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lunes, marzo 29, 2004

Roberto Ampuero en “Vuelan las Plumas”:
"LOS LECTORES ME PERMITEN SER LIBRE"


Miercoles 5 de Noviembre de 2003


El autor del superventas ¿Quién mató a Cristian Kunstermann? dijo que la novela es un intento de comunicación, y que se alegra que sus libros lleguen al público masivo. “Eso da la libertad y la independencia para no andar tocando puertas y no depender de becas ni de premios”, señaló.

Anunció, también, el sorprendente encuentro que habrá en su próxima novela entre Oliverio Duncan, personaje de su último libro –“Los amantes de Estocolmo”-y Cayetano Brulé, su detective estrella. Situación que habría quedado dibujada en su última novela “Los amantes de Estocolmo”.

Uno de sus primeros libros de cuentos -escrito en alemán y con ilustraciones del grabador Santos Chávez- ya es una pieza de colección, que se disputan algunos fanáticos por Internet. Se vende en 100 dólares y el interés por tenerlo sigue subiendo. “A mí sólo me quedan dos en mi casa”, cuenta Roberto Ampuero, quien también se siente orgulloso de que su novela “¿Quién mató a Cristián Kunstermann”, ganadora en 1993 del Premio de Novela Revista de Libros del Diario El Mercurio, siga reeditándose año a año, incluso en Europa, a pesar de la década transcurrida. Y lo mismo ocurre con “Boleros en La Habana” y “Nuestros años verde olivo”. Esta última, según anunció, tendrá pronto una cuarta edición de bolsillo.

“Los amantes de Estocolmo”, su última novela, lanzada en la Feria del Libro, sacó su segunda edición a sólo cinco días de aparecer. “Eso significa que mis novelas siguen viviendo, sin necesidad de premios”, dice, explicando que los únicos que tiene a su haber son el de la Revista de Libros de El Mercurio y el Premio Municipal que le otorgó Valparaíso, su ciudad natal.

“Me interesa que mis libros se lean y me alegra que se lean masivamente”, señala, porque le da la libertad suficiente para seguir escribiendo, sin depender de becas ni de premios.

En esa llegada al gran público cree que la amenidad es clave. “Mis novelas se leen fácilmente y eso está dado por la forma en que estoy viviendo la situación, o escuché acerca de ella”, explica, agregando que cuida mucho que no haya un exceso de edición, porque mientras más se corrija, hay más posibilidades de “parecer artificioso ante el lector”.



FICCIÓN EN ESCENARIOS REALES

Su oficio de periodista durante años en Alemania, le permitió pulir el lenguaje de barroquismos, a ser preciso, a decir mucho con pocas palabras.

Dice que cuando volvió a Chile en 1993 y comenzó a escribir “¿Quién mató a Cristián Kunstermann?”, sintió que no debía tener modelos y debía dejar fluir la historia.

La fluidez, la amenidad, la cercanía con la historia, los escenarios reales. Y, por supuesto, las propias experiencias. Como su vida en el Caribe, donde se impregnó de la naturalidad del sexo, el cual es allí una forma de comunicarse. “Eso me marcó como una forma de interpretar las relaciones, como una forma de ver el mundo”.

“Lo erótico –dice - es una realidad, al igual que los celos y la infidelidad, pero generalmente tratamos de silenciarlos. Lo hablamos a escondidas, todo se reconoce en forma muy tardía”.

Otra apuesta que es esencial en el nivel de cercanía que ha logrado con el lector, según dice, es el establecimiento de escenarios muy reales dentro de los cuales se mueven sus personajes, lo que lleva a muchos a pensar que todo ha sucedido, que es parte de su biografía. Y aunque algunas cosas lo son, como reconoce, la credibilidad del resto se refuerza por esa mezcla real-imaginaria.

Y ese ejercicio lo hace continuamente. “A veces me descubro caminando por un lugar y preguntándome cómo se vería un personaje en ese ambiente”.

Y la credibilidad también surge de su “deformación” periodística. De allí su reporteo de las situaciones, como sucedió en “Los amantes de Estocolmo” con las mujeres infieles.

Pasó también con “Nuestros años verde olivo”, donde la verosimilitud del entorno y acontecimientos hace pensar a muchos en una autobiografía. Un libro que fue concebido para dejar una especie de testimonio a sus hijos y nietos, sin pensar en publicarlo, pero que tomó la fuerza del binomio “realidad-ficción” que tienen todas sus novelas.



CAYETANO, EL REGRESO

El personaje de su primera novela –que ya tiene diez años de publicada- se ha asentado tan fuertemente entre los lectores que no sólo no lo ha podido abandonar completamente y hasta en “Los amantes de Estocolmo” hay referencias, sino que piensa incluso que no podrá ponerle nunca un epitafio.

Siente esa “presión” del personaje que ya tiene un lugar y que el público quiere ver regresar en cada nuevo libro. “Cayetano está muy presente en mi vida. Siento su presencia, siento que tiene más historias que contar, y aunque en “Los amantes de Estocolmo” no estaba la situación ni el momento para que apareciera, en la próxima novela se producirá un acercamiento entre Oliverio Duncan (personaje de esta novela), con Cayetano Brulé”, anuncia, agregando que “en ese encuentro habrá cosas muy sorprendentes”.

“Cayetano me sobrevivirá y hará mi epitafio: “Este escritor intentó buscar siempre una verdad que lo convenciera”.