Rancho Las Voces: Libros / España: Los tesoros del monasterio de San Millán de la Cogolla
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miércoles, octubre 30, 2024

Libros / España: Los tesoros del monasterio de San Millán de la Cogolla

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Biblioteca del monasterio de San Millán de la Cogolla. (Foto: RanchoNEWS)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de octubre de 2024. (RanchoNEWS).- La relevancia del material conservado en los monasterios medievales, más allá de su valor patrimonial, radica en su capacidad para explicar la historia. El monasterio de San Millán de la Cogolla, emplazado en La Rioja y formado por Suso –arriba– y Yuso –abajo–, elaboró una inmensa producción de códices y documentos, algunos tan extraordinarios como las Glosas Emilianenses y los glosarios del siglo X, textos seminales de nuestro idioma, lo que Dámaso Alonso llamó «el primer vagido» del castellano. F. Javier García Turza, profesor de Historia Medieval de la Universidad de La Rioja, ha buceado en el archivo del cenobio en el libro El monasterio de San Millán de la Cogolla: Historia y escritura (Fundación San Millán de la Cogolla – Cilengua), publicado en abril de este año, reporta Jaime Cedillo en El Cultural.

Además de un riguroso estudio sobre el nacimiento y la evolución del archivo monástico, que se extiende a lo largo de un milenio, García Turza ha establecido una suerte de recreación del archivo, que durante siglos se sometió a los factores económicos y sociales y al contexto de cada época. «Se debe tener presente tanto la política local como la del reino, sin olvidar las diferentes coyunturas religiosas que influyeron, y muchas veces determinaron, el rumbo de la comunidad benedictina», apunta el autor en el texto.

Las desamortizaciones del siglo XIX fueron una de las principales causas de la dispersión, pérdida y destrucción tanto de códices altomedievales como de documentos. En general, el patrimonio de los monasterios se vio muy afectado con las confiscaciones de material durante estos procesos. La de Mendizábal en 1836 fue la que más perjudicó al de San Millán. Una parte de sus fondos se perdieron para siempre, como fue el caso del Becerro Gótico, una de las piezas excepcionales que albergaba el archivo. Otros manuscritos y documentos fueron a parar a la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y al Archivo Histórico Nacional de Madrid, instancias en las que el autor ha tenido que explorar para llevar a cabo su investigación.