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Proyecto de la firma RCR en Duba. (Foto: RCR)
M adrid, 28 de diciembre, 2007. (Anaxtu Zabalbeascoa/ El País).- Entre las arenas de los desiertos cercanos a Dubai y Libia crece un nuevo mundo, un mundo arquitectónico de otra era, aunque real. Un planeta en el que, al margen de la popularidad de las firmas-estrella, cuentan, también, las propuestas. Y es esa atención al proyecto, por encima de su autor, lo que ha abierto la puerta a varios estudios españoles.
En opinión del cordobés Rafael de la Hoz, autor del Distrito C de Telefónica en Madrid y de un proyecto de nueve torres residenciales de 20 plantas cada una al sur de Dubai, ha sido Internet lo que ha hecho posible que ellos trabajen en el desierto. «La información que circula por Internet está transformando el mundo. Gracias a ella, nos invitaron a participar en concursos en Dubai. Y aunque no ganamos los primeros, conocimos a gente. Pusimos un primer pie».
Ese pie ha dado sus frutos. Pero no ha sido fácil. Asociado con el Estudio Lamela, coautor con Richard Rogers de la T-4 de Barajas, «para no arruinarnos en la aventura del desierto», De la Hoz diseñó un rascacielos y la sede del Banco Islámico en Abu-Dabi. Pero aquello no cuajó. Explica que Dubai pertenece sólo a unas familias. «Ellos encargan diseños. Y luego con las imágenes y los nombres salen al mundo a buscar inversores. Eso hace que haya mucha gente con proyectos en Dubai. Los habrá visto: se los están ofreciendo a Zaha Hadid o a Alejandro Zaera, pero de todo eso se construye muy poco».
De la Hoz y Lamela admiten que construir allí es un reto. Pero el cordobés no se engaña:«Es una arquitectura de fachada. Dubai es el país de la imagen, y así no es fácil hacer arquitectura».
Es cierto que Alejandro Zaera diseñó un conjunto de torres en Dubai. También que todavía no ha cuajado ningún proyecto. Así, lo que justifica la implicación en Dubai de los arquitectos más famosos del mundo es tan sencillo como antiguo: el dinero. Dubai es hoy territorio globalizado. Sus hoteles de siete estrellas han desbancado la idea del confort occidental. Por eso aunque Zaera opine que «entre Dubai y Corea es más lo común que lo distinto», a Dubai ya no le interesa ser igual. Necesita ser mejor.
«Los concursos están muy bien organizados. Son generosos con los honorarios y estrictos con los jurados. Eso sí, son terriblemente exigentes con los plazos», explica Ramón Vilalta de RCR, uno de los despachos españoles (de Olot, Girona) que más atención internacional suscita.
Esa peculiaridad ha hecho que estos proyectistas defendiesen la necesidad de conocer el lugar y de tener las obras cerca. Hasta ahora. Rechazaron invitaciones a construir en China, pero la aventura del desierto les ha convencido. Lo viven, sin duda alguna, como el mayor reto de su carrera. En el concurso para levantar un Centro de la Creatividad, «para empresas y gente con talento», desbancaron a la japonesa Kazuyo Sejima y a los suizos Herzog & De Meuron. Idearon un conjunto de cinco edificios emblemáticos «que hablan con el paisaje».
El 13 de enero regresarán a Dubai y en seis meses deberán entregar el proyecto que crecerá cerca del Burj Dubai. «Los plazos son una locura. Quieren tenerlo construido todo en 2010», apunta Vilalta, «pero la experiencia es de película». De película. Los planos del estudio coruñés A-cero para levantar un espectacular conjunto de siete torres en Madinat Al Arab, en la Costa de Dubai, también han sido aprobados, asegura Joaquín Torres, director de la firma. Pasar de diseñar viviendas unifamiliares a construir «dos rascacielos gigantes arrodillados frente al mar», ciertamente no ocurre todos los días.
Los contratos detallan escrupulosamente, a la americana, cada plazo de entrega. Jesús María Susperregui, director del estudio de arquitectura ACXT, cree que es esa capacidad de respuesta lo que ha llevado a su despacho a construir algunas de las infraestructuras de un país relativamente cercano a los Emiratos, Libia. Allí la historia es otra. «Toda la modernización está por hacer».
De momento, Susperregui y los más de 70 arquitectos de su empresa están levantando dos universidades, una en Trípoli y la otra en Misrata. «Nos vinieron a buscar los norteamericanos, que son los que en realidad actúan de intermediarios y realizan la gestión de los proyectos», apunta.
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