Kirill Serebrennikov (de barba), el martes 27 de junio de 2017, en un ensayo en el Teatro Bolshoi, en Moscú. (Foto: Ap)
C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de agosto de 2017. (RanchoNEWS).- El acoso judicial contra Kiril Serebrennikov, director general del prestigiado Centro Gogol, teatro de vanguardia de la capital rusa, que se inició desde mayo anterior, volvió este martes a un primer plano noticioso con su detención, acusado de malversación de fondos públicos en gran escala, delito que puede suponerle hasta 10 años de prisión. Reporta desde Moscú Juan Pablo Duch para La Jornada.
Se le acusa de «haber creado una organización criminal para apropiarse de 200 millones de rublos de los subsidios entregados entre 2011 y 2014 al Séptimo Estudio para el proyecto Plataforma» que se presentó en el Centro de Arte Moderno Vinzavod, cargos que Serebrennikov, como fundador y director general de la cuestionada productora, rechazó ayer en Moscú al ser interrogado por el Comité de Instrucción de Rusia (CIR).
Antenoche, el director de teatro –quien también incursiona en campos como la ópera, el ballet o el cine– se encontraba en San Petersburgo filmando una película sobre Viktor Tsoi, estrella del rock de la época soviética que murió en un accidente de motocicleta en agosto de 1990.
Detenido por la policía en su hotel, se le trasladó a la sede del CIR en Moscú para ser interrogado y pasará la noche en un calabozo. Este miércoles, a partir del mediodía, un juez de la Corte Basmannaya de Moscú debe determinar si impone a Serebrennikov libertad bajo fianza, lo envía a la cárcel como medida preventiva o decreta el arresto domiciliario hasta que se celebre el juicio en su contra.
Hace poco, el departamento de migración del ministerio del Interior, pretextando una revisión rutinaria de la validez de su pasaporte, retiró el documento que impide salir de Rusia a Serebrennikov y, por tanto, cumplir los numerosos compromisos adquiridos con compañías de Alemania, en primer término el inminente estreno en Stuttgart de Hansel y Gretel, y de otros países, donde posteriores puestas en escena quedan pendientes.
Captura de varios colaboradores
Para presionar a Serebrennikov, el CIR detuvo a varios subordinados suyos del Séptimo Estudio, que como productora independiente funciona dentro del Centro Gogol, entre ellos los antiguos gerente general, Yuri Itin, y productor en jefe, Aleksei Malovrodski, hasta que el eslabón más débil de ese equipo de administración, la contadora Nina Masliayeva, aceptó el estatus de testigo protegido, el cual se traduce en una reducción de pena a cambio de involucrar a todos los miembros de la supuesta organización criminal, siempre a juicio de los investigadores.
Masliayeva, que no se sintió respaldada por su ex jefe que guardó silencio cuando se produjo la detención de ella y luego, en calidad de testigo, le echó toda la culpa de un eventual robo, firmó una declaración que inculpa a Serebrennikov como jefe de una trama criminal para sustraer los fondos públicos que recibía el Séptimo Estudio.
Según el CIR «está demostrado que Serebrennikov y sus cómplices se apropiaron de 68 millones de rublos (un millón 150 dólares al tipo de cambio de hoy)», que entre otros rubros incluye el presupuesto para montar una obra que nunca llegó a estrenarse en el Centro Gogol.
En su defensa, tras calificar las acusaciones en su contra de «absurdas y esquizofrénicas», el director asegura que su versión de El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, que ya cumplió más de 100 representaciones, aún figura en las carteleras de teatros del interior del país.
Al margen de si hubo o no malversación de fondos, que en opinión de quienes conocen por dentro el medio teatral ruso es común para casi todas las compañías financiadas por el Estado, es evidente un drástico cambio de actitud de las autoridades hacia Serebrennikov. De gozar de cierta protección para experimentar en escena con desnudos masivos y temas poco usuales en Rusia como la exaltación de la homosexualidad o el empleo profuso de insultos, comenzó a ser perseguido a partir de su sátira de la religión y el papel que desempeña la Iglesia ortodoxa en la sociedad.
Pilar del sistema de poder creado por el presidente Vladimir Putin, la Iglesia Ortodoxa, que llena con la religión, en algunos casos en grado de fanatismo, el vacío que dejó el marxismo-leninismo como ideología del Estado, declaró a Serebrennikov una suerte de enemigo público número uno por la puesta en escena de la obra (M)uchenik, juego de palabras que deriva «mártir» en «discípulo». Se trata de una de las piezas con mayor éxito del repertorio del Centro Gogol y el año pasado, llevada al cine por el rebelde director, mereció el premio François Chalais en el Festival de Cannes.
En su afán de escandalizar al público, Serebrennikov incluyó en Nureyev –una mezcla de ballet, ópera y teatro– una fotografía de gran tamaño, equivalente a un edificio de tres pisos, de Rudolf Nureyev, una de las máximas figuras de la historia del ballet mundial que se asumió como gay y emigró de la Unión Soviética hasta morir en París, desnudo y de frente, provocando que el director del Teatro Bolshoi decidiera de último momento, el pasado julio, anular el estreno.
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