Rancho Las Voces: 11/01/2005 - 12/01/2005
La inteligencia de Irene visita México / La Quincena

miércoles, noviembre 30, 2005

Declaran desierto primer Premio Tusquets Editores de Novela

Alberto Ruy-Sánchez

GUADALAJARA, México, nov 30 (Libusa) – Ninguna de las 785 novelas que optaron al primer Premio Tusquets Editores de Novela 2005, que debió ser otorgado este año en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, logró convencer al jurado y por eso lo ha declarado «desierto».

«El jurado reitera que el propósito de este premio es recompensar aquella creación literaria que presente méritos excepcionales», indica un comunicado del fallo divulgado el martes. El galardón está dotado con 10,000 euros.

«El jurado ha tenido la libertad de expresar sus valoraciones sobr! e las novelas leídas con absoluta independencia de los intereses de la editorial y de cualquier otra consideración ajena a la literatura», agrega la nota.

Asimismo, se informó que «el número de manuscritos presentados a esta convocatoria ha sido de 785, procedentes de casi todos los países de habla española y de varios países europeos».

Antes de alcanzar el veredicto, «tres equipos de lectura en México, Buenos Aires y Barcelona se encargaron de la exhaustiva selección previa e intercambiaron entre sí sus valoraciones».

De acuerdo con uno de los miembros del jurado, el escritor Alberto Ruy-Sánchez, «nosotros tenemos que ser sinceros con nuestros gustos».

Por su parte, el sello Tusquets respaldó la decisión indicando en otro comunicado que «respeta y asume, con todas sus consecuencias, la decisión del jurado de declarar desierto el I Premio Tusquets Editores de Novela, a pesar de ser ésta su primera convocatoria».

Además de Ruy-Sánchez, el jurado estuvo integrado por Alberto Manguel, Francisco Goldman, Aurelio Major y Beatriz de Moura, esta última en representación de Tusquets

El cuento y la novela pasan por crisis de calidad: Seymour Menton

G UADALAJARA, México, nov 30 (Librusa) – El crítico estadounidense Seymour Menton, autor de numerosos estudios sobre narrativa latinoamericana, opina que tanto el cuento como la novela «están pasando por una crisis de calidad».

«En este momento de 2005, me parece que el cuento lo mismo que la novela están pasando por una crisis de calidad. ¿Me estaré volviendo más exigente? De todos modos, quién sabe lo que va a pasar en el futuro», dice Menton en una entrevista publicada esta semana en la Web de Librusa.

El crítico también rechaza la falsa creencia de que el cuento es un género menor que la novela y en el diálogo que sostiene con José Carvajal aclara que«tanto como la novela, el cuento tiene sus períodos de altibajos. Algunos cuentos de Quiroga, Borges, Onetti, Rulfo y Cortázar serían difíciles de superar, aún por novelas».

Menton es ampliamente conocido en los ámbitos académicos y literarios de América Latina desde la publicación de su famosa antología El cuento hispanoamericano, en 1964.

Este año visitó nuevamente la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar su libro más reciente, Un tercer gringo viejo: Relatos y confesiones, obra de corte autobiográfico que acaba de lanzar el Fondo de Cultura Económica (FCE).

Lanza PRISA blog de literatura hispana

José Juan de Ávila


G UADALAJARA, Jal. Miércoles 30 de noviembre de 2005. (El Universal) El más ambicioso proyecto en internet para promover la literatura en español tiene un nombre originario de otra lengua, se llama El Boomeran (g), y las críticas sobre obras de autores hispanoamericanos se tomarán de la prensa angloparlante.
Se trata del blog literario latinoamericano impulsado por el grupo editorial PRISA, que incluye entre sus empresas el diario español El País, Alfaguara y Santillana, el cual comenzó a las primeras horas de ayer a operar en la página de internet
www.elboomeran.com y fue presentado por los escritores Sergio Ramírez, Jorge Volpi y Santiago Roncagliolo, así como por su director, Basilio Baltasar.


Fue el nicaragüense Sergio Ramírez quien primero manifestó su preocupación porque una empresa literaria de tal envergadura, que pretende difundir prácticamente todo aquello que tenga que ver con las actividades literarias en español en el mundo entero, tenga en su nombre palabras que no son originarias de la lengua de Cervantes: blog y boomerang.

No obstante, el autor de Baile de máscaras celebró que se lleve a la red el proyecto, tras recordar que«estamos en pañales en esta fase de comunicación» a nivel global.

Basilio Baltasar refirió que el nombre alude a una cita de Carlos Fuentes, quien planteaba que el boom de la literatura hispanoamericana, en el que se le sitúa a él, a Gabriel García Márquez o a Mario Vargas Llosa, ya debería ser un boomerang.

Baltasar explicó que el blog literario latinoamericano será el único portal abierto en la Galaxia Google para ofrecer la más destacada información literaria en español.

«Desde cinco ciudades del mundo París, México, Barcelona, Nueva York y Buenos Aires cinco escritores mantienen a partir de hoy el cotidiano diálogo con los lectores y usuarios de El Boomeran(g)», expuso el directivo del grupo español PRISA.

Los escritores elegidos son Roncagliolo, en Barcelona; Héctor Feliciano, en Nueva York; Jorge Volpi, en México; Marcelo Figueras, en Buenos Aires, y Jean François Fogel, en París.

En este sitio de internet, agregó, se hará una exhaustiva crónica de la vida cultural, a través de la observación personal de los autores invitados a sostener este singular blog literario.

Será el enlace más directo entre el autor y los lectores, sin que la obra tenga que pasar por toda la burocracia editorial para llegar a su destino, indicó Baltasar.

En éste se presentarán emisiones de audio y video que darán cuenta de adelantos de novelas en proceso de ser escritas presentaciones de libros, eventos culturales o artículos literarios de autores en lengua española.

Sin embargo, aclaró, las críticas que se publicarán en él se tomarán de diarios en inglés, principalmente de Estados Unidos, porque señaló ahí se ejerce mejor la crítica.

Entregan el Premio Nacional Guillermo Rousset Banda




C d. Juárez, Chih. 25 de noviembre 2005. (UACJ) El libro “Immanuel Wallerstain. Crítica del sistema mundo-capitalista”, que es una entrevista al principal sociólogo contemporáneo del mundo y un ensayo en el que se aborda el fin del capitalismo, fue la obra ganadora del VIII Premio Nacional Guillermo Rousset Banda, que realiza la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y que este 25 de noviembre fue dada a conocer en una ceremonia celebrada en la rectoría.



El autor de la obra ganadora, Carlos Antonio Aguirre Rojas, es un investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien manifestó en su discurso en el evento de premiación que se sentía orgulloso que ahora su nombre fuera asociado con el del escritor Guillermo Rousset Banda a través de este premio, ya que él (Rousset Banda) fue un hombre de izquierda toda su vida y peleó contra el capitalismo en México.

Aguirre Rojas, recibió de manos del rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Felipe Fornelli Lafón, la constancia como ganador de esta VIII edición del Premio Nacional Guillermo Rousset Banda y un cheque certificado por 50 mil pesos.

La ceremonia, que se llevó a cabo en el aula Federico Ferro Gay de la rectoría de la UACJ fue presidida por la rectora de la Universidad de Londres de la Ciudad de México y viuda del escritor, Gabriela de la Vega y Vega, el secretario general de la UACJ, Héctor Reyes Leal, el director del Instituto de Ciencias Sociales y Administración, Jorge Mario Quintana Silveyra y el presidente del Comité Organizador del certamen, Servando Pineda Jaimes.

En su discurso el ganador del premio dio una explicación de su obra de la que dijo consta de dos partes, una entrevista realizada hace unos años al sociología Emmanuel Wallertein, de quien dijo es el principal sociólogo del mundo en la actualidad, cuya obra es consultada por filósofos, economistas sociólogos, epistemólogos, principalmente, y la otra parte que es una introducción en la que se aborda la etapa de descomposición en la que se encuentra actualmente el sistema capitalista en el mundo.

Dijo que los recientes que se registran a su obra actualmente en América Latina, en la que varios países están orientándose felizmente hacia la izquierda lo están demostrando y en esto coincidió con la rectora Gabriela de la Vega y Vega.

En su discurso, Aguirre Rojas también protestó por los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez e hizo un reclamo a los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, porque no se ha atendido esta situación.

El rector de la UACJ dijo que en esta edición del concurso se tuvo la participación de destacados autores, lo que significó una difícil decisión para el jurado, pero que también permite reconocer la calidad de la obra ganadora.

La rectora de la Universidad de Londres y viuda del escritor Rousset Banda dijo que al revisar la obra encontró una coincidencia en el pensamiento de su esposo con la esencia del libro, lo que complacía.

Por su parte el presidente del comité organizador del premio, Servando Pineda Jaimes, hizo una reseña de este certamen y dijo que por primera vez se había integrado un jurado con especialistas de brillante trayectoria académica, quienes son ajenos a la UACJ, con lo cual se garantiza la imparcialidad del dictamen.

El jurado estuvo integrado por los investigadores Enrique Semo, ex secretario de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, Carlos Sirvent, ex director de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y Alberto Aziz Nassif investigador titular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

martes, noviembre 29, 2005

Segovia no es un marginal: Mendiola



Segovia al recibir el premio en Guadalajara

José Juan de Ávila

G UADALAJARA, Jal. Martes 29 de noviembre de 2005. (El Universal) Tomás Segovia nunca ha sido un marginal, siempre ha tenido vínculos con las figuras más poderosas de la literatura y ha ocupado un lugar central no sólo de la actividad literaria sino de la política literaria en México, sostuvo el editor Víctor Manuel Mendiola, director del Festival Letras del Mundo en Tamaulipas.

Mendiola criticó el discurso del pasado sábado de Segovia cuando se definió como un poeta marginal y desarraigado al recibir el Premio de Literatura Iberoamericana y del Caribe Juan Rulfo enmarcado en la polémica sobre el anuncio de la familia del autor de Pedro Páramo de retirar el nombre de éste del reconocimiento.

"Me desconcierta que Tomás Segovia habla de sí mismo como un marginal; yo no entiendo en qué consiste su marginalidad. Es un poeta que desde hace muchísimos años ha estado en el centro de la literatura mexicana, no sólo por la calidad altísima de sus textos sino por sus vínculos con las figuras centrales y más poderosas de la literatura mexicana. Ha publicado en las principales editoriales mexicanas; no hay editorial en la que él quisiera publicar en la que no pueda hacer; publicó en las revistas de mayor prestigio, no sólo mexicanas sino hispanoamericanas. Fue colaborador constante de la revista Vuelta y ahora tiene la puerta abierta con la revista Letras Libres, o sea que está en el centro de la actividad no sólo literaria, sino de política literaria en México", agregó.

El responsable de la editorial El Tucán de Virginia, que publicó un libro de sonetos de Segovia, recordó que éste gozó de entrada del privilegio de estar cerca de Octavio Paz, esencialmente porque es buen poeta.

De hecho, considera que la protesta de la viuda de Rulfo, Clara Aparicio, se debe a que la familia de Rulfo no sabe nada de literatura y por eso no entienden que a los escritores valiosos se les debe analizar. "Yo no veo mal que haya criticado a Rulfo, lo que me daría pena es que se arrepintiera", dijo.

Sobre el porqué editó a Segovia en El Tucán de Virginia cuando esta empresa se consideraba marginal, explicó que fue un volumen de sonetos, pero aseguró que al autor de Anagnórisis jamás se le ubicó en ese contexto marginal, sino de figura central literaria.

No obstante, calificó la poesía del nuevo premio Juan Rulfo de dispareja, con poemas muy buenos, inteligentes, precisos y muy originales. "Pero también tiene muchos que sólo revelan su capacidad para escribir enorme, en donde inventa sólo poemas gratuitos. Es un poeta con un núcleo de poemas y dos o tres libros espléndidos. ¿De qué poeta no se puede decir eso?", dijo el crítico.
Respecto de la presencia de Segovia en la revista Vuelta, Mendiola señala que el poeta jamás pudo cumplir el papel que deduce le habría gustado: ser un francotirador en la revista, cuestionando los valores de la misma revista

viernes, noviembre 25, 2005

Se van los de a de veras


Osvaldo Ogaz

C d. Juárez, Chihuahua. Tenía siete años cuando la poesía entraba por mis manos al tocarle a mi tía Gela, en su puerta de madera vieja y de pintura descascarada y cuando no me oía, le gritaba fuertecito por un orificio que yo mismo hice, con el permiso de mi yo interior, y entonces salía; mi abuela me daba la bendición y unos cuantos centavitos para las papitas caseras con salsa Valentina y mi gran coca, que muchas de las veces era un auténtico vaso con hielo y gas. La tía. quien todos los domingos en la tarde me llevaba bien agarradito de la mano izquierda al gimnasio municipal, era la que empezaba a sembrar en el futuro poeta del pueblo el gusto por el arte del Costalaze incheg o más bien el pinche costalazo, con todo y las voladoras y las llaves que esas no le podías sacar copia en ninguna cerrajería de la ciudad. Hacía versos con el poder de mi distracción.

Cuando no me topaba con el alto de la calle María Martínez y Plata, lo hacía con el de la Oro, o la Degollado, o el último, ya para rematar, el de la Ocampo, donde comenzaba el poema dominical. Comprabamos el boleto, revisaba detenidamente si en el programa iba luchar Frankenstein, y si eso era factible le decía a mi tía Gela que no aguantaba el estómago, o me dolía la cabeza y aparte un calambrón me estaba comiendo el pie derecho. les aseguro, no era miedo, sólo la precaución de un niño de la colonia Bellavista.

Comenzaba la función: "Lucharán a dos de tres caídas sin límite de tiempo, por la esquina de los rudos, el asesino de Juárez, la maligna encarnación de Dios hecho demonio el es... y así pasaba la segunda lucha y la tercera; veía volar al Dorado Hernández, darse una mortal al Samuray, sangrar a Rocky Star, sufrir a Cinta de Oro, mentarle la madre a toda la gente buena que iba al gimnasio al legionario (esos eran huarachudos), me impresionaba la pareja de maravilloso y Takeda, la sensualidad del maestro Baby Sharon. Cuando salía por el ala norte Ary Gato Romero mi furia crecía al grado de que la tía Gela me proporcionaba un discreto pellizco cuando le gritaba más de cien veces puto, puto, puto, puto, puto, puto... Del otro lado, cuando las rayadas y los dedos medulares erectos a su máxima capacidad cesaban, se alumbraba el escenario, era el momento donde utilizaba las más finas figuras literarias para describir al hombre de cabellera larga, carismático hasta en los dedos de los pies y todos coreabamos su nombre. Mi tía decía que su papá era unos de los grandes luchadores que México ha tenido. Eddie, Eddie, Eddie.. el coro de los niños de la Chaveña, de la Bellavista, de la del Carmen, del Barrio Alto, de los niños bien, interrumpía; que incluso, con el fenomenal y olímpico Santo llegaron a formar la pareja Atómica.

Ayer trece de febrero, en la tarde, cuando el sueño me estaba cacheteando la página cincuenta de "Retrato de un artista Adolescente" de Joyce (pues de quién más). Mi esposa me dice la noticia, que una de las figuras de la WWE había fallecido, que lo encontraron en un hotel de Minneapolis, demasiado muerto, no entendía por qué tan muerto, no podía hacernos eso; no contestaba al despertador del hotel. Iba a luchar, estaría en la arena de esa ciudad, sacando gritos, aplausos y suspiros a las gringas y por que no también a los gringos y pues a los latinos, los más machines. No estuvo, no le hablaron por teléfono como a Marylin Monroe, no lo crucificaron, no se cortó las venas; porque así lo quiso su padre el gran Gory Guerrero, se lo llevó, no dejó ningún aviso, sólo la cama con su cobertor San Marcos pudo observar, la calefacción recibió su último suspiro, los cuadros de artistas irreconocibles vieron yacer a un grande de 38 años con tres hijos, una esposa y la verdad no sé cuántas amantes. Lo que sí sé es que a mí me está llevando la chingada de perder al Latino Heat, al Máscara Mágica, al Latigo, al que puso el nombre de la frontera más controversial y honesta que tiene el mundo en lo más alto de los aparadores de New York, Los Angeles, Chicago. El que en su traje de luchachicano andaba en Europa desmadrando a la raza Aria, a los inbañaaaaables, ése, sí señores, a ése, uno de mis ídolos, le acaban de hablar y decir que máscara, cabellera, afición, músculos se han ido al camino de los cristales rotos. Adiós Eddie Guerrero, ya no tengo siete años, tengo veintinueve y la neta cabrón, me duele un chingo. Pido un aplauso para la lucha libre, para la poesía, para el gran Eddie Guerrero y la verdad ya no aguanto, tengo que retirarme, recuerden que soy poeta del pueblo y Praxedis y San Agustín están cerca.

El mal uso de la ciencia



ROBERT SALADRIGAS - 23/11/2005

B arcelona, España. 23/11/2005. (La Vanguardia.- Lo que siempre me atrae de Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) es su insaciable necesidad de explorar nuevas rutas en su narrativa, el no conformarse con los logros aun cuando, como en el caso de Los restos del día, le reportara el premio Booker, una soberbia película de James Ivory con Anthony Hopkins y Emma Thompson en estado de gracia, y la fama internacional. Para muchos de sus lectores Ishiguro sigue siendo el autor tan profundamente británico de Los restos del día. Sin embargo siete años después, en 1995, ofrecía con Los inconsolables una obra que en nada recordaba la anterior, un texto opaco, exigente para el lector, es decir, minoritario, que en mi opinión daba la medida del talento de Ishiguro y lo erigía en el autor tal vez más sugerente, original e imprevisible de su heterodoxa generación. Luego, en el año 2000, llegaría su última novela hasta ahora, Cuando fuimos huérfanos, que confirmaba lo ya sabido: Ishiguro levanta pieza a pieza un universo de ficción personal a base de historias singulares que entremezclan diferentes géneros narrativos (fantasía lúdica, trama detectivesca, folletín o elementos simbólicos) sin alejarse de la forma realista para expresar los grandes asuntos del presente desde una perspectiva crítica fecunda y convincente que resalta su figura literaria.

En Nunca me abandones Ishiguro prosigue su avance. Si en alguna obra anterior quizás se habían detectado huellas de Musil o Conrad, esta vez se perfila creo que bastante nítida la sombra de Kafka; no el Kafka de La metamorfosis, aunque se pueda invocar la soledad de Gregor Samsa agazapado en su madriguera, sino el Kafka de El proceso con el aislamiento, la perplejidad y el absurdo a que es condenado Josep K. por la lógica infernal de un sistema injusto y, tal vez, de En la colonia penitenciaria. Los personajes de Nunca me abandones se mueven en un espacio kafkiano aunque parezca normal. Al empezar la novela se nos advierte que estamos en "Inglaterra, a finales de la década de 1990". Y acto seguido arranca con estas palabras: "Mi nombre es Kathy H. Tengo treinta y un años, y llevo más de once siendo cuidadora". Poco después averiguamos que Kathy H. va a seguir siendo cuidadora durante otros ocho meses porque alguien así se lo ha pedido o impuesto. ¿Cuál es la identidad de ese alguien? Nunca lo aclararemos, pero sí que son él o ellos quienes deciden. En cambio, enseguida sabremos que Kathy H. es una cuidadora eficaz de donantes, que creció en un colegio exclusivo llamado Hailsham ubicado en un algún lugar hermoso del país, que sus compañeros, todos ellos identificados con un nombre y una inicial parecen jóvenes corrientes pero no lo son. El colegio tiene normas liberales respecto al sexo, si bien nunca podrán engendrar hijos, pero los profesoresguardianes no toleran que se fume porque el tabaco afecta a la salud y es indispensable que los pupilos de Hailsham estén sanos para desempeñar las funciones encomendadas.



Una servidumbre absoluta
¿De qué función se trata? Pues de donar sus órganos a enfermos que los precisen para vivir. Una vez, y otra, y otra, y otra más, hasta que completen, es decir, hasta que sus cuerpos progresivamente mutilados no soporten nuevas amputaciones. Para eso fueron magistralmente clonados, de manera que no han conocido madres ni padres, carecen de raíces, de pasado, y su futuro es la desmembración y la muerte, pero han sido dotados de emociones y pueden sentir la amistad o enamorarse como le ocurre a Kathy H. y a sus camaradas Tommy D. y Ruth K. cuyo intercambio de relaciones constituye el único núcleo realmente humano del relato. Por lo demás, está trazado con líneas indelebles: la extinción ordenada, lenta, consentida, sin esperanza y luchando contra la desesperación en los instantes de lucidez intelectual, porque en todo momento son conscientes de que deben su vida monstruosa a una sociedad miserable, repugnante, moralmente deshuesada, que se sirve de ellos sin admitir su existencia reprobadora.

La fábula imaginada por Ishiguro es terrorífica no ya por lo que significa y que corta el aliento, sino por la manera en que se desarrolla. Ishiguro se limita a narrar con fluidez naturalista la historia desde la óptica de una testigo implicada, Kathy H., cuyo conocimiento de los secretos del atroz proyecto es forzosamente limitado. Pero la lectura da pie a numerosos interrogantes. Una vez desaparecido Hailsham por problemas económicos, ¿de qué centro y cómo se emiten las órdenes perentorias que ella y los que son como ella reciben? ¿Quiénes y con qué respaldos pusieron en marcha la idea de programar esas criaturas con alma para ser descuartizadas al servicio de la salud pública, cabe sospechar que en aras de los privilegiados? ¿Qué personas decidieron las clonaciones y dónde se llevaron a cabo, por supuesto con la complicidad criminal de científicos y médicos legitimados desde los sumideros del sistema? ¿Es absurda la posibilidad de que en la vida real pueda darse algo parecido a lo que muestra la fábula de Ishiguro? Porque lo escalofriante es que la barbaridad se enmarca en paisajes familiares (Norfolk, Littlehampton, Kingsfield...) y los cobayas son jóvenes de hoy sin rasgos diferenciales; lo único en ellos abominable es su servidumbre absoluta -la misma que impedía al mayordomo de Los restos del día tomar las riendas de su propia vida- a la voluntad que los ha concebido como aberraciones del progreso científico.

¿Qué va ser de Kathy H. cuando resuelve volver a su coche y alejarse "hacia dondequiera que me estuviera dirigiendo"? Ishiguro abre con ese dondequiera una tímida rendija a la luz en la sombría, convulsiva e irrespirable atmósfera del libro. De todos modos su lectura no busca ser apacible ni procurar felicidad al lector. Por el contrario, hay mucho que pensar ymásque decir de esta última apuesta de Ishiguro, como todas las suyas arriesgada pero en definitiva, creo, estimulante y por ello admirable.

jueves, noviembre 24, 2005

Un viaje al corazón de la sensibilidad Heian








MARCELLO GHILARDI / GIANGIORGIO PASQUALOTTO

Barcelona, España. 23/11/2005. (La Vanguardia).- Algunos han sostenido la posibilidad de reconocer el Genji monogatari de Murasaki Shikibu como la primera novela de la literatura mundial, sobre todo teniendo en cuenta que posee una coherente unidad artística y que denota una fuerte introspección psicológica de los personajes. Otros han considerado que la vastedad de la obra permite hablar sólo de un conjunto de varios relatos yuxtapuestos, que se despliegan, de hecho, en el arco de varias generaciones. En cualquier caso, la obra, a pesar de la cantidad y la variedad de temas y de situaciones que presenta, ofrece dos ejes muy potentes: por un lado, el tema del poder del clan Fujiwara, que da un perfil y un fundamento a la dimensión histórica de la trama; por otro, el tema filosófico de la impermanencia. En torno a estos dos ejes, pues, giran auténticas constelaciones de figuras y de episodios iluminados por sutiles análisis psicológicos que hacen muy vivos a los protagonistas de las tramas narrativas, hasta el punto de distinguir a esta novela de cualquier obra precendente.

Del conjunto de acontecimientos narrativos y de las descripciones de lugares, situaciones y sensibilidad, resulta la imagen de una cultura de corte, la de la época Heian (entre el siglo X y el XI), portadora de valores estéticos a un nivel que no se volverán a encontrar en ninguna otra época de la historia de Japón. El estilo, el arte, la poesía y la música desempeñaban un papel fundamental en la estructuración de la sociedad y otorgaban, con ellos, un papel definido a cada uno de sus componentes. En el ambiente descrito por la autora, el ambiente al que la propia Murasaki pertenecía, era impensable no cultivar una refinada sensibilidad estética: hasta tal extremo que los aspectos estéticos no sobrevienen a los personajes, a las cosas y a los acontecimientos como simples ornamentos, sino que constituyen su propia sustancia.

La caligrafía, por ejemplo, no sólo era el indicio de una educación correcta y completa, sino, sobre todo, el elemento revelador de la interioridad de una persona: por esto, la escritura estaba investida de una importancia decisiva para distinguirse en el seno de la nobleza. Como para muchos aspectos de las disciplinas tradicionales japonesas, el modo en que éstas se realizan, más incluso que el contenido, es la demostración de la propia habilidad y calidad humanas. Antes que el contenido, en una carta o en una poesía, se consideraba el estilo de la caligrafía con la que estaba escrita: era precisamente lo que revelaba la riqueza de espíritu de su autor. La forma es el contenido y el contenido es la forma: la circularidad de la relación entre aquello que nosotros, habitualmente, consideramos envoltorio exterior, extrínseco -y, por tanto, menos importante- y el contenido interior, intrínseco -y por ello, esencial- indica para la sensibilidad japonesa que no puede darse prioridad sólo a uno de los dos aspectos. Esto se muestra incluso en el comportamiento, en los modos de hacer y en los gestos, en relación con el pensamiento, el espíritu o la intención deun individuo: interioridad y exterioridad se compenetran totalmente, hasta el punto que, a partir del aspecto de una persona y de su modo de hablar, de su modo de moverse, ya se pueden recabar los elementos determinantes para conocer su interior.

Pero la importancia de la dimensión estética para la cultura de la cual el príncipe Genji es un brillante exponente queda sintetizada, sobre todo, en la expresión que condensa toda la sensibilidad del mundo Heian: mono no aware.

Aware es un término polisémico, difícil, si no imposible, de traducir a una lengua occidental, y designa, por antonomasia, la modalidad más profunda de la la carga emotiva propia de cualquier cosa, en los elementos de la naturaleza, en los objetos artesanales, en los rostros y los gestos de la gente, en las figuras y en las obras de arte. Representa, al mismo tiempo, una especie de dulce y conmovida melancolía, como la que se cierne sobre cualquiera que se detenga a observar un ocaso, una lágrima que humedece la mejilla de una niña, una mañana de primavera o una lluvia ligera que moja un jardín de rocas, un templo envejecido, un anciano caminante. En aware se presentan conjuntamente muchos significados, pero en el Genji monogatari se usa, sobre todo, para indicar aquel sutil velo de tristeza -no desesperación- que se forma con el conocimiento de la caducidad del mundo: ese velo no arruina las cosas ni las situaciones, sino que incluso les confiere una belleza incomparable, única, precisamente porque, en tanto que transitoria, es irrepetible.

A pesar de haber sido incorporado a partir de la sensibilidad religiosa del budismo, que subraya el carácter de impermanencia de cualquier realidad física, psicológica y espiritual, aware es, en Murasaki, una experiencia emotiva y no un concepto filosófico. Hasta tal punto que mantiene a menudo un simple valor de interjección, señalado con muchos "Ah!" provocados por la desazón ante la realidad circundante. Todos los episodios relevantes de la novela están marcados con la culminación emotiva que une, indisolublemente, belleza e impermanencia, gozo estético y melancolía. Éste es el tema de fondo de la obra.

En un mundo atravesado por la belleza, que ama contemplar en silencio los cerezos en flor durante la primavera o la límpida luna en las noches de otoño, nada permanece inmutable, nada se detiene siquiera por un instante. Y la belleza, pues, sólo pude transmitirse y recibirse en este flujo incesante, en este deslizarse de sensaciones, sentimientos, pensamientos, emociones. No es un azar que una de las metáforas -pero quizás fuera más exacto decir de los correlatos objetivos- de este flujo y de la caducidad esté representada, en los últimos diez libros de la novela, por el río Uji (que literalmente significa mísero). Se trata de un símbolo del dolor que invade a los personajes y recuerda, constantemente, el tema de la muerte y del amor melancólico que parece aletear por entre las vidas de los personajes descritos en estos capítulos: el príncipe Hachi, su mujer, la hija mayor y la hijastra Ukifune.

El gran problema que se plantea a cualquiera que entre en contacto con este libro, tan vasto y diverso, concierne a la posibilidad misma de entrar en relación con él, de comprender el mundo, las situaciones, los personajes, la sensibilidad que en él aparecen descritos. Si la finura de las descripciones psicológicas de los protagonistas es tan intensa que convierte a estas figuras, increíblemente, en muy próximas a nosotros, el obstáculo que queda, al final, para superar es, ciertamente, el de la lengua. Cualquier traducción, por cuidada que sea, se arriesga a dejar en el fondo o incluso a cancelar del todo (aunque sea inadvertidamente) algunos aspectos que, para un lector perteneciente al contexto cultural de la autora, hubieran sido evidentes y esenciales. El problema se plantea, con mayor razón, a propósito de la escritura de Murasaki: el japonés de la época Heian, a causa del número relativamente exiguo de vocablos y de la costumbre de relegar al ámbito de lo alusivo los pensamientos más profundos y los sentimientos más sutiles, es casi un código cifrado, dentro del cual es extremadamente arduo penetrar. Cualquier traducción, cualquier lectura, sólo puede medirse con esta dificultad y con la necesidad de proceder por movimientos sucesivos, según una estrategia de aproximación y, al tiempo, de alejamiento. Es preciso retomar siempre y de nuevo las medidas para apreciar y comprender, evitando el riesgo de una doble ilusión: la de fundirse del todo con el texto, pretendiendo comprenderlo en todos sus matices y, en el extremo opuesto, la ilusión de no poderse siquiera acercar, tal es la distancia que nos separa del texto.

M. Ghilardi es colaborador de la Cátedra de Estética y Sinología en la Universidad de Padua
G. Pasqualotto es profesor de Estética en la Universidad de Padua

miércoles, noviembre 23, 2005

Genji: Japón año mil

紫式部像


JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC

Barcelona, España. 23/11/2005. (La Vanguardia).- Tiene razón Tesuka Noburo: Murasaki Shikibu (978-1031) es la escritora japonesa de mayor talento de todos los tiempos y el Genji monogatari una estilizada historia de amor donde se explora el alma masculina con una acuidad prodigiosa, rara veces vista en la literatura universal. La comenzó a escribir en el año 1008, tras haber quedado desolada, triste y perpleja por la muerte su marido, encadenando una serie relatos cortos, un recurso habitual en la época Heian (794-1192).

La cultura japonesa de aquel tiempo fue el resultado de un pacto político entre los emperadores y los poderosos miembros del clan Fujiwara que se visualizó con el traslado de la capital a Heian-kiô, la ciudad de la paz y de la calma (la futura Kyoto), residencia del emperador hasta la revolución Meiji. Durante esa larga edad de oro tuvo lugar una fructífera creatividad artística que posibilitó la escritura japonesa gracias a los concursos poéticos conocidos como uta-awase. Los primeros se celebraron en la casa del poeta Ariwara no Yukinari a finales del siglo IX, aunque los más atractivos tuvieron lugar en el palacio Teiji-in del emperador Uda en el año 913. Los temas sometidos a litigio son propuestos por los miembros del jurado mediante un preciso ceremonial cortesano cuya etiqueta muestra la exigente tensión lírica con la que se vivían esos momentos. Escribir los sentimientos en japonés se volvió un hábito, melancólico, aunque lúdico, para una pléyade de mujeres entre las que destacaron Ono no Komachi, Ki no Menoto, Kisai no Miya, Sei Shônagon y, por supuesto, Murasaki Shikibu. Lo que todas ellas nos muestran es una rebeldía a favor de la importancia del erotismo en la vida que transforma la tradición budista en lecturas interiorizadas del comportamiento humano.

El Genji monogatari resume esas inquietudes sociales y al tiempo literarias y prevé una solución nueva e ingeniosa que afecta tanto a la materia como al sentido de la obra. En su versión estándar, consta de cincuenta y cuatro capítulos donde se narra lo siguiente: el príncipe Genji el radiante vive una difícil situación a causa del modesto origen de su madre y al hecho de que el padre del emperador reinante le había dado como esposa a la tercera princesa Onna San-nomiya.

En la corte, en los primeros años de su adolescencia, una emperatriz, madrastra del protagonista, que responde al nombre de Fujitsubo, se apasiona de su joven hijastro y le acosa. Sorprendido por este comportamiento y tanto más confundido cuanto que conoce sus consecuencias, Genji parte para el exilio llevando a cabo numerosas hazañas que le convierten en un auténtico héroe a los ojos de las mujeres del palacio imperial.

Tras un placentero viaje de regreso se enfrenta al problema sucesorio en medio de intrigas familiares, recelos, engaños y pasiones encendidas, consagrando unos valores que de por sí suponían una actitud militante contra la inflexible severidad de la corte y a favor de una vida noble y auténtica.

Con el título de Tale of Genji, la obra se publicó por primera vez en una lengua occidental (parcialmente) en 1882 en la editorial Trubner de Londres; el traductor al inglés fue el estudioso japonés Suematsu Kencho. Más tarde, gracias al minucioso trabajo del erudito americano Arthur Waley, volvió a publicarse en 1933. En esta traducción descansan la versión francesa de Kikou Yamata (Plon, 1923) la castellana (e incompleta) de Fernando Gutiérrez (Juventud, 1941) y la italiana de Einaudi. Por fin, después de haber caído en olvido durante varias décadas, aparece la excelente edición crítica de Ikeda Kikan (Tokio, 1958) y poco después el célebre estudio de Ivan Morris sobre la vida de la corte Heian. A partir de entonces se suceden las traducciones íntegras del texto, la alemana de Oscar Benl (Manesse Verlag 1966), la inglesa de Edward G. Seidensticker (Tuttle, 1976) y la francesa de René Sieffert (Plon, 1978-1985), cosechando cada vez mayor gloria entre importantes intelectuales como Marguerite Yourcenar, Claude Levi-Strauss o Yasunari Kawabata. Finalmente, tras la excelente antología de Helen Craig McCullough (Stanford, 1994), aparece la traducción de Royall Tyler (Penguin y Viking, 2001). Hoy llega a España en dos traducciones. La primera publicada por Destino sigue las versiones de Benl, Seindesticker y Siefert matizadas por los particulares gustos de su traductor Xavier Roca-Ferrer hacia el texto de Kikou Yamata. El trabajo viene empañado por dos decisiones discutibles en cualquier edición de un clásico: crea un prólogo mediante el traslado al principio de la obra de algunas digresiones de la autora e inserta notas explicativas de las costumbres de la época entre capítulos rompiendo la unidad del texto. La segunda traducción es una simple versión en castellano de la edición de Tyler, con copiosas notas y el conjunto de las ilustraciones para ofrecernos algunas pistas de cómo son los viejos emaki de Minamoto Mitsuyuki, y consta de un prólogo demasiado prudente y hasta confuso. Pese a ello, tenemos en estos días la rara fortuna de agregar a nuestros anaqueles de obras maestras de la literatura mundial una obra espléndida, sustanciosa y de obligada lectura.




Los juegos amorosos del príncipe Genji pueden ser entretenidos por sí solos, pero contienen un propósito que conviene conocer. Para ello es preciso profundizar en las formas de pensar de la sociedad japonesa de hace mil años, saber por qué se interrogaban de esa manera sobre la vida política, comprender cómo se mantenía el orden social con semejantes historias. Y así es como debemos leerla, entre su calidad literaria y su interés histórico. Dos elementos son esenciales: la manera de concebir el matrimonio y la estructura narrativa.

El precipitado regreso de Genji a la corte se debe a la decisión del emperador de nombrar heredero a Kaoru, el hijo que su esposa había tenido en sus relaciones adúlteras con Kashiwagi. Necesita intervenir porque detrás de ese gesto existe un grave problema entre los emperadores Heian y el clan Fujiwara. El pacto fundacional entre ellos descansaba en el matrimonio entre primos. Parece que existía una crisis y decidieron afrontarla. Los testimonios sobre las actitudes subjetivas ante la ruptura de un sistema social basado en el matrimonio entre primos son tan escasos que vale la pena seguirles la pista (a parte de esta obra sólo la novela cortés europea del siglo XII hizo algo parecido). Genji se escandaliza de la decisión del emperador porque quiere introducir un nuevo valor en el modo de elegir un heredero.

Constata que el sistema antiguo le margina y por eso protesta. Pero no tiene razón. El emperador ha elegido al hijo de su esposa porque es su sobrino uterino, el hijo de su hermana Onna, y el mejor partido para su hija, la Segunda Princesa. El matrimonio entre primos cruzados es la base del Japón Heian, como han demostrado las investigaciones de los McCullough. El emperador de la novela se guía por un prurito de seguridad, pues a través de la unión de dos primos espera establecer el equilibrio en la corte. Lo otro, la postura de ofrecer el trono al héroe de muchas hazañas, a Genji, es un riesgo que no se puede correr, aunque eso significara que para triunfar en la corte, nada podía sustituir a las relaciones de parentesco.

De eso sabían bastante las mujeres que tenían un hijo de talento que sin embargo no contaba con el apoyo suficiente para ascender en la escala social. De eso sabía mucho Murasaki Shikibu, que miraba ese mundo injusto a través de los biombos con una serenidad no exenta de crítica a las decisiones de los hombres. De eso supo también mucho Blanca de Castilla, la excepcional reina de Francia en el siglo XIII, al idear un complicado juego de alianzas matrimoniales para llevar a cabo sus planes políticos.



Este conjunto de relatos (monogatari) forma un entramado que permite considerarlo como una novela, la primera novela psicológica de la historia, escrita seiscientos setenta años antes que La princesa de Clèves de Mme. De La Fayette, la gran anfitriona y mejor novelista de los salones literarios ligados a la corte de Luis XIV. Ambas autoras comparten un mismo aliento poético lleno de desgarradora melancolía y de una sutil autenticidad pocas veces visto hasta entonces en la historia de la literatura, y que volveremos a encontrar en otras novelistas de recio estilo como Jane Austen, George Sand, Kate Chopin o Marguerite Yourcenar. Cada detalle, cada digresión en sus obras contribuye a explicar cómo la introspección en el amor se convierte en una norma social y en un principio educativo para un joven que aspira a ser lo que la sociedad le niega.

Una lección de historia y de psicología que, gracias a la sensata capacidad de observación de Murasaki Shikibu, se vuelve un auténtico retrato de las mujeres y de los hombres de su tiempo, y hace que mil años después la lectura de las mil páginas de su novela siga siendo uno de los mejores modos de comprender el amor, esa razón de la vida.


Ficha
Murasaki Shikibu La novela de Genji. Esplendor Versión, notas y comentarios de Xavier Roca-Ferrer. Prólogo de Harold Bloom. El segundo volumen aparecerá en otoño de 2006 DESTINO, 886 PÁGS.
Murasaki Shikibu La historia de Genji Edición de Royall Tyler. Traducción de Jordi Fibla. El segundo volumen aparecerá en otoño de 2006 ATALANTA, 920 PÁGS.


Murasaki Shikibu
Murasaki Shikibu (978? - 1026?), es una de las más grandes escritoras que el Japón haya podido producir. Es la autora del Genji Monogatari (El Relato de Genji), obra maestra de la prosa de la época Heian, considerada como una de las novelas más antiguas dentro de la literatura universal.

A través de los años, los académicos se han entretenido con especular sobre la vida de esta dama, de quien muy poco se sabe. Gracias a diversa documentación (a pesar de los pobres o inexistentes registros que sobre las damas de la corte de entonces se tiene) y a sus obras, sobre todo a su famoso Diario, se ha logrado hacer una parcial reconstrucción de su personalidad y los eventos que envolvieron su vida.

Se sabe que el nombre de Murasaki Shikibu fue llevado por una dama de la corte del Emperador Ichijô que sirvió como dama de honor de la Emperatriz Akiko. “Murasaki” habría sido utilizado como un apelativo mientras que “Shikibu” se refería a la posición de su padre en la corte.

La escritora nació en una familia de nivel medio de la nobleza durante la mitad del periodo Heian. Su padre, Fujiwara Tametoki, remotamente conectado a la gran familia Fujiwara, fue conocido como un letrado y literato. A pesar de ser un hombre culto no tuvo mucha relevancia como oficial en el gobierno y quizá en compensación a esto, se preocupó en ver que su hija fuese bien instruida. Murasaki Shikibu fue notable cuando aún siendo niña, aprendió a leer libros que incluso los más educados jóvenes encontraban difícil.

La infancia de Murasaki no fue feliz pues su madre murió poco después de su nacimiento, seguida por su hermana mayor, de quien ella dependía. Poco después, contrae nupcias con un noble de una familia de similar clase social. En unos pocos años, su esposo, Fujiwara no Nobutaka, también moriría dejándola con una hija. Fue en este penoso contexto que Murasaki escribió El Relato de Genji. Esta historia parece ser muy cercana a la realidad en lo que respecta a las relaciones entre hombres y mujeres, y las desafortunadas circunstancias en que se encontraban sus contemporáneas.

El Primer Ministro Fujiwara no Michinaga, guiado por la fama de Murasaki como resultado de la popularidad de La Historia de Genji, parece haber sido quien encontró una posición para ella como dama de compañía de la Emperatriz Akiko.

Además de escribir La Historia de Genji, Murasaki también mostró su genialidad en otra famosa obra llamada Murasaki Shikibu no nikki (El Diario de Murasaki Shikibu), cuyo manuscrito aún se conserva.

Varias teorías existen sobre cuando el texto de El Relato de Genji fue terminado, pero tal parece que ella continuó escribiéndolo mientras servía a la emperatriz, falleciendo, posiblemente, poco después de terminar la novela, quizá cuando tenía al rededor de cuarenta años o más. Su tumba aún puede ser vista en un templo budista en Kyôto, la antigua capital donde las principales escenas de esta novela se desarrollan.

La autora, quien vivió el esplendor de la familia Fujiwara en el poder y la decadencia de la era Heian, percibió el vacío y falsedad de la sociedad aristocrática de su tiempo, la misma que alimentaba el sufrimiento de las mujeres de su época.

Gracias a su esmerada educación y gran capacidad de observación, lograría plasmar con gran maestría en toda su obra las emociones intrínsecas del ser humano como el amor, odio, sinceridad, celos, tristeza y otras, en un intento por redimir el alma femenina atrapada en lo juegos políticos y esquemas sociales impuestos por la preeminencia masculina en la sociedad Heian.

martes, noviembre 22, 2005

Matemática del caos


J. A. MASOLIVER RÓDENAS

B arcelona, España. 16/11/2005. (La Vanguardia).- Una feliz coincidencia nos acerca simultáneamente a tres importantes facetas de la escritura de Sergio Pitol (Puebla, México, 1933) que es, hoy por hoy, uno de los más grandes escritores de nuestra lengua y el maestro que más cerca está de los nuevos planteamientos narrativos tanto en España como en América Latina. La segunda edición de El desfile del amor,publicada por Anagrama, coincide con la publicación del Tríptico del Carnaval (El desfile del amor, Domar a la Divina Garza y La vida conyugal), segundo volumen de las Obras completas editadas por el Fondo de Cultura Económica.

Este tríptico representa el punto álgido de la obra narrativa de Pitol, allí donde se desarrolla al máximo su poética, su identificación con algunos escritores clave en su trayectoria, muy especialmente Bajtin y Gogol, su visión cruel, despiadada, carnavalesca de la sociedad mexicana. Y pese a que Pitol insistirá en las distintas etapas de su escritura, cada nuevo libro suyo nos remite a su obra anterior. De ahí la oportuna recuperación de sus relatos, Los mejores cuentos, que se abre con un verdadero clásico, Victorio Ferri cuenta un cuento, donde está lo más esencial de un escritor nacido en Puebla pero que ha vivido su infancia en la Córdoba mexicana. Los Ferri son una familia, una estirpe maldita, dominada por la maldad, la intriga, el rencor, las confusas pasiones soterradas, dominados por la miseria moral, también por el desenfreno, el caos y la locura. En Vals de Mefisto se nos dice que la anécdota, esa trama a la que Pitol se muestra siempre tan atento a la hora de reflexionar sobre su obra o sobre las lecturas que le han marcado, «como en casi todo lo que escribía, era un mero pretexto para establecer un tejido de asociaciones y reflexiones que explicaban el sentido que para él revestía el mismo acto de narrar» y donde «cada acorde del Vals se vuelve burlón, sarcástico, escarnecedor». Cada cuento es un mundo y todo el mundo pitoliano. La fragmentación, la digresión, la memoria, el juegode conjeturas, el misterio constituyen el núcleo narrativo. Y así, en cada uno de ellos encontramos un tejido que se nos va haciendo familiar, que se va intensificando, que va aceptando la intromisión de elementos ensayísticos y autobiográficos, donde el cambio radical con respecto a su primera escritura es la desaparición de la infancia que había tenido, a modo de exorcismo, una presencia definitiva en sus primeros textos y quetendrá en el último ciclo de su escritura inaugurado con El arte de la fuga.

Al interés de los relatos, un género en el que ya desde muy joven Pitol ha mostrado una desconcertante madurez, hay que añadir el largo prólogo de Enrique Vila-Matas. Nos encontramos con un espíritu afín a los gustos literarios, a la ruptura de los géneros y a las tradiciones nacionales. Como hace Pitol en el último texto de El mago de Viena, está escrito en forma de diario. Al igual que Pitol, se mezcla la exaltación de la amistad con lo narrativo y con un original análisis de algunos de los relatos centrales del libro prologado.

El mago de Viena puede considerarse como una continuación de El arte de la fuga y de El viaje. Una escritura fragmentaria y a la vez totalizadora en la que se encuentran todas sus experiencias vitales y literarias. El sentido de unidad está marcado por la misma estructura del libro: una sucesión de secciones de amplia variedad temática que van fluyendo ininterrumpidamente, lo que explica la ausencia de un índice. Un fluir fortificado por las continuas reflexiones sobre sus lecturas preferidas, su propia obra y sus ideas sobre la escritura. El rasgo más notable, algo que comparte con Vila-Matas, es la identificación con los escritores que admira, con comentarios a su vida y su obra iluminadores y magistrales; y al mismo tiempo pueden confundirse con la invención, como ocurre con uno de los textos más fascinantes del libro, De cuando Enrique conquistó Asjabad y cómo la perdió, donde a las prodigiosas aventuras de Vila-Matas hay que añadir las del propio autor así como sus iluminadoras observaciones sobre Gogol.

En todo este hervidero laten, como he dicho, las ideas estéticas de Pitol como parte integrante de la narración: su defensa del lenguaje, de la Forma, del instinto y de la inspiración, del misterio, de la oscuridad, de lo secreto, de la fusión de lo fabuloso y lo cotidiano, de la lectura y el sueño. Su visión de la escritura como una matemática del caos que se mueve entre la aventura y el orden, lo cual explica su rechazo de las vanguardias. La muerte del héroe en la literatura contemporánea explica el dominio de la comicidad y la crueldad, de la parodia y de lo carnavalesco que a su vez explican la prosa afiebrada, lo desorbitado, lo raro y lo excéntrico. Pitol no sólo ha roto radicalmente la barrera entre los géneros sino que ha roto la frontera entre los escritores cercanos a él como Chéjov, Gogol, Kafka, Svevo, Faulkner, Henri James, Borges, Rulfo, Arreola, Bioy Casares, Gombrowicz o, reividicados por él, Evelyn Waugh, Flann O'Brien o Firbank. Escritores cercanos a él por la amistad y por una misma necesidad renovadora como Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo, Margo Glantz y, por encima de todos, Carlos Monsiváis. Y, finalmente, escritores más jóvenes como Mario Bellatin, César Aira o Vila-Matas.

Al mundo de la escritura, con abundantes referencias iluminadoras y exigentes a su propia obra, desde sus primeros cuentos hasta El arte de la fuga, hay que añadir el no menos fascinante mundo de sus viajes, llenos de experiencias delirantes, con personajes extraordinarios y con la presencia de un narrador que reacciona con una inusitada intensidad ante la belleza, con irónica preocupación por sus problemas de salud y con un sentido del humor único. Este sentido del humor que permite que la grandeza de estas páginas nos sea tan accesible.

lunes, noviembre 21, 2005

Una foto de Cabrera Infante



Guillermo Cabrera Infante
© Daniel Mordzinski / De la exposición El país de las palabras. Retratos y palabras de escritores de América Latina 1980-2005.

EXPOSICIONES CONFIRMADAS:

MADRID. Fnac Callao
Preciados, 28
Del 2 de noviembre de 2005 al 31 de enero de 2006

ZARAGOZA. Fnac Plaza de España
Coso, 25-27
Del 7 de febrero al 30 de marzo de 2006

viernes, noviembre 18, 2005

De 400 mil títulos en Francia, sólo mil son de poesía: Clavilier


Lina Zerón

Ciudad de México. Viernes, 18 de noviembre de 2005. (El Financiero).- Nacido el 7 de abril de 1966 en Francia, el poeta, fotógrafo y compositor Pierre Clavilier, además de director de la editorial europea La Barbacana, presentará en México, la próxima semana, su libro El rey del país de Nishadhad (Linajes Editores), relato en adaptación libre del Mahabarata.

Clavilier, promotor de la literatura latinoamericana en su país natal, es uno de los 46 poetas invitados por el Sindicato de Maestros del Estado de México para asistir al encuentro poético Voces para la Educación, que comienza el martes 22 de noviembre en Toluca.

-Es importante que los poetas se encuentren para dar a conocer al público sus creaciones -dice-. En Francia, país donde han vivido famosos poetas, la gente no hace caso a la poesía. Es difícil darnos a conocer. Una tierra que pierde de vista sus poetas, pierde el sentido más noble de su existencia. Tanto la educación nacional como la prensa francesa parecen olvidarse de nuestra presencia. De hecho, las librerías no tienen casi sobre volúmenes de poesía. Cada año, Francia publica más de 400 mil libros, entre los que sólo podemos contar mil poemarios: un 0.25 por ciento de la producción; o sea, nada. La venta promedio es, para un libro de poesía, de 80 ejemplares, así que los encuentros son el único modo para nosotros de hacernos conocer por el público.

Clavilier suele pensar que "un poeta es poeta porque quiere que el mundo sea diferente". Entonces, dice, "si queremos que se mueva el mundo debemos empezar por movernos nosotros mismos. ¿Qué es un poeta al fin sino un espectador que escribe?" El editor francés es un voraz lector de poesía latinoamericana: "Existe un gran variedad poética. Yo creo que actualmente, en Francia, los poetas vuelven a la poesía. Me explico: durante años los que se pretendían poetas eran más escritores que jugaban con las palabras, no exactamente poetas. Entonces sus textos perdían la magia y el aliento indisociable a este género. Esto los ha aislado del gran público. Nosotros, que llegamos a la madurez (cumpliré 40 el próximo mes de abril), no encontramos a nadie que nos hiciera caso. Pero cuando organizamos lecturas, el público nos escucha. La poesía de hoy se sitúa sobre todo en América Latina. ¿Quién soy entonces para comentar algo acerca de lo que ustedes conocen mejor que yo?"

Clavilier platica que a la edad de 12 años descubrió a Pierre de Ronsard y compró la mayoría de su obra. Estaba escrito en un francés envejecido, pero sentía que no representaba un obstáculo: "Me quedaba horas a leer sin hacer otra cosa mientras mis compañeros iban a jugar futbol, deporte que me gustaba pero que no me fascinaba como las poesías que descubrí. Solo, en mi cama, aprendí poesías de memoria. Años después las conservo en una esquina de mi mente. Porque había elegido este poeta sólo porque el poeta, como yo, se llamaba Pierre. Después me puse a consultar todos los libros de poesía que contenía la biblioteca de mi colegio. Entonces me dí cuenta que unos poetas me decían más cosas y otros menos. No me imaginaba expresarme un día en verso. Tenía tanta dificultad en la expresión escrita, pero el 23 de enero de 1983, tenia entonces casi 17 años, me sentía muy solo y la vida me ofreció mala cara (como a muchos chicos de esta edad). Me puse, pues, a escribir un soneto que era malísimo; sin embargo, sentí inmediatamente una relación con el mundo muy diferente de lo cotidiano. Al escribir ya no existía ninguna hipocresía, en el sentido de los viejos griegos. Tampoco había que intentar parecer. Entre esas malísimas líneas aparecía tal como era yo. La autenticidad del escribir me permitía sentirme como jamás me había sentido, y eso era agra- dable. Y como era agradable escribí ese día como seis textos que al día siguiente presenté a unas compañeras. Yo, el chaparrito al que nunca miraban ellas, podía llevar por fin una sonrisa a una chica. Ni siquiera lo podía imaginar. Además, fue un acto que sentía esencial a mi existir. Cambió mi motivación, y desde entonces escribir sigue siendo el centro de mi existir. Años después descubrí poetas en español y comprendí que una verdadera poesía respondía a leyes interiores que no le aparecen visiblemente al lec- tor común."

Pierre Clavilier considera que la poesía es una lucha con las palabras: "¿Qué es una palabra sino el intermedio entre una cosa y nuestra mente? Ser poeta es siempre abrirse al mundo y plantarse de modo diferente. Por esto los verdaderos poetas encuentran poesía en toda la creación y no sólo en lo que se ve bonito. No escribo para salvar mi alma, sino para vivir. Y vivo para escribir. Finalmente escribir me otorga un alma a la cual tal vez salvaré precisamente por mi dedicación a escribir. Esto no tiene nada que ver con la inspiración. Porque el verdadero poeta es un yacimiento de textos. Acaso la única inspiración existente de un escritor es su escritura. Un futbolista, por más genial que sea, si no trabaja diariamente, si no cuidad su nutrición, no alcanzará nada. La inspiración es una disciplina, pero también una necesidad. Yo creo más en el estilo que en la inspiración. Al fin, desde los tiempos remotos, todo está ya escrito. El amor imposible de Romeo y Julieta, por ejemplo, tiene tanta variedad en la literatura mundial que la esencia siempre gira en torno suyo."

¿Qué es el estilo?, se pregunta el poeta francés. "Es el vivir -se responde-. La inspiración es el trabajo. No más. La inspiración es una mitología que asusta a unos, como un pretexto para los malos creadores. También es un pedestal en el cual la sociedad ha puesto al artista separándolo del pueblo, de donde es un miembro fundamental, como igual lo es un trabajador manual. ¿Para qué se busca ahondar en las diferencias de una profesión? El escritor debe escribir a diario, como el carpintero tallar correctamente la madera. No creo yo a la inspiración."

miércoles, noviembre 16, 2005

Salman Rushdie vuelve a Cachemira


ROBERT SALADRIGAS

Barcelona, España. 16/11/2005. (LA VANGUARDIA).- No me parece buen augurio que una historia arranque con un asesinato, el descubrimiento de un cadáver o el hallazgo de un viejo manuscrito. Cualquiera de las tres opciones, a fuerza de exprimidas, me causa recelos. En la última novela de Salman Rushdie (Bombay, 1947), Shalimar el payaso, no el inicio pero sí el detonante del relato es la ejecución en Los Angeles del ex embajador de EE. UU. en India, el judío Max Ophuls -la elección del nombre y apellido del célebre director de cine expresionista es sólo una travesura de Rushdie-, al salir de la casa de su hija India; el asesino es su extraño chófer, conocido por Shalimar el payaso. Sin embargo, cautelas personales aparte, creo que ésta es la novela más conseguida de Rushdie desde Hijos de la medianoche, con la que en 1980 alcanzó un merecido aplauso internacional a la vez que desplegaba una manera rigurosamente personal de concebir la literatura como la fusión del destino individual en el colectivo, amasados ambos por una imaginación burbujeante que remitía al hiperrealismo latinoamericano y a una influencia directa de García Márquez sobre el joven indio. En aquella soberbia novela torrencial, hasta cierto punto descabellada, Rushdie descubría sus cartas, las buenas y las controvertidas, con las que ensamblaba los elementos de su universo narrativo. De lo escrito desde entonces, me interesó Vergüenza (Shame, 1983), y considero más que discutible el resto de su obra, incluida Los versos satánicos (1988) que le valió la condena a muerte dictada por Jomeini en nombre de un islam ofendido.

Shalimar el payaso posee ciertos nexos con Hijos de la medianoche. En ésta el protagonista Saleem Sinai, dotado de facultades mágicas, nacía al filo de la medianoche del 15 de agosto de 1947 - no es casual que fuera el mismo año que Rushdie vino al mundo-, la jornada histórica en que India alcanzó su independencia, de manera que por este hecho fantástico la vida de Saleem queda irremisiblemente ligada a los avatares del país que lo va forjando al tiempo que se forja a sí mismo. Pero en realidad la historia comienza mucho antes, cuando en el otrora idílico valle de Cachemira su abuelo sufre un pequeño accidente que interpreta como presagio del trágico futuro que se cierne sobre su tierra y a sus herededos. Conviene recordar que el abuelo de Rushdie era también cachemir y que él, su nieto, incapaz como Saleem de no intuir en su peripecia existencial los reflejos de la saga familiar, ha hecho de la tortura de Cachemira el motivo de su compromiso literario. Pues bien, en Shalimar el payaso los dos protagonistas de la historia de amor que configura una de sus tramas, Noman Sher Noman y Bhoomi Kaul, nacen la misma noche de 1965 en que los Kabailis, tribus afganas de Pakistán, irrumpen a sangre y fuego en territorio cachemiro bajo dominio indio y da comienzo la llamada guerra de Cachemira que se caracterizó por su salvajismo. Una vez más, sobre el fondo del paraíso perdido, los hilos de la pequeña historia se insertan en el tejido de la grande para retroalimentarse a lo largo del relato.

Compromiso y populismo
Pero volviendo a la pareja, el joven Noman Sher Noman será desde niño Shalimar el payaso por sus habilidades de funambulista y cómico en una familia musulmana de Pachigan dedicada a la cocina tradicional y al teatro, y la hermosa Bhoomi, hija de un sabio hindú y danzarina cachemir, se transformará en Boonyi. Los adolescentes se enamoran y se casan, pero Boonyi abandona a Shalimar para ser amante de Max Ophuls, poderoso embajador de EE.UU. y antiguo héroe de la resistencia en la Segunda Guerra, con quien tendrá una hija a la que desea dar el nombre de Kashmira pero llamará India, mientras Shalimar, asfixiado por el rencor y el deseo de venganza universal, se unirá al movimiento fundamentalista que lucha con las armas por la unificación de su patria y más tarde a los jihadistas contra el imperialismo encarnado por el cínico Max- tras el escándalo de su relación con Boonyi fue nombrado jefe en la sombra del contraterrorismo norteamericano- que ha mancillado su honor y simboliza la arrogancia del occidente hegemónico, responsable de las calamidades sufridas por su estirpe de gente humilde y soñadora.

Las historias que cuenta Rushdie suelen ser intrincadas, densas, prolijas y turbulentas, imposibles de abreviar, y las de esta novela no son una excepción. Dividida en cinco bloques, arranca en el Los Angeles de los noventa con la joven India de 24 años, la hija de Boonyi y Max, en los días anteriores al asesinato; prosigue con las secuencias de Boonyi, Max, Shalimar el payaso, y concluye recuperando a Kashmira, el nombre que al fin India adopta en honor a su madre, una vez apresado Shalimar y condenado a muerte, cuando tras escapar del corredor de la muerte se ofrece como señuelo a la bestia odiada que ha matado a sus padres. Las cinco historias minuciosamente narradas, subsidiarias unas de otras, configuran un flujo magmático con incontables derivaciones que recorren la constitución étnica de Cachemira, la rica mitología hindú, la conflictiva partición del "diminuto valle sin salida al mar", los encarnizamientos nacionalistas, el surgir del fanatismo terrorista y su alcance internacional, la Segunda Guerra europea, la convivencia sin sobresaltos de religiones y culturas milenarias que en pocos años se ha hecho inviable, el amor romántico alimentado por sueños juveniles que deriva en odio y acaba recluido en un círculo de traiciones y venganzas irracionales de las que nadie sale indemne, trenzando con todo ello un relato durísimo impregnado por la nostalgia de un mundo inocente, tal vez preadamita, del que no existe rastro en la memoria de la humanidad y hoy resulta extravagante siquiera imaginarlo desde la cárcel de nuestra realidad.

Quizás eso aclare que las páginas más poderosas del extenso texto son aquellas que recrean el pasado y el presente de Cachemira. Por el contrario, las más diluidas y sin alma ni pasión creadora, convencionales como suelen serlo las que escriben quienes manufacturan productos de mercado con la mirada puesta en el éxito de ventas y no en hacer buena literatura, son las que al comienzo y al final del libro transcurren en la Norteamérica del cambio de siglo. Parecen inspiradas en estructuras de telefilme que desdibujan los rasgos de los personajes, sobre todo a Shalimar, puntal de la novela, que de pronto ocupa un plano distante del lector al convertirse sólo en enemigo público, sometido a un juicio descrito con técnica de diario sensacionalista o telenoticias y a continuación sus seis años vividos en el infamante corredor de la muerte sin que nunca lo veamos de cerca ni podamos hacernos una idea de sus tensiones internas. No deja de ser ilustrativo que en los dos segmentos, el primero y el último, en que India/ Kashmira es el vértice de la narración, ésta, al margen de lo que cuenta, desfallezca de un modo alarmante. Yes que Rushdie ha hecho de la chica un personaje deshuesado de papel recortable, a lo Barbarella de Jane Fonda, sin otra entidad que ser un pelele de los designios del autor.

Ahora bien, a condición de aceptar Salman Rushdie con su voluptuosidad, su imaginería barroca, sus aciertos y debilidades, su mezcla de compromiso y vocación populista, creo que Shalimar el payaso, con menos elementos mágicos y mayor carga de realidad que Hijos de la medianoche,es una novela de considerable envergadura aunque con grietas. Pero, por fortuna, no una más.

El lunes 21 de noviembre Salman Rushdie abre en Barcelona el ciclo ´El valor de la palabra´ en la nueva biblioteca Jaume Fuster, en el que también intervendrán en días posteriores Terry Eagleton, Nélida Piñón, Kazuo Ishiguro, Albert Sánchez Piñol y Rafael Argullol. En la imagen de la derecha, Salman Rushdie posa en una terraza de Manhattan (en abril de este año)

martes, noviembre 15, 2005

Raymond Hains fallece en París







Barcelona, España. 15/11/2005. (LA VANGUARDIA).- El artista francés Raymond Hains, miembro del movimiento del nuevo realismo que se hizo famoso por sus carteles rotos, ha fallecido a los 78 años. Hains trabajó junto a artistas como Yves Klein, Jean Tinguely y Arman para fundar el nuevo realismo en 1960. El movimiento, basado en el reciclaje poético de objetos comunes, procuró un contrapunto europeo al pop art.

Nacido el 9 de noviembre del año 1926 en Saint-Brieuc, Bretaña, Hains falleció en París el 28 de octubre. "Hemos perdido uno de los artistas clave de los últimos 50 años, el creador de una mitología personal que supo cómo minar, con gran atrevimiento, pero también gran humor, el trasfondo de las imágenes y del lenguaje, de la forma y el verbo", dijo el ministro de Cultura francés, Renaud Donnedieu de Vabres.

Hains, que dividió su tiempo entre París y Niza, estaba orgulloso de de sus elaborados juegos visuales y verbales, que le granjearon el apodo de rey del retruécano metafísico.Perteneció a la generación de artistas franceses que salió a la palestra tras la Segunda Guerra Mundial y participó en movimientos clave del arte de su país, pero su personalidad se resistía a la clasificación. Su trabajo partió del surrealismo, a través de la fotografía, y se basaba en el principio de la apropiación - ideas, imágenes, palabras, objetos- practicado con plena libertad.

En su obra radical destacaban sus décollages,carteles rotos que cogía de la calle con su amigo Jacques de Villegé y que juntos manipulaban convirtiéndolos en grandes cuadros abstractos con alusiones a distintos artistas y no poca ironía hacia el expresionismo abstracto, hasta el punto en que Hains se definía como un inaction-painter.

lunes, noviembre 14, 2005

Entrevista a Kenzaburo Oé, Premio Nobel de Literatura




Foto: (gezett de)

XAVI AYÉN

Tokio, Japón. 14/11/2005 (La Vanguardia) La voz de Hikari (o Eeyore, según el diminutivo con que su padre lo designa en la ficción) nos saluda efusivamente en castellano: "¿Cómo están, amigos?". Su padre es el premio Nobel de Literatura Kenzaburo Oé, quien ríe de buena gana ante una taza de té humeante: "Lo ha aprendido en un programa de español que emite la televisión japonesa". Con motivo de la próxima aparición en España (el día 22 de este mes) de ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era! (Seix Barral), una obra publicada en 1983, Oé recibe a este diario en su casa del barrio residencial de Seijo, en Tokio.

Ésta es, para el lector español, su primera obra de no ficción. ¿Por qué decidió narrar así la historia de la relación con su hijo?

Hikari nació, hace 41 años, con un tumor de color rojo brillante, del tamaño de una segunda cabeza, que hubo que extirparle en una operación a vida o muerte. Esa angustia, y la deficiencia mental que se le diagnosticó, marcan decisivamente mi obra literaria. En ¡Despertad...! reflejo el proceso que me condujo a aceptar esa realidad y, después, a convivir con ella. Es algo que aparece de forma más o menos indirecta en otras novelas, como Una cuestión personal,pero aquí quise plasmarlo de modo totalmente autobiográfico, no ficticio. Aunque narre hechos reales, sigue siendo literatura, al mismo nivel que una novela para mí es una novela de no ficción.También pretendí materializar el imaginario de la poesía de Blake, el romántico inglés, y, a través de él, reflejar a los míos. He intentado dibujar dos mundos: el de los poemas de Blake y el de la vida cotidiana de mi familia, dos mundos que se solapan y, en un momento dado, a través de un juego de espejos, se unen formando un solo mundo. No es fácil decir dónde acaba uno y dónde empieza el otro.

Al entrar aquí y ver el jardín con esos pájaros que consiguieron que su hijo empezara a hablar, o a él componiendo música, o a ustedes haciendo las mismas cosas que en el libro, uno tiene la sensación de haber entrado en la novela y entrevistar a los personajes...

No se puede imaginar la tranquilidad y la felicidad que me produce ese comentario. Hubo un tiempo en que yo quería ser un novelista europeo, dibujar el mundo como lo hacía el humanismo y todos los grandes autores del Viejo Continente. El nacimiento de mi hijo interrumpió esos sentimientos. Tomé la decisión de vivir con él, convertirlo en parte de la familia, integrarlo en mi convivencia diaria, ser feliz con esa nueva realidad. Decidí que continuaría retratando el mundo y a Japón, pero a través de la vida de mi hijo. Hikari es una especie de lente a través de la cual se filtra la realidad. Sus expresiones de niño, sus movimientos, sus rabietas, sus violencias, sus alegrías, cómo vive en nosotros, son instrumentos con los que reflejo el mundo. La realidad exterior y la privada convergen. Tengo la sensación de que escogí la manera de escribir correcta, y también la manera de vivir correcta.

El libro, ya desde el título, se dirige a los jóvenes del mundo. ¿Qué les quiere decir?

El título procede del prefacio del poemario Milton, de Blake: "¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era! ¡Oponed vuestras frentes a los mercenarios ignorantes!..." Es un canto contra las milicias, para que la sociedad se convierta en un lugar con leyes, instituciones, educación, donde se pelee utilizando la mente y no la sangre. La guerra, que hacen los ejércitos, es la expresión máxima de la violencia y la ignorancia. Japón, por ejemplo, tiene una Constitución pacifista que el Gobierno incumple enviando tropas a otros países como Iraq. No sólo estoy en contra de todas las personas que utilizan la violencia para defender unos ideales, un territorio o una ideología, sino también en contra de la misma conciencia de ejército, personas que no se mueven por iniciativa propia sino según las órdenes que reciben. Desgraciadamente, en la sociedad japonesa actual, ya no se trata únicamente de las fuerzas armadas, también en el trabajo se piensa así, cada vez hay menos personas con conciencia propia, que no tengan por qué pensar como la gente que les rodea. Todo eso aparece en los versos de Blake.

Parece que no ha escondido nada por pudor. El libro contiene escenas emocionantes y bellas, pero ofrece otras de gran crudeza.

Espero que no sea posible malinterpretar eso. La vía a la felicidad que muestro es un camino con altibajos. En ocasiones, los problemas surgen en el seno de nuestra familia, de mis propios prejuicios, como esos momentos en los que me era imposible soportar la mirada de mi propio hijo, y, en otras, de la reacción de la sociedad. Pero también hay mucho sentido del humor.

Usted nunca ha eludido las escenas violentas.

Pero no canto a la violencia, la reflejo de la manera más realista posible para denunciarla y que el lector se pregunte si conduce a algún sitio. Mostrándola tal cual es, la despojo de atractivo. También me dicen que reflejo muy abiertamente el sexo, pero es porque en mi país la sexualidad está reprimida. Y yo hablo de una sexualidad feliz, donde el joven se libera para expresarse al cien por cien a través de ella. Ese tema está más presente en mis primeros libros, porque ahora el sexo no es lo que me quita el sueño por las noches, precisamente.

¿Qué papel tiene la música en la educación de su hijo?

Descubrimos por casualidad que tenía una sensibilidad enorme al respecto. No hablaba con nosotros, ni se comunicaba, hasta que, a los cuatro años, empezó a identificar el canto de los diferentes pájaros, y nos decía su nombre. De ahí, pasamos a la música clásica. Ahora compone sus propios temas y alguno de sus discos creo que ha vendido más que ciertos libros míos...

Acaba de publicar en Japón Adiós a mi último libro.¿Es verdad que no piensa escribir más?

Eso pretendía, pero... El libro es una especie de sueño, un artificio que muestra cómo un colectivo de individuos, con su imaginación, podría ser capaz de detener la violencia, de cambiar cosas sin tener que recurrir a la guerra. Una utopía que me alimentó la ejemplar reacción española al atentado del 11-M.

¿Pero es su última obra?

Hablé con Edward Said del tema de la última obra de los artistas, y un año después murió. Aunque yo no lo sabía, él había escrito sobre esas conversaciones, y se publicaron tras su muerte. Hablábamos de esa última creación de algunos grandes músicos y escritores, que solía ser algo muy nuevo siempre, algo que la sociedad no aceptaba, porque nadie se lo había ofrecido antes, y cuyo tema normalmente tiene que ver con una gran catástrofe. Es lo que he querido hacer con este libro. Quería que fuera mi última obra: retrato una hecatombe, pero es una obra llena de esperanza. Tiene tono de tañido final, una especie de clímax de toda mi obra anterior. Ya han pasado unos meses desde que lo acabé, y todavía no tengo la certeza de que vaya a escribir sobre otra cosa. Pero creo que esto no se va a acabar aquí. Si sigo escribiendo, quiero que sea algo todavía superior a este libro, y si ha de haber una catástrofe que sea aún más grande.

¿Guarda por aquí el diccionario que está escribiendo para su hijo?

Incluso lo he publicado en Japón. Mi hijo tendrá siempre la mentalidad de un niño y quería que algunos conceptos complejos no le fueran extraños, así que los describía de modo que los pudiera entender. Pero no sé si estoy capacitado para hacer inteligibles conceptos como muerte a niños con deficiencias. Me preocupaban las dificultades que tendría mi hijo cuando yo desapareciera y quise facilitarle las cosas, confeccionarle una guía sobre qué tipo de lugar es el mundo. Ahora veo que era un libro más dirigido a mí mismo. Nuestra relación es más bella que difícil. ¿Oye esta música?

Sí, claro.

Es una pieza que mi hijo ha compuesto para mí por mi 70. º cumpleaños, que fue en enero. Es una obra para animar al padre, para que siga escribiendo y feliz pese a la edad. Yo uso la escritura para lanzar esos mensajes; mi hijo, el lenguaje musical. Los dos hemos estado siempre animándonos mutuamente, uno con la música, otro con la escritura. Nos damos mutua satisfacción.

miércoles, noviembre 09, 2005

Cuatro teorías para una librería total





JORGE CARRIÓN

Barcelona, España. 09/11/2005. (La Vanguardia).- No hay librería impostora más fácil de detectar que aquella que ofrece libros debidamente precintados.


Interior librería Shakespeare & Co.

1. Teoría del hotel y del caos

La epifanía del viaje es el encuentro. Entre dos personas; entre el viajero y un espacio; entre un viajero y un tiempo. La librería es al mismo tiempo un lugar de paso y un contexto sedentario. En su afán devorador, el supermercado de libros engulle los elementos que han individualizado a la librería tradicional. La cafetería o el trato personalizado son, una vez imitados, reproducidos en serie. Sin embargo, hay elementos cuya copia no es posible. Por ejemplo, las fachadas vetustas, idóneas para la postal. O por ejemplo la tendencia a devenir hotel.

Todo el párrafo anterior se vuelve espacio en la librería más famosa del mundo: la Shakespeare & Co. de París. Cuenta George Whitman, su alma máter, que desde que leyó por primera vez al viajero francés Michel Peissel deseó conocerlo; cuando éste finalmente visitó la librería del número 37 de la Rue de la Bûcherie, le confesó que ya se habían conocido mucho tiempo atrás, porque en la adolescencia el futuro trotamundos había comprado allí los relatos de viajeros que habían provocado sus ansias de partir. Era un doble encuentro con el origen. El del escritor con la librería donde se gestó su vocación y el del librero con el recuerdo de sus tiempos de vagabundo.

Whitman sostiene que su local se convirtió en hotel porque de algún modo debía devolver la hospitalidad que él había recibido en su juventud sin domicilio. Por eso su lema es: "Be not inhospitable to strangers lest they be angels in disguise".

Abrió en 1951. Con el tiempo la planta baja fue absorbiendo los metros cuadrados adyacentes: tres locales comerciales y tres viviendas se han fundido en un "wonderland of books" (Henry Miller dixit). ¿Con qué objetivo? Con el de succionar todo lo que tiene que ver con el libro. El té o el café de la tarde. La biblioteca personal y la pública. El sofá y la cama para los invitados. Cultiva la fidelidad a Hemingway, Pound, Gertrude Stein o Joyce, que frecuentaron la Shakespeare and Co. de Sylvia Beach, su precedente directo, porque en el legendario establecimiento de entreguerras se inspiró Whitman para su proyecto.

Hay otra característica de la librería tradicional que no puede ser clonada por las superficies comerciales: la tendencia al caos. Obviamente, la informatización del mundo controla el impulso natural de una librería al laberinto. Sin embargo, la librería parisina es puro desorden disfrazado de clasificación. Los espejos y los cuadros colaboran a ese ambiente saturado, tan propio de las librerías de viejo. Una sensación similar se tiene al entrar en la mejor librería de Sydney, Gleebooks, inaugurada en 1975: te salta a los ojos un calidoscopio abigarrado de lomos multicolores, estanterías de color cerezo, moqueta verde, portadas expuestas en las paredes... Pronto, no obstante, descubres el orden, nunca evidente. Se diría que en la librería tradicional el caos tiene que figurar, aunque sólo sea en apariencia. Humano. No hay librería impostora más fácil de detectar que aquella que ofrece libros debidamente precintados.

Fachada Librería Ávila.

2. Teoría de la galería y del subsuelo

De los tenderetes de libros junto al Sena, de las casi tres mil librerías de París, a la proliferación de locales en Buenos Aires. El puente transatlántico no es imposible: pese a la crisis, la capital argentina sigue siendo un hormiguero de librerías. Sobre todo de segunda mano, pero también hay cadenas como El Ateneo, con su local faraónico de la calle Florida y con el espectacular Grand Splendid de la Avenida Santa Fe, donde se puede leer rodeado por la arquitectura monumental de un teatro. Pero en el subsuelo (la vocación underground de la cultura) debe perseguirse el rastro de la librería total.

Sus fragmentos son albergados en muchas galerías comerciales. Borges iba a La Ciudad, en los locales 16 y 18 de la Galería del Este. De todas las esquinas de Buenos Aires, la más antigua consagrada a los libros es la de la Librería de Ávila. Tiene sótano con libros y café. Se han vendido desde 1785, frente al actual Colegio Nacional. En el siglo XIX la frecuentaban entre otros Sarmiento, Groussac y Moreno, el perito que dio su nombre al glaciar. El actual edificio - art deco- es de 1926; durante décadas fue propiedad de la Editorial Sudamericana; desde 1994 es propiedad de Miguel Ángel Ávila. Su subsuelo alberga una inagotable colección de libros y revistas antiguos: los ejemplares de Sur con textos de Borges u Ocampo enlazan el presente con el fervor cultural de los años veinte y treinta, el de una modernidad periférica.

En pleno centro histórico de Río de Janeiro otra librería mítica ocupa locales de galería subterránea. Se trata de Leonardo da Vinci, que desde 1952 atiende a sus clientes en el 185 de la Avenida Rio Branco. Para ver su importancia, hay que leer el poema de Antonio Cicero A cidade e os livros, donde enumera las galerías, avenidas, cines y librerías de su adolescencia; su descubrimiento de la agitación cultural. Leonardo da Vinci es citada en primer lugar, prioritaria. La vocación de centro cultural de las librerías tradicionales también ha querido ser clonada por FNAC u otras cadenas, pero éstas se rigen por una fugacidad que no admite la frecuentación ni la tertulia, cuyas condiciones de existencia pasan por la duración. Por debajo del nivel del tráfico urbano, en Leonardo da Vinci se reunió el modernismo brasileño. Y Drummond Andrade dejó como testimonio el poema Impurezas do branco.

Interior Seminary Co-op Bookstores de Chicago, librería de la calle 57.


3. Teoría del conocimiento

En la librería tradicional, por tanto, se invierte el orden de la ascensión platónica. Para conocer hay que descender. Física o simbólicamente. También Los tres locales de la Seminary Co-op Bookstores de Chicago cumplen ese requisito. La mayor librería académica de Estados Unidos se abrió en 1961. Su exquisita y amplia selección de novedades internacionales se debe a la colaboración de profesores universitarios e intelectuales locales, que confeccionan las listas periódicas de los títulos que Co-op debe adquirir. Durante muchos años, Saul Bellow fue uno de esos eruditos clientes que contribuyó anónimamente a la creación de un laberinto de conocimiento.

Mucho se ha hablado de la importancia del hotel y poco de la de la librería en la configuración de la literatura de viajes.


Interior librería Standfords.

Bruce Chatwin - según un rumor que no pude confirmar in situ-compraba sus mapas en Stanfords, el establecimiento londinense con dos sedes: una en Covent Garden y la otra en la Royal Geographical Society. Donde el doctor Livingstone y Wilffred Thesiger, además del doctor Watson (en El sabueso de los Baskerville) habían también comprado mapas y proyectado odiseas. Stanfords nació en 1852, en plena expansión colonial británica. La cartografía del globo empezaba por casa: en 1862 editó el mejor mapa de Londres que se había hecho hasta la fecha. Desde entonces se ha convertido en un ejemplo de la contribución de la librería al mapeo del mundo.



4. Teoría de la librería monumento

¿Qué tuvieron los años cincuenta para haber creado tres de las librerías más importantes del planeta? En 1951, Shakespeare and Company; en 1952, Leonardo da Vinci; en 1953, City Lights de San Francisco. La sede de la Generación Beat nació tras una estancia de Lawrence Ferlinghetti en París, en la cual conoció a George Whitman, quien entonces recién daba los primeros pasos con Le Mistral, el primer nombre de Shakespeare & Co. Ferlinghetti regresó a San Francisco en 1951 y dieciocho meses después inauguró City Lights. Dos años después nació la editorial. Aullido y otros poemas,de Ginsberg, se puso a la venta en otoño de 1956. Al año siguiente, Shig Murao, el dependiente de la librería, fue arrestado bajo la acusación de corromper a menores con los libros que vendía. Así nació el mito. En 1959, antes de un recital, Ginsberg advirtió a los asistentes que su poesía era de inspiración divina. Se hallaba en el lugar justo: el templo consagrado por su generación, que venerarían las siguientes.

La energía de City Lights, de nuevo, se alimenta de la tensión entre viaje y quietud. Su dinamismo brotó de los traslados de la Generación Beat; pero se mantuvo a largo plazo gracias a la fe de Ferlinghetti. La trayectoria parte del viaje y llega al posturismo: centenares de turistas visitan a diario el local de la Columbus Avenue. Tal ha sido el destino de tantas otras librerías tradicionales. La casa de libros de anticuario Heckenhauer, en Tübingen, es lugar de peregrinaje porque en ella trabajó un joven Herman Hesse. La Livraria Lello, de la Rua das Carmelitas de Porto, es lugar de visita tanto por sus libros como por ser -según Vila-Matas- la librería más bella del mundo. De algún modo, cada ciudad tiene la librería que se merece, la que mejor mimetiza su estética y su inquietud intelectual y su pulso.

Cuando pregunté en Marrakech por la mejor librería de la ciudad, me recomendaron la librería-papelería de Mlle El Ghazzali Amal, muy cerca de la Plaza Djamaa El Fna, que se abrió en 1956. Me desilusionó encontrarme con un local en que las libretas y las calculadoras tenían tanta importancia como las ediciones baratas de Le Rouge et le Noir. Salí cabizbajo y me acerqué a uno de los cuentacuentos de la plaza, que no en vano es Patrimonio Oral de la Humanidad. Tardé mucho, demasiado tiempo en darme cuenta de que estaba rodeado de libros. En la mejor librería de Marrakech. Rabiosamente viva. Para librarme del tópico orientalista, en los días siguientes descubrí otras librerías más convencionales. En los años siguientes, en librerías de medio mundo, extrañamente, me asaltaron las mismas imágenes de la plaza marroquí. Mediante teorías sin más fundamento que el de la mirada, continúo buscándoles sentido.

martes, noviembre 08, 2005

Presenta libro Jean Meyer

Interior de la iglesia Santa Sofía en Constantinopla.

Jorge Luis Espinosa

Cd. de México. Martes 08 de noviembre de 2005. (El Universal) Si un historiador no se cuida y se pone al servicio de un partido, ideología, iglesia o causa se convierte en un pirómano, y el historiador debe ser un bombero, explica el investigador Jean Meyer, de quien la editorial Tusquets acaba de publicar La gran controversia. Las iglesias católica y ortodoxa, de los orígenes a nuestros días.

Para Meyer la historia no debe atizar el rencor, la división o el odio, machacando con la idea de los territorios despojados o las invasiones constantes. «Se trata de entender lo que nos ha ocurrido para que no vuelva a pasar», aclara el historiador.

Y en el caso de La gran controversia, donde recorre la historia de las iglesias católica y ortodoxa, buscó hacerle justica a los dos bandos. «Contar sin tapujos la toma de Constantinopla por parte de los Cruzados, como la persecución de los polacos cuando el imperio ruso intenta acabar con el catolicismo en ese país; una fe que se convirtió en el el último escudo de la nacionalidad en Polonia».

Por lo mismo, el autor de La Cristiada aclara que su intención con este libro es que se comprenda de manera más amplia el desecuentro que por siglos han mantenido estas dos iglesias, cuando son ramas de un mismo árbol.

La historia Por el año 300 de nuestra era, el emperador Constantino divide el imperio romano en dos para defenderlo mejor. En el Oriente funda Constantinopla y en el Occidente Roma se mantiene como centro del mundo conocido.

Pero lo que en principio fue una decisión política, cuenta Meyer, poco a poco llevará al alejamiento cultural de dos mundos que dejan de ser bilingües para privilegiar en sus territorios una sola lengua: el latín en Occidente y el griego para Oriente.

«Ahí empieza el diálogo de sordos y, tras muchos malentendidos, en el año de 1054, el papa León IX y el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario se excomulgan mutuamente y durante nueve siglos ambas iglesias permanecen sin mantener ninguna relación», recuerda el autor de Yo, el francés .

No es sino hasta 1964 cuando Paulo VI se reúne con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras y más tarde Juan Pablo II se reunirá con el Patriarca de Grecia, pero nunca logrará su otro sueño, reunirse con el líder de la Iglesia ortodoxa rusa , que sigue reacia a un encuentro.

Incluso, cuenta Meyer, en algunos seminarios rusos aún se enseña con un manual donde se establecen las 250 herejías de la Iglesia católica.

Y esto cobra relevancia porque en Rusia habitan 60 por ciento 0 70 por ciento de los ortodoxos en el mundo, que en total sumarán unos 200 millones de creyentes.

En México, refiere Meyer, hay un pequeña comunidad de ortodoxos, pero esta religión es prácticamente desconocida. «En este sentido mi libro es una novedad y ojalá permita comprender por qué algunos ortodoxos están tan enojados contra nosotros. Muchos los admiramos y los queremos. Sus iconos y sus cantos son hermosísimos. Y es más, en muchas de la iglesias mexicanas hay algún icono porque son muy», puntualiza el historiador.