Ilustración de portada de «Carlitos y Snoopy. Las mejores tiras de Peanuts», de Charles M. Schulz. (Foto: RanchoNEWS)
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iudad Juárez, Chihuahua. 26 de abril de 2025. (RanchoNEWS).- Cuando pensamos en Peanuts –Carlitos y Snoopy para los lectores españoles–, es inevitable recordar a Snoopy sobre el tejado de su caseta, relajándose boca arriba, o tecleando con determinación en su máquina de escribir, o imaginando ser un as de la aviación de la Primera Guerra Mundial, escribe Fernando Díaz de Quijano en El Cultural.
También nos viene a la cabeza la imagen de ese tierno perdedor llamado Carlitos cayéndose de espaldas porque la traicionera Lucy ha retirado en el último segundo el balón que se disponía a chutar, o aceptando estoico la enésima derrota al béisbol, o el hecho de ser el único del grupo que nunca recibe una tarjeta por San Valentín. Tampoco olvidamos a Linus, siempre pegado a su mantita de seguridad, o a Schroeder aporreando su piano de juguete con el semblante grave de Beethoven.
Son muchas las escenas recurrentes de Peanuts grabadas en nuestra memoria, pero hay una tira, publicada a mediados de los años 60, que refleja como ninguna otra ese humor melancólico y existencial que caracteriza a la inolvidable serie creada por Charles M. Schulz (Mineápolis, Minnesota, 1922-Santa Rosa, California, 2000), que se convirtió gracias a ella en el dibujante de cómics más exitoso de la segunda mitad del siglo XX. En ella, Sally, la hermana de Carlitos, salta a la comba muy contenta, pero de pronto se detiene y empieza a llorar. Cuando Linus le pregunta por qué llora, ella responde: «No sé… De repente me ha parecido todo tan banal…».