El escrotor retratado en 1990.
(Foto: Luis Magán)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 8 de noviembre de 2023. (RanchoNEWS).- Recuerdo a don Julio Caro Baroja quejarse de que España era el paìs de Europa donde más se escribía y menos se leía. Luis Mateo, para fortuna nuestra, siempre estuvo en los antípodas de eso, si Luis Mateo escribe es precisamente porque ha leído, iba a decir todo, pero eso, aparte de imposible, está reñido precisamente con su mesura; dejémoslo, pues, en casi todo, o sea aquello que es imprescindible para ser un buen escritor.
Muy pocos autores importantes – si es que hay alguno- le son enteramente desconocidos. Tiene, claro, sus preferencias que un día se polarizaron en Valle Inclán por el aquel de buscar la unión primera entre un adjetivo y un sustantivo, que luego derivaron hacia ese mundo narrativo italiano bellamente fragmentado en regiones literarias, Turín, Roma, Ferrara, Sicilia, con Pavese y Basanni a la cabeza, en el que se podía encontrar más sutileza, más verdad y más belleza que en las construcciones de Faulkner y su condado de cazurros. Y me detengo aquí, pues no me corresponde a mí completar tan larguísima lista de estupendas lecturas.
Apuntado queda, sin embargo, a modo de insuficiente Catón, esa primera cartilla juvenil de fascinaciones y gozos. Y, puesto que la escritura es de alguna manera la espuma del leer, hoy todos disfrutamos leyendo la obra de Mateo que ha venido a completar los huecos de nuestras bibliotecas como el que colma un anhelo largo tiempo compartido. Empezó, como digo, con lo que llegó a ser una obsesión, unir por primera vez dos palabras. Lo ha logrado muchas veces, tantas que ha venido dando a su prosa una permanente sensación inaugural. Ha unido tantas por primera vez y tan suyas las ha hecho que sus lectores reconocemos sus textos sin necesidad de conocer previamente el nombre del autor.