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viernes, enero 22, 2010

Música / Bélgica: Django Reinhardt, centenario del creador del jazz gitano

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Caricatura tomada de la película Les Triplettes de Belleville. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de enero 2010. (RanchoNEWS).- Cien años cumpliría mañana Django Reinhart, el creador del jazz gitano, un músico irrepetible que creo un estilo propio de tocar la guitarra con tan sólo tres dedos sanos de su mano izquierda. Una entrega de EFE:

Aunque nació en Bélgica por casualidad y desarrolló su carrera musical en Francia y EE.UU., «el gitano de los dedos de oro» es un motivo de orgullo para los belgas, que lo ensalzan como la mayor figura europea de jazz y le rinden homenaje con un gran festival musical.

Django vio la luz en 1910 en una caravana en la localidad valona de Liberchies. Su familia de artistas ambulantes pudo haberle traído al mundo en cualquier otro país del Viejo Continente de los que recorrían habitualmente.

Con sólo 13 años, comenzó a vivir de la música exhibiendo su talento innato en bares y cabarés parisinos, y de él se decía que era capaz de tocar una canción tras haberla oído una sola vez.

A los 18 grabó su primer álbum como «Jiango Renard» –era analfabeto e incapaz de deletrear correctamente su nombre–, adquirió cierta fama y fue reclutado por el director Jack Hilton para ir con su orquesta de jazz a Londres, proyecto que se vio truncado por el accidente que sufrió justo antes de partir. Su leyenda se forjó después de aquél incendio en su caravana que podría haberle costado la vida, y la carrera a cualquier otro músico. Las llamas le causaron graves quemaduras y dejaron el anular y meñique de su mano izquierda prácticamente inutilizados. Pero Django retomó su guitarra e ideó una nueva técnica de tocar, empleando únicamente los dedos índice y medio para presionar las cuerdas y usando los dedos dañados como ayuda en ciertos acordes.

En sus manos la guitarra «ríe y llora», y adquiere una «voz humana», según escribió el literato francés Jean Cocteau tras verlo tocar en un bar de Toulon (Sur de Francia).

Con ingredientes del folclore cíngaro y del swing, «inventó un nuevo estilo musical, el suyo propio», afirma Henri Vandenberghe, director del festival Djangofollies, que desde hace 16 años homenajea al genio reuniendo a sus mejores discípulos. En esta edición especial, el festival ofrece entre el 15 y el 31 de enero 15 conciertos en otros tantos puntos de Bélgica, que incluyen desde grandes ciudades como Bruselas, Gante o Amberes hasta lugares más modestos con valor sentimental, como el pueblo natal del músico. Djangofollies «trata de captar el espíritu nómada» del guitarrista, e invita al público «a desplazarse constantemente, como Django, para poder asistir a todos los conciertos», explica a Efe Vandenberghe.

El «manouche» (gitano) se convirtió en un fenómeno musical en los años 30 como líder del quinteto de cuerda Hot Club de France, del que también formaba parte su hermano Joseph, y que triunfó en toda Europa hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Más tarde, Django tocó junto a grandes estrellas estadounidenses como Coleman Hawkins, Louis Armstrong o Duke Ellington, con quien estuvo de gira por la tierra del jazz.

Regresó a Francia enriquecido por las influencias bop, y grabó el disco Djangologie junto al violinista francés y co-autor de sus partituras Stéphane Grappelli, primera piedra del género del «Jazz manouche» o «Gypsy swing» .

Entre sus seguidores se granjeó fama de impredecible tras no presentarse a varios conciertos con la sala llena bajo la excusa de irse a pasear al parque o a la playa, o sencillamente, de no querer levantarse de la cama. Hacia el final de su vida dedicaba más tiempo a la pintura, la pesca y el billar que a la música.

Grabó su último disco en abril de 1953, un mes antes de morir en Samois-sur-Seine (Francia) por una hemorragia cerebral.

Incluso en la cumbre de su carrera musical, Django dormía cada noche en su caravana. El maestro abandonó el mundo tal y como vino a él, desvinculado de toda atadura pero fiel a sus raíces.

Su legado aún inspira a generaciones de guitarristas y melómanos, y demuestra que cuando la música fluye por las venas, ninguna barrera puede contenerla.

Con motivo del centenario también se organizan diversos festivales y conciertos en Francia, y salen a la venta varios recopilatorios de sus grandes éxitos, como Minor Swing, Nuages o Belleville.

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