sábado, septiembre 05, 2015

Arqueología / Líbano: Milicianos del EI hacen añicos las torres funerarias de Palmira

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El temor de que los extremistas del grupo Estado Islámico destruyeran tumbas en Palmira, se convirtió en realidad. En las imágenes, aspectos de esos monumentos milenarios, ahora reducidos a escombros. (Fotos: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de septiembre de 2015. (RanchoNEWS).- El grupo yihadista Estado Islámico (EI) hizo saltar por los aires tres de las célebres torres funerarias de Palmira en Siria, mostrando una vez más su voluntad de destruir todos los vestigios de esa ciudad antigua. Una entrega de Afp.

En las recientes dos semanas, el EI ya había reducido a escombros los dos templos más hermosos de esa urbe inscrita en el patrimonio mundial de la humanidad, los de Baalshamin y de Bel. La guerra siria, que causó 240 mil muertos y 4 millones de desplazados desde su inicio en 2011, también tiene consecuencias devastadoras para un patrimonio de valor inestimable. Hicieron estallar tres de las torres funerarias, las que estaban mejor conservadas, las más bellas, indicó el jefe de las Antigüedades sirias, Maamoun Abdelkarim.

«Habíamos recibido información hace 10 días, pero acabamos de confirmarla», dijo.

La página web Syrian Heritage Initiative, instituto basado en Estados Unidos, difundió una imagen por satélite tomada el 2 de septiembre, que muestra la destrucción de «al menos siete tumbas», explicó.

Se trata de las célebres tumbas de Elahbel, de Jamblique y de Khitot, «construidas por ricas familias de la antigua Palmira y que simbolizaban el desarrollo económico de la ciudad en los primeros siglos de nuestra era», añadió.

«Palmira es conocida por sus torres funerarias que son características de la arquitectura de la ciudad, recordó». Según él, cada torre, de unos 40 metros cuadrados, tenía su especificidad.

«Jamblique (83 dC) está ricamente decorada con frescos, la de Elahbel (103 dC) es la más célebre y la mejor conservada, y la de Khitot es la más antigua (44 dC) y contenía una escultura de un hombre con su familia», precisó Abdelkarim.

Los monumentos funerarios están situados en el Valle de las Tumbas y son testimonio de los extraordinarios métodos de decoración y construcción de aquella civilización, según la web de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El EI, que aprovechó la guerra civil para implantarse en Siria, se apoderó el pasado 21 de mayo de Palmira, ubicada 205 kilómetros al este de Damasco, tras haber expulsado a las fuerzas gubernamentales, suscitando de inmediato los peores temores sobre el futuro del patrimonio sirio.

Los yihadistas consideran objetos de idolatría las obras religiosas preislámicas, principalmente las estatuas, y por ello han destruido varias joyas arqueológicas en Irak y Siria.

Hartazgo por condenas

El pasado 23 de agosto, el EI destruyó totalmente con explosivos el templo de Baalshamin en Palmira derribando la cella (parte cerrada del recinto), tras lo cual las columnas contiguas se desplomaron.

Días antes habían decapitado, mutilado y colgado a un poste al ex responsable de Antigüedades de la ciudad Jaled Asaad, de 82 años, uno de los mejores expertos mundiales. El domingo pasado los yihadistas arrasaron también en Palmira con el templo de Bel, considerado a menudo el más hermoso de Medio Oriente junto al de Baalbeck, en Líbano.

Arqueólogos y expertos del mundo entero llevan meses alertando sobre lo que está ocurriendo con el patrimonio sirio. Ahora se preocupan por los demás tesoros de la ciudad antigua de Palmira, la perla del desierto, incluidas decenas de tumbas, el anfiteatro y el templo de Nabu.

Por suerte, los responsables del emplazamiento arqueológico pudieron evacuar el museo y poner a salvo varias piezas de valor inestimable. El drama de la destrucción del patrimonio sirio continúa, lamenta Cheijmus Alí, de la Asociación para la Protección de la Arqueología Siria.

«La memoria de los sirios se borra ante un mundo que permanece de brazos cruzados y unas instituciones que se conforman con condenar. Nuestro pueblo está harto de condenas», afirmó.

Según cifras aportadas por Alí, más de 900 monumentos o yacimientos arqueológicos han resultado dañados o destruidos en cuatro años y medio de guerra.


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