligera y encantadora, con esos amores enfermos que tanto divierten si tienen una pátina provinciana, acaba convirtiéndose en un mapa de la monstruosidad y la deshumanización. Y las risas que la novela aquí y allá proporciona, acaban helándosenos al reconocer en el cúmulo de testimonios la conciencia de lo poco que vale la vida humana en lugares donde unas mujeres pueden desaparecer de la noche a la mañana sin que nadie, en parte alguna, venga a echarlas de menos, y lo nauseabunda que llega a ser la avaricia de quienes, a pesar de todo, siguen acumulando riqueza incluso enrejados, o siguen ejerciendo su poder –como el capitán Bedoya, otro amante de Serafina, cómplice de sus crímenes, que a pesar de perder los galones militares, acaba también en la cárcel recibiendo todo el respeto y las atenciones de carceleros y reclusos.
Ibargüengoitia es un grande. De eso me parece que no cabe ninguna duda, pero por si hace falta, ahí va el dato: es verdad que, salvo en México, no es un escritor muy conocido, pero también es verdad que desde que aparecieron, sus novelas no han dejado de editarse y reimprimirse, y siempre han encontrado nuevos lectores que lo mantienen vivo, sin las alharacas de otros autores del Boom, es cierto, pero al revés que muchos de ellos, sin dejar de estar presentes y seguir vivos –a pesar de su temprana muerte en un accidente aéreo en Mejorada del Campo, 1983, cuando viajaba de París a Bogotá haciendo escala en Madrid. Ahora, después de ser publicado por Joaquín Mortiz en México y Seix Barral en España, RBA recoge el testigo y lleva publicados ya seis libros suyos: Las Muertas, Los Relámpagos de Agosto, Los Pasos de López, Estas ruinas que ves, Dos crímenes y La Ley de Herodes. Mientras muchos de los cacareados maestros del Boom de los años 60 se han desfondado, Ibargüengoitia sigue en perfecto estado de forma.
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El escritor mexicano (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Reproducimos el texto de Juan Bonilla tomado de su blog Biblioteca en Llamas publicado en El Mundo:
Fue en el año 66 cuando Monsivais, en el prólogo a su antología de poesía mexicana, afirmó que la asignatura pendiente de la literatura mexicana era el humor. Ibargüengoitia por entonces apenas había empezado a decir «eso es asunto mío, yo lo arreglo», pues dos años antes había ganado el prestigioso premio Casa de las Américas con su primera novela, Los relámpagos de agosto, una hilarante narración sobre cómo, con qué desfachatez y qué tendencia al bodrio y al negocio personal, se hizo la Revolución. Con esa novela breve, Ibargüengoitia iniciaba una trayectoria que partía de un fracaso asumido: había intentado ser autor teatral, pensaba que su género, el género donde su gracia mejor brillaría, era el teatro, pero las marquesinas de los teatros eran demasiado pequeñas para un nombre tan largo, según le dijo Rodolfo Usigli, su maestro. Los relámpagos de agosto se presenta como una respuesta: la que un general abatido por el infortunio y que no ha sido fusilado por piedad y favores personales, da a algunos libros de memorias de los protagonistas principales de la Revolución. Se me da mejor la espada que la pluma, comienza la confesión, que trata de eximir de responsabilidades al protagonista, José Guadalupe Arroyo, y que, casi sin darse cuenta, al narrar cómo acontecieron algunos episodios sensacionales de la Revolución mexicana, nos la muestra como una opereta donde lo político apenas tiene importancia al lado de la relevancia que tienen las ambiciones personales. Cualquier sentido del Estado o de bien común es fácilmente aniquilado por el incorregible deseo de medrar de los supuestos revolucionarios, militarotes con facilidad para hacer estupideces y mejorarlas con sus explicaciones, ocasionando momentos donde la risa nos obliga a interrumpir la lectura.
Con Mosiváis tuvo Ibargüengoitia una encendida polémica a cuenta de Alfonso Reyes, a quien Ibargüengoitia le afeaba la solemnidad y la erudición que no era más que erudición, que no buscaba encender ningún ánimo sino más bien sólo dejar sentencia de lo mucho que sabía el polígrafo sobre tantas cosas. Monsiváis, que también sabía de muchas cosas, defendió a su maestro, y quizá esa agria polémica le impidió apreciar que el sentido del humor, desde Ibargüengoitia, había dejado de ser una asignatura pendiente para la literatura mexicana. Ibargüengoita publicó luego Maten al león, que es una novela que hay que situar entre los retratos de dictadores tropicales cuyo antecedente más efusivo es sin duda el Tirano Banderas de Valle-Inclán, uno de los pocos escritores españoles del siglo XX que dice algo en Latinoamérica. Siendo ambas novelas relatos bien medidos, con prosa rápida, de las que no se dan importancia y se ponen al servicio de lo que van desgranando, lo mejor sin duda estaba por llegar. Uno de los intereses fundamentales de Ibargüengoitia estribaba en escudriñar la vida provinciana de México, los secretos, las mentiras de la idílica vida de provincias, y para ello inventó un estado, el estado de Plan de Abajo, que no pretendía ser un territorio mítico, sino un mero transplante de su Guanajuato natal. Donde mejor exploró la confrontación entre la mirada urbana que cree que lo ha visto todo contra la aparente ingenuidad provinciana que se asusta de los adelantos de la modernidad, es en Estas ruinas que ves, del año 75, siguiendo los pasos de un profesor universitario que vuelve a su provincia para descubrir que basta rascar en la superficie de los muchos silencios que la vida local guarda para darse cuenta de que allí afloran mezquindades, vilezas y crueldades que nada tienen que envidiar a las de la metrópolis, y, sobre todo, en Dos crímenes, una de las grandes novelas de Ibargüengoitia. Aquí, forzado por una persecución policial, el protagonista va a buscar cobijo a casa de su tío, un potentado rodeado de sobrinos que se disputan su herencia y a quien quiere estafar para conseguir dinero suficiente con el que huir. Recluido en su cómoda hacienda descubrirá que, junto a las pasiones que desata en una prima y en su hermosa hija, que se lo disputan noche sí y noche también, no tiene más remedio que amontonar mentira sobre mentira para mantenerse en una situación tan privilegiada, y sospechosa, como la que disfruta. Su condición de extraño, de foráneo que viene a tomarle el pelo a los locales, lo coloca en una posición endeble en la que se afianza ganándose la confianza de su tío enfermo. La novela es llevada a su resolución sorprendente con mano firme, con escenas deliciosas, con un continuado susurro donde campa a sus anchas la aparente ingenuidad de los locales, que saben más que los ratones coloraos, y la falsa experiencia del urbanita, que está descolocado todo el rato y cae en una trampa mortal. Mezcla de tragicomedia y novela policial, Dos crímenes, es una elocuente indagación en el viejo tema de la mezquindad y la avaricia (un tema fundamental en Ibargüengoitia, que demuestra una y otra vez que la avaricia, por desgracia, no sólo no rompe el saco, sino que lo va agrandando más y más, sin importar cuántas víctimas deja en el camino).
Pero si hay que destacar una novela de Ibargüengoitia, sin duda que tenemos que recalar en Las muertas, protagonizada por auténticos arquetipos de la avaricia, las hermanas Baladro, que sí, terminaron en la cárcel, pero sólo para hacerse dueñas de la cárcel y seguir enriqueciéndose, porque allí donde reina la corrupción, no hay parcela donde la corrupción no sepa imponerse fácilmente. Aparte de excelente narrador, Ibargüengoitia era uno de los mejores cronistas de México, uno de los padres de la hoy muy ponderada crónica latinoamericana. Sus recopilaciones de crónicas no desmerecen al lado de sus novelas, ahí están títulos como Instrucciones para sobrevivir en México, Misterios de la vida cotidiana o ¿Olvida usted su equipaje?, de entre los que Juan Villoro hizo una selección en Revolución en el Jardín (Reino de Redonda). Y el cronista y el novelista colaboran en Las Muertas, que recrea un caso real –de crónica de sucesos– que conmocionó a México en los años 60. Al parecer Ibargüengoita, antes de ponerse a escribir la novela, se propuso escribir un gran reportaje sobre el caso de unas madames, propietarias de varios burdeles, que guardaban en distintos terrenos los cadáveres de sus prostitutas, muerta cada cual en penosas circunstancias. Las hermanas Baladro no tenían problema alguno en secuestrar y esclavizar a las mujeres que ponían a la venta cada noche en sus locales, con nombres tan atractivos como México Lindo. Compraban con facilidad a los policías que hacían la ronda y a las autoridades municipales a las que pagaban impuestos y mordidas para que no se entrometieran. Y por supuesto en las noches de mucho tequila, invitaba la casa.
La novela arranca como la crónica de la venganza de una mujer de armas tomar, Serafina Baladro, que tirotea sin piedad a un ex amante que la ha abandonado por tercera vez, lo que da lugar a una investigación en la que van acumulándose las informaciones, los testimonios de distintos personajes, convirtiendo lo que aparentaba ser un mero caso de celos patológicos culminado en tiroteo en una serie de crímenes de los que nada se hubiera sabido si el amante tiroteado por Serafina, al prestar declaración, no hubiera reconocido que en cierta ocasión prestó ayuda a la mentada y a su hermana para trasladar y enterrar un cadáver de mujer joven. Perfectamente estructurada, la novela, que empieza pareciéndonos ligera y encantadora, con esos amores enfermos que tanto divierten si tienen una pátina provinciana, acaba convirtiéndose en un mapa de la monstruosidad y la deshumanización. Y las risas que la novela aquí y allá proporciona, acaban helándosenos al reconocer en el cúmulo de testimonios la conciencia de lo poco que vale la vida humana en lugares donde unas mujeres pueden desaparecer de la noche a la mañana sin que nadie, en parte alguna, venga a echarlas de menos, y lo nauseabunda que llega a ser la avaricia de quienes, a pesar de todo, siguen acumulando riqueza incluso enrejados, o siguen ejerciendo su poder –como el capitán Bedoya, otro amante de Serafina, cómplice de sus crímenes, que a pesar de perder los galones militares, acaba también en la cárcel recibiendo todo el respeto y las atenciones de carceleros y reclusos.
Ibargüengoitia es un grande. De eso me parece que no cabe ninguna duda, pero por si hace falta, ahí va el dato: es verdad que, salvo en México, no es un escritor muy conocido, pero también es verdad que desde que aparecieron, sus novelas no han dejado de editarse y reimprimirse, y siempre han encontrado nuevos lectores que lo mantienen vivo, sin las alharacas de otros autores del Boom, es cierto, pero al revés que muchos de ellos, sin dejar de estar presentes y seguir vivos –a pesar de su temprana muerte en un accidente aéreo en Mejorada del Campo, 1983, cuando viajaba de París a Bogotá haciendo escala en Madrid. Ahora, después de ser publicado por Joaquín Mortiz en México y Seix Barral en España, RBA recoge el testigo y lleva publicados ya seis libros suyos: Las Muertas, Los Relámpagos de Agosto, Los Pasos de López, Estas ruinas que ves, Dos crímenes y La Ley de Herodes. Mientras muchos de los cacareados maestros del Boom de los años 60 se han desfondado, Ibargüengoitia sigue en perfecto estado de forma.
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Fotografía / España: Bert Stern habla de «La última sesión»
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Contactos de «La última sasión». (Foto: Taschen)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Bert Stern, la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a Vogue en su día, hace ahora 50 años. «Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado», confiesa. «Era mucho más guapa de lo que esperaba». Una nota de María Porcel Estepa para El País:
Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas, él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, «hermosa, trágica y compleja», que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.
Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. «Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado», explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.
Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la -por qué no- mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. «Es mi sesión más popular», repite incansable. «No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe».
Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. «Tenía una llamada de mi secretaria. 'Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio'. Hice las maletas».
Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. «Necesitaba descubrir algo no capturado», cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, «estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella». Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. «Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba».
El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras («una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento») y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. «¿Estás de broma?», replicó ella. «¡De todo el que queramos!». «Ya es mía», pensó Stern. Fotográficamente hablando.
Él le enseñó los complementos. «¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?». «Es una buena idea», dijo él, dudando si Monroe aceptaría. «No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo». «¿Cuánto podrás ver?», inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció «una idea divina». Y descorcharon el Dom Pérignon.
Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. «Estaba llena de ideas», asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. «Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro...Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho».
Pero Stern no probó nada. «No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos», rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. «Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje». De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. «Música de aquella época».
Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.
Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.
«Su belleza estaba en su espíritu», explica él, con voz serena. «No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe».
Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. «Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera», narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
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Contactos de «La última sasión». (Foto: Taschen)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- Bert Stern, la última persona que retrató a Marilyn Monroe, recuerda el impacto profesional y emocional que tuvo la sesión de su vida. Todo un festín erótico que no gustó a Vogue en su día, hace ahora 50 años. «Olvidé que estaba casado. Estaba enamorado», confiesa. «Era mucho más guapa de lo que esperaba». Una nota de María Porcel Estepa para El País:
Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas, él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, «hermosa, trágica y compleja», que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.
Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. «Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado», explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.
Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la -por qué no- mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. «Es mi sesión más popular», repite incansable. «No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe».
Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. «Tenía una llamada de mi secretaria. 'Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio'. Hice las maletas».
Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. «Necesitaba descubrir algo no capturado», cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, «estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella». Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. «Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba».
El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras («una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento») y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. «¿Estás de broma?», replicó ella. «¡De todo el que queramos!». «Ya es mía», pensó Stern. Fotográficamente hablando.
Él le enseñó los complementos. «¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?». «Es una buena idea», dijo él, dudando si Monroe aceptaría. «No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo». «¿Cuánto podrás ver?», inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció «una idea divina». Y descorcharon el Dom Pérignon.
Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. «Estaba llena de ideas», asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. «Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro...Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho».
Pero Stern no probó nada. «No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos», rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. «Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner. De su propio maquillaje». De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. «Música de aquella época».
Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.
Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.
«Su belleza estaba en su espíritu», explica él, con voz serena. «No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe».
Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. «Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera», narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
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Artes Plásticas / Suiza: Exponen deseo de Miró por el mural
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Compuesta por 74 obras, Miro, Poesía y Luz se inaugura en el histórico edificio de la Fundación l'Hermitage, en Suiza. (Foto: EFE)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La increíble madurez artística de Joan Miró se pondrá de manifiesto nuevamente a partir de mañana en la exposición Miró, Poésie et Lumière (Miro, Poesía y Luz) que se inaugura en Lausana, tercera y última etapa de un recorrido itinerante que la llevó anteriormente a Roma y Génova. Una entrega de EFE:
El histórico edificio de la Fundación l'Hermitage, rodeado de un área boscosa a las afueras de Lausana, acogerá por primera vez una colección del artista barcelonés, procedente de sus talleres en Palma de Mallorca y que está compuesta por 74 obras.
Esta muestra comienza con el primer óleo conservado de Miró, un paisaje de 1908, que fue descubierto tras una restauración, ya que estaba oculto por unos recortes de prensa.
En 1960 Miró pintó en el reverso de ese paisaje una obra de carácter mucho más abstracto y, al mismo tiempo, ocultó la anterior en el reverso con periódicos.
«Cuando Miró se trasladó a Palma, él mismo admitió que llevó a cabo una revisión crítica de sus obras anteriores y destruyó algunas de ellas. Sin duda ese paisaje también fue sujeto a esa revisión implacable de Miró», explicó a EFE la comisaria de la exposición, María Luisa Lax.
Gran parte de la muestra ilustra las últimas tres décadas de la vida del pintor, que coinciden con su estancia en la isla (1956-1983).
Fue en Palma donde su sueño se hizo realidad, el sueño de un gran taller para trabajar en paz y tranquilidad, y fue allí cuando en 1957 Miró dijo la frase que da nombre a la exposición «Mallorca es la poesía y la luz».
Por ello, una recreación de ese taller de pintura construida por el arquitecto catalán Josep Lluís Sbert está en el núcleo de la exposición.
El visitante se sumerge progresivamente en las inquietudes y las pasiones del pintor a través de 46 pinturas, 14 bocetos y 9 esculturas de bronce y terracota, y otros objetos, una buena muestra de las diversas técnicas y soportes utilizados por Miró.
Algunas pinturas son de pequeño formato, pero la mayoría son obras de grandes dimensiones «que tienen una aspiración mural, en consonancia con el deseo de Miró de ir más allá de la pintura de caballete y de su interés por los proyectos de arte público», comentó Lax.
Puede observarse la evolución de su pintura de los años sesenta, época en la que sus temas favoritos eran las mujeres, los paisajes y los pájaros; hasta la pintura monocromática, a base especialmente del negro, de los años sesenta.
La exposición también refleja la inquietud de Miró por utilizar objetos del mundo cotidiano, como las esculturas «Pájaro apoyado en un árbol» (1970) o «El equilibrista» (1969), que son figuras de bronce creadas a partir de jarras, latas o de un fuelle.
La exposición que permanecerá abierta al público hasta el próximo 27 de octubre, ha recibido a su paso, primero por Roma y luego por Génova, 238 mil visitantes y ha generado ingresos de 300 mil euros.
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Compuesta por 74 obras, Miro, Poesía y Luz se inaugura en el histórico edificio de la Fundación l'Hermitage, en Suiza. (Foto: EFE)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La increíble madurez artística de Joan Miró se pondrá de manifiesto nuevamente a partir de mañana en la exposición Miró, Poésie et Lumière (Miro, Poesía y Luz) que se inaugura en Lausana, tercera y última etapa de un recorrido itinerante que la llevó anteriormente a Roma y Génova. Una entrega de EFE:
El histórico edificio de la Fundación l'Hermitage, rodeado de un área boscosa a las afueras de Lausana, acogerá por primera vez una colección del artista barcelonés, procedente de sus talleres en Palma de Mallorca y que está compuesta por 74 obras.
Esta muestra comienza con el primer óleo conservado de Miró, un paisaje de 1908, que fue descubierto tras una restauración, ya que estaba oculto por unos recortes de prensa.
En 1960 Miró pintó en el reverso de ese paisaje una obra de carácter mucho más abstracto y, al mismo tiempo, ocultó la anterior en el reverso con periódicos.
«Cuando Miró se trasladó a Palma, él mismo admitió que llevó a cabo una revisión crítica de sus obras anteriores y destruyó algunas de ellas. Sin duda ese paisaje también fue sujeto a esa revisión implacable de Miró», explicó a EFE la comisaria de la exposición, María Luisa Lax.
Gran parte de la muestra ilustra las últimas tres décadas de la vida del pintor, que coinciden con su estancia en la isla (1956-1983).
Fue en Palma donde su sueño se hizo realidad, el sueño de un gran taller para trabajar en paz y tranquilidad, y fue allí cuando en 1957 Miró dijo la frase que da nombre a la exposición «Mallorca es la poesía y la luz».
Por ello, una recreación de ese taller de pintura construida por el arquitecto catalán Josep Lluís Sbert está en el núcleo de la exposición.
El visitante se sumerge progresivamente en las inquietudes y las pasiones del pintor a través de 46 pinturas, 14 bocetos y 9 esculturas de bronce y terracota, y otros objetos, una buena muestra de las diversas técnicas y soportes utilizados por Miró.
Algunas pinturas son de pequeño formato, pero la mayoría son obras de grandes dimensiones «que tienen una aspiración mural, en consonancia con el deseo de Miró de ir más allá de la pintura de caballete y de su interés por los proyectos de arte público», comentó Lax.
Puede observarse la evolución de su pintura de los años sesenta, época en la que sus temas favoritos eran las mujeres, los paisajes y los pájaros; hasta la pintura monocromática, a base especialmente del negro, de los años sesenta.
La exposición también refleja la inquietud de Miró por utilizar objetos del mundo cotidiano, como las esculturas «Pájaro apoyado en un árbol» (1970) o «El equilibrista» (1969), que son figuras de bronce creadas a partir de jarras, latas o de un fuelle.
La exposición que permanecerá abierta al público hasta el próximo 27 de octubre, ha recibido a su paso, primero por Roma y luego por Génova, 238 mil visitantes y ha generado ingresos de 300 mil euros.
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Arqueología / México: Calakmul posee el mayor número de vestigios epigráficos en todo México
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Fragmento de un mural prehispánico de Calakmul (Foto: Cortesía de la Secretaría de Cultura de Campeche)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La zona arqueológica de Calakmul, ubicada al sur de Campeche, es una de las dos ciudades mayas más importantes de los años 450 al 750 dC, junto con Tikal, en Guatemala. Una nota de Mónica Mateos-Vega y Lorenzo Chim para La Jornada:
Además de monumentales edificios y ciudadelas de arquitectura estilo Petén, ahí se hallan entre 120 y 200 estelas, la mayor cantidad encontrada en un sitio arqueológico en México, así como un hermoso friso de estuco de 20 metros de largo por tres de ancho (localizado en 1999) y un espléndido mural (descubierto en 2004) dentro de sendas estructuras.
Las cámaras donde se encuentran estos dos últimos vestigios están, por el momento, cerradas al público, pero se trabaja para que en breve se permita el acceso, «siempre y cuando se asegure primero que el friso y los murales estarán en óptimas condiciones de conservación, con una serie de requisitos técnicos en los que ya trabaja la restauradora María Cordeiro,» explica a La Jornada el arqueólogo Omar Rodríguez Campero, jefe de campo del Proyecto Calakmul.
Las incomodidades que causan el calor, la humedad y el constante ataque de los insectos se difuminan ante la vista de las grandes pirámides de la plaza principal, que los arqueólogos no han despejado del todo de la exuberante vegetación, «con el propósito de que los animales sigan transitando dentro de su hábitat natural».
Calakmul fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2002, y ahora se busca que obtenga una declaratoria mixta, pues está en el corazón de la reserva de la biosfera que lleva el mismo nombre.
Turismo especializado
El sitio se ubica a cinco o seis horas de viaje en automóvil desde la ciudad de Campeche. El costo por entrar asciende en varias ocasiones a casi 200 pesos, debido a que a la entrada de la reserva ecológica colocan un retén habitantes de la zona y piden una cuota para el ejido.
De acuerdo con autoridades del gobierno del estado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se encuentra en negociaciones con ellos para que ese cobro no se realice y el visitante sólo pague lo que cobra la Secretaría del Medio Ambiente y Aprovechamiento Sustentable de Campeche y el propio INAH.
No obstante la enorme cantidad de información arqueológica e histórica, y su belleza natural, Calakmul «no está concebida para ser un sitio con visitas masivas. La prioridad de los proyectos de investigación y desarrollo es mantener el equilibrio entre flora, fauna y el entorno arqueológico,» añade Rodríguez Campero, quien señala que el número de visitantes ha pasado de 10 personas a 28 mil anuales, de 1999 a la fecha.
«Se trata de un turismo especializado, que ha leído mucho acerca de la cultura maya y busca más información, aunque también hay muchos que vienen y no visitan los monumentos de la zona arqueológica, sino que llegan a observar a los animales de la reserva: venado cola blanca, pájaros carpinteros, tucanes, monos saraguatos, una gran gama de especies».
Calakmul y Tikal distribuyeron en su época el poder en toda el área maya conocida en ese momento. «Eran las superpotencias de la época, antagonistas, algo así como el papel que tenían Estados Unidos y Rusia durante la guerra fría, a esa analogía recurren con frecuencia los epigrafistas», continúa Omar Rodríguez Campero.
El sitio arqueológico abarca 25 kilómetros cuadrados, en los cuales se ubican alrededor de 6 mil estructuras, de acuerdo con mapas realizados en los años 80, cuando se iniciaron los trabajos de rescate de la zona. De ese total, sólo está explorado, recuperado y en algunos casos abierto al público entre 20 y 25 por ciento.
A nivel de investigación arqueológica, explica el especialista, «los retos aquí nunca se nos van a terminar porque no obstante que el sitio ha sido excavado e intervenido desde 1980, es muy joven en comparación con Palenque, Chichén Itzá y Teotihuacán, que han sido explorados desde finales del siglo XIX. Nuestras líneas de investigación han generado novedosas ideas en torno al mundo maya, pero además estamos enfocados, en lo administrativo, en lograr que Calakmul sea sustentable.
«Tenemos por delante el reto de cómo equilibrar la parte arqueológica con su conservación ecológica y su mantenimiento, porque no es recomendable que en los alrededores de la zona se genere infraestructura para motivar el turismo masivo. Sin embargo se puede apoyar al entorno, desde Xpujil, que es la cabecera del municipio hasta sus límites con Escárcega, y ahí sí generar una ocupación hotelera».
Restauración del friso
En ninguna otra ciudad maya se han encontrado tantas estelas como en Calakmul, lo cual significa también que es el sitio que tiene el mayor número de referencias epigráficas en toda el área, y «a nivel histórico, el sitio tuvo más de mil años de ocupación continua, lo que hace que tengamos contextos materiales de todas las épocas de la cultura maya. Por ejemplo, hay mascarones de estuco modelado del año 400 aC, todo ello es una de las razones por las que la Unesco nos dio la declaratoria. No dudo que haya más frisos dentro de otras estructuras, sería fenomenal, ya lo dirán investigaciones subsecuentes,» explica Rodríguez Campero.
Los trabajos de restauración del friso llevan un avance de 80 por ciento, pues «además de las instituciones federales, recibimos apoyo de instancias privadas, como Banamex, pero, como sucede en muchos sitios arqueológicos, siempre necesitamos más recursos financieros».
Respecto de la impecable pintura mural que data de los años 650 a 700 dC, la cual se localizó en 2004, Rodríguez Campero –quien trabaja con Ramón Carrasco, director del Proyecto Calakmul–, indica que se trata de escenas de la vida cotidiana (más de 60) ubicadas en tres muros de una cámara interior, muy diferentes a las de Bonampak. «Son muy simples, pero muy coloridas. Destaca una pareja de mujeres que tienen vestimentas transparentes, con glifos en los olanes. Es una de las más populares porque es preciosa, ya que la indumentaria tradicional maya siempre se ha asociado a tejidos gruesos y no muy delicados, aquí se muestra lo contrario, ¿cómo lograban esa transparencia? Eso nos da para investigar más.
«La restauración está concluida, pero falta implementar equipos de monitoreo, conectados a Internet para estar checando las mediciones. Una vez que esté eso, se permitiría la entrada a los visitantes. No queremos cometer el error de permitir el acceso y después ver los aspectos de conservación. Es un patrimonio muy importante que no podemos dejar al ‘ahí se va’».
Otros de los hallazgos relevantes en Calakmul son varias tumbas localizadas en las estructuras. Destaca la del gobernante Garra de Jaguar, ubicada debajo de la primera crujía de una subestructura de principios del Clásico tardío, en la llamada estructura II. Varios elementos del enterramiento, como el ajuar funerario y las ofrendas están en el Museo Arqueológico de la Ciudad de Campeche.
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Fragmento de un mural prehispánico de Calakmul (Foto: Cortesía de la Secretaría de Cultura de Campeche)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La zona arqueológica de Calakmul, ubicada al sur de Campeche, es una de las dos ciudades mayas más importantes de los años 450 al 750 dC, junto con Tikal, en Guatemala. Una nota de Mónica Mateos-Vega y Lorenzo Chim para La Jornada:
Además de monumentales edificios y ciudadelas de arquitectura estilo Petén, ahí se hallan entre 120 y 200 estelas, la mayor cantidad encontrada en un sitio arqueológico en México, así como un hermoso friso de estuco de 20 metros de largo por tres de ancho (localizado en 1999) y un espléndido mural (descubierto en 2004) dentro de sendas estructuras.
Las cámaras donde se encuentran estos dos últimos vestigios están, por el momento, cerradas al público, pero se trabaja para que en breve se permita el acceso, «siempre y cuando se asegure primero que el friso y los murales estarán en óptimas condiciones de conservación, con una serie de requisitos técnicos en los que ya trabaja la restauradora María Cordeiro,» explica a La Jornada el arqueólogo Omar Rodríguez Campero, jefe de campo del Proyecto Calakmul.
Las incomodidades que causan el calor, la humedad y el constante ataque de los insectos se difuminan ante la vista de las grandes pirámides de la plaza principal, que los arqueólogos no han despejado del todo de la exuberante vegetación, «con el propósito de que los animales sigan transitando dentro de su hábitat natural».
Calakmul fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2002, y ahora se busca que obtenga una declaratoria mixta, pues está en el corazón de la reserva de la biosfera que lleva el mismo nombre.
Turismo especializado
El sitio se ubica a cinco o seis horas de viaje en automóvil desde la ciudad de Campeche. El costo por entrar asciende en varias ocasiones a casi 200 pesos, debido a que a la entrada de la reserva ecológica colocan un retén habitantes de la zona y piden una cuota para el ejido.
De acuerdo con autoridades del gobierno del estado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se encuentra en negociaciones con ellos para que ese cobro no se realice y el visitante sólo pague lo que cobra la Secretaría del Medio Ambiente y Aprovechamiento Sustentable de Campeche y el propio INAH.
No obstante la enorme cantidad de información arqueológica e histórica, y su belleza natural, Calakmul «no está concebida para ser un sitio con visitas masivas. La prioridad de los proyectos de investigación y desarrollo es mantener el equilibrio entre flora, fauna y el entorno arqueológico,» añade Rodríguez Campero, quien señala que el número de visitantes ha pasado de 10 personas a 28 mil anuales, de 1999 a la fecha.
«Se trata de un turismo especializado, que ha leído mucho acerca de la cultura maya y busca más información, aunque también hay muchos que vienen y no visitan los monumentos de la zona arqueológica, sino que llegan a observar a los animales de la reserva: venado cola blanca, pájaros carpinteros, tucanes, monos saraguatos, una gran gama de especies».
Calakmul y Tikal distribuyeron en su época el poder en toda el área maya conocida en ese momento. «Eran las superpotencias de la época, antagonistas, algo así como el papel que tenían Estados Unidos y Rusia durante la guerra fría, a esa analogía recurren con frecuencia los epigrafistas», continúa Omar Rodríguez Campero.
El sitio arqueológico abarca 25 kilómetros cuadrados, en los cuales se ubican alrededor de 6 mil estructuras, de acuerdo con mapas realizados en los años 80, cuando se iniciaron los trabajos de rescate de la zona. De ese total, sólo está explorado, recuperado y en algunos casos abierto al público entre 20 y 25 por ciento.
A nivel de investigación arqueológica, explica el especialista, «los retos aquí nunca se nos van a terminar porque no obstante que el sitio ha sido excavado e intervenido desde 1980, es muy joven en comparación con Palenque, Chichén Itzá y Teotihuacán, que han sido explorados desde finales del siglo XIX. Nuestras líneas de investigación han generado novedosas ideas en torno al mundo maya, pero además estamos enfocados, en lo administrativo, en lograr que Calakmul sea sustentable.
«Tenemos por delante el reto de cómo equilibrar la parte arqueológica con su conservación ecológica y su mantenimiento, porque no es recomendable que en los alrededores de la zona se genere infraestructura para motivar el turismo masivo. Sin embargo se puede apoyar al entorno, desde Xpujil, que es la cabecera del municipio hasta sus límites con Escárcega, y ahí sí generar una ocupación hotelera».
Restauración del friso
En ninguna otra ciudad maya se han encontrado tantas estelas como en Calakmul, lo cual significa también que es el sitio que tiene el mayor número de referencias epigráficas en toda el área, y «a nivel histórico, el sitio tuvo más de mil años de ocupación continua, lo que hace que tengamos contextos materiales de todas las épocas de la cultura maya. Por ejemplo, hay mascarones de estuco modelado del año 400 aC, todo ello es una de las razones por las que la Unesco nos dio la declaratoria. No dudo que haya más frisos dentro de otras estructuras, sería fenomenal, ya lo dirán investigaciones subsecuentes,» explica Rodríguez Campero.
Los trabajos de restauración del friso llevan un avance de 80 por ciento, pues «además de las instituciones federales, recibimos apoyo de instancias privadas, como Banamex, pero, como sucede en muchos sitios arqueológicos, siempre necesitamos más recursos financieros».
Respecto de la impecable pintura mural que data de los años 650 a 700 dC, la cual se localizó en 2004, Rodríguez Campero –quien trabaja con Ramón Carrasco, director del Proyecto Calakmul–, indica que se trata de escenas de la vida cotidiana (más de 60) ubicadas en tres muros de una cámara interior, muy diferentes a las de Bonampak. «Son muy simples, pero muy coloridas. Destaca una pareja de mujeres que tienen vestimentas transparentes, con glifos en los olanes. Es una de las más populares porque es preciosa, ya que la indumentaria tradicional maya siempre se ha asociado a tejidos gruesos y no muy delicados, aquí se muestra lo contrario, ¿cómo lograban esa transparencia? Eso nos da para investigar más.
«La restauración está concluida, pero falta implementar equipos de monitoreo, conectados a Internet para estar checando las mediciones. Una vez que esté eso, se permitiría la entrada a los visitantes. No queremos cometer el error de permitir el acceso y después ver los aspectos de conservación. Es un patrimonio muy importante que no podemos dejar al ‘ahí se va’».
Otros de los hallazgos relevantes en Calakmul son varias tumbas localizadas en las estructuras. Destaca la del gobernante Garra de Jaguar, ubicada debajo de la primera crujía de una subestructura de principios del Clásico tardío, en la llamada estructura II. Varios elementos del enterramiento, como el ajuar funerario y las ofrendas están en el Museo Arqueológico de la Ciudad de Campeche.
REGRESAR A LA REVISTA
Literatura / Entrevista a Claudia Piñeiro
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«Lo autobiográfico está en casi todo lo que escribimos, lo que pasa que en otros textos no se nota tanto», explica la escritora . (Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La última novela de la autora de Betibú y Las viudas de los jueves se basó en sus recuerdos de la adolescencia, cuando sentía que no podía decir fuera de su casa lo que se hablaba adentro: buena parte de la narración transcurre entre diciembre de 1975 y junio de 1976. Una entrevista de Silvina Friera para Página/12:
La patria puede ser el ombú de una plaza de Burzaco. Cualquier hallazgo, por modesto que sea, es una conquista. Ese árbol, ámbito por excelencia del juego, vence al himno, a la bandera. Sin distancia, sin esa red que teje la ficción, las inclemencias de una vida naufragan en el pantano de una realidad ominosa. Más aún si parte de esa realidad transcurre entre diciembre de 1975 y junio de 1976. La protagonista, una adolescente de clase media de Burzaco, tiene un padre que se dice comunista, que detesta a los militares y se pasea en calzoncillos por toda la casa. Ser diferente, además de la incomodidad de no encajar en el mundo, genera una tensión insoportable. Mejor que decir es callar. Aunque el silencio sea una mochila demasiado pesada. La situación se complica cuando la narradora debe desfilar el Día de la Bandera –probablemente ante la máxima autoridad, el dictador Jorge Rafael Videla– y su padre se opone. «La resistencia, a veces, no se compone más que de pequeños actos», le dice a su hija, antes de tomar la decisión extrema de no dirigirle la palabra. «La memoria es un juego de cajas chinas. Uno abre la primera y dentro esperan otras, casi hasta el infinito», revela Claudia Piñeiro en el epílogo de su última novela, Un comunista en calzoncillos (Alfaguara), la ficción más autobiográfica de la autora o una autobiografía minuciosamente ficcionalizada. «El recuerdo puede ser falaz, una mezcla de datos ciertos e inciertos que se fusionan casi como en un sueño. Y al que muchas veces nos resistimos a contradecir y modificar, aunque una foto, una nota periodística o los recuerdos de otras personas o de otros tiempos lo pongan a prueba. Porque los recuerdos son nuestros, entonces en ellos no hay verdad ni mentira.»
«El vínculo con el padre es un tema literario. Hay mucha literatura sobre el tema, pero no es lo mismo la relación padre-hijo que hija-padre», plantea Piñeiro en la entrevista con Página/12. «Carta al padre de Kafka y La invención de la soledad de Paul Auster también tienen mucho de cortar con el padre para poder ser uno. En el caso de la hija de Un comunista..., hay admiración al padre. A mí me encantó escribir sobre ese vínculo. A pesar de que es un tema que transitamos muchos escritores y que en algún momento llega, éste era el momento. Quizá no hubiera podido escribir esta novela tres novelas antes porque uno tiene que tener determinado aplomo para meterse con ciertas cuestiones». El 24 de marzo de 1976 fue miércoles. La evocación sobre qué estaba haciendo ella ese día empezó por un texto que escribió para el blog de Eterna Cadencia. «Tenía muy presente la calle por la que caminaba para ir a mi colegio, por donde pasaba a buscar a una amiga. Después me quedé pensando que no podía haber sido ese día porque seguro que no hubo clases. Entonces averigüé cuántos días hubo de asueto, cuándo empezaron las clases nuevamente. Y un recuerdo fue trayendo otros. Pero en esa primera imagen, en la que estaba caminando hacia la casa de mi amiga, tenía la sensación de que en mi casa me habían dicho determinadas cosas y yo sabía que cuando me encontrara con ella me iba a decir otras, porque sabía la diferencia que había entre lo que pensaban en mi casa y lo que pensaban en las casas de mis amigas».
Esta diferencia entre lo que dicen las amigas y lo que se dice en la casa aumenta la rareza de la narradora. No ser igual a las otras es un dilema, ¿no?
Claro, para colmo en la adolescencia es más complicado porque uno quiere parecerse al grupo al que pertenece. Por un lado, la situación de la protagonista de la novela es creerle al padre, «creo que mi papá tiene razón en lo que me está diciendo», «me gusta que mi papá piense así, pero a mis amigas no les puedo decir esto porque piensan otra cosa, y si yo digo esto, voy a ser excluida de ese mundo». Por eso me parece que la novela también tiene que ver con el silencio; cómo manejar los silencios, cómo callar determinadas cosas para poder seguir sobreviviendo, perteneciendo y teniendo una vida lo más normal posible, en el sentido de la vida que hemos tenido durante la dictadura. En el país pasaban cosas horrorosas, pero uno seguía yendo al colegio.
¿Cómo funciona el silencio en esta novela?
El silencio es fundamental en la novela; el padre de la protagonista usaba el silencio como castigo. Cuando se enojaba con el mundo, no hablaba. Para un niño, que tu padre no te hable y que no sepas por qué es tremendo; es mejor que te insulten antes de que no te hablen. En la base de mi necesidad de ser escritora, de mi necesidad de escribir, está el silencio; es como buscar palabras para poder explicar el silencio. ¿Qué es lo que hay ahí, en ese silencio? Yo termino buscando palabras al silencio. Es más sustancial de lo que a lo mejor un lector se puede dar cuenta. La base del hecho de que sea escritora está en los silencios de mi papá y en mis propios silencios. Esta novela también tiene algo de la evocación amorosa. Si bien evoca al padre desde el punto de vista de una niña, la que lo evoca es una adulta y ya puede comprender ciertas cosas. En este momento creo que mi papá se callaba porque su palabra era tan agresiva que a lo mejor no lo hacía solamente para castigar al otro, sino para protegerlo, también.
Cuando la narradora dice que se refugió en el silencio, en cierto modo también intenta proteger al padre, ¿no?
Sí. Más allá del silencio íntimo, había cosas que no se podían decir. Yo no podía decir que mi papá era comunista sin sentir el riesgo que eso implicaba. Por más que mi papá no era un militante comunista, era más declamativo que ninguna otra cosa. Pero yo tenía conciencia de que no podía decir que era comunista. No solamente porque mis amigas me rechazaran, sino porque podía correr un riesgo enorme. Hay una anécdota que está en la novela sobre un médico que tenía un poster del Che Guevara y lo secuestraron, no sé cuál habrá sido exactamente la realidad. Entonces se decía que se lo llevaron porque tenía el poster del Che Guevara, y lo aceptábamos como una posibilidad. Ya con cincuenta y pico de años, hoy les pregunto a mis amigas si se acuerdan por qué se llevaron al doctor tal... «Porque tenía un poster del Che Guevara», me dicen. Esa fue la versión, haya sido por eso o por alguna otra razón. Nosotros sabíamos que si tenías un poster del Che, si decías que eras comunista, podías correr riesgos. Ahora muchos miran la dictadura y se declaran héroes y dicen que han hecho cosas que no hicieron. Lo que pudimos hacer es sobrevivir. No es que mi papá estaba en un riesgo real porque era un militante. Nada de eso. Pero uno sentía miedo y temía por lo que le pudiera pasar. A mí me gustaba lo que hacía mi papá, que por lo menos me decía la verdad, me decía lo que estaba pasando. Pero más de eso no podía hacer. No fuimos todos héroes en la dictadura. Incluso entre los que militaban había más humanidad que heroísmo. Se hacía lo que se podía, se luchaba como se podía.
¿Cómo concibió la estructura de la novela? ¿Por qué agregó las «cajas chinas»?
Esta es una novela de la memoria en la que empecé a tirar y salieron cosas que no encajaban en esa estructura de la primera parte, que es casi una nouvelle muy cerrada porque está también cerrada en el tiempo: diciembre del ’75 a junio del ’76, con un punto de vista de una niña de ese momento. Aparecían recuerdos que no podían ser de esa niña, cosas que esa niña no podía saber. Los escribía, pero no podía ponerlos. Y empezaron a quedar como en un cajón de sastre donde uno va guardando cosas y después ve qué hace con eso. La sensación que tenía era que esas cosas eran sustanciales para la historia, pero no podía contarlas dentro de la estructura narrativa. Entonces lo empecé a manejar como los hipervínculos en Internet, donde tengo una llamada y si quiero voy a mirar lo que dice. Si no, igual entiendo la primera parte de la novela. Me parecía que son cosas que daban una base al relato, pero que no podían interferir en el relato. Hay tres tipos de cosas en las «cajas chinas»: recuerdos, fotos familiares, que a veces sirven para contrastar el recuerdo pero también para dudar, porque vos ves una foto donde están todos felices y te preguntás: ¿estábamos todos felices en ese momento? Y después están las noticias periodísticas porque el recuerdo está encubierto por un montón de cosas. Hay un capítulo que empieza diciendo: «Abril pasó sin pena ni gloria». Sin embargo, hay una llamada con todas las noticias tremendas que pasaron en abril en el país. Pero esa niña no las registraba porque tenía 14 años. Ahora lo puedo contraponer con el recorte periodístico, pero no en ese momento. Me pareció importante poner cuál había sido la posición del Partido Comunista, una posición de la cual muchos se arrepienten hoy, pero en ese momento el Partido Comunista veía a Videla como el militar más potable para sacar a Isabel Perón.
¿Por qué eligió como epígrafe de la novela una cita del poeta Arnaldo Calveyra: «Cosas que me pasaron durante la infancia me están sucediendo recién ahora»?
Lo sentí mucho durante la escritura de la novela. ¿Cómo no me acordaba de esto la semana pasada? ¿Cómo me estoy acordando ahora y lo tengo tan presente que me está atravesando? ¿Qué pasó estos años? A veces uno tapa determinados recuerdos, pero cuando los empieza a destapar te atraviesan. Es algo que me gustó que me pasara, me gustó encontrarme con esos recuerdos, a pesar de que algunos me afectaran. Es como si terminara de completar quién soy. Uno es lo que va generando, pero también es lo que fue en la infancia. Muchas veces se niegan cosas porque se desprecian ciertas cuestiones sobre tus padres o sobre tu vida. Pero con el tiempo las vas viendo de otra manera. Que mi papá se paseara en calzoncillos a mí me avergonzaba. Recuerdo que una vez le saqué una foto en calzoncillos y le dije que con esa foto lo iba a perseguir porque tenía una evidencia de que yo no mentía. Cuando presenté la novela en la Feria del Libro, un montón de mujeres se me acercaban y me decían que también sus padres se paseaban en calzoncillos (risas).
¿Cómo fue trabajar un material tan personal desde la escritura?
Me parece que la ficción es la única forma que tenía de trabajar lo autobiográfico. Cada vez que sentí que los personajes necesitaban más espesura, que la curva dramática necesitaba más intensidad o lo que sea, me alejé de lo autobiográfico en función de lo que estaba contando. Si tenía que elegir entre lo autobiográfico y la ficción, elegía que la cosa funcionara desde el punto de vista literario y no me importaba ajustarme a la verdad. No estoy queriendo dar cuenta de ninguna cosa, sino contar una historia. Si necesitaba alejarme, lo hacía y hasta me gustaba hacerlo porque era la parte más creativa, en el sentido de que le daba vuelo a algo menor o simple para que tuviera una gracia literaria diferente. Y cuanto más había de lo ficcional, más me protegía de esta cosa de lo autobiográfico. Porque lo autobiográfico siempre tiene el problema de que gente cercana te empieza a preguntar: ¿pero esto fue así? Acá hay de todo: hay cosas que sí y otras que no. Lo autobiográfico está en casi todo lo que escribimos, lo que pasa que en otros textos no se nota tanto.
¿Está escribiendo algo en esta línea más autobiográfica o volvió a la ficción más cercana al policial?
En este momento no estoy escribiendo. Siempre me pasó que cuando terminé una novela, ya empezaba a escribir otra. Todavía no me pasa y estuve sorprendida. Hace poco estuve en Tucumán; me encontré con Leopoldo Brizuela y me contó que después de la escritura de Una misma noche, una novela autobiográfica, le parecía que ya no podía escribir nada más. Cuando me dijo esto, me alivió, porque escarbé tanto buscando recuerdos que ahora no sé de qué voy a hablar. Ahí es cuando tiene que venir más la ficción, ¿no? La sensación es que uno dio vuelta un guante y ya no queda nada adentro. Supongo que me voy a inclinar por la ficción porque en un punto es lo más fácil: invento una historia y empiezo a jugar con las palabras. Pero no lo sé porque todavía no empecé a escribir. Muchas veces se me cruza la idea de seguir con los personajes de Betibú, que quedaron abiertos. Ninguna de mis otras novelas se me ocurre que podrían tener una segunda parte. En el caso de Betibú, me parece que esos personajes podrían vivir otra aventura, pero tampoco lo tengo claro.
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«Lo autobiográfico está en casi todo lo que escribimos, lo que pasa que en otros textos no se nota tanto», explica la escritora . (Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de junio de 2013. (RanchoNEWS).- La última novela de la autora de Betibú y Las viudas de los jueves se basó en sus recuerdos de la adolescencia, cuando sentía que no podía decir fuera de su casa lo que se hablaba adentro: buena parte de la narración transcurre entre diciembre de 1975 y junio de 1976. Una entrevista de Silvina Friera para Página/12:
La patria puede ser el ombú de una plaza de Burzaco. Cualquier hallazgo, por modesto que sea, es una conquista. Ese árbol, ámbito por excelencia del juego, vence al himno, a la bandera. Sin distancia, sin esa red que teje la ficción, las inclemencias de una vida naufragan en el pantano de una realidad ominosa. Más aún si parte de esa realidad transcurre entre diciembre de 1975 y junio de 1976. La protagonista, una adolescente de clase media de Burzaco, tiene un padre que se dice comunista, que detesta a los militares y se pasea en calzoncillos por toda la casa. Ser diferente, además de la incomodidad de no encajar en el mundo, genera una tensión insoportable. Mejor que decir es callar. Aunque el silencio sea una mochila demasiado pesada. La situación se complica cuando la narradora debe desfilar el Día de la Bandera –probablemente ante la máxima autoridad, el dictador Jorge Rafael Videla– y su padre se opone. «La resistencia, a veces, no se compone más que de pequeños actos», le dice a su hija, antes de tomar la decisión extrema de no dirigirle la palabra. «La memoria es un juego de cajas chinas. Uno abre la primera y dentro esperan otras, casi hasta el infinito», revela Claudia Piñeiro en el epílogo de su última novela, Un comunista en calzoncillos (Alfaguara), la ficción más autobiográfica de la autora o una autobiografía minuciosamente ficcionalizada. «El recuerdo puede ser falaz, una mezcla de datos ciertos e inciertos que se fusionan casi como en un sueño. Y al que muchas veces nos resistimos a contradecir y modificar, aunque una foto, una nota periodística o los recuerdos de otras personas o de otros tiempos lo pongan a prueba. Porque los recuerdos son nuestros, entonces en ellos no hay verdad ni mentira.»
«El vínculo con el padre es un tema literario. Hay mucha literatura sobre el tema, pero no es lo mismo la relación padre-hijo que hija-padre», plantea Piñeiro en la entrevista con Página/12. «Carta al padre de Kafka y La invención de la soledad de Paul Auster también tienen mucho de cortar con el padre para poder ser uno. En el caso de la hija de Un comunista..., hay admiración al padre. A mí me encantó escribir sobre ese vínculo. A pesar de que es un tema que transitamos muchos escritores y que en algún momento llega, éste era el momento. Quizá no hubiera podido escribir esta novela tres novelas antes porque uno tiene que tener determinado aplomo para meterse con ciertas cuestiones». El 24 de marzo de 1976 fue miércoles. La evocación sobre qué estaba haciendo ella ese día empezó por un texto que escribió para el blog de Eterna Cadencia. «Tenía muy presente la calle por la que caminaba para ir a mi colegio, por donde pasaba a buscar a una amiga. Después me quedé pensando que no podía haber sido ese día porque seguro que no hubo clases. Entonces averigüé cuántos días hubo de asueto, cuándo empezaron las clases nuevamente. Y un recuerdo fue trayendo otros. Pero en esa primera imagen, en la que estaba caminando hacia la casa de mi amiga, tenía la sensación de que en mi casa me habían dicho determinadas cosas y yo sabía que cuando me encontrara con ella me iba a decir otras, porque sabía la diferencia que había entre lo que pensaban en mi casa y lo que pensaban en las casas de mis amigas».
Esta diferencia entre lo que dicen las amigas y lo que se dice en la casa aumenta la rareza de la narradora. No ser igual a las otras es un dilema, ¿no?
Claro, para colmo en la adolescencia es más complicado porque uno quiere parecerse al grupo al que pertenece. Por un lado, la situación de la protagonista de la novela es creerle al padre, «creo que mi papá tiene razón en lo que me está diciendo», «me gusta que mi papá piense así, pero a mis amigas no les puedo decir esto porque piensan otra cosa, y si yo digo esto, voy a ser excluida de ese mundo». Por eso me parece que la novela también tiene que ver con el silencio; cómo manejar los silencios, cómo callar determinadas cosas para poder seguir sobreviviendo, perteneciendo y teniendo una vida lo más normal posible, en el sentido de la vida que hemos tenido durante la dictadura. En el país pasaban cosas horrorosas, pero uno seguía yendo al colegio.
¿Cómo funciona el silencio en esta novela?
El silencio es fundamental en la novela; el padre de la protagonista usaba el silencio como castigo. Cuando se enojaba con el mundo, no hablaba. Para un niño, que tu padre no te hable y que no sepas por qué es tremendo; es mejor que te insulten antes de que no te hablen. En la base de mi necesidad de ser escritora, de mi necesidad de escribir, está el silencio; es como buscar palabras para poder explicar el silencio. ¿Qué es lo que hay ahí, en ese silencio? Yo termino buscando palabras al silencio. Es más sustancial de lo que a lo mejor un lector se puede dar cuenta. La base del hecho de que sea escritora está en los silencios de mi papá y en mis propios silencios. Esta novela también tiene algo de la evocación amorosa. Si bien evoca al padre desde el punto de vista de una niña, la que lo evoca es una adulta y ya puede comprender ciertas cosas. En este momento creo que mi papá se callaba porque su palabra era tan agresiva que a lo mejor no lo hacía solamente para castigar al otro, sino para protegerlo, también.
Cuando la narradora dice que se refugió en el silencio, en cierto modo también intenta proteger al padre, ¿no?
Sí. Más allá del silencio íntimo, había cosas que no se podían decir. Yo no podía decir que mi papá era comunista sin sentir el riesgo que eso implicaba. Por más que mi papá no era un militante comunista, era más declamativo que ninguna otra cosa. Pero yo tenía conciencia de que no podía decir que era comunista. No solamente porque mis amigas me rechazaran, sino porque podía correr un riesgo enorme. Hay una anécdota que está en la novela sobre un médico que tenía un poster del Che Guevara y lo secuestraron, no sé cuál habrá sido exactamente la realidad. Entonces se decía que se lo llevaron porque tenía el poster del Che Guevara, y lo aceptábamos como una posibilidad. Ya con cincuenta y pico de años, hoy les pregunto a mis amigas si se acuerdan por qué se llevaron al doctor tal... «Porque tenía un poster del Che Guevara», me dicen. Esa fue la versión, haya sido por eso o por alguna otra razón. Nosotros sabíamos que si tenías un poster del Che, si decías que eras comunista, podías correr riesgos. Ahora muchos miran la dictadura y se declaran héroes y dicen que han hecho cosas que no hicieron. Lo que pudimos hacer es sobrevivir. No es que mi papá estaba en un riesgo real porque era un militante. Nada de eso. Pero uno sentía miedo y temía por lo que le pudiera pasar. A mí me gustaba lo que hacía mi papá, que por lo menos me decía la verdad, me decía lo que estaba pasando. Pero más de eso no podía hacer. No fuimos todos héroes en la dictadura. Incluso entre los que militaban había más humanidad que heroísmo. Se hacía lo que se podía, se luchaba como se podía.
¿Cómo concibió la estructura de la novela? ¿Por qué agregó las «cajas chinas»?
Esta es una novela de la memoria en la que empecé a tirar y salieron cosas que no encajaban en esa estructura de la primera parte, que es casi una nouvelle muy cerrada porque está también cerrada en el tiempo: diciembre del ’75 a junio del ’76, con un punto de vista de una niña de ese momento. Aparecían recuerdos que no podían ser de esa niña, cosas que esa niña no podía saber. Los escribía, pero no podía ponerlos. Y empezaron a quedar como en un cajón de sastre donde uno va guardando cosas y después ve qué hace con eso. La sensación que tenía era que esas cosas eran sustanciales para la historia, pero no podía contarlas dentro de la estructura narrativa. Entonces lo empecé a manejar como los hipervínculos en Internet, donde tengo una llamada y si quiero voy a mirar lo que dice. Si no, igual entiendo la primera parte de la novela. Me parecía que son cosas que daban una base al relato, pero que no podían interferir en el relato. Hay tres tipos de cosas en las «cajas chinas»: recuerdos, fotos familiares, que a veces sirven para contrastar el recuerdo pero también para dudar, porque vos ves una foto donde están todos felices y te preguntás: ¿estábamos todos felices en ese momento? Y después están las noticias periodísticas porque el recuerdo está encubierto por un montón de cosas. Hay un capítulo que empieza diciendo: «Abril pasó sin pena ni gloria». Sin embargo, hay una llamada con todas las noticias tremendas que pasaron en abril en el país. Pero esa niña no las registraba porque tenía 14 años. Ahora lo puedo contraponer con el recorte periodístico, pero no en ese momento. Me pareció importante poner cuál había sido la posición del Partido Comunista, una posición de la cual muchos se arrepienten hoy, pero en ese momento el Partido Comunista veía a Videla como el militar más potable para sacar a Isabel Perón.
¿Por qué eligió como epígrafe de la novela una cita del poeta Arnaldo Calveyra: «Cosas que me pasaron durante la infancia me están sucediendo recién ahora»?
Lo sentí mucho durante la escritura de la novela. ¿Cómo no me acordaba de esto la semana pasada? ¿Cómo me estoy acordando ahora y lo tengo tan presente que me está atravesando? ¿Qué pasó estos años? A veces uno tapa determinados recuerdos, pero cuando los empieza a destapar te atraviesan. Es algo que me gustó que me pasara, me gustó encontrarme con esos recuerdos, a pesar de que algunos me afectaran. Es como si terminara de completar quién soy. Uno es lo que va generando, pero también es lo que fue en la infancia. Muchas veces se niegan cosas porque se desprecian ciertas cuestiones sobre tus padres o sobre tu vida. Pero con el tiempo las vas viendo de otra manera. Que mi papá se paseara en calzoncillos a mí me avergonzaba. Recuerdo que una vez le saqué una foto en calzoncillos y le dije que con esa foto lo iba a perseguir porque tenía una evidencia de que yo no mentía. Cuando presenté la novela en la Feria del Libro, un montón de mujeres se me acercaban y me decían que también sus padres se paseaban en calzoncillos (risas).
¿Cómo fue trabajar un material tan personal desde la escritura?
Me parece que la ficción es la única forma que tenía de trabajar lo autobiográfico. Cada vez que sentí que los personajes necesitaban más espesura, que la curva dramática necesitaba más intensidad o lo que sea, me alejé de lo autobiográfico en función de lo que estaba contando. Si tenía que elegir entre lo autobiográfico y la ficción, elegía que la cosa funcionara desde el punto de vista literario y no me importaba ajustarme a la verdad. No estoy queriendo dar cuenta de ninguna cosa, sino contar una historia. Si necesitaba alejarme, lo hacía y hasta me gustaba hacerlo porque era la parte más creativa, en el sentido de que le daba vuelo a algo menor o simple para que tuviera una gracia literaria diferente. Y cuanto más había de lo ficcional, más me protegía de esta cosa de lo autobiográfico. Porque lo autobiográfico siempre tiene el problema de que gente cercana te empieza a preguntar: ¿pero esto fue así? Acá hay de todo: hay cosas que sí y otras que no. Lo autobiográfico está en casi todo lo que escribimos, lo que pasa que en otros textos no se nota tanto.
¿Está escribiendo algo en esta línea más autobiográfica o volvió a la ficción más cercana al policial?
En este momento no estoy escribiendo. Siempre me pasó que cuando terminé una novela, ya empezaba a escribir otra. Todavía no me pasa y estuve sorprendida. Hace poco estuve en Tucumán; me encontré con Leopoldo Brizuela y me contó que después de la escritura de Una misma noche, una novela autobiográfica, le parecía que ya no podía escribir nada más. Cuando me dijo esto, me alivió, porque escarbé tanto buscando recuerdos que ahora no sé de qué voy a hablar. Ahí es cuando tiene que venir más la ficción, ¿no? La sensación es que uno dio vuelta un guante y ya no queda nada adentro. Supongo que me voy a inclinar por la ficción porque en un punto es lo más fácil: invento una historia y empiezo a jugar con las palabras. Pero no lo sé porque todavía no empecé a escribir. Muchas veces se me cruza la idea de seguir con los personajes de Betibú, que quedaron abiertos. Ninguna de mis otras novelas se me ocurre que podrían tener una segunda parte. En el caso de Betibú, me parece que esos personajes podrían vivir otra aventura, pero tampoco lo tengo claro.
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