Costa-Gavras durante el rodaje de El último suspiro. (Foto: RanchoNEWS)
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iudad Juárez, Chihuahua. 22 de abril de 2025. (RanchoNEWS).- A sus 92 años, con una buena mata de pelo en la cabeza y aspecto de galán a la vieja usanza, el director griego Costa-Gavras (Atenas, 1933), vecino de París desde su juventud, se despide del cine con El último suspiro. La película trata sobre la muerte «digna». En este caso, el veterano cineasta adapta un libro escrito a cuatro manos por el médico de cuidados paliativos Claude Grange y el filósofo Régis Debray, que son interpretados en pantalla por Denis Podalydès y Kad Merad, respectivamente, escribe Juan Sardá en El Cultural.
El filme muestra varios casos reales: una enferma (Charlotte Rampling) que quiere morir con dignidad, una gitana (Ángela Molina) que solicita la eutanasia y se despide con una fiesta, una joven que ante un final demasiado prematuro reacciona con furia... Pero, para Costa-Gavras, son tan importantes los que se marchan como los que se quedan. Director mítico del cine político, saltó a la fama internacional con Z (1969), alegoría sobre la brutalidad de la dictadura griega. Después cimentó su prestigio como cronista de los desgarros de la época. Por ejemplo, en La confesión (1970), desafió a la izquierda al mostrar las purgas estalinistas. Pero también denunció el apoyo de la CIA a gobiernos de extrema derecha en Sudamérica en películas como Estado de sitio (1972) o Missing (Desaparecido) (1982) –con la que ganó el Oscar al mejor guion–, que se acercaba al horror desatado por Pinochet en Chile.
Pregunta. En El último suspiro la filosofía sirve para «aprender a morir». Sin embargo, nuestra sociedad esconde la muerte. ¿Es un error? Pregunta. En El último suspiro la filosofía sirve para «aprender a morir». Sin embargo, nuestra sociedad esconde la muerte. ¿Es un error? Respuesta. El ritual ya no existe, es terrible. Uno fallece y le mandan directo al cementerio. La sociedad ya no acepta la muerte, nos da mucho miedo. Se ha convertido en una angustia permanente, en una amenaza. Desde que somos niños aprendemos que la muerte es mala, e intentamos no hablar sobre ella. Jamás se muestra, ni siquiera en la televisión, donde vemos sexo, violencia… Absolutamente todo, menos la muerte. Pero solo podemos identificarnos con ella si la vemos. Sin embargo, es necesario aprender a morir porque es algo inevitable, y hay que prepararse para hacerlo con dignidad.