'Naufragio', de Cornelis de Wael (siglo XVII). (Foto: Museo del Prado)
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iudad Juárez, Chihuahua. 4 de julio de 2023. (RanchoNEWS).- Pedro Gobeo de Vitoria era un adolescente de apenas trece años que fantaseaba con vivir «grandes y raros sucesos». Había nacido en la Sevilla de finales del siglo XVI, epicentro comercial donde escuchaba historias y aventuras acaecidas en el Nuevo Mundo. Él también quería ser protagonista de una de ellas y así se lo hizo saber a su desolada madre. «¿Es posible, hijo mío –si es que tu desapego y crueldad merecen este nombre–, que olvidado de mi soledad y viudez, sin hacer caso del amor que en mí siempre has visto, y rompiendo con todas las leyes humanas y divinas y de naturaleza, has de ausentarte de quien no tiene otra luz sino a ti? ¿Es el deseo de enterrarme lo que te mueve a acto tan humano?». Pero los ruegos no hicieron mella en el joven inquieto, escribe David Barreira en El Cultural.
El 27 de septiembre de 1593 Pedro Gobeo se embarcó en una galera cuyo destino eran las prometedoras Indias, Perú. Pero la primera jornada de travesía ya le sirvió para percatarse de que «hay gran diferencia de oír contar infortunios a pasarlos en persona»: una tormenta desatada durante la noche y que a punto estuvo de hundir el navío fue la responsable del golpe de realidad. Sin embargo, sería el capítulo inaugural de una empresa que acabó naufragando frente a la temida costa de Esmeraldas, en el Pacífico ecuatoriano, una odisea americana que rivaliza con la de Cabeza de Vaca.
La epopeya se conoce gracias al propio muchacho, que elaboró una relación pormenorizada de todos los hechos bajo el título de Naufragio y peregrinación de Pedro Gobeo de Vitoria, natural de Sevilla, escrito por él mismo. El libro, un relato autobiográfico, fue publicado en 1610, cuando el autor se había hecho jesuita y vivía en Lima. La impulsora del proyecto literario fue su madre, que acudió con todos los requisitos legales a una de las imprentas más activas de la ciudad hispalense. Hubo una única tirada en español –se desconoce el número de ejemplares–, seguida por otra en alemán, que sería a su vez traducida al latín.