viernes, mayo 20, 2016

Artes Plásticas / México: Abren al público «La casa irracional» exposición de Pedro Friedeberg

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«Hay que regresar al ornamento, pues se trata de una parte lúdica del pensamiento humano», expresó el artista durante la presentación de su muestra montada en el museo que se ubica en avenida Hidalgo 45, Centro Histórico y con su acostumbrada ironía, añadió que la «fealdad» en su arte la ha usado «desde hace 60 años». (Foto: María Meléndrez Parada)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de mayo de 2016. (RanchoNEWS).- El arte debe ser una suerte de medicina, algo así como un jarabe, pero dulzón, nada amargo, dijo Pedro Friedeberg (Florencia, 1936) al presentar ayer a la prensa su exposición La casa irracional. Mónica Mateos-Vega reporta para La Jornada.

Esa muestra se abre hoy al público en el Museo Franz Mayer, como continuación de las celebraciones por los 30 años de vida profesional del artista.

Escultor, pintor, diseñador gráfico e industrial, y sobre todo irreverente e irónico constructor de objetos, espacios y mundos imaginarios, Friedeberg grita a los cuatro vientos su odio por el minimalismo, al que considera algo patético.

«Ornamento es virtud», insistió. «Por ejemplo, aquí afuera (sobre avenida Hidalgo) hay dos iglesias coloniales llenas de ornamentos fabulosos, muy superiores a cualquier edificio de avenida Juárez, que es de una vaciedad total, lo cual indica la vaciedad mental y espiritual del hombre del siglo XXI».

Recordó que desde sus años de estudiante de arquitectura, en 1955, era casi el único que entonces admiraba edificios como la iglesia de la Sagrada Familia, de Antoni Gaudí, que se encuentra en Barcelona, «la cual era considerada entonces un bodrio, horrible, y que la iban a dinamitar en cualquier momento; también admiraba el palacio de Ferdinand Cheval en Francia; siempre fui partidario de estas extrañas arquitecturas que no son ni barrocas ni góticas, sino ornamentos abstractos».

Madera, piel, textil y bronce

En la muestra La casa irracional: Pedro Friedeberg, arte y diseño se podrá apreciar otra faceta del autor, con piezas que, más que ser concebidas para un museo, fueron pensadas para formar parte de un hogar: candelabros, espejos, mesas, sillas, sillones, lámparas, teteras, tapetes, biombos, que con pinturas, gráfica y escultura, elaboradas en materiales tan diversos como madera, piel, cerámica, textil o bronce, suman 200.

La mayoría se presentan por primera vez en un museo, provienen de cerca de 40 colecciones particulares y son diferentes a las que se exhibieron en 2009 en la retrospectiva que le organizó al artista el Museo del Palacio de Bellas Artes.

«Hay que regresar al ornamento, pues se trata de una parte lúdica del pensamiento humano», reiteró Friedeberg, y con su acostumbrada ironía señaló que la fealdad en su arte la ha usado «desde hace 60 años. Siempre traté de hacer los muebles lo más feo posible, pero la gente creyó que eran bellos.

«Conocí personas, como los barones de Portanova, que me insistieron en hacer recámaras llenas de mariposas, grillos y tarántulas; eso me dio mucho ímpetu para seguir haciendo cosas horribles, pero interesantes y divertidas.

«Entre los ricos de aquellos tiempos imperaba el elitismo, que es una grosería; sólo los ricos podían comprar arte. Ahora cualquiera puede; con ganas, es posible comprar una litografía de Manuel Felguérez por 50 pesos en la Plaza del Ángel. El arte está al alcance de todos.

«Pero la calidad que aprecian los ricos es diferente, están un poco más educados, por lo tanto quieren peor arte, pues el valor de una obra es también una especie de inocencia. En realidad lo más bello en México es la pirámide de naranjas de una vendedora en La Merced».

El artista explicó que hubo una época en la que el arte moderno se quiso liberar de lo que hacían aquellos que habían estudiado teoría del arte, la sección áurea y se basaban en ese conocimiento para hacer obras bien proporcionadas: «El arte moderno se quiso liberar tanto que se fue del otro lado y creó un caos total, no sólo en el arte, también en la política, en la moral y la inmoral; todo se ha vuelto un relajo.

«La fealdad se puso de moda desde que se murió el art nouveau y surgió el art deco. Al arte le dio vergüenza hacer cosas bonitas, eso es considerado cursi y vulgar, entonces se propuso hacer obras tremendistas. Hay muchísimos artistas que se apoyan en lo que llaman arte de protesta, en el cual tienen que mostrar cuerpos destazados de Siria o Afganistán.»

El arte, todo, es desechable

 «Pensé que el arte inclinado políticamente –prosiguió Friedeberg– iba a acabar con Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, pero sigue más fuerte que nunca. Pero el arte de Rivera es como el del Renacimiento, pinturas con composición y colorido. Ahora cualquier artista usa las fotografías de las muchas guerras que existen y hace un collage, y eso se supone que es lo que emociona al público. Es sádico.

 «El arte, todo, es desechable. No hay que respetar nada, el mundo está en constante cambio. ¿Qué nos queda del arte egipcio? Dos esfinges, tres pirámides y un museo de arte egipcio en Turín, de un país que fue muchísimo más grande que México. Si ahorita se destruyera toda mi obra, pues ni modo, todavía quedaría el libro y la simpatía de unos 17 admiradores que se van a acordar de mis cosas hasta que ellos mueran también en 20 o 30 años, entonces todo desaparecerá».

La muestra La casa irracional... estará abierta del 20 de mayo al 17 de julio en el Museo Franz Mayer (avenida Hidalgo 45, Centro Histórico).


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