.
FRIDA KHALO SEGÚN GABRIELA ROEL
La deliciense en el docudrama Yo soy Frida. (Foto: Archivo)
L a actriz chihuahuense Gabriela Roel ha obtenido el premio de la Asociación de Periodistas Teatrales (APT) a la mejor actuación en monólogo por su trabajo en Khalo Viva la vida, de Humberto Robles y dirigida por Felipe Nájera, chihuahuense también.
«Es el trabajo más difícil de mi vida», confesó a la Revista Rancho Las Voces, en una entrevista exclusiva realizada en Ciudad Juárez.
En Galería, además de la imagen de Fang Qianhua, que ilustra nuestra portada, ofrecemos trabajos de Brent Stirton, Tim Hetherington y Saul Leiter.
En Artes Plásticas compartimos una entrevista a Herbert Lottman biógrafo de Modigliani. En España se expone «Otto Dix. Retrato de Hugo Erfurth». En Estados Unidos se lleva a cabo la Biennal 2008 del Whitney Museum of American Art y en México se organiza un homenaje a Luis Nishizawa.
En Arte Público, informamos del programa «Mural en mi escuela» en Chihuahua.
En Fotografía, en Suecia distinguen a la mexicana Graciela Iturbide con el premio Hasselblad. El también mexicano Francisco Mata expone en Líbano. En la Ciudad de México inauguran la exposición «3 Miradas a la Danza».
En Poesía reproducimos un poema que escribió Román Corral a la memoria de Armando Villarreal Martha, líder campesino chihuahuense, quien fue asesinado recientemente y a cuya familia, desde aquí, damos el más sentido pésame.
En Literatura un artículo sobre la escritora mexicana Cristina Pacheco y la literatura infantil.
En Libros, tenemos dos reseñas de sendas presentaciones en Ciudad Juárez. La primera de «Bordeando la violencia contra las mujeres en la frontera norte de México», que coordinaron María Socorro Tabuenca Córdoba y Julia Estela Monárrez Fragoso, que incluye el textos de Servando Pindeda Jaimes, uno de los presentadores; y la segunda de «Teoría del Juarense» de Ricardo León, que también incluye los textos de dos de los presentadores: Margarita Salazar Mendoza y Carlos González Herrera.
En Ensayo, Susana V. Sánchez reflexiona sobre el tema «Liberales, conservadores... ¿o qué? ».
En Danza, una reseña sobre la «Gala Estrellas Rusas del Ballet» en la Ciudad de México.
En Cine, un artículo sobre la prima del español Juan Antonio Bayona, «El orfanato», que incluye un tráiler de la película.
En Arquitectura, rinden tributo al célebre arquitecto Andrea Palladio en Italia.
En Caricatura: fstejan el bicentenario de Honoré Daumier en Francia.
En Medios presentan en México «sp Revista de Libros» y comunican que «Ocean Sur» se editará en nuestro país.
En la sección de Ciencia y Salud, en Estados Unidos encuentran que el añorado sueño de leer el pensamiento se hace un poco más real.
En Música, tenemos una crónica de la presentación de la ópera «La Traviata» de Verdi con la OSUACh en Ciudad Juárez, que resultó de mediana calidad.
La programación de Radio para esta edición es la siguiente:
Monna Bell: «Noche de ronda» / Lila Downs: «Naila» / Shinedown: «Simple Man» / Carly Simon: «Blackbird» / Roy Scheider y Ben Vereen: «Bye Bye Life» / Carlos Santana & Buddy Miles: «Them Changes» / Natalie Merchant: «Space oddity»
En la sección de Noticias disponemos de la siguiente información: De Alemania, llega a Berlín el busto de Bach. De México, la UNAM celebra centenario de Ángel de Campo; y recibirá Vicente Leñero la medalla «Salvador Toscano». En Ciudad Juárez se anuncia nueva etapa de la Orquesta Sinfónica Juvenil de la UACJ.
En la sección de Fotoperiodismo mostramos el trabajo de Ibrahim Usta («Riot victims»); Emilio Moneratti («Basic food»); Walter Astrada («Repatriated»); y Sergey Ponomarev («Russia's presidential election»). De la agencia EFE exponemos «Museos en el S.XXI», «La belleza en el viejo Egipto, el deseo de alcanzar la perfección» y «El retablo del sagrado parentesco»; en tanto que la agencia NTX contribuye con NTX: «Casa de Octavio Augusto» y el departamento de fotografía del GobEd con «Concurso de baile folklórico».
En el Visor Fronterizo, Jaime Moreno Valenzuela aporta las siguientes imágenes: Hidrante del 56, Nomenclatura singular, Graffiti y canal, Salida de emergencia, Regreso a casa, Remodelación, De ruta a ruta, Estrella, Máquinas de piedra, Marcha por la paz, El hueco luminoso del corazón, Presión alterada, Sin título, Aparición, Viaje de celebración fúnebre, Reflejos del ProNaF, Canto al pie de catedral, Víctor solicita, Fachada principal, Reporte de luna, Arriba del Rancho, Rejas de la casa del obispo y Ventanas del Sylvia's.
En Cartelera anunciamos, en Ciudad Juárez: «Trabajando con mis cuerpos», retrospectiva de la fotógrafa Leticia Díaz; el guitarrista Carlos Benítez estrena la composición de Julio César Oliva titulada «La rueda de la vida»; el Ciclo de Cine «Filosofía del Box»; la exposición «Simple Espiración»; el Festival del Sol; el concierto de piano de Manuel de la Flor; la exhibición del documental «Onoruame» y la presentación del libro «Bordeando la violencia contra las mujeres en la frontera norte de México».
En el Obituario lamentamos los decesos del músico estadounidense Buddy Miles, del miembro de la Real Academia de la Lengua Antonio Colino, de la escritora Phyllis A. Whitney y de Arthur C. Clarke, a quien dedicamos las Frases Célebres.
Ojalá que esta edición sea de su agrado.
REGRESAR A LA REVISTA
domingo, marzo 23, 2008
sábado, marzo 22, 2008
Frases Célebres / Arthur C. Clarke
.
Science fiction writer, Arthur C. Clarke, poses at his home in Colombo, Sri Lanka, in this May 9, 2007 file photo. Clarke, the author of more than 100 books, including 2001: A Space Odyssey, died early Wednesday, March 19, 2008 after suffering from breathing problems. He was 90. (Foto: AP/Gemunu Amarasinghe)
É sta es la primera época que ha prestado mucha atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno.
Puede que nuestro papel en este planeta no sea alabar a Dios sino crearlo.
La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible.
Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano.
El futuro no es ya lo que solía ser.
Arthur C. Clarke
1917-2008. Escritor inglés de ciencia ficción.
REGRESAR A LA REVISTA
Science fiction writer, Arthur C. Clarke, poses at his home in Colombo, Sri Lanka, in this May 9, 2007 file photo. Clarke, the author of more than 100 books, including 2001: A Space Odyssey, died early Wednesday, March 19, 2008 after suffering from breathing problems. He was 90. (Foto: AP/Gemunu Amarasinghe)
É sta es la primera época que ha prestado mucha atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno.
Puede que nuestro papel en este planeta no sea alabar a Dios sino crearlo.
La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible.
Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano.
El futuro no es ya lo que solía ser.
Arthur C. Clarke
1917-2008. Escritor inglés de ciencia ficción.
REGRESAR A LA REVISTA
Poesía / «¡Armando Villarreal Martha!», Román Corral
¡ARMANDO VILLARREAL MARTHA!
Román Corral
¡EL FOXISMO EMPRESARIAL,
ENCARCELÓ A VILLARREAL,
AL LÍDER CAMPESINO,
DE MI CHIHUAHUA NATAL!
¡CIMBRARON JUSTAS DEMANDAS,
A LA CONCIENCIA NACIONAL,
CON PLANTONES Y CAMINATAS,
DE LA GENTE DE VILLARREAL!
¡VIERNES CATORCE DE MARZO,
CORRÍA EL AÑO DOS MIL OCHO,
ASESINARON A ARMANDO,
LOS MATONES DE UN COMANDO!
¡LOS GOBIERNOS DE LOS RICOS,
ASEGURAN QUE SON ETERNOS,
PRONTO ARDERÁN EN EL AVERNO,
CON NUESTRAS PALAS Y PICOS!
¡LOS GOBIERNOS DE LOS RICOS,
CON CAMUFLAJEADOS MICOS,
MATARON A VILLARREAL MARTHA,
NUESTRO EMILIANO ZAPATA!
REGRESAR A LA REVISTA
Román Corral
¡EL FOXISMO EMPRESARIAL,
ENCARCELÓ A VILLARREAL,
AL LÍDER CAMPESINO,
DE MI CHIHUAHUA NATAL!
¡CIMBRARON JUSTAS DEMANDAS,
A LA CONCIENCIA NACIONAL,
CON PLANTONES Y CAMINATAS,
DE LA GENTE DE VILLARREAL!
¡VIERNES CATORCE DE MARZO,
CORRÍA EL AÑO DOS MIL OCHO,
ASESINARON A ARMANDO,
LOS MATONES DE UN COMANDO!
¡LOS GOBIERNOS DE LOS RICOS,
ASEGURAN QUE SON ETERNOS,
PRONTO ARDERÁN EN EL AVERNO,
CON NUESTRAS PALAS Y PICOS!
¡LOS GOBIERNOS DE LOS RICOS,
CON CAMUFLAJEADOS MICOS,
MATARON A VILLARREAL MARTHA,
NUESTRO EMILIANO ZAPATA!
REGRESAR A LA REVISTA
viernes, marzo 21, 2008
Libros / Ciudad Juárez: «Teoría del Juarense»
.
Portada de la publicación. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de marzo de 2008. (RanchoNEWS/RMV).- «Juárez no es sólo maquiladora, migrantes, mujeres muertas, vicio, es algo más. Juárez es una ciudad de tolerancia donde podemos vivir no tranquilos; ciudad con historia que conjunta las historias de todos nosotros», dijo ayer el antropólogo Ricardo León García durante la presentación de su libro Teoría del Juarense de la editorial Almuzara.
El evento reunió a cerca de 300 personas en la Sala de Usos Múltiples del Centro Cultural Paso del Norte. La presentación estuvo a cargo de Manuel Pimentel, director de la editorial en España, y de los maestros e investigadores de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Margarita Salazar Mendoza y Carlos González Herrera.
Manuel Pimentel dijo en esa ocasión que el texto era un «acercamiento inteligente y humorístico a una identidad». En tanto que Margarita Salazar Mendoza analizó la estructura de la obra organizada como glosario y ponderó su «ironía, optimismo, seriedad, mesura, en fin, buen humor», mientras que Carlos González Herrera lo definió como «un canto a la diversidad de la vida y un llamado, entre líneas, a la tolerancia».
Ricardo León, también académico de la UACJ, es autor de Las misiones jesuitas de la Sierra Tarahumara en el siglo XVIII, entre otros libros.
A continuación ofrecemos los textos que leyeron Salazar Mendoza y González Herrera:
TEORÍAS
Margarita Salazar Mendoza
(Texto de la Presentación del libro Teoría del juarense de Ricardo León García, el miércoles 5 de marzo de 2008, en el Centro Cultural Paso del Norte)
Hablar de este libro es un placer, un honor y una gran diversión para mí. Los experimentos siempre serán bienvenidos en la vida del hombre. Con ellos se despierta la creatividad; nos mantenemos curiosos, activos, alegres. Nada más necesita nuestra mente para disfrutar la vida. Todo en este libro es un juego, un experimento. La teoría que anuncia el título no sólo es sobre el juarense, también es teoría acerca de la escritura.
Cuando alguien escribe se enfrenta a dos cuestiones: Qué decir y cómo decirlo (fondo y forma). Muchas de las veces tenemos algo qué decir y creemos que la forma de decirlo “ya se irá dando”. Ahora estamos ante algo que se ha dicho pero también ante una conciencia de la escritura, es decir, ante un autor que supo cómo quería decir ese algo. ¿Cuáles son las marcas que nos indican esa decisión y conocimiento sobre la escritura?
Estructura
(Externa). Vayamos primero con lo más evidente, su estructura. Cuando abrimos el libro salta su forma de «diccionario» o glosario, como dice Ricardo y como ustedes quieran clasificarlo; nos enfrentamos a un orden alfabético. Pero ese orden alfabético solamente es su estructura externa, la que salta a la vista; y también, gracias a esa división en letras, tenemos la colección de los artículos. Cada una de sus entradas corresponde a un tema específico.
Atardece. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Hablemos de un ejemplo. Si el libro se titula Teoría del juarense, entonces debe hablar de aquellos rasgos que, al menos en teoría, nos distinguen como juarenses. Uno de ellos y muy obvio pertenece a nuestra forma de alimentarnos, el burrito. Entonces van a encontrar un artículo en el cual ése es el tema y precisamente en la letra ‘b’. Un ejemplo más. Nuestro máximo representante en la música popular ante el mundo, es Juan Gabriel, por supuesto, no podía falta una entrada para él.
Cada pieza que ustedes encontrarán, está compuesta de dos partes: la entrada y el artículo, en la primera tendrán la definición del autor para ese elemento juarense y después el texto cuyo tema será ese elemento.
(Interna). Multiplicidad de géneros
Pero, además de esa estructura externa que salta a simple vista, van a encontrar que cada texto también tiene su propia estructura. Comparando un texto con otro, rápidamente detectarán una multiplicidad de géneros. Así, un tema puede estar planteado en una carta, otro en forma de cuento, uno más como si fuera un ensayo académico o una entrevista y, el colmo, otro como una insólita nota a pie de página.
A ustedes les corresponde emitir su propio juicio para decir si cada asunto está contenido en un género apropiado. Hasta pueden decidir si ustedes hubieran aplicado una forma distinta para dicho tema. Eso sería divertido.
Hasta aquí dejamos eso de estructura y géneros escriturales, solamente deseo que disfruten ese rasgo del libro y que se diviertan con sus entradas.
Forma y contenido
Vayamos al contenido. Éste, con temas aparentemente superficiales o triviales, responde a las características que nos hacen propiamente juarenses, como ya lo dije en los ejemplos anteriores. Pues bien, ese contenido abarca de forma general a esta comunidad fronteriza.
Nevando en la montaña. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Cada elemento sería fácilmente mencionado por ustedes. Decimos Juárez y alguien piensa en «el puente para ir a El Paso»; ninguna otra ciudad en el mundo tiene puentes para esta ciudad de los Estados Unidos; podrá tener puentes para cruzar ríos, para ir al «otro lado», pero no a El Paso, Texas. Cruzar un puente en cualquier parte del mundo tiene sus propias características. Estos nuestros también tienen sus peculiaridades.
Nadie más tiene un Chamizal como el nuestro, que se llena de gente y fiestas y carnes asadas los días «de la coneja». Tan visitado en el verano, donde vemos a un montón de niños y jóvenes jugando futbol, o gente en su ejercicio diario, o perros corriendo junto con sus dueños. Menciono tan sólo estos ejemplos, pero ustedes descubran cada uno de los personajes y de las actividades de nuestra ciudad.
No debemos olvidar que Ricardo es antropólogo y que nos llegó de fuera. Esos dos factores le permitieron vernos con asombro, con curiosidad. A todos nos pasa; vamos a otro lugar y nos damos cuenta que quienes ahí viven tienen conductas, poco o mucho, diferentes a las nuestras. Con esa mirada antropológica trabajo el contenido de su libro.
Dos niveles
Ese contenido funciona en dos niveles, uno superficial y otro profundo, esto es común en la lengua. Un ejemplo de cómo estos niveles hacen «clic», son los chistes. Cuando alguien cuenta un chiste la gente va siguiendo dos líneas discursivas y, por eso, al final, si el oyente se pierde y termina el chiste y no se ríe, decimos vulgarmente «no te cayó el veinte»; si, por el contrario, termina el chiste y quien escucha suelta la carcajada, entonces nos damos cuenta que le agarró el hilo a ese pequeño texto.
En este caso, el discurso de Ricardo, en cada uno de sus textos, también va por esos dos niveles. Uno de ellos los hará reírse, en el otro encontrarán las ideas del autor respecto al tema que esté tratando.
Una marca estilística es su humor. Encontrarán frases graciosas, como cuando Ricardo, en el prólogo, habla precisamente del libro y dice: «Ojalá lo haya comprado y no haya incurrido en la piratería al fotocopiarlo (no creo en la existencia de ser humano alguno que pudiese siquiera pensar en la remota posibilidad de cometer semejante insolencia y desatino, ¿piratear esto?)».
También encontrarán otras frases agudas, como ésta: los demás creen que «el juarense es algo así como un mexicano en vertiginoso proceso de conversión a pocho». U ocurrencias como «Se encontrará reflexiones planas, redondas, cuadradas y hasta piramidales…». Ustedes detectarán ironía, optimismo, seriedad, mesura, en fin, buen humor.
Ensayos
Dejando aparte la cualidad de literatura que podría sobreentenderse al mencionarse la palabra ensayo, yo calificaría estos textos precisamente como ensayos, ya que cumplen con las características que los grandes críticos han encontrado y enumerado para este género. Ricardo decidió por un tema, los juarenses, y se ha dedicado con su formación de antropólogo a detectar esas características que hacen que los habitantes de este rincón del planeta sean únicos, diferentes.
Nomenclatura singular. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Entre los principales rasgos de este género, se encuentra la libertad de estructura y de extensión. Precisamente y como dije antes, cada texto responde a una estructura o género o tipo de texto, como queramos llamarle. Un tema se extiende a lo largo de una carta; otro llena la forma tradicional de un cuento, del «había una vez…»; otro más está vaciado en un formato clásico de preguntas y respuestas, la entrevista.
Pero van a encontrar otras formas no tan fáciles de clasificar por la mezcla que en ellas aparece.
La voz del autor, expresando sus ideas, es otro de los elementos del ensayo. Por supuesto, para seguir cumpliendo con una clasificación de ensayo también es necesario detectar los conocimientos que por formación y experiencia del autor, se notan en el texto, y ésas, ahí están. Por último, la característica final y con un gran peso, es el lenguaje. Ése, ya ustedes tendrán oportunidad de revisarlo y de emitir su propio juicio al respecto.
Juego de escritura
Todos esos rasgos nos indican que el autor no sólo se ha resuelto a hablar sobre algo, sino que se ha permitido jugar con muchas posibles formas para hacerlo. Sólo dos ejemplos, muy claros, nos demuestran la conciencia del autor sobre su escritura.
Si abrimos el libro en la letra A, nos encontramos ante una tipografía medio rebuscada, y se lee: «¡Qué tipografía tan horrorosa! El autor se compromete a buscar otro diseño tripográfico».
El otro es más amplio, mucho más amplio y abarca a los distintos discursos que se generan en la ciudad. Por el ejemplo, el de los políticos, el de los medios de comunicación y no podemos dejar fuera, el de los académicos. Ricardo tiene conciencia de lo que significa escribir y en esta obra ha ensayado los distintos tipos y formas de un discurso. Sabe que está jugando con la escritura.
Experimentó con: ¿cómo se verá un diálogo aquí, como se verá allá? Hasta le cedió la palabra a otro, como en la parte de la letra O. Todo su texto fue: «Ummmh…» seguido de una llamada. En la nota a pie de página se lee: «Nota del editor: No, pues ahora sí que ya temíamos una falta de respuesta como la que tienen ante su vista, amables lectores. Ustedes han llegado al lugar correspondiente a la letra O de esta obra y… ¿qué se encuentran? ¡Nada! Nos parece que el autor no conoce la O… ¡ni por lo redondo!» Y continúa la misma voz de ese editor implícito, pero ahora entre paréntesis: «(el editor se autocritica y autocensura tratando inútilmente de componer su discurso, ¿cómo pedir algo lógico, interesante, atractivo y hasta inteligente al autor de un libro como éste?)». Aquí termina la cita (la mía), no la nota a pie de página del supuesto editor.
La catedral del chuchupastle. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Claro que todos entramos a los juegos de escritura, conocemos o tratamos de saber las reglas para armar discursos con los cuales lograr nuestros propósitos. Sabemos, también, qué formas son las más adecuadas en cada ambiente. Sabemos cuáles no debemos romper porque nuestra imagen va de por medio. Toda la comunicación, y nuestra relación con los demás lo es, tiene reglas que, aunque ya hace mucho tiempo hayan perdido su razón de ser, se respetan. Vivimos, sin embargo, también el caso contrario: la producción de una gran cantidad de textos que no tienen la mínima consideración por el lector. Experimentar con más y distintas formas de expresión, ayuda a una comunidad a la reflexión sobre sí misma y a pensar en el lugar que tiene en el mundo.
Una obra tiene vida cuando llega a las personas, cuando es leída y discutida. Si la obra no dio para más, entonces su vida será efímera. Cada texto producido, nace con una serie de circunstancias que lo rodean. Hay que revisarlas, todas, desde varios puntos de vista, no solamente respecto al contenido, que sí es muy importante, sino también considerando otros aspectos, como la forma que el autor ha decidido usar.
En fin, esto no es más que un pequeño análisis de algunos elementos de esta obra que sus ojos detectarán fácilmente. No me queda más que decir, Ricardo, enhorabuena, la moneda está en el aire.
SOBRE LA UTILIDAD O PROBABLE PÉRDIDA DE TIEMPO QUE PUEDE RESULTARLE A CUALQUIERA QUE DECIDA EMPEZAR A LEER TEORÍA DEL JUARENSE DE RICARDO LEÓN GARCÍA
Carlos González Herrera
(Texto de la Presentación de Teoría del juarense de Ricacrdo León, realizada en el Centro Cultural Paso del Norte, Ciudad Juárez, Chihuahua, el 5 de marzo de 2008)
Neupsnypc (No está usted para saberlo ni yo para contarlo. Abreviatura tomada del libro Teoría del juarense de Ricardo León García), pero me veo obligado a decirles que me ha tocado la suerte, también la incomodidad, de participar en la presentación de muchos libros durante la pasada década. Desde obras conceptuales y libros de arte hasta monográficas y novelas. Algunos, incluso, los he leído. El libro de Ricardo no está en ninguna de esas características y, además, no trae dibujitos. A la distancia de más de tres décadas, pienso, y creo que Ricardo estará de acuerdo conmigo, que si al Capital de Carlos Marx le hubieran agregado caricaturas, habríamos leído más allá del capítulo 1.
Todo esto viene a cuento para señalar que no sé bien a bien qué decirles o compartirles. Tengo la convicción de que el libro de Ricardo León debería haber sido presentado en una sesión de lectura en atril o, de plano, en una fiesta, pero no en una sesión tan formal como ésta.
Puente negro. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
El caso es que aquí estamos, contentos por la aparición de Teoría del juarense que usted podrá adquirir y leer en una edición, que si bien no es de bolsillo, ¡SÍ es más transportable que el ejemplar que me tocó leer a mí!
Primero, déjenme que les diga que este libro puede ser una sorpresa o una semi-sorpresa para quienes conocíamos a Ricardo como autor. Sus textos publicados versan sobre temas variados y quizá hoy ya parecen un tanto distantes: El agrarismo michoacano de los años 20s del siglo XX, Las misiones jesuitas de la Sierra Tarahumara en el siglo XVIII. Un poco más recientes son sus artículos de historia económica norteña sobre el sistema bancario de Chihuahua, redes de comerciantes y proto-industriales de este estado. Todos ellos son textos sólidos, bien escritos y documentados que pasarían casi cualquier escrutinio escolástico y académico. Pero hay que admitir, Ricardo, que esos textos no son precisamente castañuelas ni provocadores de carcajadas. En ese sentido Teoría de juarense es una sorpresa. Digamos que lo será para tus colegas de la Asociación de Historia Económica del Norte de México, del CEAS, o del departamento de Historia de la Universidad de Texas.
Por otro lado, estamos los que hemos presenciado el afinamiento de la otra avenida de tu mirada inquisitiva, analítica: la cercana a la fiesta y al desmadre. El buen humor, que en ti varía de oscuro a negro, se brinda de manera generosa, que no gratuita, a lo largo de este libro.
Nacido y criado chilango, Ricardo dejó el DF (corazón espiritual del centralismo mexicano) hace unos 25 años, y si su estancia en la Sierra Tarahumara no lo hizo un híbrido, el libro que hoy presentamos comprueba que Juárez SÍ lo logró. Teoría del juarense puede ser leído como una celebración, amarga y festiva al mismo tiempo, del mestizaje cultural. Un canto a la diversidad de la vida y un llamado, entre líneas, a la tolerancia.
Teoría del juarense es un libro difícil de presentar porque no es ni ‘la teoría’, tampoco ‘una teoría’. Para citar a un clásico, «el juarense no es una naturaleza sino una historia». Por ello, no conviene andar buscando explicaciones del juarense en la naturaleza, sino en los seres humanos, que son los actores de la historia.
Placa limítrofe. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Los actores de esa historia denominada Juárez son (somos) todos esos seres cabrones y maravillosos; desgraciados y generosos; inconscientes y solidarios; ambiciosos y desprendidos; prietos, blancos, gordos, chaparros y flacos que vamos, venimos y recalamos en esta ciudad: a unos no se les preguntó y nacieron aquí; a otros –quizá los más– vinimos a dar por necesidad o por azar, y nos quedamos por gusto, por amor, por masoquismo o, para citar la frase preferida de Ricardo León, porque nos dio la gana.
Generalmente, las teorías son paradigmas que se establecen para explicar los datos (todos o algunos de ellos) con los que se cuenta y procurar predicciones válidas generalizables. Dependiendo de lo fregón del teórico en cuestión, puede ser una teoría o La Teoría. Bueno, pues como dije, Teoría del juarense no es ni lo uno ni lo otro. Tampoco todo lo contrario. Es una aproximación paródica, cáustica por vocación y sentimental sólo por error involuntario, a lo que podríamos llamar el Juaritos state of mind, para usar la explicación de Billy Joel sobre Nueva York y la nuevayorkenidad.
¡Ahí está! El libro de Ricardo es sobre todo un «glosario, guía, manual o algo parecido» sobre el estado de ánimo para entender y querer a esta ciudad, o quizá una etnografía de los rasgos y trucos que la ciudad usa para engatusarnos y dejarnos adoloridos pero contentos sin entender por qué. Lo cual podría volver al libro una historia de amor, de un amor que no se atreve a decir su nombre.
Tu texto, Ricardo, me transmite una estentórea y casi rimbombante contorción que se produce acompañando un acto de auto-exorcismo en el que arrojas y despides los acartonamientos tradicionales de la vida académica.
Hidrante del 56. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Por ejemplo, ¿cómo volverás a explicarles a tus alumnos, a la pléyade de liberales que a mediados del siglo XIX construyeron el México moderno resistiendo la tentación de auto-citarte cuando dices:
Pocas personas en Ciudad Juárez hemos tenido el tino de apreciar en toda su majestuosidad el monumento luminoso que se construyó para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento del Benemérito de las Américas, en las montañas de la Sierra de Juárez que enmarcan la ciudad.
Cual faro a la orilla del mar, esta obra se convierte en un maravilloso landmark que tanta falta hacía a nuestra vilipendiada y estigmatizada ciudad.
En este monumento se conjugan la elegancia, el buen gusto, la nitidez y la sobriedad acordes al personaje en mención. Entre los que volteamos la vista hacia las montañas por la noche, nos preguntamos ¿y ahora, qué pusieron allí? Las apuestas corren desde la simpleza de una hilera de foquitos colocados al azar, pasando por el «sin ton ni son» que es casi lo mismo pero no es igual; que es un asentamiento irregular al que le llegó la electricidad antes que el drenaje, hasta quienes arriesgan su capital diciendo que se trata de una posmoderna reproducción de la Mona Lisa davinciana, el Homero Simpson en un arrebato de ira, un anuncio de cocacola volteando hacia la nada o una especie de aviso de las autoridades de Metrópolis de que Supermán está al pendiente de la ciudad para protegerla de los malhechores desde su guarida en el Cerro Bola.
Ignoro qué tan difícil le fue a Ricardo León escribir Teoría del juarense, lo que sí puedo afirmar es que el resultado es un libro divertido, escrito en forma de pequeñas crónicas organizadas, utilizando como pretexto las letras del alfabeto que llevan a un nombre propio o a un sustantivo que funciona como arranque para esos pequeños ensayos: unos cercanos a la realidad cotidiana de esta ciudad, otros resultado de la imaginación delirante de Ricardo.
Con la letra A, por ejemplo, empieza la palabra alimento y ésta es la excusa para que el autor nos haga una paseo por la culinaria juarense, y al mismo tiempo, un elogio al enriquecimiento de la oferta de productos que se obtiene cuando la gente deja su tierra y llega a otra nueva: «Decenas de miles de inmigrantes han dejado su huella en Juárez y los introductores de alimentos la han seguido», dice Ricardo y yo completo pensando que hay que bendecir las migraciones que crean nuevos mundos de sabores.
La letra C, de comida rápida, sirve para una divertida disquisición sobre el fast food y sus efectos en el consumismo, en la contaminación por el uso indiscriminado de plásticos y la deplorable destrucción de nuestra capacidad de saborear la verdadera comida con la gente en alegres sobremesas. Con la misma letra se escribe crucero, esas encrucijadas de caminos juarenses, que sirven de escenario abigarrado para mostrar sin pudor los abismos de la sociedad mexicana, nuestro racismo que oculta la cara, y las promesas incumplidas de nuestro modelo de desarrollo: vendedores de cigarros de contrabando, o de flores y chicles, escupe fuegos, inválidos reales o fingidos, ONGs, indígenas tarahumaras con niños propios, prestados o alquilados, etcétera.
Teoría del juarense da la facilidad al lector de empezar por la letra del alfabeto de su preferencia con las excepciones de la W, X, Y y Z que el autor deja libres para que cualquiera de nosotros se apunte y mande a Ricardo su versión para acompañar a esas letras. Ya él decidirá si las acepta, las rechaza, las incluye en la segunda edición o, en caso contrario, aplica el incontrovertible criterio editorial de hacer lo que le dé la gana.
Cúpula y palomas. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
La organización del libro permite empezar a leer desde donde se decida, de hecho puede usted organizar su lectura acudiendo al capítulo más de acuerdo a la situación o coyuntura, permanente o temporal, en la que se encuentre. Si está por salir a comer o cenar y no puede precisar lo que se le antoja o sabiéndolo ya consultó con su cartera, la guía culinaria del capítulo 1 del libro, en sólo 10 minutos le permitirá tomar una decisión razonada o al menos inventar una buena excusa: No mi reina, no es que no te valore, pero te traje a comer gordas de El Atorón porque están recomendadas en el único libro teórico sobre Juárez. Así, si usted triunfa esa noche, podrá bendecir el momento en que compró el libro, en caso contrario podría usted culpar a Ricardo León.
Otro momento ad hoc para hacerse acompañar de Ricardo León o, mejor dicho, del libro de Ricardo León, es cuando acuda usted a cumplir con la fisiología y vaya al baño a descomer. De gozar usted de una digestión que causa envidias entre la creciente comunidad de constipados fronterizos, es recomendable el capítulo dedicado a la letra H, cuya lectura, aun en tiempo de adaggio, no le tomará más de un minuto. Eso sí, siendo la H la única letra muda, hay cierta obligación de obrar en silencio. Si la ida al baño en caso contrario, es para usted un momento que requiere de tiempo e inspiración para lograr una efectiva facilitación del tránsito intestinal, no tengo ningún empacho en recomendarle el último capítulo del libro, la letra V, que nuestro amigo Ricardo dedica a la vialidad.
Me detengo aquí a pensar en que tengo razón, en que éste es un libro que debió presentarse en una lectura en atril, ya que no hay, ni habrá mejor presentador de Teoría del juarense que el libro mismo, salvo quizá el propio Ricardo León, al que me parece todos queremos escuchar, razón suficiente para callar.
REGRESAR A LA REVISTA
Portada de la publicación. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de marzo de 2008. (RanchoNEWS/RMV).- «Juárez no es sólo maquiladora, migrantes, mujeres muertas, vicio, es algo más. Juárez es una ciudad de tolerancia donde podemos vivir no tranquilos; ciudad con historia que conjunta las historias de todos nosotros», dijo ayer el antropólogo Ricardo León García durante la presentación de su libro Teoría del Juarense de la editorial Almuzara.
El evento reunió a cerca de 300 personas en la Sala de Usos Múltiples del Centro Cultural Paso del Norte. La presentación estuvo a cargo de Manuel Pimentel, director de la editorial en España, y de los maestros e investigadores de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Margarita Salazar Mendoza y Carlos González Herrera.
Manuel Pimentel dijo en esa ocasión que el texto era un «acercamiento inteligente y humorístico a una identidad». En tanto que Margarita Salazar Mendoza analizó la estructura de la obra organizada como glosario y ponderó su «ironía, optimismo, seriedad, mesura, en fin, buen humor», mientras que Carlos González Herrera lo definió como «un canto a la diversidad de la vida y un llamado, entre líneas, a la tolerancia».
Ricardo León, también académico de la UACJ, es autor de Las misiones jesuitas de la Sierra Tarahumara en el siglo XVIII, entre otros libros.
A continuación ofrecemos los textos que leyeron Salazar Mendoza y González Herrera:
TEORÍAS
Margarita Salazar Mendoza
(Texto de la Presentación del libro Teoría del juarense de Ricardo León García, el miércoles 5 de marzo de 2008, en el Centro Cultural Paso del Norte)
Hablar de este libro es un placer, un honor y una gran diversión para mí. Los experimentos siempre serán bienvenidos en la vida del hombre. Con ellos se despierta la creatividad; nos mantenemos curiosos, activos, alegres. Nada más necesita nuestra mente para disfrutar la vida. Todo en este libro es un juego, un experimento. La teoría que anuncia el título no sólo es sobre el juarense, también es teoría acerca de la escritura.
Cuando alguien escribe se enfrenta a dos cuestiones: Qué decir y cómo decirlo (fondo y forma). Muchas de las veces tenemos algo qué decir y creemos que la forma de decirlo “ya se irá dando”. Ahora estamos ante algo que se ha dicho pero también ante una conciencia de la escritura, es decir, ante un autor que supo cómo quería decir ese algo. ¿Cuáles son las marcas que nos indican esa decisión y conocimiento sobre la escritura?
Estructura
(Externa). Vayamos primero con lo más evidente, su estructura. Cuando abrimos el libro salta su forma de «diccionario» o glosario, como dice Ricardo y como ustedes quieran clasificarlo; nos enfrentamos a un orden alfabético. Pero ese orden alfabético solamente es su estructura externa, la que salta a la vista; y también, gracias a esa división en letras, tenemos la colección de los artículos. Cada una de sus entradas corresponde a un tema específico.
Atardece. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Hablemos de un ejemplo. Si el libro se titula Teoría del juarense, entonces debe hablar de aquellos rasgos que, al menos en teoría, nos distinguen como juarenses. Uno de ellos y muy obvio pertenece a nuestra forma de alimentarnos, el burrito. Entonces van a encontrar un artículo en el cual ése es el tema y precisamente en la letra ‘b’. Un ejemplo más. Nuestro máximo representante en la música popular ante el mundo, es Juan Gabriel, por supuesto, no podía falta una entrada para él.
Cada pieza que ustedes encontrarán, está compuesta de dos partes: la entrada y el artículo, en la primera tendrán la definición del autor para ese elemento juarense y después el texto cuyo tema será ese elemento.
(Interna). Multiplicidad de géneros
Pero, además de esa estructura externa que salta a simple vista, van a encontrar que cada texto también tiene su propia estructura. Comparando un texto con otro, rápidamente detectarán una multiplicidad de géneros. Así, un tema puede estar planteado en una carta, otro en forma de cuento, uno más como si fuera un ensayo académico o una entrevista y, el colmo, otro como una insólita nota a pie de página.
A ustedes les corresponde emitir su propio juicio para decir si cada asunto está contenido en un género apropiado. Hasta pueden decidir si ustedes hubieran aplicado una forma distinta para dicho tema. Eso sería divertido.
Hasta aquí dejamos eso de estructura y géneros escriturales, solamente deseo que disfruten ese rasgo del libro y que se diviertan con sus entradas.
Forma y contenido
Vayamos al contenido. Éste, con temas aparentemente superficiales o triviales, responde a las características que nos hacen propiamente juarenses, como ya lo dije en los ejemplos anteriores. Pues bien, ese contenido abarca de forma general a esta comunidad fronteriza.
Nevando en la montaña. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Cada elemento sería fácilmente mencionado por ustedes. Decimos Juárez y alguien piensa en «el puente para ir a El Paso»; ninguna otra ciudad en el mundo tiene puentes para esta ciudad de los Estados Unidos; podrá tener puentes para cruzar ríos, para ir al «otro lado», pero no a El Paso, Texas. Cruzar un puente en cualquier parte del mundo tiene sus propias características. Estos nuestros también tienen sus peculiaridades.
Nadie más tiene un Chamizal como el nuestro, que se llena de gente y fiestas y carnes asadas los días «de la coneja». Tan visitado en el verano, donde vemos a un montón de niños y jóvenes jugando futbol, o gente en su ejercicio diario, o perros corriendo junto con sus dueños. Menciono tan sólo estos ejemplos, pero ustedes descubran cada uno de los personajes y de las actividades de nuestra ciudad.
No debemos olvidar que Ricardo es antropólogo y que nos llegó de fuera. Esos dos factores le permitieron vernos con asombro, con curiosidad. A todos nos pasa; vamos a otro lugar y nos damos cuenta que quienes ahí viven tienen conductas, poco o mucho, diferentes a las nuestras. Con esa mirada antropológica trabajo el contenido de su libro.
Dos niveles
Ese contenido funciona en dos niveles, uno superficial y otro profundo, esto es común en la lengua. Un ejemplo de cómo estos niveles hacen «clic», son los chistes. Cuando alguien cuenta un chiste la gente va siguiendo dos líneas discursivas y, por eso, al final, si el oyente se pierde y termina el chiste y no se ríe, decimos vulgarmente «no te cayó el veinte»; si, por el contrario, termina el chiste y quien escucha suelta la carcajada, entonces nos damos cuenta que le agarró el hilo a ese pequeño texto.
En este caso, el discurso de Ricardo, en cada uno de sus textos, también va por esos dos niveles. Uno de ellos los hará reírse, en el otro encontrarán las ideas del autor respecto al tema que esté tratando.
Una marca estilística es su humor. Encontrarán frases graciosas, como cuando Ricardo, en el prólogo, habla precisamente del libro y dice: «Ojalá lo haya comprado y no haya incurrido en la piratería al fotocopiarlo (no creo en la existencia de ser humano alguno que pudiese siquiera pensar en la remota posibilidad de cometer semejante insolencia y desatino, ¿piratear esto?)».
También encontrarán otras frases agudas, como ésta: los demás creen que «el juarense es algo así como un mexicano en vertiginoso proceso de conversión a pocho». U ocurrencias como «Se encontrará reflexiones planas, redondas, cuadradas y hasta piramidales…». Ustedes detectarán ironía, optimismo, seriedad, mesura, en fin, buen humor.
Ensayos
Dejando aparte la cualidad de literatura que podría sobreentenderse al mencionarse la palabra ensayo, yo calificaría estos textos precisamente como ensayos, ya que cumplen con las características que los grandes críticos han encontrado y enumerado para este género. Ricardo decidió por un tema, los juarenses, y se ha dedicado con su formación de antropólogo a detectar esas características que hacen que los habitantes de este rincón del planeta sean únicos, diferentes.
Nomenclatura singular. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Entre los principales rasgos de este género, se encuentra la libertad de estructura y de extensión. Precisamente y como dije antes, cada texto responde a una estructura o género o tipo de texto, como queramos llamarle. Un tema se extiende a lo largo de una carta; otro llena la forma tradicional de un cuento, del «había una vez…»; otro más está vaciado en un formato clásico de preguntas y respuestas, la entrevista.
Pero van a encontrar otras formas no tan fáciles de clasificar por la mezcla que en ellas aparece.
La voz del autor, expresando sus ideas, es otro de los elementos del ensayo. Por supuesto, para seguir cumpliendo con una clasificación de ensayo también es necesario detectar los conocimientos que por formación y experiencia del autor, se notan en el texto, y ésas, ahí están. Por último, la característica final y con un gran peso, es el lenguaje. Ése, ya ustedes tendrán oportunidad de revisarlo y de emitir su propio juicio al respecto.
Juego de escritura
Todos esos rasgos nos indican que el autor no sólo se ha resuelto a hablar sobre algo, sino que se ha permitido jugar con muchas posibles formas para hacerlo. Sólo dos ejemplos, muy claros, nos demuestran la conciencia del autor sobre su escritura.
Si abrimos el libro en la letra A, nos encontramos ante una tipografía medio rebuscada, y se lee: «¡Qué tipografía tan horrorosa! El autor se compromete a buscar otro diseño tripográfico».
El otro es más amplio, mucho más amplio y abarca a los distintos discursos que se generan en la ciudad. Por el ejemplo, el de los políticos, el de los medios de comunicación y no podemos dejar fuera, el de los académicos. Ricardo tiene conciencia de lo que significa escribir y en esta obra ha ensayado los distintos tipos y formas de un discurso. Sabe que está jugando con la escritura.
Experimentó con: ¿cómo se verá un diálogo aquí, como se verá allá? Hasta le cedió la palabra a otro, como en la parte de la letra O. Todo su texto fue: «Ummmh…» seguido de una llamada. En la nota a pie de página se lee: «Nota del editor: No, pues ahora sí que ya temíamos una falta de respuesta como la que tienen ante su vista, amables lectores. Ustedes han llegado al lugar correspondiente a la letra O de esta obra y… ¿qué se encuentran? ¡Nada! Nos parece que el autor no conoce la O… ¡ni por lo redondo!» Y continúa la misma voz de ese editor implícito, pero ahora entre paréntesis: «(el editor se autocritica y autocensura tratando inútilmente de componer su discurso, ¿cómo pedir algo lógico, interesante, atractivo y hasta inteligente al autor de un libro como éste?)». Aquí termina la cita (la mía), no la nota a pie de página del supuesto editor.
La catedral del chuchupastle. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Claro que todos entramos a los juegos de escritura, conocemos o tratamos de saber las reglas para armar discursos con los cuales lograr nuestros propósitos. Sabemos, también, qué formas son las más adecuadas en cada ambiente. Sabemos cuáles no debemos romper porque nuestra imagen va de por medio. Toda la comunicación, y nuestra relación con los demás lo es, tiene reglas que, aunque ya hace mucho tiempo hayan perdido su razón de ser, se respetan. Vivimos, sin embargo, también el caso contrario: la producción de una gran cantidad de textos que no tienen la mínima consideración por el lector. Experimentar con más y distintas formas de expresión, ayuda a una comunidad a la reflexión sobre sí misma y a pensar en el lugar que tiene en el mundo.
Una obra tiene vida cuando llega a las personas, cuando es leída y discutida. Si la obra no dio para más, entonces su vida será efímera. Cada texto producido, nace con una serie de circunstancias que lo rodean. Hay que revisarlas, todas, desde varios puntos de vista, no solamente respecto al contenido, que sí es muy importante, sino también considerando otros aspectos, como la forma que el autor ha decidido usar.
En fin, esto no es más que un pequeño análisis de algunos elementos de esta obra que sus ojos detectarán fácilmente. No me queda más que decir, Ricardo, enhorabuena, la moneda está en el aire.
SOBRE LA UTILIDAD O PROBABLE PÉRDIDA DE TIEMPO QUE PUEDE RESULTARLE A CUALQUIERA QUE DECIDA EMPEZAR A LEER TEORÍA DEL JUARENSE DE RICARDO LEÓN GARCÍA
Carlos González Herrera
(Texto de la Presentación de Teoría del juarense de Ricacrdo León, realizada en el Centro Cultural Paso del Norte, Ciudad Juárez, Chihuahua, el 5 de marzo de 2008)
Neupsnypc (No está usted para saberlo ni yo para contarlo. Abreviatura tomada del libro Teoría del juarense de Ricardo León García), pero me veo obligado a decirles que me ha tocado la suerte, también la incomodidad, de participar en la presentación de muchos libros durante la pasada década. Desde obras conceptuales y libros de arte hasta monográficas y novelas. Algunos, incluso, los he leído. El libro de Ricardo no está en ninguna de esas características y, además, no trae dibujitos. A la distancia de más de tres décadas, pienso, y creo que Ricardo estará de acuerdo conmigo, que si al Capital de Carlos Marx le hubieran agregado caricaturas, habríamos leído más allá del capítulo 1.
Todo esto viene a cuento para señalar que no sé bien a bien qué decirles o compartirles. Tengo la convicción de que el libro de Ricardo León debería haber sido presentado en una sesión de lectura en atril o, de plano, en una fiesta, pero no en una sesión tan formal como ésta.
Puente negro. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
El caso es que aquí estamos, contentos por la aparición de Teoría del juarense que usted podrá adquirir y leer en una edición, que si bien no es de bolsillo, ¡SÍ es más transportable que el ejemplar que me tocó leer a mí!
Primero, déjenme que les diga que este libro puede ser una sorpresa o una semi-sorpresa para quienes conocíamos a Ricardo como autor. Sus textos publicados versan sobre temas variados y quizá hoy ya parecen un tanto distantes: El agrarismo michoacano de los años 20s del siglo XX, Las misiones jesuitas de la Sierra Tarahumara en el siglo XVIII. Un poco más recientes son sus artículos de historia económica norteña sobre el sistema bancario de Chihuahua, redes de comerciantes y proto-industriales de este estado. Todos ellos son textos sólidos, bien escritos y documentados que pasarían casi cualquier escrutinio escolástico y académico. Pero hay que admitir, Ricardo, que esos textos no son precisamente castañuelas ni provocadores de carcajadas. En ese sentido Teoría de juarense es una sorpresa. Digamos que lo será para tus colegas de la Asociación de Historia Económica del Norte de México, del CEAS, o del departamento de Historia de la Universidad de Texas.
Por otro lado, estamos los que hemos presenciado el afinamiento de la otra avenida de tu mirada inquisitiva, analítica: la cercana a la fiesta y al desmadre. El buen humor, que en ti varía de oscuro a negro, se brinda de manera generosa, que no gratuita, a lo largo de este libro.
Nacido y criado chilango, Ricardo dejó el DF (corazón espiritual del centralismo mexicano) hace unos 25 años, y si su estancia en la Sierra Tarahumara no lo hizo un híbrido, el libro que hoy presentamos comprueba que Juárez SÍ lo logró. Teoría del juarense puede ser leído como una celebración, amarga y festiva al mismo tiempo, del mestizaje cultural. Un canto a la diversidad de la vida y un llamado, entre líneas, a la tolerancia.
Teoría del juarense es un libro difícil de presentar porque no es ni ‘la teoría’, tampoco ‘una teoría’. Para citar a un clásico, «el juarense no es una naturaleza sino una historia». Por ello, no conviene andar buscando explicaciones del juarense en la naturaleza, sino en los seres humanos, que son los actores de la historia.
Placa limítrofe. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Los actores de esa historia denominada Juárez son (somos) todos esos seres cabrones y maravillosos; desgraciados y generosos; inconscientes y solidarios; ambiciosos y desprendidos; prietos, blancos, gordos, chaparros y flacos que vamos, venimos y recalamos en esta ciudad: a unos no se les preguntó y nacieron aquí; a otros –quizá los más– vinimos a dar por necesidad o por azar, y nos quedamos por gusto, por amor, por masoquismo o, para citar la frase preferida de Ricardo León, porque nos dio la gana.
Generalmente, las teorías son paradigmas que se establecen para explicar los datos (todos o algunos de ellos) con los que se cuenta y procurar predicciones válidas generalizables. Dependiendo de lo fregón del teórico en cuestión, puede ser una teoría o La Teoría. Bueno, pues como dije, Teoría del juarense no es ni lo uno ni lo otro. Tampoco todo lo contrario. Es una aproximación paródica, cáustica por vocación y sentimental sólo por error involuntario, a lo que podríamos llamar el Juaritos state of mind, para usar la explicación de Billy Joel sobre Nueva York y la nuevayorkenidad.
¡Ahí está! El libro de Ricardo es sobre todo un «glosario, guía, manual o algo parecido» sobre el estado de ánimo para entender y querer a esta ciudad, o quizá una etnografía de los rasgos y trucos que la ciudad usa para engatusarnos y dejarnos adoloridos pero contentos sin entender por qué. Lo cual podría volver al libro una historia de amor, de un amor que no se atreve a decir su nombre.
Tu texto, Ricardo, me transmite una estentórea y casi rimbombante contorción que se produce acompañando un acto de auto-exorcismo en el que arrojas y despides los acartonamientos tradicionales de la vida académica.
Hidrante del 56. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
Por ejemplo, ¿cómo volverás a explicarles a tus alumnos, a la pléyade de liberales que a mediados del siglo XIX construyeron el México moderno resistiendo la tentación de auto-citarte cuando dices:
Pocas personas en Ciudad Juárez hemos tenido el tino de apreciar en toda su majestuosidad el monumento luminoso que se construyó para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento del Benemérito de las Américas, en las montañas de la Sierra de Juárez que enmarcan la ciudad.
Cual faro a la orilla del mar, esta obra se convierte en un maravilloso landmark que tanta falta hacía a nuestra vilipendiada y estigmatizada ciudad.
En este monumento se conjugan la elegancia, el buen gusto, la nitidez y la sobriedad acordes al personaje en mención. Entre los que volteamos la vista hacia las montañas por la noche, nos preguntamos ¿y ahora, qué pusieron allí? Las apuestas corren desde la simpleza de una hilera de foquitos colocados al azar, pasando por el «sin ton ni son» que es casi lo mismo pero no es igual; que es un asentamiento irregular al que le llegó la electricidad antes que el drenaje, hasta quienes arriesgan su capital diciendo que se trata de una posmoderna reproducción de la Mona Lisa davinciana, el Homero Simpson en un arrebato de ira, un anuncio de cocacola volteando hacia la nada o una especie de aviso de las autoridades de Metrópolis de que Supermán está al pendiente de la ciudad para protegerla de los malhechores desde su guarida en el Cerro Bola.
Ignoro qué tan difícil le fue a Ricardo León escribir Teoría del juarense, lo que sí puedo afirmar es que el resultado es un libro divertido, escrito en forma de pequeñas crónicas organizadas, utilizando como pretexto las letras del alfabeto que llevan a un nombre propio o a un sustantivo que funciona como arranque para esos pequeños ensayos: unos cercanos a la realidad cotidiana de esta ciudad, otros resultado de la imaginación delirante de Ricardo.
Con la letra A, por ejemplo, empieza la palabra alimento y ésta es la excusa para que el autor nos haga una paseo por la culinaria juarense, y al mismo tiempo, un elogio al enriquecimiento de la oferta de productos que se obtiene cuando la gente deja su tierra y llega a otra nueva: «Decenas de miles de inmigrantes han dejado su huella en Juárez y los introductores de alimentos la han seguido», dice Ricardo y yo completo pensando que hay que bendecir las migraciones que crean nuevos mundos de sabores.
La letra C, de comida rápida, sirve para una divertida disquisición sobre el fast food y sus efectos en el consumismo, en la contaminación por el uso indiscriminado de plásticos y la deplorable destrucción de nuestra capacidad de saborear la verdadera comida con la gente en alegres sobremesas. Con la misma letra se escribe crucero, esas encrucijadas de caminos juarenses, que sirven de escenario abigarrado para mostrar sin pudor los abismos de la sociedad mexicana, nuestro racismo que oculta la cara, y las promesas incumplidas de nuestro modelo de desarrollo: vendedores de cigarros de contrabando, o de flores y chicles, escupe fuegos, inválidos reales o fingidos, ONGs, indígenas tarahumaras con niños propios, prestados o alquilados, etcétera.
Teoría del juarense da la facilidad al lector de empezar por la letra del alfabeto de su preferencia con las excepciones de la W, X, Y y Z que el autor deja libres para que cualquiera de nosotros se apunte y mande a Ricardo su versión para acompañar a esas letras. Ya él decidirá si las acepta, las rechaza, las incluye en la segunda edición o, en caso contrario, aplica el incontrovertible criterio editorial de hacer lo que le dé la gana.
Cúpula y palomas. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela/Visor Fronterizo)
La organización del libro permite empezar a leer desde donde se decida, de hecho puede usted organizar su lectura acudiendo al capítulo más de acuerdo a la situación o coyuntura, permanente o temporal, en la que se encuentre. Si está por salir a comer o cenar y no puede precisar lo que se le antoja o sabiéndolo ya consultó con su cartera, la guía culinaria del capítulo 1 del libro, en sólo 10 minutos le permitirá tomar una decisión razonada o al menos inventar una buena excusa: No mi reina, no es que no te valore, pero te traje a comer gordas de El Atorón porque están recomendadas en el único libro teórico sobre Juárez. Así, si usted triunfa esa noche, podrá bendecir el momento en que compró el libro, en caso contrario podría usted culpar a Ricardo León.
Otro momento ad hoc para hacerse acompañar de Ricardo León o, mejor dicho, del libro de Ricardo León, es cuando acuda usted a cumplir con la fisiología y vaya al baño a descomer. De gozar usted de una digestión que causa envidias entre la creciente comunidad de constipados fronterizos, es recomendable el capítulo dedicado a la letra H, cuya lectura, aun en tiempo de adaggio, no le tomará más de un minuto. Eso sí, siendo la H la única letra muda, hay cierta obligación de obrar en silencio. Si la ida al baño en caso contrario, es para usted un momento que requiere de tiempo e inspiración para lograr una efectiva facilitación del tránsito intestinal, no tengo ningún empacho en recomendarle el último capítulo del libro, la letra V, que nuestro amigo Ricardo dedica a la vialidad.
Me detengo aquí a pensar en que tengo razón, en que éste es un libro que debió presentarse en una lectura en atril, ya que no hay, ni habrá mejor presentador de Teoría del juarense que el libro mismo, salvo quizá el propio Ricardo León, al que me parece todos queremos escuchar, razón suficiente para callar.
REGRESAR A LA REVISTA
Arte Público / Chihuahua: El programa «Mural en mi escuela»
.
Autores de la obra en la secundaria Técnica No. 57 de la ciudad de Chihuahua. (Foto: GobEd)
C iudad Juárez, Chihuhua. Lunes 3 de marzo de 2008. (RanchoNEWS).- Desde la capital del estado la Secretaría de Educación y Cultura nos informa del programa «Mural en mi escuela»:
Alumnos de las secundarias Técnica No. 57 y 3024, se sumaron al programa «Mural en mi escuela», que lleva a cabo la Secretaría de Educación y Cultura en planteles de la ciudad de Chihuahua.
En la primera escuela un grupo de estudiantes que gustan del dibujo y la pintura, concluyó la tarde de este lunes su mural en el interior del centro escolar.
Por su parte estudiantes de la Secundaria Estatal 3024, ubicada en el fraccionamiento Junta de los Ríos, iniciaron también el proyecto de su mural que plasmarán en la fachada principal de acceso a la institución educativa.
En este programa se promueve entre los estudiantes de primaria y secundaria el gusto por la pintura mural, utilizando para ello las paredes dentro de las instalaciones de cada escuela.
En dichas superficies un grupo de estudiantes desarrolla un mural en forma colectiva en donde representan diversos temas relacionados con los valores, hechos históricos, fechas conmemorativas o bien determinadas inquietudes y preocupaciones de los propios alumnos.
En el caso de la Secundaria Técnica No. 57, que se ubica en el Periférico de la Juventud y calle Educación, los jóvenes artistas optaron por el tema de los valores, utilizando distintas imágenes y una atractiva combinación de colores.
Los jóvenes artistas trabajando. (Foto: GobEd)
Los autores del trabajo señalaron que incluso varios de ellos hicieron posaron como modelos para que sus compañeros del proyecto plasmaran sus figuras de tamaño natural.
En esta obra muralística participaron entre otros alumnos, Rocío Álvarez Andujo, Jenny Miranda Cota, Larissa Pérez Muro y Gerardo Payán Tarín.
A su vez los estudiantes de la Escuela Secundaria 3024, eligieron algunas figuras representativas del teatro, debido a que a varios de ellos les gusta esta manifestación artística, por lo que hicieron un diseño previo en un pizarrón, para luego empezar a desarrollar el proyecto en la entrada principal de la escuela.
El programa «Mural en mi escuela» tiene contemplado en este ciclo escolar 2007-2008 trabajar en 20 escuelas de la ciudad para pintar igual cantidad de pinturas murales. Este proyecto está a cargo de la Oficina de Educación Artística de la Secretaría de Educación y Cultura.
REGRESAR A LA REVISTA
Autores de la obra en la secundaria Técnica No. 57 de la ciudad de Chihuahua. (Foto: GobEd)
C iudad Juárez, Chihuhua. Lunes 3 de marzo de 2008. (RanchoNEWS).- Desde la capital del estado la Secretaría de Educación y Cultura nos informa del programa «Mural en mi escuela»:
Alumnos de las secundarias Técnica No. 57 y 3024, se sumaron al programa «Mural en mi escuela», que lleva a cabo la Secretaría de Educación y Cultura en planteles de la ciudad de Chihuahua.
En la primera escuela un grupo de estudiantes que gustan del dibujo y la pintura, concluyó la tarde de este lunes su mural en el interior del centro escolar.
Por su parte estudiantes de la Secundaria Estatal 3024, ubicada en el fraccionamiento Junta de los Ríos, iniciaron también el proyecto de su mural que plasmarán en la fachada principal de acceso a la institución educativa.
En este programa se promueve entre los estudiantes de primaria y secundaria el gusto por la pintura mural, utilizando para ello las paredes dentro de las instalaciones de cada escuela.
En dichas superficies un grupo de estudiantes desarrolla un mural en forma colectiva en donde representan diversos temas relacionados con los valores, hechos históricos, fechas conmemorativas o bien determinadas inquietudes y preocupaciones de los propios alumnos.
En el caso de la Secundaria Técnica No. 57, que se ubica en el Periférico de la Juventud y calle Educación, los jóvenes artistas optaron por el tema de los valores, utilizando distintas imágenes y una atractiva combinación de colores.
Los jóvenes artistas trabajando. (Foto: GobEd)
Los autores del trabajo señalaron que incluso varios de ellos hicieron posaron como modelos para que sus compañeros del proyecto plasmaran sus figuras de tamaño natural.
En esta obra muralística participaron entre otros alumnos, Rocío Álvarez Andujo, Jenny Miranda Cota, Larissa Pérez Muro y Gerardo Payán Tarín.
A su vez los estudiantes de la Escuela Secundaria 3024, eligieron algunas figuras representativas del teatro, debido a que a varios de ellos les gusta esta manifestación artística, por lo que hicieron un diseño previo en un pizarrón, para luego empezar a desarrollar el proyecto en la entrada principal de la escuela.
El programa «Mural en mi escuela» tiene contemplado en este ciclo escolar 2007-2008 trabajar en 20 escuelas de la ciudad para pintar igual cantidad de pinturas murales. Este proyecto está a cargo de la Oficina de Educación Artística de la Secretaría de Educación y Cultura.
REGRESAR A LA REVISTA
Noticias / Alemania: Llega a Berlín el busto de Bach
.
El proceso de reconstrucción. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. Martes 4 de marzo de 2008 (RanchooNEWS).- Desde Berlín, la agencia EFE reporta que el busto del músico alemán Johann Sebastian Bach, que fue reconstruido mediante un minucioso trabajo forense basado en técnicas digitales, fue mostrado en el museo que lleva su nombre:
La Casa Museo de Bach mostró ayer el rostro del maestro del barroco alemán Johann Sebastian Bach (1685-1750), a la edad de 65 años, cuyo busto fue reconstruido mediante un minucioso trabajo forense basado en técnicas digitales.
Un busto de plástico acrílico de unos 40 centímetros de alto, peluca blanca incluida, es el resultado de las investigaciones realizadas por la antropóloga escocesa Caroline Wilkinson, de la Universidad de Dundee.
Más de 250 años después de su muerte, la Casa Museo dedicada al genial compositor ha conseguido poner rostro a Bach, algo que ya intentaron en 1894 el médico alemán Wilhelm His y el escultor Carl Ludwig Seffner en el que fue el primer intento médico de la historia de este tipo.
El busto muestra a un Bach orondo, medio sonriente, de pómulos anchos, labios gruesos, frente amplia e incipientes entradas en el pelo, resultado de un meticuloso proceso que ha durado más de tres años y que se basa en retratos del músico y en su propia máscara mortuoria.
Los pioneros Seffner y His aprovecharon el traslado del cuerpo de Bach a una nueva tumba para tomar medidas de su cráneo, con las que forjaron una réplica de bronce, utilizada por la antropóloga dentro de la investigación.
Wilkinson explicó durante la presentación que el ensamblaje final del busto se hizo en tan sólo dos días, pero que fue necesaria una ardua tarea previa que combinó estudios antropológicos y técnica informática.
A petición de la Casa Museo del músico, con sede en Eisenach (centro de Alemania), Wilkinson aplicó con el fructífero compositor el mismo proceso de reconstrucción facial que ya utilizó para desvelar los semblantes de San Nicolás y Tutankamon.
El punto de partida del trabajo fue la reconstrucción digital del cráneo de Bach, cuyas medidas se introdujeron en una computadora gracias a la sofisticada técnica láser «Haptic Feedback», sobre la que se añadieron músculos, cartílagos, piel y pelo gracias a un programa informático.
El director del museo, Jörg Hansen, destacó que la recomposición reproduce «fielmente» la faz del compositor, según se desprende de los retratos que aún se conservan, especialmente del óleo pintado por Elias Gottlob Haussmann, que se tomó como referencia para la reconstrucción.
Hansen indicó que a pesar de la minuciosidad con la que el busto recrea las facciones de Bach, sólo se han realizado aproximaciones en cuanto al color del pelo, los ojos y la piel debido a la falta de datos científicos.
Noticia previa sobre la reconstrucción (Berlín /EFE/Jueves 28 de febrero de 2008)
La antropólogo escocesa Caroline Wilkinson ha reconstruido digitalmente el rostro del compositor alemán Johann Sebastian Bach, a petición de la Casa Museo del músico, con sede en Eisenach (centro de Alemania), y gracias a técnicas forenses y digitales.
Los resultados de su investigación, que serán presentados el lunes en Berlín, conjugan los datos obtenidos de retratos, mediciones de su cráneo y de la máscara mortuoria del músico (1685-1750).
La técnica forense ha permitido desvelar la faz del compositor como un rostro de facciones amplias y maduras, de frente despejada, incipientes entradas en su cabello y labios carnosos, según las imágenes adelantadas hoy por la prensa alemana.
Wilkinson, quien ha empleado las mismas técnicas de reconstrucción facial para descubrir los semblantes de San Nicolás y del faraón Tutankamon, reconstruyó en primer lugar el cráneo de Bach para, a través de un programa informático, añadir músculos, cartílagos, piel y pelo hasta dar con el resultado final.
Desde la Casa Museo de Bach, explicaron que ya en 1894, el médico alemán Wilhelm His y el escultor Carl Ludwig Seffner intentaron reconstruir el rostro de uno los genios más fructíferos de la música europea y maestro del barroco, en lo que fue el primer intento médico de este tipo de la historia.
«Estamos expectantes por ver cómo ha quedado finalmente el rostro» , afirmó el director del museo, Jörg Hansen, quien explicó que aunque se ha seguido un proceso minucioso en la recreación de los músculos y los huesos, el color de la piel, de los ojos y del pelo del músico siguen siendo un misterio.
Explicó que en los retratos que se conservan de Bach, unas veces sus ojos aparecen azules y en otras, marrones, mientras que en el caso del cabello, se han inspirado en la moda del momento y han tomado como modelo el rostro que pintó Elias Gottlob Haussmann.
La Casa Museo de Bach inaugurará el próximo 21 de marzo, aniversario del nacimiento del compositor, la exposición «Bach en el espejo de la medicina» cuyo elemento estrella será un busto de cera que mostrará el reconstruido rostro del músico.
REGRESAR A LA REVISTA
El proceso de reconstrucción. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. Martes 4 de marzo de 2008 (RanchooNEWS).- Desde Berlín, la agencia EFE reporta que el busto del músico alemán Johann Sebastian Bach, que fue reconstruido mediante un minucioso trabajo forense basado en técnicas digitales, fue mostrado en el museo que lleva su nombre:
La Casa Museo de Bach mostró ayer el rostro del maestro del barroco alemán Johann Sebastian Bach (1685-1750), a la edad de 65 años, cuyo busto fue reconstruido mediante un minucioso trabajo forense basado en técnicas digitales.
Un busto de plástico acrílico de unos 40 centímetros de alto, peluca blanca incluida, es el resultado de las investigaciones realizadas por la antropóloga escocesa Caroline Wilkinson, de la Universidad de Dundee.
Más de 250 años después de su muerte, la Casa Museo dedicada al genial compositor ha conseguido poner rostro a Bach, algo que ya intentaron en 1894 el médico alemán Wilhelm His y el escultor Carl Ludwig Seffner en el que fue el primer intento médico de la historia de este tipo.
El busto muestra a un Bach orondo, medio sonriente, de pómulos anchos, labios gruesos, frente amplia e incipientes entradas en el pelo, resultado de un meticuloso proceso que ha durado más de tres años y que se basa en retratos del músico y en su propia máscara mortuoria.
Los pioneros Seffner y His aprovecharon el traslado del cuerpo de Bach a una nueva tumba para tomar medidas de su cráneo, con las que forjaron una réplica de bronce, utilizada por la antropóloga dentro de la investigación.
Wilkinson explicó durante la presentación que el ensamblaje final del busto se hizo en tan sólo dos días, pero que fue necesaria una ardua tarea previa que combinó estudios antropológicos y técnica informática.
A petición de la Casa Museo del músico, con sede en Eisenach (centro de Alemania), Wilkinson aplicó con el fructífero compositor el mismo proceso de reconstrucción facial que ya utilizó para desvelar los semblantes de San Nicolás y Tutankamon.
El punto de partida del trabajo fue la reconstrucción digital del cráneo de Bach, cuyas medidas se introdujeron en una computadora gracias a la sofisticada técnica láser «Haptic Feedback», sobre la que se añadieron músculos, cartílagos, piel y pelo gracias a un programa informático.
El director del museo, Jörg Hansen, destacó que la recomposición reproduce «fielmente» la faz del compositor, según se desprende de los retratos que aún se conservan, especialmente del óleo pintado por Elias Gottlob Haussmann, que se tomó como referencia para la reconstrucción.
Hansen indicó que a pesar de la minuciosidad con la que el busto recrea las facciones de Bach, sólo se han realizado aproximaciones en cuanto al color del pelo, los ojos y la piel debido a la falta de datos científicos.
Noticia previa sobre la reconstrucción (Berlín /EFE/Jueves 28 de febrero de 2008)
La antropólogo escocesa Caroline Wilkinson ha reconstruido digitalmente el rostro del compositor alemán Johann Sebastian Bach, a petición de la Casa Museo del músico, con sede en Eisenach (centro de Alemania), y gracias a técnicas forenses y digitales.
Los resultados de su investigación, que serán presentados el lunes en Berlín, conjugan los datos obtenidos de retratos, mediciones de su cráneo y de la máscara mortuoria del músico (1685-1750).
La técnica forense ha permitido desvelar la faz del compositor como un rostro de facciones amplias y maduras, de frente despejada, incipientes entradas en su cabello y labios carnosos, según las imágenes adelantadas hoy por la prensa alemana.
Wilkinson, quien ha empleado las mismas técnicas de reconstrucción facial para descubrir los semblantes de San Nicolás y del faraón Tutankamon, reconstruyó en primer lugar el cráneo de Bach para, a través de un programa informático, añadir músculos, cartílagos, piel y pelo hasta dar con el resultado final.
Desde la Casa Museo de Bach, explicaron que ya en 1894, el médico alemán Wilhelm His y el escultor Carl Ludwig Seffner intentaron reconstruir el rostro de uno los genios más fructíferos de la música europea y maestro del barroco, en lo que fue el primer intento médico de este tipo de la historia.
«Estamos expectantes por ver cómo ha quedado finalmente el rostro» , afirmó el director del museo, Jörg Hansen, quien explicó que aunque se ha seguido un proceso minucioso en la recreación de los músculos y los huesos, el color de la piel, de los ojos y del pelo del músico siguen siendo un misterio.
Explicó que en los retratos que se conservan de Bach, unas veces sus ojos aparecen azules y en otras, marrones, mientras que en el caso del cabello, se han inspirado en la moda del momento y han tomado como modelo el rostro que pintó Elias Gottlob Haussmann.
La Casa Museo de Bach inaugurará el próximo 21 de marzo, aniversario del nacimiento del compositor, la exposición «Bach en el espejo de la medicina» cuyo elemento estrella será un busto de cera que mostrará el reconstruido rostro del músico.
REGRESAR A LA REVISTA
Ensayo / «Liberales, conservadores... ¿o qué? », por Susana V. Sánchez
.
Benito Juárez García. (Foto: Archivo)
E l Paso, Texas. Cuando cursaba la preparatoria oí por primera vez la pregunta: ¿Eres liberal o conservadora? Como ante muchas otras preguntas y aseveraciones que escuchaba en ese tiempo, me quedé perpleja y no supe que contestar, para deleite de mis compañeros. Hasta el momento, la única noticia que tenía respecto a los términos liberales y conservadores eran las lecturas históricas de las guerras del siglo XIX.
Gracias a eso, sabía que durante el siglo XIX se había librado en México una terrible guerra civil; y que un bando se llamaba de los Conservadores: traidores que se habían atrevido a traer a México un príncipe europeo para que nos gobernara, juzgando al pueblo de México y por ende, juzgándose ellos mismos, incapaces de organizar y gobernar debidamente. Mientras que los triunfadores de esa guerra, a los que pertenecían muchos de los próceres de la nación, entre ellos Benito Juárez, se denominaban los Liberales. Hasta ese momento los únicos liberales y conservadores de quienes tenía noticia eran los participantes de la decimonónica Guerra de Reforma.
Sin atreverme a preguntarles a quiénes con tal aire doctoral me preguntaban a qué categoría pertenecía yo, simplemente decidí investigar de qué hablaban y en la primera oportunidad contestar en consecuencia. Poco a poco me enteré que de lo que mis compañeros hablaban era de que si tenía o no la libertad para sostener relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio. Ante ese descubrimiento mi perplejidad sólo fue en aumento.
Moda femenil de los años setenta. (Foto: Archivo)
En los primeros años de mi vida, en el medio donde yo había crecido, ese tipo de conceptos no se cuestionaban, simplemente se daba por sentado que cualquier mujer debía esperar hasta realizar un matrimonio para iniciar su vida sexual, precisamente con ese único compañero que también lo sería para todas las cosas, durante toda la vida. Un maravilloso ideal, aunque a lo largo de la vida pude constatar que no pasaría de ser eso, un ideal para un gran número de mujeres y de hombres también. Hablar del asunto con otras muchachas de mi edad no me ayudó mucho a entender por qué se me estaban cuestionando asuntos íntimos que tienen que ver con la moral. Ellas también habían recibido el mismo tipo de educación, aunque fueran muchachas citadinas.
Con el paso de los años y muchas otras lecturas sobre los avances sociales y sobre todo, lo que era para mí el novedoso tema de la Liberación Femenina, me enteré que algunas mujeres propugnaban que el dominio del propio cuerpo y la propia sexualidad era un derecho que debíamos tener las mujeres. La vida me ha demostrado que esa tan cacareada libertad que los hombres decían tener también era una mera ilusión.
Como probablemente lo fue para muchas de mis contemporáneas, el tema pasó a ser parte de un cuestionamiento que nunca llegó a tener una respuesta clara. Sin embargo, ser «liberal» en los años subsiguientes llegó a ser sinónimo, ya no solamente de tener relaciones sexuales sin que hubiera matrimonio de por medio, sino de llevar una vida que en ese tiempo se llamaba licenciosa por nuestros mayores, esto es, ser sexualmente promiscuo/a, ingerir drogas y alcohol, no tener horarios fijos para nada y no obedecer ningún tipo de reglas o convencionalismos sociales.
Muchos jóvenes que se consideraban liberales también usaron las modas más estrafalarias; los hombres que traían el cabello más largo o las camisas más floreadas y las mujeres con las minifaldas más cortas, los cabellos más teñidos y las cigarreras más escandalosas. Sin embargo, muchos de estos estrafalarios, en realidad usaban la moda como única manifestación de «liberalismo», ya que simplemente eran pacíficos estudiantes o jóvenes trabajadores que llegaban a su casa a buena hora y rara vez se ponían alguna borrachera. Probablemente la mayoría, si es que habían coqueteado con las drogas, fue solamente de manera muy tangencial y pasajera.
Estudiante mexicano protestando en la Ciudad de México en 1968. (Foto: Archivo)
Durante esa misma época se puso de moda tener ideas «izquierdosas», políticamente hablando y participar activamente en movimientos sociales para cambiar el status quo. También estas ideas se equipararon con el concepto de «liberalidad»; por más que muchos de sus exponentes, en la vida íntima fueran más apegados a ideas de lo más tradicionalistas y hasta bastante anticuadas, como ellos mismos decían, ideas francamente reaccionarias… Por ese tiempo, algunas de mis compañeras se casaron con líderes de la llamada izquierda mexicana, quienes resultaron ser maridos tan apegados al concepto tradicional de lo que debía ser una esposa, que varios de ellos por ejemplo, obligaron a estas muchachas a tener 7 u 8 hijos, a permanecer en sus casas desempeñando solamente el papel de amas de casa, sin que nunca les permitieran desenvolverse en sus profesiones; menos aún participar en los movimientos sociales o políticos en los que ellos participaban, o practicar la política como una profesión; prácticas bastante «antiliberales», diría yo.
Por otra parte, los jóvenes que se designaban a sí mismos como conservadores eran muchachos generalmente muy religiosos (la mayoría católicos), abiertamente defendían las ideas tradicionales sobre el matrimonio, la familia, las relaciones sociales y sexuales. Aunque también usaban el cabello largo, lo traían de un largo moderado y muy bien arreglado; no se vestían escandalosamente, sino que procuraban tener un look que fuera muy aceptable para sus mayores. En general, estaban muy opuestos al cambio social. Consideraban que las clases sociales existían—«así había sido siempre y así debería de seguir siendo». Muchos consideraban que la mujer estaba hecha para ser esposa y madre fundamentalmente—como antes lo habían considerado ya sus padres, abuelos y bisabuelos— y que el hecho de que las muchachas asistieran a universidades y tecnológicos debía ser con el único propósito de convertirse en personas con la suficiente competencia como educadoras para formar hijos mejores y más aptos.
Estudiante mexicana en la actualidad. (Foto: Archivo)
Aunque ésta pueda ser una pintura bastante maniquea de los jóvenes mexicanos, tanto de los universitarios como de aquellos que se integraron a la fuerza de trabajo más jóvenes, durante las décadas de los sesentas y setentas, creo que podemos usarlo como herramienta que nos ayudará a entender en qué contexto principiaron estas discusiones sobre los tan traídos y llevados liberales y conservadores del siglo XX; absolutamente distintos a sus contrapartes decimonónicos. Probablemente las ideas de la Ilustración y el Enciclopedismo derivados de la Revolución Francesa fueron la motivación para adoptar estos nombres para los Liberales del siglo XIX. Eran definiciones que aunque llevaban una gran carga social, pues propugnaban por un cambio humanista de la sociedad, en realidad su intencionalidad era claramente política.
Para empezar, la concepción, ya que nunca me he encontrado con una verdadera definición, de liberal y conservador en el siglo pasado, es una idea más bien sociológica que política y, con el paso del tiempo llegó al siglo XXI bastante adulterada. Las modas en las siguientes tres décadas han cambiado varias veces tanto el largo de los cabellos para hombres y mujeres, como el largo de las faldas; los pantalones dejaron de ser blue jeans súper ajustados y se volvieron pantalones tumbados imitadores de los que usan los pandilleros de los ochentas, modas importadas de los Estados Unidos y Centroamérica. Hoy en día, se ha acentuado mucho más la diatriba sobre las «corrompidas costumbres liberales» aunque siempre que oigo estas discusiones en cualquier reunión de respetables familias clase medieras, termino con la impresión de que nadie sabe de qué se está hablando en realidad; cada quien tiene sus ideas sobre lo que es ser liberal o conservador.
Una cantidad enorme de muchachas de mi generación fueron a la universidad con el ánimo de ser súper estrellas del hogar y de la maternidad, pero terminaron teniendo que trabajar a todo vapor y practicar en serio sus profesiones porque como a menudo sucede, la vida, siempre cambiante, nos obliga a adoptar papeles insospechados y por lo tanto a mudar radicalmente de manera de ser, aunque sigamos con las mismas retóricas. Una de las cosas que establecieron «de facto» muchos de esos muchachos tan «conservadores» de entonces fue el divorcio. En efecto, aunque se supone que éste es un invento «liberal», en realidad los conservadores que estaban mejor situados social y económicamente fueron los que más decidieron terminar con sus matrimonios hechos a temprana edad.
Al contrario de sus padres y abuelos, ellos creyeron que no era necesario ser tan fieles al mandato de: «hasta que la muerte nos separe». Este solo hecho provocó que las mujeres que se fueron quedando solas tuvieran que salir a trabajar fuera de casa. La necesidad las obligó a transformarse en trabajadoras muy serias, o decidieron casarse en segundas y hasta en terceras nupcias, así pues formaron familias muy diferentes a aquellas de las que provenían; eso por no hablar de las que decidieron ser madres solteras, que dejó de ser un estigma social para convertirse en algo más o menos tácitamente aceptado. Algunas otras, aunque permanecieron felizmente casadas, las numerosas crisis económicas mundiales y en particular las del país, las obligaron a contribuir económicamente a sus hogares para poder sobrevivir las muchas catástrofes que ha tenido que capotear la clase media mexicana. La mujer casada que trabaja dejó de ser un animal raro para convertirse en el promedio.
Por supuesto, no todas esas muchachas corrieron la misma suerte o tuvieron los mismos propósitos. Había estudiantes que desde un principio decidieron tomaron en serio la profesión y después practicarla también con el mismo ahínco. Muchas brillantes profesionistas de los setentas encontraron al principio muy restringido el campo de trabajo. Pero como al menos en el norte de México se estableció la industria maquiladora, en donde eran bienvenidas las mujeres de muchas profesiones, ya que el grueso de la mano de obra era y es hasta la fecha femenina, estas noveles profesionistas pronto encontraron acomodo y acabaron con el mito de que las mujeres no pueden ser buenas profesionales porque tienen otras prioridades.
Debido a estos avances sociales, el siglo XXI recibió a las flamantes profesionistas, hijas de mi generación, con los brazos abiertos para todos los campos y las disciplinas en el trabajo. Aún subsiste discriminación contra la mujer trabajadora en muchos lugares, sobre todo en lo que se refiere a sueldos y oportunidades de ascenso, pero las jóvenes de hoy en día tienen más probabilidades de triunfar en su profesión que una joven profesionista de hace 30 ó 40 años.
La mayoría de estas mujeres no tienen ni siquiera una idea de las luchas que han librado las activistas por la liberación de la mujer en todo el mundo. No saben por ejemplo que sus bisabuelas y probablemente sus abuelas no tuvieron derecho al voto; probablemente no las hubieran admitido en las universidades si hubieran querido estudiar ingeniería, medicina o cualquier otra profesión considerada masculina—hay un libro de Mariano Azuela que constituye una soberana burla de una muchacha que quería estudiar leyes; o aún cuando las puertas de la universidad se hubieran abierto para ellas, sus familias nunca les habrían permitido estudiar, o ejercer su profesión.
La cantante mexicana Vianey Valdez en los años sesenta. (Foto: Archivo)
Cualquier patrón se hubiera reído a carcajadas si le hubiera solicitado una oportunidad una mujer ingeniera o hasta una carpintera, entre las profesiones técnicas. Mi generación es probablemente la primera en la que se hizo común que una muchacha decidiera estudiar con toda seriedad cualquiera de estas disciplinas para después practicarla para ganarse la vida. Este es un logro de los movimientos de liberación femenina que es parte, desde luego, de las ideas consideradas liberales. Curiosamente, es en los hogares considerados por las propias familias «muy conservadores» donde más han alentado a sus hijas a estudiar y trabajar con toda seriedad.
En México, aunque en los setentas se comenzó a hablar de que la mujer debía ser dueña de su cuerpo y su sexualidad, es hasta este siglo XXI cuando realmente se comienza a dar este fenómeno y las jóvenes determinan con más libertad cuando quieren comenzar una vida sexual activa, estén o no casadas. Aunque no deja de haber entre ellas todavía una carga de culpabilidad o de incertidumbre al tomar estas decisiones. Desgraciadamente, aún se sigue manejando la misma hipocresía con que siempre se ha abordado o acallado el tema de la sexualidad. Incluso cada rato me encuentro con fósiles antidiluvianas de mi edad que encuentran atractivo como tema de conversación, comentar que ellas no tuvieron relaciones sexuales hasta que su matrimonio estuvo debidamente sancionado por el cura y por el juez. No sé hasta que punto es cierto o no, creo que el asunto no tiene la menor importancia, pero lo encuentro bastante aburrido en mujeres que ya son o están a punto de ser abuelas y que podrían hablar de experiencias mucho más importantes e iluminadoras para las nuevas generaciones. ¡Me dan severos bostezos…!
TOLERAR OTRAS FORMAS DE PENSAR
Desde luego, con las epidemias de enfermedades de transmisión sexual y la terrible pandemia del SIDA, sería mucho más importante transmitirles a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, la gran responsabilidad que tienen entre manos para manejar su sexualidad responsablemente; como les enseñamos a mantener limpio y bien alimentado su cuerpo. Creo que la moral se ha quedado atrás, por no tomar en cuenta los avances en materia de higiene y todos los logros de la ciencia en todo lo que se refiere al manejo del propio cuerpo y sus necesidades.
Una de las peores catástrofes que acontecieron en el último cuarto del siglo XX fue la generalización del uso de las drogas, que aunque se dice que es por parte de los jóvenes, en realidad, el uso de las drogas ha sido y se está practicando por personas de todas las edades. Creo que ésta si la podemos considerar una verdadera hecatombe de fin de siglo. Junto con el SIDA y algunas otras epidemias de salud, pero tomando en cuenta el número de individuos que se enferman de drogadicción, el asunto de las drogas—eso sin hablar del terrible azote del narcotráfico y su secuela de muerte—creo que es con mucho, probablemente el mayor problema de salud pública que tenemos encima, una pandemia mundial de proporciones insospechadas.
No obstante, oyendo tanta sandez disfrazada de moralina por dondequiera, me doy cuenta de lo impreparados que estamos para enfrentarlo y combatirlo de una manera seria y eficaz. Nos portamos como unos verdaderos ignorantes y medrosos supersticiosos medievales. En lugar de respaldar a las diferentes disciplinas de la ciencia, que creo es nuestra única verdadera esperanza, preferimos ponernos a lanzar verborreas apocalípticas, hablar de los males del liberalismo e ignorar el problema, como si ignorándolo pudiéramos exorcizarlo.
Otra vez se pusieron de moda los «conservadores», o sea individuos religiosos y «muy morales», aunque ya se sabe que también entre ellos abundan los pederastas, y aquellos que también sufren todos los azotes de los diferentes vicios que aquejan al resto de la humanidad. Se han multiplicado como hongos una multitud de sectas de todas las religiones tradicionales, así como seudo-religiones de nuevo cuño que le ofrecen a los pobres desesperados enganchados en la drogadicción, o a sus desgarradas familias la salvación del alma y del cuerpo, cuando en realidad lo único que quieren es aligerarle la cartera.
Ciertamente que a algunos pocos les ha dado resultado el apego a las religiones, pero eso no es cierto para la mayoría de los miserables enfermos que están dispuestos a cualquier aberración con tal de conseguir la siguiente dosis de la droga o las drogas a las que sean adictos. Los narcos, mercachifles de la muerte, saben esto, y no se detienen ante nada para ejercer esta moderna forma de esclavitud. Tal vez habría que buscar en la propensión del ser humano a buscar paliativos a los males que nuestra condición de seres pensantes nos ha condenado, para encontrar la solución a la dependencia bioquímica de las drogas; o a muchas otras dependencias sicológicas—entre ellas podemos contar la anorexia, la bulemia, la glotonería, traducida en obesidad, la adicción al juego o al sexo indiscriminado—que también conducen a la locura y a la muerte. A ese tipo de problemas, hasta ahora, solamente la ciencia está dando algunos pasos vacilantes para darles respuesta adecuada.
Es sin duda, muy loable la búsqueda de respuestas en todas aquellas disciplinas que nos han ayudado tradicionalmente: la religión, la moral, la ética, la filosofía. Sin embargo, hablar sin ton ni son de la pérdida de «valores» cuando nadie aclara cuáles son esos valores y nadie define con precisión cuáles serían las metas a lograr, sucede lo mismo que con la tonta discusión sobre «liberalismo» y «conservadurismo». Cuando cada quien tiene en mente una definición diferente y nadie ha dicho de qué cosa estamos partiendo, todo se convierte en un diálogo de sordos, un parloteo de cotorras que no tiene sentido y probablemente no nos lleve a ninguna parte.
A lo largo de mi vida he tratado con gente de todas las condiciones sociales, de diferente educación y procedencia y he descubierto que lo único que tenemos los seres humanos en común, es la certeza de que nuestra manera de pensar, de vivir y de actuar es la mejor. Por lo tanto, para hablar de valores, habría que ver primero si nuestros valores son los mismos que los del vecino y los de los habitantes de la casa de la esquina. Tomar la decisión de tolerar otras formas de pensar, de vivir y de afrontar la vida. Si no echamos mano de la experiencia de muchos siglos de historia, de la comprensión, el respeto y la solidaridad que nos debemos unos a otros, estaremos perdiendo un tiempo precioso para solucionar muchos de los males sociales y de salud que hoy nos aquejan y que requieren soluciones novedosas, imaginativas y muy urgentes.
REGRESAR A LA REVISTA
Benito Juárez García. (Foto: Archivo)
E l Paso, Texas. Cuando cursaba la preparatoria oí por primera vez la pregunta: ¿Eres liberal o conservadora? Como ante muchas otras preguntas y aseveraciones que escuchaba en ese tiempo, me quedé perpleja y no supe que contestar, para deleite de mis compañeros. Hasta el momento, la única noticia que tenía respecto a los términos liberales y conservadores eran las lecturas históricas de las guerras del siglo XIX.
Gracias a eso, sabía que durante el siglo XIX se había librado en México una terrible guerra civil; y que un bando se llamaba de los Conservadores: traidores que se habían atrevido a traer a México un príncipe europeo para que nos gobernara, juzgando al pueblo de México y por ende, juzgándose ellos mismos, incapaces de organizar y gobernar debidamente. Mientras que los triunfadores de esa guerra, a los que pertenecían muchos de los próceres de la nación, entre ellos Benito Juárez, se denominaban los Liberales. Hasta ese momento los únicos liberales y conservadores de quienes tenía noticia eran los participantes de la decimonónica Guerra de Reforma.
Sin atreverme a preguntarles a quiénes con tal aire doctoral me preguntaban a qué categoría pertenecía yo, simplemente decidí investigar de qué hablaban y en la primera oportunidad contestar en consecuencia. Poco a poco me enteré que de lo que mis compañeros hablaban era de que si tenía o no la libertad para sostener relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio. Ante ese descubrimiento mi perplejidad sólo fue en aumento.
Moda femenil de los años setenta. (Foto: Archivo)
En los primeros años de mi vida, en el medio donde yo había crecido, ese tipo de conceptos no se cuestionaban, simplemente se daba por sentado que cualquier mujer debía esperar hasta realizar un matrimonio para iniciar su vida sexual, precisamente con ese único compañero que también lo sería para todas las cosas, durante toda la vida. Un maravilloso ideal, aunque a lo largo de la vida pude constatar que no pasaría de ser eso, un ideal para un gran número de mujeres y de hombres también. Hablar del asunto con otras muchachas de mi edad no me ayudó mucho a entender por qué se me estaban cuestionando asuntos íntimos que tienen que ver con la moral. Ellas también habían recibido el mismo tipo de educación, aunque fueran muchachas citadinas.
Con el paso de los años y muchas otras lecturas sobre los avances sociales y sobre todo, lo que era para mí el novedoso tema de la Liberación Femenina, me enteré que algunas mujeres propugnaban que el dominio del propio cuerpo y la propia sexualidad era un derecho que debíamos tener las mujeres. La vida me ha demostrado que esa tan cacareada libertad que los hombres decían tener también era una mera ilusión.
Como probablemente lo fue para muchas de mis contemporáneas, el tema pasó a ser parte de un cuestionamiento que nunca llegó a tener una respuesta clara. Sin embargo, ser «liberal» en los años subsiguientes llegó a ser sinónimo, ya no solamente de tener relaciones sexuales sin que hubiera matrimonio de por medio, sino de llevar una vida que en ese tiempo se llamaba licenciosa por nuestros mayores, esto es, ser sexualmente promiscuo/a, ingerir drogas y alcohol, no tener horarios fijos para nada y no obedecer ningún tipo de reglas o convencionalismos sociales.
Muchos jóvenes que se consideraban liberales también usaron las modas más estrafalarias; los hombres que traían el cabello más largo o las camisas más floreadas y las mujeres con las minifaldas más cortas, los cabellos más teñidos y las cigarreras más escandalosas. Sin embargo, muchos de estos estrafalarios, en realidad usaban la moda como única manifestación de «liberalismo», ya que simplemente eran pacíficos estudiantes o jóvenes trabajadores que llegaban a su casa a buena hora y rara vez se ponían alguna borrachera. Probablemente la mayoría, si es que habían coqueteado con las drogas, fue solamente de manera muy tangencial y pasajera.
Estudiante mexicano protestando en la Ciudad de México en 1968. (Foto: Archivo)
Durante esa misma época se puso de moda tener ideas «izquierdosas», políticamente hablando y participar activamente en movimientos sociales para cambiar el status quo. También estas ideas se equipararon con el concepto de «liberalidad»; por más que muchos de sus exponentes, en la vida íntima fueran más apegados a ideas de lo más tradicionalistas y hasta bastante anticuadas, como ellos mismos decían, ideas francamente reaccionarias… Por ese tiempo, algunas de mis compañeras se casaron con líderes de la llamada izquierda mexicana, quienes resultaron ser maridos tan apegados al concepto tradicional de lo que debía ser una esposa, que varios de ellos por ejemplo, obligaron a estas muchachas a tener 7 u 8 hijos, a permanecer en sus casas desempeñando solamente el papel de amas de casa, sin que nunca les permitieran desenvolverse en sus profesiones; menos aún participar en los movimientos sociales o políticos en los que ellos participaban, o practicar la política como una profesión; prácticas bastante «antiliberales», diría yo.
Por otra parte, los jóvenes que se designaban a sí mismos como conservadores eran muchachos generalmente muy religiosos (la mayoría católicos), abiertamente defendían las ideas tradicionales sobre el matrimonio, la familia, las relaciones sociales y sexuales. Aunque también usaban el cabello largo, lo traían de un largo moderado y muy bien arreglado; no se vestían escandalosamente, sino que procuraban tener un look que fuera muy aceptable para sus mayores. En general, estaban muy opuestos al cambio social. Consideraban que las clases sociales existían—«así había sido siempre y así debería de seguir siendo». Muchos consideraban que la mujer estaba hecha para ser esposa y madre fundamentalmente—como antes lo habían considerado ya sus padres, abuelos y bisabuelos— y que el hecho de que las muchachas asistieran a universidades y tecnológicos debía ser con el único propósito de convertirse en personas con la suficiente competencia como educadoras para formar hijos mejores y más aptos.
Estudiante mexicana en la actualidad. (Foto: Archivo)
Aunque ésta pueda ser una pintura bastante maniquea de los jóvenes mexicanos, tanto de los universitarios como de aquellos que se integraron a la fuerza de trabajo más jóvenes, durante las décadas de los sesentas y setentas, creo que podemos usarlo como herramienta que nos ayudará a entender en qué contexto principiaron estas discusiones sobre los tan traídos y llevados liberales y conservadores del siglo XX; absolutamente distintos a sus contrapartes decimonónicos. Probablemente las ideas de la Ilustración y el Enciclopedismo derivados de la Revolución Francesa fueron la motivación para adoptar estos nombres para los Liberales del siglo XIX. Eran definiciones que aunque llevaban una gran carga social, pues propugnaban por un cambio humanista de la sociedad, en realidad su intencionalidad era claramente política.
Para empezar, la concepción, ya que nunca me he encontrado con una verdadera definición, de liberal y conservador en el siglo pasado, es una idea más bien sociológica que política y, con el paso del tiempo llegó al siglo XXI bastante adulterada. Las modas en las siguientes tres décadas han cambiado varias veces tanto el largo de los cabellos para hombres y mujeres, como el largo de las faldas; los pantalones dejaron de ser blue jeans súper ajustados y se volvieron pantalones tumbados imitadores de los que usan los pandilleros de los ochentas, modas importadas de los Estados Unidos y Centroamérica. Hoy en día, se ha acentuado mucho más la diatriba sobre las «corrompidas costumbres liberales» aunque siempre que oigo estas discusiones en cualquier reunión de respetables familias clase medieras, termino con la impresión de que nadie sabe de qué se está hablando en realidad; cada quien tiene sus ideas sobre lo que es ser liberal o conservador.
Una cantidad enorme de muchachas de mi generación fueron a la universidad con el ánimo de ser súper estrellas del hogar y de la maternidad, pero terminaron teniendo que trabajar a todo vapor y practicar en serio sus profesiones porque como a menudo sucede, la vida, siempre cambiante, nos obliga a adoptar papeles insospechados y por lo tanto a mudar radicalmente de manera de ser, aunque sigamos con las mismas retóricas. Una de las cosas que establecieron «de facto» muchos de esos muchachos tan «conservadores» de entonces fue el divorcio. En efecto, aunque se supone que éste es un invento «liberal», en realidad los conservadores que estaban mejor situados social y económicamente fueron los que más decidieron terminar con sus matrimonios hechos a temprana edad.
Al contrario de sus padres y abuelos, ellos creyeron que no era necesario ser tan fieles al mandato de: «hasta que la muerte nos separe». Este solo hecho provocó que las mujeres que se fueron quedando solas tuvieran que salir a trabajar fuera de casa. La necesidad las obligó a transformarse en trabajadoras muy serias, o decidieron casarse en segundas y hasta en terceras nupcias, así pues formaron familias muy diferentes a aquellas de las que provenían; eso por no hablar de las que decidieron ser madres solteras, que dejó de ser un estigma social para convertirse en algo más o menos tácitamente aceptado. Algunas otras, aunque permanecieron felizmente casadas, las numerosas crisis económicas mundiales y en particular las del país, las obligaron a contribuir económicamente a sus hogares para poder sobrevivir las muchas catástrofes que ha tenido que capotear la clase media mexicana. La mujer casada que trabaja dejó de ser un animal raro para convertirse en el promedio.
Por supuesto, no todas esas muchachas corrieron la misma suerte o tuvieron los mismos propósitos. Había estudiantes que desde un principio decidieron tomaron en serio la profesión y después practicarla también con el mismo ahínco. Muchas brillantes profesionistas de los setentas encontraron al principio muy restringido el campo de trabajo. Pero como al menos en el norte de México se estableció la industria maquiladora, en donde eran bienvenidas las mujeres de muchas profesiones, ya que el grueso de la mano de obra era y es hasta la fecha femenina, estas noveles profesionistas pronto encontraron acomodo y acabaron con el mito de que las mujeres no pueden ser buenas profesionales porque tienen otras prioridades.
Debido a estos avances sociales, el siglo XXI recibió a las flamantes profesionistas, hijas de mi generación, con los brazos abiertos para todos los campos y las disciplinas en el trabajo. Aún subsiste discriminación contra la mujer trabajadora en muchos lugares, sobre todo en lo que se refiere a sueldos y oportunidades de ascenso, pero las jóvenes de hoy en día tienen más probabilidades de triunfar en su profesión que una joven profesionista de hace 30 ó 40 años.
La mayoría de estas mujeres no tienen ni siquiera una idea de las luchas que han librado las activistas por la liberación de la mujer en todo el mundo. No saben por ejemplo que sus bisabuelas y probablemente sus abuelas no tuvieron derecho al voto; probablemente no las hubieran admitido en las universidades si hubieran querido estudiar ingeniería, medicina o cualquier otra profesión considerada masculina—hay un libro de Mariano Azuela que constituye una soberana burla de una muchacha que quería estudiar leyes; o aún cuando las puertas de la universidad se hubieran abierto para ellas, sus familias nunca les habrían permitido estudiar, o ejercer su profesión.
La cantante mexicana Vianey Valdez en los años sesenta. (Foto: Archivo)
Cualquier patrón se hubiera reído a carcajadas si le hubiera solicitado una oportunidad una mujer ingeniera o hasta una carpintera, entre las profesiones técnicas. Mi generación es probablemente la primera en la que se hizo común que una muchacha decidiera estudiar con toda seriedad cualquiera de estas disciplinas para después practicarla para ganarse la vida. Este es un logro de los movimientos de liberación femenina que es parte, desde luego, de las ideas consideradas liberales. Curiosamente, es en los hogares considerados por las propias familias «muy conservadores» donde más han alentado a sus hijas a estudiar y trabajar con toda seriedad.
En México, aunque en los setentas se comenzó a hablar de que la mujer debía ser dueña de su cuerpo y su sexualidad, es hasta este siglo XXI cuando realmente se comienza a dar este fenómeno y las jóvenes determinan con más libertad cuando quieren comenzar una vida sexual activa, estén o no casadas. Aunque no deja de haber entre ellas todavía una carga de culpabilidad o de incertidumbre al tomar estas decisiones. Desgraciadamente, aún se sigue manejando la misma hipocresía con que siempre se ha abordado o acallado el tema de la sexualidad. Incluso cada rato me encuentro con fósiles antidiluvianas de mi edad que encuentran atractivo como tema de conversación, comentar que ellas no tuvieron relaciones sexuales hasta que su matrimonio estuvo debidamente sancionado por el cura y por el juez. No sé hasta que punto es cierto o no, creo que el asunto no tiene la menor importancia, pero lo encuentro bastante aburrido en mujeres que ya son o están a punto de ser abuelas y que podrían hablar de experiencias mucho más importantes e iluminadoras para las nuevas generaciones. ¡Me dan severos bostezos…!
TOLERAR OTRAS FORMAS DE PENSAR
Desde luego, con las epidemias de enfermedades de transmisión sexual y la terrible pandemia del SIDA, sería mucho más importante transmitirles a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, la gran responsabilidad que tienen entre manos para manejar su sexualidad responsablemente; como les enseñamos a mantener limpio y bien alimentado su cuerpo. Creo que la moral se ha quedado atrás, por no tomar en cuenta los avances en materia de higiene y todos los logros de la ciencia en todo lo que se refiere al manejo del propio cuerpo y sus necesidades.
Una de las peores catástrofes que acontecieron en el último cuarto del siglo XX fue la generalización del uso de las drogas, que aunque se dice que es por parte de los jóvenes, en realidad, el uso de las drogas ha sido y se está practicando por personas de todas las edades. Creo que ésta si la podemos considerar una verdadera hecatombe de fin de siglo. Junto con el SIDA y algunas otras epidemias de salud, pero tomando en cuenta el número de individuos que se enferman de drogadicción, el asunto de las drogas—eso sin hablar del terrible azote del narcotráfico y su secuela de muerte—creo que es con mucho, probablemente el mayor problema de salud pública que tenemos encima, una pandemia mundial de proporciones insospechadas.
No obstante, oyendo tanta sandez disfrazada de moralina por dondequiera, me doy cuenta de lo impreparados que estamos para enfrentarlo y combatirlo de una manera seria y eficaz. Nos portamos como unos verdaderos ignorantes y medrosos supersticiosos medievales. En lugar de respaldar a las diferentes disciplinas de la ciencia, que creo es nuestra única verdadera esperanza, preferimos ponernos a lanzar verborreas apocalípticas, hablar de los males del liberalismo e ignorar el problema, como si ignorándolo pudiéramos exorcizarlo.
Otra vez se pusieron de moda los «conservadores», o sea individuos religiosos y «muy morales», aunque ya se sabe que también entre ellos abundan los pederastas, y aquellos que también sufren todos los azotes de los diferentes vicios que aquejan al resto de la humanidad. Se han multiplicado como hongos una multitud de sectas de todas las religiones tradicionales, así como seudo-religiones de nuevo cuño que le ofrecen a los pobres desesperados enganchados en la drogadicción, o a sus desgarradas familias la salvación del alma y del cuerpo, cuando en realidad lo único que quieren es aligerarle la cartera.
Ciertamente que a algunos pocos les ha dado resultado el apego a las religiones, pero eso no es cierto para la mayoría de los miserables enfermos que están dispuestos a cualquier aberración con tal de conseguir la siguiente dosis de la droga o las drogas a las que sean adictos. Los narcos, mercachifles de la muerte, saben esto, y no se detienen ante nada para ejercer esta moderna forma de esclavitud. Tal vez habría que buscar en la propensión del ser humano a buscar paliativos a los males que nuestra condición de seres pensantes nos ha condenado, para encontrar la solución a la dependencia bioquímica de las drogas; o a muchas otras dependencias sicológicas—entre ellas podemos contar la anorexia, la bulemia, la glotonería, traducida en obesidad, la adicción al juego o al sexo indiscriminado—que también conducen a la locura y a la muerte. A ese tipo de problemas, hasta ahora, solamente la ciencia está dando algunos pasos vacilantes para darles respuesta adecuada.
Es sin duda, muy loable la búsqueda de respuestas en todas aquellas disciplinas que nos han ayudado tradicionalmente: la religión, la moral, la ética, la filosofía. Sin embargo, hablar sin ton ni son de la pérdida de «valores» cuando nadie aclara cuáles son esos valores y nadie define con precisión cuáles serían las metas a lograr, sucede lo mismo que con la tonta discusión sobre «liberalismo» y «conservadurismo». Cuando cada quien tiene en mente una definición diferente y nadie ha dicho de qué cosa estamos partiendo, todo se convierte en un diálogo de sordos, un parloteo de cotorras que no tiene sentido y probablemente no nos lleve a ninguna parte.
A lo largo de mi vida he tratado con gente de todas las condiciones sociales, de diferente educación y procedencia y he descubierto que lo único que tenemos los seres humanos en común, es la certeza de que nuestra manera de pensar, de vivir y de actuar es la mejor. Por lo tanto, para hablar de valores, habría que ver primero si nuestros valores son los mismos que los del vecino y los de los habitantes de la casa de la esquina. Tomar la decisión de tolerar otras formas de pensar, de vivir y de afrontar la vida. Si no echamos mano de la experiencia de muchos siglos de historia, de la comprensión, el respeto y la solidaridad que nos debemos unos a otros, estaremos perdiendo un tiempo precioso para solucionar muchos de los males sociales y de salud que hoy nos aquejan y que requieren soluciones novedosas, imaginativas y muy urgentes.
REGRESAR A LA REVISTA
jueves, marzo 20, 2008
Cartelera / Ciudad Juárez: Festival del Sol
.
Muchacha rarámuri. (Foto: Amigo trails)
C iudad Juárez, Chihuahua. Lunes 10 de Marzo del 2008. (RanchoNEWS)-. Indígenas del Estado de Chihuahua y del suroeste de Estados Unidos se congregarán en esta frontera para celebrar el equinoccio de primavera, informó el Municipio de Juárez en este comunicado:
«En esta fiesta denominada “4 Festival del Sol” tiene como principal propósito crear un encuentro de hermandad, ya que estos grupos tienen como ritual cíclicamente durante el equinoccio hacer sus ofrendas para que el sol fecunde la tierra y la alimente de energía», explicó el organizador del evento Ignacio Frausto.
En el participarán:
• Nativos de Estados Unidos: mansos, piros, tompiros, navajos, tiwas, apaches (lipan, mezcalero y chiricagua), jumanos y pimas.
• Indígenas asentados en Ciudad Juárez: mixtecos, masahuas, tarahumaras y huicholes.
• Indígenas serranos: rarámuris, guarojíos y pimas.
Por su parte la Coordinadora de la Tarahumara comentó: «Ésta es una excelente oportunidad para que estos grupos étnicos se unan a través de sus rituales, artesanía, gastronomía y música».
La sede de este evento que se va a llevar cabo del 14 al 16 de Marzo se será el Museo de Arte y Arqueología del Chamizal.
Uno de los más llamativos rituales es donde las etnias se unen para alejar a los malos espíritus y vibras con danzas y cantos prehispánicos.
Los más pequeños tendrán la oportunidad de integrarse a un taller infantil donde aprenderán la historia, uso y significado de los calendarios Maya y Azteca.
Y para cerrar con broche de oro el domingo 16 se realizará el ceremonial del Equinoccio de Primavera donde se tocarán los caracoles y se intercambiarán ofrendas entre los participantes.
Todas las actividades están abiertas al público en general y son gratuitas.
REGRESAR A LA REVISTA
Muchacha rarámuri. (Foto: Amigo trails)
C iudad Juárez, Chihuahua. Lunes 10 de Marzo del 2008. (RanchoNEWS)-. Indígenas del Estado de Chihuahua y del suroeste de Estados Unidos se congregarán en esta frontera para celebrar el equinoccio de primavera, informó el Municipio de Juárez en este comunicado:
«En esta fiesta denominada “4 Festival del Sol” tiene como principal propósito crear un encuentro de hermandad, ya que estos grupos tienen como ritual cíclicamente durante el equinoccio hacer sus ofrendas para que el sol fecunde la tierra y la alimente de energía», explicó el organizador del evento Ignacio Frausto.
En el participarán:
• Nativos de Estados Unidos: mansos, piros, tompiros, navajos, tiwas, apaches (lipan, mezcalero y chiricagua), jumanos y pimas.
• Indígenas asentados en Ciudad Juárez: mixtecos, masahuas, tarahumaras y huicholes.
• Indígenas serranos: rarámuris, guarojíos y pimas.
Por su parte la Coordinadora de la Tarahumara comentó: «Ésta es una excelente oportunidad para que estos grupos étnicos se unan a través de sus rituales, artesanía, gastronomía y música».
La sede de este evento que se va a llevar cabo del 14 al 16 de Marzo se será el Museo de Arte y Arqueología del Chamizal.
Uno de los más llamativos rituales es donde las etnias se unen para alejar a los malos espíritus y vibras con danzas y cantos prehispánicos.
Los más pequeños tendrán la oportunidad de integrarse a un taller infantil donde aprenderán la historia, uso y significado de los calendarios Maya y Azteca.
Y para cerrar con broche de oro el domingo 16 se realizará el ceremonial del Equinoccio de Primavera donde se tocarán los caracoles y se intercambiarán ofrendas entre los participantes.
Todas las actividades están abiertas al público en general y son gratuitas.
REGRESAR A LA REVISTA
Música / Ciudad Juárez: «La Traviata» de Verdi con la OSUACh - Mediana calidad
.
La soprano Irasema Terrazas en el Teatro Rascón Banda. (Foto: Mpio de Juárez)
C iudad Juárez, Chihuahua. Lunes 10 de marzo de 2008. (RanchoNews/RMV).- La ópera «La Traviata» de Giuseppe Verdi fue presentada ayer por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua (OSUACh) en el teatro Víctor Hugo Rascón Banda, del Centro Cultural Paso del Norte de esta ciudad, con un resultado flojo, de calidad francamente mediana.
No obstante el buen desempeño de la soprano Irasema Terrazas, en el papel de Violeta; del tenor Dante Alcalá (Alfredo); y del barítono Jesús Suaste (Germont); quienes lograron –a nuestro juicio– salvar el espectáculo con su profesionalismo, la presentación se sintió sin brío y muy plana desde el punto de vista escenográfico.
La responsabilidad del resultado recae en la labor de Raúl García Velázquez, quien como Director Concertador no supo o no pudo uniformar la calidad de todos los elementos que dispuso, que no fueron pocos, porque la producción consta de cien artistas en escena.
Según coincidieron aquí varios músicos de profesión, la orquesta mostró deficiencias en la ejecución, algunos de los cantantes de papeles menores fallaron plenamente. Mientras que los bailarines del Ballet Clásico Español de la ciudad de Chihuahua, que dirige el Mtro. Noé Alvarado, se vieron descoordinados, por usar una expresión amable.
Aunque el vestuario cumplió su cometido, la escenografía se distinguió por un convencionalismo ramplón y carente de imaginación, mientras que el trabajo de la iluminación fue prácticamente nulo. Todo ello responsabilidad de Manuel Talavera, Director de Escena.
En lo personal queda la sensación que esta ópera requería más tiempo de ensayo para que madurara, sin ser excusa que sea «la primera producción operística profesional con producción totalmente elaborada por la propia Universidad», como dice la institución.
La temporada de «La Traviata» comprendió 4 presentaciones: miércoles 5 y viernes 7 de marzo en el Teatro de los Héroes, de la Ciudad de Chihuahua; domingo 9 de marzo en el Centro Cultural Paso del Norte; y martes 11 de marzo en el Teatro de la Ciudad de Delicias.
En Ciudad Juárez hubo teatro lleno, en su mayoría de espectadores que jamás habían asistido a un espectáculo de este tipo y que disfrutaron del mismo, sin faltar un numeroso grupo de personas que no soportaron las alrededor de tres horas de duración de la ópera.
En este sentido es muy plausible el trabajo de la UACh por llevar al público chihuahuense este gran género músical, y más plausible que haya la voluntad por producir más óperas. Hecho que nos beneficiará como sociedad; pero también debe considerar que el Festival Internacional Chihuahua (FICh) ya ha empezado a generar un público culto y crítico, expuesto a espectáculos como «La Bohéme» que se presentó en la ultima edición de la FiCh y que también llenó el teatro Rascón Banda y fue muy apluadida como dimos constancia en el Visor Fronterizo.
Aspecto de la presentación de La Traviata en esta frontera. (Foto: Mpio. de Juárez)
LA TRAVIATA
ELENCO
Violeta: Irasema Terrazas, Soprano
Alfredo: Dante Alcalá, Tenor
Germont: Jesús Suaste, Barítono
Barón Dufol: Felipe Espinoza y Mario Garza, Bajo
Gastón: David Arrieta y Ernesto Martínez, Tenor
Marqués: Mario Guillén y Mario Garza, Barítono
Doctor: César Bolaños y Nigel A. Pérez, Barítono
Flora: Marcia Martínez y Kirya Montoya, Soprano-Mezzo
Annina: Mitzi Cano y Diana Valencia, Mezzosoprano
Coro de la OSUACh: Director Raúl García, 19 mujeres, 12 hombres (12 sopranos, 7 mezzos, 6 tenores, 6 bajos)
Director de Ballet Clásico Español: Mtro. Noé Alvarado; 6 bailarinas (gitanas) y 4 bailarines: (toreros)
Orquesta Sinfónica de la UACh: Director Raúl García
Director de Escena: Manuel Talavera
Asistente del Maestro Talavera: Lizeth Loya
Comparsas: 4 (actores)
Director Concertador: Raúl García Velázquez
Irasema Terrazas, Soprano
La soprano Irasema Terrazas mantiene una rica actividad profesional, abarcando paralelamente los géneros de la ópera, el repertorio sinfónico con voz solista y la canción de concierto. Por la solidez y versatilidad de su joven carrera, la Unión de Cronistas de Teatro y Música la reconoció como cantante destacada del año 2006.
Ha participado con la Compañía Nacional de Ópera y con compañías independientes, interpretando roles en óperas del repertorio tradicional, tanto como en estrenos internacionales: Adina, Euridice, Micaela, Musetta, Giulia, Madeline, Flor, Silvia, Maria, Pamina, Amy, Leïla, Arianna, Amor, Inés, Estela, Paulina; y a Freia, Helmwige, Waldvogel y Woglinde en la Tetralogía de Wagner: Der Ring des Nibelungen, presentada íntegramente por primera vez en Bellas Artes por el Festival de México en el Centro Histórico.
Ha sido invitada de las más prestigiadas orquestas de México, así como de numerosas agrupaciones de cámara, para interpretar: Magnificat de Bach, Stabat Mater de Pergolesi, Gloria de Vivaldi, Requiem, Misa de la Coronación y Vísperas solemnes del confesor de Mozart, Mesías de Haendel, Egmond, Fantasía Coral y Novena Sinfonía de Beethoven, Peer Gynt de Grieg, Cuarta Sinfonía de Mahler, Knoxville: Summer of 1915 de Barber, Carmina Burana de Orff, Requiem de Brahms, así como numerosas obras del repertorio barroco novohispano.
Se ha presentado en la escena teatral desde 1998 en diversas obras producidas por Ocesa Entretenimiento. Dentro de sus participaciones en audio grabaciones, destaca su proyecto discográfico Voces de Tierra dedicado a la música de cámara mexicana contemporánea.
Ha recibido distinciones de los Concursos Carlo Morelli y 'Francisco Araiza, de la Agrupación de Periodistas Teatrales, así como de la UNAM –Medalla Gabino Barreda–. Ha sido becaria de SIVAM dentro de su taller operístico, y de las organizaciones ESKAS (Suiza) y SER (México) para llevar a cabo estudios de postgrado en la Schola Cantorum Basiliensis, en Suiza.
REGRESAR A LA REVISTA
La soprano Irasema Terrazas en el Teatro Rascón Banda. (Foto: Mpio de Juárez)
C iudad Juárez, Chihuahua. Lunes 10 de marzo de 2008. (RanchoNews/RMV).- La ópera «La Traviata» de Giuseppe Verdi fue presentada ayer por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua (OSUACh) en el teatro Víctor Hugo Rascón Banda, del Centro Cultural Paso del Norte de esta ciudad, con un resultado flojo, de calidad francamente mediana.
No obstante el buen desempeño de la soprano Irasema Terrazas, en el papel de Violeta; del tenor Dante Alcalá (Alfredo); y del barítono Jesús Suaste (Germont); quienes lograron –a nuestro juicio– salvar el espectáculo con su profesionalismo, la presentación se sintió sin brío y muy plana desde el punto de vista escenográfico.
La responsabilidad del resultado recae en la labor de Raúl García Velázquez, quien como Director Concertador no supo o no pudo uniformar la calidad de todos los elementos que dispuso, que no fueron pocos, porque la producción consta de cien artistas en escena.
Según coincidieron aquí varios músicos de profesión, la orquesta mostró deficiencias en la ejecución, algunos de los cantantes de papeles menores fallaron plenamente. Mientras que los bailarines del Ballet Clásico Español de la ciudad de Chihuahua, que dirige el Mtro. Noé Alvarado, se vieron descoordinados, por usar una expresión amable.
Aunque el vestuario cumplió su cometido, la escenografía se distinguió por un convencionalismo ramplón y carente de imaginación, mientras que el trabajo de la iluminación fue prácticamente nulo. Todo ello responsabilidad de Manuel Talavera, Director de Escena.
En lo personal queda la sensación que esta ópera requería más tiempo de ensayo para que madurara, sin ser excusa que sea «la primera producción operística profesional con producción totalmente elaborada por la propia Universidad», como dice la institución.
La temporada de «La Traviata» comprendió 4 presentaciones: miércoles 5 y viernes 7 de marzo en el Teatro de los Héroes, de la Ciudad de Chihuahua; domingo 9 de marzo en el Centro Cultural Paso del Norte; y martes 11 de marzo en el Teatro de la Ciudad de Delicias.
En Ciudad Juárez hubo teatro lleno, en su mayoría de espectadores que jamás habían asistido a un espectáculo de este tipo y que disfrutaron del mismo, sin faltar un numeroso grupo de personas que no soportaron las alrededor de tres horas de duración de la ópera.
En este sentido es muy plausible el trabajo de la UACh por llevar al público chihuahuense este gran género músical, y más plausible que haya la voluntad por producir más óperas. Hecho que nos beneficiará como sociedad; pero también debe considerar que el Festival Internacional Chihuahua (FICh) ya ha empezado a generar un público culto y crítico, expuesto a espectáculos como «La Bohéme» que se presentó en la ultima edición de la FiCh y que también llenó el teatro Rascón Banda y fue muy apluadida como dimos constancia en el Visor Fronterizo.
Aspecto de la presentación de La Traviata en esta frontera. (Foto: Mpio. de Juárez)
LA TRAVIATA
ELENCO
Violeta: Irasema Terrazas, Soprano
Alfredo: Dante Alcalá, Tenor
Germont: Jesús Suaste, Barítono
Barón Dufol: Felipe Espinoza y Mario Garza, Bajo
Gastón: David Arrieta y Ernesto Martínez, Tenor
Marqués: Mario Guillén y Mario Garza, Barítono
Doctor: César Bolaños y Nigel A. Pérez, Barítono
Flora: Marcia Martínez y Kirya Montoya, Soprano-Mezzo
Annina: Mitzi Cano y Diana Valencia, Mezzosoprano
Coro de la OSUACh: Director Raúl García, 19 mujeres, 12 hombres (12 sopranos, 7 mezzos, 6 tenores, 6 bajos)
Director de Ballet Clásico Español: Mtro. Noé Alvarado; 6 bailarinas (gitanas) y 4 bailarines: (toreros)
Orquesta Sinfónica de la UACh: Director Raúl García
Director de Escena: Manuel Talavera
Asistente del Maestro Talavera: Lizeth Loya
Comparsas: 4 (actores)
Director Concertador: Raúl García Velázquez
Irasema Terrazas, Soprano
La soprano Irasema Terrazas mantiene una rica actividad profesional, abarcando paralelamente los géneros de la ópera, el repertorio sinfónico con voz solista y la canción de concierto. Por la solidez y versatilidad de su joven carrera, la Unión de Cronistas de Teatro y Música la reconoció como cantante destacada del año 2006.
Ha participado con la Compañía Nacional de Ópera y con compañías independientes, interpretando roles en óperas del repertorio tradicional, tanto como en estrenos internacionales: Adina, Euridice, Micaela, Musetta, Giulia, Madeline, Flor, Silvia, Maria, Pamina, Amy, Leïla, Arianna, Amor, Inés, Estela, Paulina; y a Freia, Helmwige, Waldvogel y Woglinde en la Tetralogía de Wagner: Der Ring des Nibelungen, presentada íntegramente por primera vez en Bellas Artes por el Festival de México en el Centro Histórico.
Ha sido invitada de las más prestigiadas orquestas de México, así como de numerosas agrupaciones de cámara, para interpretar: Magnificat de Bach, Stabat Mater de Pergolesi, Gloria de Vivaldi, Requiem, Misa de la Coronación y Vísperas solemnes del confesor de Mozart, Mesías de Haendel, Egmond, Fantasía Coral y Novena Sinfonía de Beethoven, Peer Gynt de Grieg, Cuarta Sinfonía de Mahler, Knoxville: Summer of 1915 de Barber, Carmina Burana de Orff, Requiem de Brahms, así como numerosas obras del repertorio barroco novohispano.
Se ha presentado en la escena teatral desde 1998 en diversas obras producidas por Ocesa Entretenimiento. Dentro de sus participaciones en audio grabaciones, destaca su proyecto discográfico Voces de Tierra dedicado a la música de cámara mexicana contemporánea.
Ha recibido distinciones de los Concursos Carlo Morelli y 'Francisco Araiza, de la Agrupación de Periodistas Teatrales, así como de la UNAM –Medalla Gabino Barreda–. Ha sido becaria de SIVAM dentro de su taller operístico, y de las organizaciones ESKAS (Suiza) y SER (México) para llevar a cabo estudios de postgrado en la Schola Cantorum Basiliensis, en Suiza.
REGRESAR A LA REVISTA