viernes, noviembre 15, 2013

Literatura / Entrevista a Míriam Gómez

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La viuda de Cabrera Infante.  (Foto: Efe)

C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de noviembre de 2013. (RanchoNEWS).- « Guillermo estaba ya enfermo, en el hospital; vino Javier Marías a vernos y se puso a contarle que le habían puesto una sonda que le dolía horrores, llevaba tres días llorando de dolor. Entonces, no se le ocurrió otra cosa que decirle: 'Entré aquí con un pene chiquito como de escultura de Miguel Ángel y ahora con la sonda lo tengo grande como de una fotografía de Mapplethorpe. ¡Voy a orinar y no me reconozco!'. Ése era Guillermo para mí ». Una entrevista de Luis Alemany para El Mundo:

La charla con Míriam Gómez, la viuda de Guillermo Cabrera Infante, sigue como siempre, llena de divagaciones, de bromas , de chifladuras que después hay que hilar como se pueda. Lo de Mapplethorpe, por ejemplo, aparece en el recuerdo de Gómez si se le pregunta por las malas pulgas de Cabrera Infante, sus fobias y sus momentos de cólera. A su lado, Antoni Munné, editor de las obras completas del escritor cubano, interlocutor permanente de Gómez, se sorprende. Todavía hay anécdotas de Cabrera Infante que no conoce, que le dejan pasmado.

¿Malas pulgas?

No. Lo que pasaba es que Guillermo dejó la mano tendida mil veces y se la negaron. Le he visto pasar lo más terrible a Guillermo, le pusieron vidrios en un postre, le mandaron un autobús lleno de gente a insultarlo, gente que no sabía quién era, le gritaban 'Pedro Infante', le siguieron acosando cuando ya se había ido... Entonces, claro, él tenía sus mecanismos de defensa. Nunca hablaba de Cuba, por ejemplo, en ese sentido era un estoico que decidió llevar su dolor en silencio. Y para no tener resentimiento contra la gente que lo había traicionado, decidió tener desprecio. Pero nuestra vida, la vida dentro de nuestra casa, era carcajada, era música y eran libros y eran películas.

Míriam Gómez está estos días en Madrid para presentar Mapa dibujado por un espía (Galaxia Gutenberg), las oscurísimas casi-memorias que Cabrera Infante escribió sobre los años de su desencanto cubano, guardó en un sobre y, durante muchos años, se convirtió en el gran tabú de su vida. No es posible que este libro también fuera carcajada y música.

«No, este libro es lágrima. Veo a Guillermo que llora en este libro por todo el dolor que sabe que le viene encima, por todo el dolor que va a sentir por ser un visionario, un hombre capaz de decir que no. Que no a la bobería. Siento mucha admiración por este Guillermo capaz de enfrentarse a cosas terribles, de enfrentarse al pasado, al presente y al futuro».

Cuando Gómez habla de «lo que se le viene encima», alguien pensará en la enfermedad mental. Cabrera Infante tuvo un abuelo canario esquizofrénico y quizá presinitiera su primera crisis bipolar, en 1971. «No, no, él no lo esperaba. Ocurrió que después del guión de Vanishing point, tuvo muchísimo trabajo, muchísimos encargos, y llegó el bloqueo mental. A eso, entonces, lo llamaban melancolía y le daban electroshocks. Luego lo llamaron trastorno bipolar. Tomaba pastillas, se analizó, se enfrentó a ello como un valiente».

Primavera, otoño, primavera

Y, perdón por la ignorancia, pero: un trastorno bipolar, episódico, ¿se vive como un asma, que aparece, hace la vida imposible al paciente unos días, se va y hasta la próxima? ¿O es el asunto central en su vida? 

El reto era ése, que la melancolía no nos venciera. Guillermo tenía crisis en las que estaba hasta semanas sin poder hacer nada, sobre todo en primavera y otoño, cuando cambia el tiempo. En una de las crisis más fuertes se me ocurrió llevarlo al cine. Habían estrenado Blade runner con unas críticas espantosas. Pero yo sabía que esa era 'su' película, así que le convencí. 'Corre, Guillermo, que con estas críticas sólo va a durar una semana'. Llegar hasta el cine fue un calvario de horas, Guillermo caminaba como un deprimido, con pasos cortísimos. La sala estaba vacía, sólo nosotros. Pero, en cuanto empezó Blade runner, sentí sus vibraciones, la energía, se despertó. Salió curado, llamando a todo el mundo para escribir críticas para salvar la película de los necios.

La enfermedad, la muerte de la madre, la traición de los amigos, el adulterio, las frustraciones... Todo eso aparece en Mapa dibujado por un espía. Pero el gran tema, sin duda, es el desencanto revolucionario, el registro de todas las miserias que convirtieron la utopía cubana en un lugar del que escapar. «Los cubanos lucharon por salir de una dictadura y cayeron en una tiranía, que es peor, requetefeo. Y sí, cuando el régimen es corrupto, las personas se corrompen, hacen mezquindades por un puestecito...» .

¿Y cómo se llevaba su Cabrera Infante con el 'comunismo naíf'? ¿Con la gente que, como sus padres, se hizo comunista porque era buena? 

Guillermo tenía un desprecio total por los políticos. Decía que la revolución estaba en la literatura y en el arte, que luego llegaba la política y la destrozaba. Puede que tuviera alguna simpatía por Trotsky, pero en el fondo, sabía que si Trotsky hubiera triunfado, habría sido lo mismo... Su padre era un buen hombre, pero Guillermo también lo despreciaba un poco porque, por bueno, acabó siendo servil. incapaz de criticar nada. Lo contrario a su hijo, que era un rebelde. Después, se sentía culpable por ese desdén. Y su madre era una mujer admirable pero también era una revolucionaria estricta que obligaba a su hijo lo llamara Zoila en vez de Mamá. Cuando conoció a mi madre, vio que yo la llamaba Mamá, se dio cuenta de que añoraba algunas cosas.

¿Hablamos de Cuba? ¿Es consciente Gómez de que es probable que, como su marido, ya no pueda volver a la isla? 

Cuba ya no es Cuba para mí, aquel mundo desapareció. Le deseo lo mejor a la gente de Cuba, me afecta mucho su padecimiento, pero mi vida es Londres. Fidel Castro, dentro de 100 años, será una notica pequeña en los libros de Historia. Yo tengo que conseguir que dentro de 100 años se siga leyendo a Guilermo.



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