C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de junio de 2022. (RanchoNEWS).- Hay en la filmografía de Judy Garland (Grand Rapids, Minnesota, 1922-Londres, 1969) una escena, la que concluye la apoteosis final de Armonías de juventud (1940), que encierra por sí sola todo aquello que la actriz debía suponer para el imaginario colectivo estadounidense. La música feliz y banal que ha sonado incansable durante el metraje se transforma repentinamente en marcha militar y el rostro infantilizado de Garland se superpone, sonriente, a una bandera de barras y estrellas que ondea al viento. En un único plano, la Metro preparaba al país para el paisaje bélico que se cernía en el horizonte.
En una entrevista que Garland concedió a Hedda Hopper durante el rodaje, la actriz confesaba que había días en los que no se veía capaz de sobrevivir hasta el final de la jornada. Distaba de ser una boutade: el realizador de la película, Busby Berkeley, siempre se jactó de dirigir a sus actores como había dirigido a sus tropas en el frente europeo durante la I Guerra Mundial. Pero los continuos insultos en el plató eran solo el último eslabón de una maquinaria implacable, la de la Metro, que Garland llevaba años padeciendo.
El texto de Felipe Cabrerizo lo publica El Cultural