C iudad Juárez, Chihuahua. 1° de junio de 2021. (RanchoNEWS).- El caso de Ramón López Velarde (1888-1921) me parece, desde hace décadas, un caso cerrado. No me refiero a su poesía, que cada generación redescubre y la cual –a mí– me parece viva y sustanciosa, como corresponde a un clásico mimado por los mejores escritores de México y algunos (nunca suficientes) en el extranjero. Pienso, más bien, en su biografía sentimental y erótica (Josefa de los Ríos, María Magdalena Nevares, Margarita Quijano), así como en su derrotero político.
Después de Tres poetas católicos (1997), donde Gabriel Zaid reunió sus pertinentes y conclusivas averiguaciones velardianas, él mismo, en la página liminar de la Obra poética (1998) que realizó José Luis Martínez, cierra, insisto, el caso. Cito a Zaid: «La poesía de Ramón López Velarde no es menos importante que el muralismo mexicano, y hasta puede señalarse como su antecedente inmediato. La resonancia nacional (y nacionalista) ha sido profunda en ambos casos. Pero la resonancia internacional ha sido muy distinta. Es cierto que Neruda celebró sus poemas y que Beckett (por encargo de Octavio Paz) tradujo algunos al inglés; que Borges y Bioy Casares memorizaron ‘La suave Patria’. Pero lo más común es que las personas cultas del mundo occidental sepan del muralismo mexicano y no de López Velarde. Quizá porque los muralistas vivieron más [...] y (algunos) fueron destacados militantes de la Internacional Comunista; mientras que López Velarde murió a los 33 años, nunca salió del país y militó en el partido erróneo: el Partido Católico Nacional. Quizá porque la fama, como dijo Rubén Darío de Léon Bloy, no prefiere a los católicos.»
El texto de Christopher Domínguez Michael es publicado por Letras Libres