C iudad Juárez, Chihuahua. 4 de noviembre de 2021. (RanchoNEWS).-La música no es más que una incuria sonora: Mario Lavista (1943-2021) lo sabía muy bien. Escucho en la mañana de este jueves, después de enterarme de su muerte, Tango del adulterio, pieza para piano, rubricada por quien mejor que nadie coligió el verso de Hesíodo: «La melodía derrama breves sorbos de abandono sobre la expiación». Me ahogo en los compases de Tres danzas seculares para violonchelo y piano: levedad de la pausa de un tiempo requerido por la irreprochable quebrada de un río detenido en la enramada del bosque.
La música, quién lo duda, estela que modula los azares del tiempo: Mario Lavista lo aprendió con sus primeros maestros: Rodolfo Halffter, Jean Etienne-Marie, Olivier Messiaen, Henri Pousser, Nadia Boulanger y Karlheinz Stockhausen. París, Colonia: ciudades de los años de formación que se consolidan cuando asiste a los Cursos Internacionales de Música Nueva de Darmstadt.
El texto de Carlos Olivares Baró lo publica La Razón