C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de junio de 2021. (RanchoNEWS).- «Se dice que somos una gran nación literaria pero realmente no nos importa la literatura, nos gustan las películas y nos gusta un buen asesinato». En 1934, Walter Sickert pronunció estas palabras en una conferencia en la Thanet School of Art. El artista británico conocía bien el tema; años atrás su serie sobre el asesinato de una prostituta en el barrio londinense de Camden Town había cobrado una importante notoriedad, por lo que también aseguraba que «el asesinato es tan buen tema como cualquier otro». El discurso de Sickert es espeluznantemente vigente; cada vez que aparece un nuevo feminicida nos volcamos a seguir con minucioso morbo cada detalle de sus brutales crímenes, como si se tratara de un thriller. La obra del pintor también ofrece una mirada actual a las imágenes de la violencia de género.
SICKERT FUE UN PRESTIGIADO creador que había reivindicado la vida cotidiana y retratado a los personajes más relevantes de la vida pública del Reino Unido. Si bien la crítica se dividía ante sus cuadros, era frecuentemente halagado por sus contemporáneos. Su talento, por ejemplo, fue reconocido por Virginia Woolf; en un ensayo que dedicó al artista, la escritora asegura que en su obra vemos a un gran biógrafo que sabe resumir en una sola imagen la psicología de su modelo. A Woolf también se le antojaba novelista, advirtiendo en sus pinceladas un realismo dickensiano y una afinidad con Balzac. La comparación no es para nada descabellada: así como en Oliver Twist se nos describen las difíciles condiciones de la clase trabajadora de la Inglaterra decimonónica, las pinceladas de Sickert representan la urbanidad londinense del cambio de siglo.
El texto de Veka Duncan es publicado en su columna Al margen del suplemento El Cultural de La Razón