lunes, enero 27, 2020

Fotografía / España: Exponen «La naturaleza de las cosas» de Chema Madoz en el Real Jardín Botánico

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Sin título, 2018. Vegap, 2019 (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de enero de 2020. (RanchoNEWS).- Los juegos visuales de Chema Madoz (Madrid, 1958) son tan sorprendentes y variados que su recorrido por una exposición suele abrumarnos. En una suerte de reto entre la activación de la imaginación y su registro en la memoria, entre la curiosidad impaciente por ver la siguiente imagen y elegir la que más nos gusta, sale perdiendo la capacidad de distinción y el almacenaje. Quizás por eso son tan exitosos los catálogos de sus exposiciones. Hay que mirar y remirar para volver a apreciar todos los detalles y, sobre todo, comprender la precisión de encuadres e iluminación en sus fotografías en blanco y negro. Sin embargo, en los libros perdemos sus adecuadas dimensiones y su textura que tantas veces las acerca al dibujo como ideaciones. De manera que cada exposición de Madoz suscita una gran expectación entre todos los públicos, deseosos de disfrutar sus novedosas imágenes, penetrantes y escurridizas. Una paradoja más, entre todas las figuras retóricas –metáforas, sinécdoques, etc.– que utiliza para extraer, como si poseyera una mina inagotable, ignotos tesoros visuales.

Esta exposición, La naturaleza de las cosas, tiene la virtud, para empezar, de que al estar planteada con un enfoque temático, su variedad en la unidad parece encajar mejor con el equilibrio de nuestras facultades. Se muestra sesenta fotografías de toda su trayectoria, por lo que, además, en este recorrido abarcamos la evolución de su trabajo a lo largo de casi cuatro décadas. Hasta los años noventa, Madoz realiza fotografías en exteriores y no es extraña la aparición de la figura humana, aunque generalmente de forma fragmentaria y nunca como protagonista. Sus influencias también son más evidentes, casi siempre en la estela del surrealismo y, en especial, de Magritte, autor de Ceci n’est pas une pipe, obra de referencia inevitable para las discusiones sobre arte y lenguaje entre los conceptuales de los setenta y sobre la que Foucault explicó su efecto desconcertante, pues, aunque resulte inevitable relacionar el texto con el dibujo, es imposible decidir si la aserción es verdadera, falsa o contradictoria. Como las imágenes escurridizas y polisémicas de Madoz que, a pesar de que muchos pretendan acertar como si fueran jeroglíficos, abren las puertas para asomarse libremente a dimensiones desapercibidas en nuestro trantrán rutinario. Una imagen significativa de esa influencia orgullosamente declarada es la mano que toca el espejo del estanque ¿en el Retiro madrileño?

Rocío de la Villa reporta para El Cultural

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