jueves, enero 02, 2014

Cine / Entrevista a Marcelo Piñeyro

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El director argetnino y Belen Rueda durante el rodaje de Ismael. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de diciembre de 2013. (RanchoNEWS).- El director argentino estrena Ismael, una película rodada en España que trata asuntos graves sin grandes aspavientos. Una entrevista de Juan Sardá para El Cultural:

Marcelo Piñeyro (Buenos Aires, 1953) es un viejo conocido de las pantallas españolas gracias a películas rodadas en Argentina tan exitosas como Plata quemada (2000) o la adaptación de El método que filmó en nuestro país. Regresa a España con Ismael, en la que cuenta la historia de un niño de ocho años que cansado de las mentiras de su madre respecto a su padre decide ir a conocerlo por su cuenta y riesgo. Ismael es negro y su padre, un chaval de veintitantos de la burguesía catalana, es blanco y vive en un pueblo de la Costa Brava donde trabaja como profesor de instituto. La aparición de ese hijo que Félix (interpretado por Mario Casas) no sabía que tuviera desencadena el reencuentro con su madre (Belén Rueda) y ahora abuela, una exitosa y adinerada profesional que tiene grandes dificultades para relacionarse con él. Con mimbres de melodrama, Piñeyro construye una película de una gozosa ligereza que trata asuntos graves sin aspavientos dejándose contagiar por el espíritu de alegría del Mediterráneo.

Vuelve a rodar en España, ¿ya siente el país suyo?

No me siento como un argentino haciendo una película en España. Se genera un territorio del cine donde somos habitantes de ese territorio, que es el del cine. Jamás me he sentido un ajeno o un extranjero, tampoco en la relación con el equipo técnico o los actores. Por otra parte sí soy un extranjero por más tiempo que pase aquí y eso sin duda hace que tenga una mirada diferente a la de un director español, aunque cabe preguntarse si existe un director español. Quizá cada director tiene su mirada.

Sería distinta esta película si sucediera en Argentina.

El asunto último puede suceder en España, en Argentina o en Taiwán. En cada uno de esos lugares sería de la misma manera pero diferente. Pero si uno va a la esencia de los conflictos, de vínculos entre padres e hijos o entre parejas, sí es lo mismo.

¿Es el perdón el tema principal de la película?

No sé si es el perdón o la aceptación. Este es un grupo de personajes encapsulado emocionalmente. El movimiento del niño hace que unas personas que se habían resignado a la infelicidad de repente puedan mantener vivo lo emocional. De pronto ven que eso está allí, ese dolor enquistado, esa emoción puede resurgir y pueden verse nuevas oportunidades. Este es el tema central de Ismael, más que el perdón, aunque sí es cierto que encuentran un modo de perdón, pero tiene que ver con que emocionalmente se han puesto en marcha otra vez.

¿Los veía como personajes «muertos» emocionalmente?

Se trata de personajes que más que muertos están cristalizados, congelados, en su miedo al compromiso y al fracaso, y están confortables en ese congelamiento. Cuando esa crisálida se rompe, hay un cierto ¿qué hago ahora? Eso les pasa a todos, también podemos preguntarnos, como va a seguir esta historia porque todo queda un poco en el aire.

Las relaciones entre madres e hijos, o los hijos ocultos, se prestan al melodrama...

Me cuesta mucho clasificarla en un género, el melodrama tiene otras reglas. La definiría como casi una comedia aunque tampoco lo es, pero la comedia no esquiva lo doloroso. Por lo menos en la intención hay una liviandad que no quiere decir superficialidad. No hay un subrayado de lo dramático, no solo por el uso del humor o por el modo de acercarnos a la historia. Hay un acercamiento a retratar las cosas más parecidas a la vida a la ficción. Al concentrar que todo suceda en menos de 24 horas, con todos los personajes fuera de su lugar, ajenos al sitio ya que se trasladan a un pueblo de mar o turístico, fuera de temporada, genera esa amenidad, ese territorio de nadie, que le da esa naturalidad sin el subrayado del melodrama.

Esa imagen de Mario Casas apareciendo por primera vez a los ojos de su hijo sí que nos lleva al terreno de la fábula.

Sin duda la película tiene algo de cuento aunque no sé si la palabra es cuento porque tiene que ver con eso de contar más livianamente. Ismael es un niño particular, no es un niño en general, es este niño. A los ocho años, ante una no respuesta que encuentra, decide actuar. Uno puede imaginarlo en los días previos, preparando el viaje a Barcelona. Esa primera imagen que tiene de Félix sí es como un personaje de melodrama, un Heatchliff envuelto en la tormenta con ese bastón, cojeando. Pero es la mirada del niño, es su fantasía y él aparece como un príncipe desvalido. Cuando lo ve se asusta y se esconde. Cara a cara ninguno de los dos sabe qué hacer, tienen que empezar a buscar otro vínculo.

Félix es sin duda un personaje aterrado, inmóvil.

No ha superado el quiebre que hizo su vida cuando era un adolescente de la burguesía catalana de Barcelona y se enamoró de una persona con la que siente que no supo estar a la altura. Su trabajo en un instituto no lo veo como que quiera cumplir una función social sino que está pagando sus propias culpas porque siente que en el momento más importante de su vida no supo estar a la altura.

El hecho de que sea una familia de dinero y ella una inmigrante negra es fundamental pero está planteado de una forma sutil.

La lucha de clases no sé si es un tema tanto como las capas que conforman la propia identidad. Todos estos temas articulan los vínculos del personaje, si ella no fuera negra sino del mismo nivel social, la historia sería otra, si Félix no diera clases en un instituto y trabajara en una consultora el personaje sería otro. Los personajes de la chica y su nuevo marido son clase media baja, sin duda hay contrastes, raciales, sociales... yo creo que son contrastes que tienen que ver con la articulación de los personajes. Si en la película hubiéramos querido hablar de lo social sería otra película, nos referimos a lo privado.

La mayor evolución es la de Félix.

Se quedó congelado a los 9 años e incluso la relación que tiene con su madre es de adolescente. De joven confrontas con tus padres de modo infantil, entiendes después que debes aceptarlos o perdonarlos. Hay un punto emocional que uno puede adivinar, a partir del vínculo con su hijo surge una clase de amor que desconocía. Al final, ha decidido pasar a la adultez, ¿qué clase de adulto será? Veremos.

El ambiente del Mediterráneo catalán impregna la historia: la cultura del vino, la buena mesa...

Este proyecto empezó a surgir porque yo quedé muy deslumbrado con la sociedad que me encontré en la Costa Brava. Con una mirada más superficial no lo habría descubierto, al contrario tenía un prejuicio. A partir de allí comenzaron a surgir los personajes, no sabría decirte mucho más que esto. En general también veo a España como una sociedad post, determinadas cosas de la convivencia de razas no están resueltas pero ya han pasado de página, están en el segundo grado de resolución. Francia está un par de páginas atrás. Eso a mí me gustó. Uno en el post se siente viviendo en el futuro, me gustó. Se van a ir resolviendo las cosas. El Mediterráneo por otra parte también tiene eso de que aun en las situaciones más duras hay un «disfrutemos». Eso me parece extraordinario. Eso también me daba la posibilidad e contar la historia sin subrayar lo dramático.



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