C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de noviembre de 2021. (RanchoNEWS).- En las grandes novelas que escribió durante la última etapa de su vida, Dostoyevski profundizó —lo había hecho en sus libros anteriores, pero sin tanta extensión y sin llegar tan hondo— en los eternos temas que siempre han preocupado a la humanidad: la fe en Dios y el ateísmo, la justificación o no del crimen y su castigo, la ambición, el progreso de la sociedad, la maldad inherente al ser humano, el amor al prójimo, las diferencias sociales, el arte como redención y muchas otras. Pero es tal vez en Los demonios donde se revela con mayor claridad su faceta profética, no sólo porque consigue visualizar lo que menos de medio siglo después de su muerte ocurriría tanto en Rusia como en el resto del mundo al empezar a correr el llamado siglo de las revoluciones, sino también porque coloca el acento en dos de los crímenes que hoy, siglo y medio después, aún horrorizan tanto a particulares como a gobiernos: el terrorismo y el abuso infantil.
No hay seguridad de si Dostoyevski fue el primero que reflejó en las páginas de un relato el mecanismo de la «conciencia terrorista en personajes aspirantes a revolucionarios, pero eso parecería indicar la publicación, tras el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, del libro Dostoyevski en Manhattan, del filósofo francés André Glucksmann, donde lleva a cabo un agudo análisis del nihilismo de los terroristas contemporáneos. En lo que respecta a los efectos que el abuso de una menor deja en la conciencia del criminal, no cabe duda de que sí fue el primer escritor en encararlos, a pesar de saber que sería imposible ganar la batalla con la censura: en su época, sólo Dostoyevski era capaz de atreverse a tanto.
El texto de Eduardo Antonio Parra lo publica El Cultural de La Razón