miércoles, abril 12, 2017

Literatura / Entrevista a Margo Glantz

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Margo Glantz
La escritora, periodista y académica mexicana, de visita España para ofrecer una conferencia en el Círculo de Bellas Artes sobre la situación de las mujeres, comparte con El Cultural su visión de la literatura y su exploración de la fragmentación como herramienta narrativa. . (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de abril de 2017. (RanchoNEWS).- Autora de casi una treintena de libros de ensayo y narrativa, profesora, periodista y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1996, la escritura de Margo Glantz (México, 1930) se caracteriza por tender puentes entre lo aparentemente banal y lo más elaborado. Por explorar lo que ella llama «infraordinario», pero dándole indefectiblemente una pátina culta. Su extensa trayectoria literaria, refrendada por el Premio Nacional de Ciencias y Artes de su país y candidaturas al Príncipe de Asturias y al Cervantes, destaca por la gran variedad de temáticas abordadas y especialmente por sus propuestas en torno a la crisis y frontera de los géneros mediante poéticas fundadas en la fragmentación, en la mezcla de discursos provenientes de diversas disciplinas. Ejemplo perfecto de esta fragmentación es su última novela, Por breve herida (Sexto piso), una mezcla de géneros cuyo aparente hilo conductor son sencillamente los dientes, pero que la escritora pronto conduce por más profundos derroteros hasta vincular arte y literatura con la propia experiencia humana, insertando el conocimiento en el libro de manera natural a través de anécdotas ensayísticas. Andrés Seoane lo entrevista para El Cultural

 ¿Cómo se pueden unir en un libro un paseo por la obra de Bacon y Poe, su historial en el dentista y las pesadillas con Drácula? 

Pues con mucho trabajo, pero se juntó. Al final acabé utilizando fragmentos de lo que había escrito durante quince años y reformándolo completamente. Trabajo mucho con el fragmento, me interesa este tipo de texto poco canónico en donde cada parte va adquiriendo densidad por sí misma y a la vez se une con el resto y adquiere una mayor ilación. El libro está estructurado de tal forma que uno puede leerlo a la mitad, al final o al principio, pero siempre llega a la conclusión.

A propósito de esta fragmentación, característica de su obra, se ha dicho de usted que no es novelista, ensayista ni cuentista, sino autora de textos. ¿Está de acuerdo?

Sí, aunque creo que no es algo novedoso. Estamos en una época en la que el fragmento es esencial. Las redes sociales nos están acostumbrando a una fragmentación cada vez más extrema. El caso último sería el tuiter, que tiene un límite de 140 caracteres pero un uso es masivo. Pero ocurre con todo. Nos estamos dando cuenta de que la gente prefiere ver las series que las películas porque son más fragmentarias. Y sin embargo, a la gente le parece absurdo que un escritor escriba un libro con fragmentos. La gente quiere que el libro tenga principio, medio y final, como tradicionalmente. Hay un marcado conservadurismo respecto a la escritura de ficción, pero se acepta tranquilamente el cambio que está sucediendo en la sociedad con la escritura privada, con la expresión misma.

Al hilo de esto que comenta, su próximo libro estará basado en fragmentos escritos en facebook.

Me parece muy interesante el fenómeno de las redes sociales y estoy tratando de investigar cómo funcionan y ver qué sentido tienen. Me doy cuenta de cómo el mundo moderno, con esta fragmentación extrema que es casi pulverización, ha perdido totalmente el sentido de la jerarquía. Coinciden y conviven noticias de muy diferente rango, cosas verdaderamente terribles, como la guerra química en Siria, con el divorcio de una pareja de actores. Las cosas más banales son las que más eco tienen. Si uno escribe alguna cosa inteligente, para que la gente piense, no es tenido en cuenta, pero si banaliza y cuenta sus cosas, es masivamente seguido. Hay un aspecto muy morboso en el interés de hoy, una especie de rechazo a cualquier pensamiento organizado. Y se lo digo yo que trabajo el fragmento. La fragmentación que abanderan las redes sociales es casi perversa, provoca una banalización de la cultura y una imposibilidad de definir cuáles son las cosas fundamentales de nuestra vida.

Es considerada como una de las grandes figuras literarias mexicanas, ¿considera México su patria cultural e intelectual?

Obviamente soy mexicana, pero una mexicana con raíces europeas. Mis padres emigraron a México en el primer cuarto del siglo XX, vinieron de lo que entonces era Rusia y ahora Ucrania, y en mi casa viví un mundo mucho más europeo y judío, porque mis padres eran judíos. Al mismo tiempo conviví con lo mexicano cotidianamente. Soy una especie de mezcla de culturas, tengo una identidad híbrida. Además hice mis estudios universitarios en Francia, por lo que tengo una tradición francesa muy arraigada también. Estuve allí en un momento de la cultura francesa verdaderamente interesante, con el existencialismo de Sartre, Beauvoir y Bataille; y asistí al nacimiento del estructuralismo, a los primeros textos de Barthes, de Foucault… por lo que mi formación intelectual está muy vinculada a eso.

En la actualidad toda la corriente de pensamiento generada por el existencialismo y los estructuralistas está siendo muy criticada, se le acusa de artificial, ¿qué piensa de ello?

Creo que son corrientes que eran lógicas en su época, era el tiempo del compromiso. De alguna manera en un momento en el que el mundo era un mundo sin Dios, ese vacío era muy importante replanteárselo a través del compromiso, como hicieron Sartre o Camus. Después cambió totalmente, pero en los años 70 se decía que las religiones habían muerto, que el mundo era absolutamente ateo. Y mire lo que estamos viviendo ahora, que los fundamentalismos han vuelto a resurgir de una manera violenta y espantosa.

¿Es quizá esa mezcla de orígenes culturales y familiares a la que alude la que provoca esa búsqueda constante en su obra de identidad y memoria, como en Yo también me acuerdo?

Es posible. Este libro surgió del deseo de entrar en la tradición de dos grandes escritores, Joe Brainard y Georges Perec, que justamente trabajaron con textos muy breves la historia de su tiempo, una especie de autobiografía muy distante y a la vez presente. Una fórmula muy útil, porque constriñe a uno a manejar esa anáfora, el «yo me acuerdo, me acuerdo, me acuerdo...», y a producir toda una serie de recuerdos muy diferentes entre los tres porque habíamos vivido en países, idiomas y tiempos diferentes. Eso creaba otra densidad de la escritura, a pesar de estar motivada por una constricción que es la de acordarse de algo.

Ha sido profesora durante varias décadas y es académica, ¿cómo ve hoy la escena cultural de México?

Tengo un amigo que estaba dando unos cursos de teatro con un grupo de estudiantes y estaba bastante tranquilo porque había una relación de diálogo con ellos. Pero de pronto el diálogo se rompió porque los estudiantes han perdido totalmente las referencias. No conocen a casi ningún autor. Son escritores pero no saben quienes son Proust, Faulkner o Kafka. Tampoco conocen a los autores de referencia en México. Se huele un vacío muy extraño. Personalmente he tenido muy buenas experiencias, gente muy interesada e interesante, pero como algo muy excepcional. La gente está perdiendo la costumbre de leer, lee tuits o el facebook, pero ya no lee libros en general. Y si los leen quieren que sean muy canónicos.

Hablando del ámbito cultural, hace unos meses la escritora dominicana Rita Indiana dijo que para escribir en Latinoamérica hay que ser hombre, blanco y heterosexual, ¿comparte esta visión?

Es una de esas frases tajantes y provocadoras, pero contiene cierta verdad. Creo que cada vez hay más mujeres que escriben y más mezcla de razas. En México escribe mucha gente de tradición europea, de padres emigrantes y más blancos, y también gente mestiza. En el caso de las mujeres, a pesar de que es menos raro que escriban y hay más aceptación en las editoriales, siempre hay más dificultades para una mujer que para un hombre.

Precisamente visita España con motivo de unas conferencias sobre mujeres valientes en el Círculo de Bellas Artes, ¿cómo ha sido y es el papel de la mujer en la cultura?

Para esta conferencia hice una especie de inventario imitando a las escritoras del siglo XVI y XVII, que para sentirse legitimadas, para poder ser escritoras, tenían que insertarse en tradiciones, en las polianteas, que se remontaban a mujeres de la Biblia o de Grecia y Roma. Solo en ese contexto podía ser legítima su escritura, mirándose en la tradición de grandes mujeres que habían destacado en la cultura. Todavía hoy las mujeres necesitamos insertarnos en una tradición, algo que no sucede con los hombres. Además, hoy en día existe la idea de la cuota, que lleva a muchas mujeres a preguntarse si sus logros son un tema de género o de valía. En México tenemos una institución muy importante, el Colegio Nacional, que alberga a los más importantes escritores, científicos y artistas, y en 70 años ha habido solamente cuatro mujeres. Que entre una mujer se ve como una violación del santuario.

¿Y su papel en la sociedad? Por ejemplo, en México existe el gran problema de los feminicidios.

Sí, es terrible. La violencia contra las mujeres es universal. Por ejemplo, en dos países europeos de los más civilizados, Finlandia y Suecia, la violencia doméstica es de las más altas del mundo. Y en España tampoco están muy por detrás. En México ocurre eso pero además la violencia sexual es muy fuerte, hay muchas violaciones, raptos para meterlas en la trata... Y no solo sucede en ciertas ciudades, ahora se ha vuelto un problema común en toda la república y cada vez va a más.

 ¿Cuál es el papel de la literatura para paliar este tipo de situaciones?

No creo que la literatura ayude en nada de esto. Es muy importante, por supuesto, pero no creo que sea una solución para los problemas cotidianos. La literatura es un campo de batalla metafórico, no real, y desgraciadamente, la violencia contra las mujeres no se arregla con manifiestos.


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