C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de marzo de 2022. (RanchoNEWS).- Antes que profeta Jack Kerouac quería ser escritor; antes que creador de nuevos paradigmas generacionales deseaba ser reconocido como autor de libros. Desde muy joven pretendió ser un herrero de las letras y no un líder de opinión o gurú contracultural (como el messiah Ginsberg). Esta afirmación puede ser el punto de partida para tratar de asir (si es que es posible asir) a un literato como Jack Kerouac, en lugar de encasillarlo como el profeta de la generación beat, lo que nunca quiso ser.
¿Es un cliché demodé afirmar que alguien es fatalmente escritor? Tal vez no, hay escritores y artistas que, famosos o no, ciertamente tienen que crear para no desequilibrar su existencia; al parecer Hemingway se dio un tiro en la boca porque ya no podía escribir y Keith Emerson introdujo una bala en su cabeza porque era incapaz de tocar el piano. En el caso de Kerouac escribir fue un recurso esencial para sobrevivir, precariamente, en el mundo de los Sapiens; teclear la máquina de escribir era lo único que sabía hacer, su fatal oficio, uno que a final de cuentas resultó insuficiente para evitar que una selección natural disfrazada de civilidad lo expulsara prematuramente del universo.
El texto de Jorge García-Robles lo publica el suplemento El Cultural de La Razón