Rancho Las Voces

jueves, junio 01, 2017

Galería / Brett Weston «Cactus»

.


Cactus


REGRESAR A LA REVISTA

Servicio de Suscripción
* requerido
* Email Marketing by VerticalResponse

Edición 181 / Prólogo

La vida no es muy seria en sus cosas, Rulfo
.
El escritor mexicano en su juventud. (Foto: Tercera Vía)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 1 de junio de 2017. (RanchoNEWS).- 

«Yo también soy hijo de Juan Rulfo», me dijo.

Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar.

Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.


***

La conmemoración del centenario de Juan Rulfo (16 de mayo) repercutió este mes en el ámbito hispanoamericano. La revista publica la noticia de los festejos, un artículo sobre la biografía que escribió Reina Roffé, reimpresa por la ocasión, en la que nos informa –entre otros temas– de su mala relación con Octavio Paz, además publicamos la noticia de la versión náhuatl de «Pedro Páramo» y un texto de Élmer Mendoza: Celebrar a Rulfo.

También en el mes de mayo dos de nuestros suscriptores, la poeta Claribel Alegría y el artista Felipe Ehrenberg, fueron noticia.

La primera por ganar el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana (en la sección de poesía el lector encontrará cinco textos suyos) y el segundo por su, para nosotros, muy sentido deceso; en su obituario hemos anexado el video de la conferencia que ofreció en su última estancia en Ciudad Juárez.

Ojalá que la edición sea de su agrado.

REGRESAR A LA REVISTA



Servicio de Suscripción
* requerido
*






Email Marketing by VerticalResponse

miércoles, mayo 31, 2017

Textos / «Cartas a Henry 10» por Susana V. Sánchez

.
Henry James. (Foto: Susana James)

C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de febrero de 2017. (RanchoNEWS).- Continua Susana su dialogo epistolar con Henry, si usted llega por primera vez a esta correspondencia le sugerimos leer las primeras cartas en estos enlaces a continuación. Primera entrega Segunda entrega Tercera entrega Cuarta entrega Quinta entrega Sexta entrega. Séptima entrega. Octava entrega. Novena entrega.

Carta # 10

9 de Septiembre del 2013 por la madrugada.

Poco después de que llegué a casa, llegó Lucy, mi amiga y me invitó a cenar. Acepté como lo he hecho todo últimamente de una forma mecánica, sin pensar en nada. Solamente he querido satisfacer esta hambre terrible que he tenido todo el día. Es incomprensible como el cuerpo, como un tirano, nos demanda puntualmente la satisfacción de sus necesidades y nos obliga a ponerlas en primer plano aún en los momentos más terrible. Cuando estaba cenando, me llamó Chris y me informó que su papá acababa de morir. A pesar de tu gravedad, no esperaba que fueras a irte en el preciso momento en que yo me retirara del hospital, después de tantas horas de estar a tu lado. ¿Por qué vida mía? Es como si hubieras esperado precisamente que yo no estuviera junto a ti para partir en el viaje a la eternidad. Por supuesto, dejé la cena comenzada y le pedí a Lucy que me llevara al hospital, pero siento ya un gran resentimiento contra ella y una gran culpabilidad contra mí misma, contra mi cuerpo y sus estúpidas demandas de alimento, de limpieza, de sueño, en fin de todo lo habido y por haber.

Cuando llegué al hospital, había mucha gente de tus amigos y tus familiares en el vestíbulo, pero gracias a Dios nadie me habló, ni me detuvo. Yo solamente quería correr a verte porque sabía que eran los últimos momentos que iba a tener tu cuerpo a mi lado, aunque tu alma ya no estuviera presente. Te fuiste, mi bien, tal como has vivido. Sin quejas, sin aspavientos, nada más tranquilamente y así se plasmó en tu rostro esa tranquilidad, esa bondad con la que has vivido. Me recordaste a un anciano que murió en los tiempos en que yo viví en Madera, durante el tiempo que acompañé a mi papá, cuando perdimos a mi mami. En ese tiempo no había funerarias en el pueblo; entonces, la gente velaba a sus deudos en una cama o en una mesa. A veces les solicitaban a los médicos de la localidad una preparación del cuerpo para poder esperar a los familiares que aún no llegaban. Mi papá odiaba este trabajo porque afirmaba que él era médico, no embalsamador. Pero el caso es que esta familia que era muy numerosa, eran sus clientes y le insistieron tanto que les hiciera ese favor, que no tuvo más remedio que ir a preparar el cadáver. Yo lo acompañé en esa ocasión porque el ayudante que normalmente le colaboraba estaba de vacaciones. Para mí, fue una sorpresa contemplar a ese señor recién fallecido. A pesar de ser un anciano cuyo rostro tenía las huellas de la vejez y la enfermedad, la muerte lo había vestido con una rara dignidad llena de belleza. El hombre parecía un patriarca bíblico en un cuadro de Da Vinci. No pude evitar comentárselo a mi papá que estaba de un humor de los diablos. Él volteó a ver al anciano pensativamente y estuvo de acuerdo con mi observación. Entonces, los dos concluímos que en la muerte, a las personas se les refleja en la cara lo que ha sido su vida. Mi papá reiteró que efectivamente, él había tenido la oportunidad de observar miles de cadáveres debido al ejercicio de su profesión; y estuvo de acuerdo que en la muerte, el cuerpo y sobre todo el rostro de las personas retratan lo que han sido durante su vida.

Tú mi amor, no eres aún un anciano, sin embargo, la falta de salud te ha cobrado un tributo prematuramente. Cuando llegué al cuarto, éste se había inundado de una extraña paz. Tu cuerpo ya no tenía la crispación que lo había poseído durante todos los días de tu internamiento. Tu rostro, sobre todo, había adquirido esa belleza de espíritu que siempre te caracterizó. Toda la dignidad y la valentía con la que has vivido te salieron, no solamente a la cara, sino que tu cuerpo entero estaba rodeado de un gran halo de paz. Me senté junto a tu cama y tomé tu mano, desgraciadamente ya estaba adquiriendo la rigidez de la muerte, a pesar de estar aún tibia. Ese hecho me recordó las palabras de mi papá de cómo una vez que el hálito divino de la vida abandona el cuerpo, éste se vuelve materia inanimada, comienza el regreso a la integración con la tierra; con el polvo del que habla la religión católica cuando nos imponen ceniza en la frente durante los miércoles que señalan el comienzo de la cuaresma. Acaricié tu cara, tus patillas y tu bigote tan masculinos; esas características que tanto me gustaron de tu físico; también toqué tus labios con las yemas de mis dedos. En ese momento, me cayó en la consciencia que nunca más escucharía tu voz, ni tus bromas cotidianas que tanta alegría le han dado a mi vida. Sentí un gran vacío en el estómago, como si estuviera cayendo en un precipicio sin fondo. Hoy, amor mío, comencé puntualmente a sentir la soledad brutal de mi viudez. A pesar de toda la gente que iba y venía; a pesar de que Chris, mi hijo querido estaba a mi lado; de que Chayo y José Luis, mis hermanos me acompañaban; de que tus hermanos y tu mamá estaban presentes, he sentido la más terrible de las soledades, el vacío más espantoso y el pánico me atenazó la garganta. No sé verdaderamente que será de mi vida de aquí en adelante. Sin embargo, pocos minutos pude entregarme a estos sentimientos, aun cuando no me abandonarán, estoy segura, por un larguísimo tiempo. Otras consideraciones me esperaban.

Casi de inmediato, vinieron los enfermeros y me preguntaron si quería los servicios funerarios que el hospital tiene previstos para estos casos. Otra vez se puso en marcha esto que se ha convertido en contestar maquinalmente a todas las disposiciones que tengo que hacer y que por lo tanto exigen de mí decisiones casi instantáneas. Cuando vino el señor encargado de la disposición de los cuerpos, me preguntó si quería que preparara tu cuerpo para el funeral o si quería que fueras cremado inmediatamente. Escogí la cremación inmediata porque esto ya lo habíamos discutido tú y yo durante muchas ocasiones a lo largo de nuestro tiempo juntos. Sé muy bien que no hubieras querido una exhibición de tu cuerpo ya exánime. Me lo pediste encarecidamente muchas veces y por supuesto cumpliré con este deseo. Sin embargo, no le tomé parecer a nadie, ni a nuestro hijo, ni a tus hermanos; simplemente tomé la decisión en base solamente a lo que habíamos conversado tú y yo íntimamente. No sé si en el futuro esto será motivo de resentimiento o disgusto. Simplemente estoy tomando decisiones, una tras otra en esta vorágine en la que estoy envuelta y obligada a dar respuesta a tantas preguntas y a tantas cosas. ¡Ojalá las personas que se sientan afectadas me puedan perdonar si me equivoco! Firmé otro rimero de papeles y fui a despedirme de ti por última vez, para que pudieran llevarse tu cuerpo porque el hospital sólo da un plazo de dos horas para que las personas fallecidas se vayan de sus instalaciones. Insignificante plazo para tomar estas dolorosísimas decisiones.

Hoy, lo único que puedo hacer es obedecer la educación que me dio mi madre:

Haz las cosas, tienes que hacerlas aunque te duela mucho, aunque estés cansada, aunque tengas que arrastrarte. Susana, ponte de pie y haz las cosas. ¡Gracias madre, por prepararme para enfrentar y afrontar la vida y también la muerte!


REGRESAR A LA REVISTA

Servicio de Suscripción
* requerido
* Email Marketing by VerticalResponse

Textos / «Cartas a Henry 9» por Susana V. Sánchez

.
Henry James. (Foto: Susana James)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de mayo de 2017. (RanchoNEWS).- Continua Susana su dialogo epistolar con Henry, si usted llega por primera vez a esta correspondencia le sugerimos leer las primeras cartas en estos enlaces a continuación. Primera entrega Segunda entrega Tercera entrega Cuarta entrega Quinta entrega Sexta entrega. Séptima entrega. Octava entrega.

Carta # 9

8 de Septiembre del 2013

Querido Henry:

Tal como lo había sospechado. Desde aquella pequeñísima y horripilante conversación, te retiraste a un lejano lugar de tu mente y cortaste toda comunicación con la gente que te rodeaba, incluyéndome a mí. Exceptuaste, sin embargo a tu mamá. Me alegro Henry, me alegro que hasta el final hayas mantenido ese fortísimo lazo de amor y de mutua comprensión que siempre te unió con la autora de tus días. Esa noble mujer para quien significaste la salvación. Sólo el hecho de tu existencia, el ser ese pequeño bebé, del cual fue indispensable que se ocupara, la distrajo de su terrible dolor ante la tragedia de la muerte de su primogénito. Tú Henry, fuiste su amparo y su resguardo contra la adversidad y la franca locura por la inesperada pérdida de su hijo mayor. Desde que eras un pequeño de meses tuviste la misión de ser un ángel de la guarda en la vida de tu madre. Y después, cuando llegaron tus hermanos siempre fuiste un amigo y un compañero y consejero para cada uno de ellos. Hoy los he podido ver ante la inminencia de tu partida, con el dolor ante la pérdida del hermano; pero también con el desamparo que nos agobia por la partida de un querido y fiel amigo. Tú mamá, a pesar del dolor tan grande que siente se ha sentado al lado de tu cama de enfermo y ha conversado contigo, como siempre. Estoy asombrada de la fuerza moral que emana de esta mujer a quien el tiempo arrollador ha convertido en una persona físicamente tan frágil.

Al verla tan anciana, no he podido evitar sentirme en la orfandad otra vez. Hace tantos años que perdí a mi propia madre… pero cuando me casé contigo jamás hubiera sospechado que también estaba entrando en mi vida una segunda madre. Esta maravillosa dama que se convirtió en mi suegra, y a la cual no me gusta jamás llamarle suegra porque en realidad ha sido una madre para mí. Es extraño, como la palabra suegra tiene unas connotaciones tan negativas y tan hostiles. Sin embargo, a través de mi vida yo he conocido muchas suegras maravillosas que han establecido excelentes relaciones con sus nueras. Yo, realmente, no tenía ninguna expectativa. Aunque conocía ya a tu mamá porque, como tú sabes, fui amiga de una de tus hermanas desde mi época de estudiante, sin duda, no es lo mismo conocer a una señora que ser su nuera. Esos primeros días de casados que pasamos en la casa de tus papás fueron unos días realmente buenos para mí. Ella me trató con tanto cariño y con tanta familiaridad, como si ya nos hubiéramos tratado desde hace mucho tiempo. Tu mamá es una persona tan sabia y tan inteligente como tú. Cada conversación con ella ha sido para mí como una lección de vida. Las anécdotas que me platica son tan interesantes, pero más aún las opiniones que tiene sobre las cosas, sobre los hechos y sobre la gente me resultaron tan novedosos y algunas de sus afirmaciones verdaderamente originales y fuera de serie. Uno espera que la gente de cierta edad tenga pensamientos anticuados, pasados de moda y bueno…todos esos epítetos que a todos nos agrada endilgarles a los demás. Sobre todo, creo que somos muy injustos con la gente mayor, considerándolos a todos cortados por el mismo rasero. Se nos olvida que son personas distintas y originales que en la mayoría de los casos ni siquiera se parecen entre sí, como es el caso de nosotros con respecto a nuestros contemporáneos.

Hoy, Christy ha estado en una condición francamente frenética. Cada vez que se me ha ofrecido alejarme un poco de tu cuarto, me llama por teléfono para saber dónde estoy. Hoy prácticamente no he podido desayunar y, cuando Zoila mi amiga me llevó a la cafetería del hospital para invitarme a comer tuve que dejar la charola servida porque Chris me volvió a llamar en un estado de franca desesperación. No tuve valor de decirle que andaba solamente tratando de comer algo. Me regresé a tu cuarto y permanecí allí como en un estado de sonambulismo. Sigue viniendo mucha gente a verte, pero ya no me doy clara cuenta de quienes son. También constantemente me están hablando por teléfono. Yo ya aprendí mi lección y me salgo del cuarto para contestarle a la gente que habla para preguntar por ti. Paco, mi amigo de toda la vida fue uno de los que me habló desde Chicago. En verdad, no sé cómo es que todo mundo se ha enterado de tu enfermedad y de tu extrema gravedad. Yo nada más le estoy contestando a todo ese mundo maquinalmente, como si fuera una grabadora. Tú de vez en cuando abres los ojos y volteas a verme con una mirada llena de preguntas, pero luego los vuelves a cerrar. No sé si es por agotamiento o por la morfina que te están aplicando continuamente. En todo caso, no importa. Lo único que me preocupa es que estés bien atendido, limpio, sin dolor y lo más cómodo que sea posible. No me atrevo a iniciar una conversación porque comprendo que ya no tienes fuerzas para sostenerla y lo último que quiero es atormentarte con mi propia angustia. Sé que los días venideros, ese hecho me va a perseguir y me atormentará posiblemente para el resto de mi vida. Cuando nos volvimos a encontrar iniciamos una conversación que solamente se terminó en estos últimos días de tu internamiento en el hospital. Una de las razones es que desde que nos fuimos juntos a Dallas noté hasta qué punto te estaba afectando ya tu cerebro maravilloso la enfermedad. En el aeropuerto, creíste ver a personas inexistentes. Ése fue uno de los momentos más escalofriantes de todo el proceso de tu enfermedad. Cuando te sucedió eso comprendí que era el preludio de la soledad que me esperaba desde ese momento en adelante. Como a las 7 de la tarde, Chris me dijo que me fuera a casa a bañarme para que pudiera volver para pasar la noche contigo. Aproveché estos momentos para escribir esta líneas.


REGRESAR A LA REVISTA

Servicio de Suscripción
* requerido
* Email Marketing by VerticalResponse

Textos / «Cartas a Henry 8» por Susana V. Sánchez

.
Henry James. (Foto: Susana James)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de mayo de 2017. (RanchoNEWS).- Continua Susana su dialogo epistolar con Henry, si usted llega por primera vez a esta correspondencia le sugerimos leer las primeras cartas en estos enlaces a continuación. Primera entrega Segunda entrega Tercera entrega Cuarta entrega Quinta entrega Sexta entrega. Séptima entrega.

Carta # 8

Septiembre 7, 2013

Querido Henry:

Los días que han transcurrido desde mi última carta han sido simplemente frenéticos. Después de que el doctor nos indicó tu inminente fin, llegó un señor, muy amable por cierto, a hablar conmigo. Era el representante del departamento de Hospice, dependiente del Hospital donde estás internado. Me explicó todos los procedimientos, tanto médicos, como los protocolos que se requieren para que una persona que ya está en franca agonía se vaya a su casa. Después me mostró los papeles que debía firmar para aceptar este servicio. Firmé todos los papeles sabiendo que ésta es la primera vez que no tengo tu consejo ni tu respaldo para firmar documentos que no sé en realidad a qué me pueden comprometer. El señor de Hospice me indicó que este servicio está cubierto por el seguro médico. Pero yo, después de todos estos años a tu lado, y de todas las facturas médicas que hemos tenido que pagar por concepto de co-pagos y porcentajes que nos toca pagar, no sé en realidad qué cosas vayan a quedar pendientes, pero la verdad, ahorita es lo que menos me importa. El dolor, sin embargo, es terrorífico porque es la primera vez que no te tengo a ti para aconsejarme; es la primera vez en casi 30 años que no tengo el amparo de tu enorme inteligencia, de tu sabiduría, pero sobre todo del amor que me has entregado desde que nos volvimos a encontrar. Este señor ha venido varias veces para que le firme otros papeles y para darme toda clase de instrucciones y de indicaciones.

Hoy todo el día, ha estado aquí uno de tus amigos a quien yo no conocía y al cual llamaban Kaliman durante la juventud. Es un hombre de nuestra edad y venía acompañado de una jovencita a la que le calculo la edad de Chris, parecen una pareja ya añeja, pero él desde luego presentó a la muchacha como su amiga. El tal Kalimán afirmó ser cristiano, así que de entrada me cayó súper mal. Se estuvo todo el día contigo, te estuvo sosteniendo en muchos momentos porque tú te negabas a acostarte; a pesar de tu enorme debilidad quisiste estar sentado casi todo el día. Tengo que agradecerle a este hombre su compañía porque tú parecías muy sosegado. También estuvo viniendo mucha gente a visitarte; principalmente los amigos que has tenido desde siempre. Aunque también han venido tus familiares de Juárez, a algunos de ellos, por cierto, yo no los conocía. Me hice la reflexión de que en tu paso por el mundo tocaste para bien las vidas de muchas personas. Lo sé porque hoy vi hasta qué punto has sido un hombre muy amado. Todos tus amigos, lo han sido prácticamente durante toda tu vida y hoy están viniendo a despedirse de ti. Todos te han traído cosas simbólicas, más que para ti, para ellos. Elba, la viuda de Juanjo, te trajo una rana de peluche; Homero te trajo una biblia muy gastada o sea su propia biblia. En fin, toda la gente ha querido demostrarte su amor, cada quien a su manera. A mí el cansancio físico, pero sobre todo el dolor de lo que nos está pasando me ha tenido como alelada. Me sorprendo a mí misma ocupándome de cosas insignificantes y absurdas como si en ello me fuera la vida. Estoy tontamente alisando las sábanas o reacomodando las cosas que están en el buró. Quisiera que ya se fuera el tal Kalimán y que nos quedáramos solos para hablar contigo, decirte un torrente de cosas importantes que tengo atoradas en la garganta, pero te veo con ese pequeño hilo de vida que te ata todavía a este mundo y enmudezco… y ese traficar de tanta gente que me aturde. Chris y su esposa se han venido desde muy temprano todos estos días. Él llega con su computadora para trabajar desde aquí, pero esencialmente está contigo, siempre preguntando qué se te ofrece; si algo te duele.

 ―Hijo querido estás devolviendo el amor que recibiste de tu padre.

Hoy por la mañana, vino una fulana de Hospice a darme instrucciones sobre el espacio físico de la casa que debo de desocupar, para poder instalar una cama de hospital y todas las cosas que se van a requerir. Yo le estuve contestando como autómata. Tú tenías los ojos cerrados y la respiración muy superficial, como si estuvieras dormido; pero al salir ella del cuarto abriste los ojos y me preguntaste por qué estaba contratando a Hospice, me preguntaste si yo sabía lo que eso significaba. Yo afirmé con la cabeza y te contesté que si sabía y que ahora tu hígado tenía 30 tumores. Vi en tu cara el enorme desaliento que te invadió. Me di cuenta de que aún conservabas la esperanza de sobrevivir y vencer a esta enfermedad, como has vencido a tantas enfermedades que te han tocado durante la vida. Sé, vida mía, que de golpe fui yo la que te asestó el golpe de muerte. De inmediato me arrepentí de lo que dije, pero el mal ya estaba hecho. Fue una conversación que sólo duró unos cuantos segundos, unos cuantos malditos segundos que hubiera querido borrar por toda la eternidad. De nada ha servido todo el esfuerzo por tragarme las lágrimas, por guardar la compostura, por fingir que todo está bien y que solamente es una más de tus gravedades y que pronto nos iremos a casa a seguir nuestra vida. Sé que eres demasiado inteligente como para pretender engañarte sobre tu salud para siempre. Pero yo soy como un elefante borracho en cristalería, ando dando tumbos y dañando todo lo que encuentro a mi paso. Nunca me perdonaré esas estúpidas, malolientes, sarnosas, soeces, indecentes y malditas palabras que pronuncié. Lo de menos es culpar a la tipa que vino y que sin ningún miramiento comenzó a darme instrucciones dentro de tu cuarto de enfermo, como si estuviera hablando de algún asuntillo sin importancia. Efectivamente, es una empleada incompetente. Pero yo, yo que soy tu esposa, tu compañera, la mujer que ha vivido a tu lado por tantos años… no tengo palabras para describir la culpa que siento y la miseria en que he vivido todas estas horas. Porque sé que ahora sí te entregaste a tu agonía y no harás el menor esfuerzo por vivir. Quisiera arrodillarme a tus pies y pedirte perdón, pero sé que eso solamente agravaría tu estado de ánimo y de todas maneras no servirá para que yo misma me perdone. Le pido a Dios que me dé su luz y me perdone tanta estupidez. Pero sobre todo que a ti te dé la paz para poder despedirte de esta vida sin dolor y sin resentimiento. Ojalá vida mía me puedas perdonar y que estas malditas palabras no logren borrar al final el amor que nos tuvimos durante todos estos años que llevamos juntos.


REGRESAR A LA REVISTA


Servicio de Suscripción
* requerido
* Email Marketing by VerticalResponse

Visor Fronterizo / RMV: «Las torres de Catedral»

.

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de mayo de 2015. (RanchoNEWS).- Vista de la Catedral desde la calle Mariscal casi esquina con 16 de Septiembre. La visión de las torres  pronto quedará perdida por la construcción de un edificio comercial que se finca en la esquina nor-poniente de dicho crucero.






Servicio de Suscripción
* requerido
*






Email Marketing by VerticalResponse

Estampas de la Frontera / La familia Maese

.
Don José María Maese, Prefecto de Villa Paso del Norte en 1854. (Foto: RanchoNEWS)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de mayo de 2017. (De la Redacción / RanchoNEWS).- Hacia finales de la década de los años 90 del siglo pasado, Rubén Moreno Valenzuela publicaba una columna titulada «Juárez Viejo» en el periódico Norte.

A mediados del año de 1998 se dedicó a escribir sobre las familias pioneras de El Paso del Norte, y el domingo 7 de junio del año en mención lo dedicó a la familia Maese; y a continuación reproducimos tal impreso:



REGRESAR A LA REVISTA



Servicio de Suscripción
* requerido
*






Email Marketing by VerticalResponse