Rancho Las Voces: Textos / «Baudelaire al desnudo» por Rafael Narbona
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miércoles, septiembre 22, 2021

Textos / «Baudelaire al desnudo» por Rafael Narbona

Charles Baudelaire retratado por Nadar. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de septiembre de 2021. (RanchoNEWS).- En una ocasión, Charles Baudelaire visitó el Louvre acompañado por Louise Villedieu, una prostituta «de cinco francos». Louise se escandalizó con los cuadros y estatuas de desnudos y le tiró de la manga, preguntándole cómo era posible que las autoridades permitieran esa indecencia. El poeta comparaba su reacción con la de los burgueses que se indignaron con Las flores del mal. En 1857, la obra fue acusada de «ultraje a la moral pública» y se ordenó que se suprimieran seis de sus poemas. ¿Qué había en esos poemas? Una amante desnuda que se dejaba acariciar en un diván. Un canto al amor lésbico. Pelvis insinuantes, senos ardientes, alegres travestidos, placeres impuros, aromas turbadores, meretrices indolentes. La ley solo reparó en los aspectos sexuales, no en la filosofía que se esbozaba detrás de los poemas. ¿Cuál era esa «terrible filosofía» a la que a veces se refería Baudelaire, admirador de Sade y Poe? ¿Qué ideas y valores se esconden en su obra, a veces despachada como un simple ejemplo de «arte por el arte», pasando por alto su cosmovisión, altamente provocadora y deliberadamente paradójica?

La posteridad ha celebrado a Baudelaire como el artífice de una renovación poética que introdujo nuevos temas, como el spleen, las correspondencias y la fascinación por las ciudades, donde apreció una «embriaguez religiosa». Paul Valéry y T. S. Eliot le consideraron el padre de la modernidad. Por sus innovaciones formales, por su subjetivismo exacerbado, por su exploración de los límites. Quizás no se ha destacado tanto que Baudelaire, el «Dante de una época decadente» según Barbey d'Aurevilly, fue también un moralista de la talla de Nietzsche y André Gide, pero nunca pretendió ser coherente y cultivó «el aristocrático placer de desagradar», mofándose de la prudencia, el tacto y la ecuanimidad. Jean-Paul Sartre señaló que eligió «existir para sí mismo». Nunca quiso comprometerse, ni ensuciarse con afectos ni sentimentalismos. Su dandismo le alejó de la compasión y la ternura. Narcisista sin mala conciencia, despreció la cortesía y la generosidad. No le importó ser una marioneta del diablo, pues consideró que la verdadera libertad era hija del mal y la putrefacción. Rebelde, desafiante, extravagante, afirmó que el suicido era un sacramento y exaltó la esterilidad. «Baudelaire solo tuvo relación consigo mismo –escribe Sartre-, permaneció tan solitario como un niño que se masturba, la voluptuosidad que sintió no tuvo su fuente en ningún acontecimiento exterior, no dio nada, hizo el amor a un bloque de hielo. […] Fue un eterno menor, un adolescente envejecido, y vivió en el furor y el odio». Ese furor incendiaba su mano, inhibiendo los reparos. En sus Cohetes y en Mi corazón al desnudo, dos colecciones de notas y aforismos que se publicaron póstumamente y que componen una especie de diario íntimo, explica su filosofía, manifestando su repugnancia por la sociedad, los convencionalismos, la moral y algunos de sus contemporáneos.

El texto de Rafael Narbona es publicado por El Cultural