Zegache XII, una de las obras que se pueden ver en la exposición. (Foto: Tomada del catálogo de la muestra)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 6 de enero 2010. (RanchoNEWS).- El oro es el eje rector de Zegache, obra reciente, exposición de pintura y arte objeto de Demián Flores, que concluye hoy en la galería del Centro de Cultura Casa Lamm, Álvaro Obregón 99, colonia Roma, donde ha recibido alrededor de mil visitantes. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Lo dorado se impone tanto en los cuadros, hechos con acrílico, hoja de oro y collage, como en los objetos –rifle, pistolas, hoz, resorteras, cuchillo, escoba, molinillo, cucharón, hacha, machetes y chacos–, que son tallas en madera y dorado al agua.
Dicha serie surge a raíz de que Flores (Juchitán, 1971) conoció el proyecto de restauración de los retablos y frescos del templo de Santa Ana Zegache, Oaxaca, que realizan los talleres comunitarios del poblado, con la coordinación de Georgina Saldaña Wonchee. De inmediato, La Curtiduría, espacio de arte dirigido por el artista, se unió a la «causa» de Zegache e incorporó «ciertas estrategias contemporáneas que pudieran proporcionarle nuevas direcciones».
El oro que invade la galería alta de Casa Lamm recrea la atmósfera percibida por Flores en la iglesia dieciochesca. Explica: «tiene que ver, obviamente, con la parte histórica del oro barroco. La primera referencia es el templo de Santa Ana Zegache, con sus 12 retablos laterales y un gran retablo principal». Aparte de este concepto «religioso, católico», también está el de los pueblos prehispánicos «del oro como excremento de los dioses».
Pero, asimismo, «la visión del oro que se tiene en estas ciudades de migrantes» y cómo este elemento «se ha incorporado a las urbes violentas, actuales, como son estas armas que decoran los narcotraficantes».
El entrevistado señala que la serie, de hecho, se inició con los objetos. Tras sus múltiples visitas a Zegache, Flores empezó a trabajar con «objetos de uso cotidiano del lugar», así como nuevos artículos incorporados a raíz del desplazamiento de los habitantes, con la finalidad de ver en qué medida estas migraciones cambian las culturas regionales.
Hacia ese fin el artista realizó un intercambio con los jóvenes: «Les decía que quería tener objetos usados e intercambiaba, por ejemplo, los machetes viejos por nuevos. Incorporé esos objetos usados como ornamentos o formas que tienen que ver con los retablos de su propio templo. Así empecé la serie de los objetos, que después incluyó una de dibujos, otra de gráficas y al último la de pinturas.
«Las pinturas, en particular, incorporan los estarcidos empleados cuando fueron restaurados los frescos en el templo, y que son las guías que utilizan los restauradores para hacer las réplicas de los frescos, como una especie de sello con el cual pueden ir repitiendo los ornamentos, después se desechan. Recuperé esos desechos, los pegué sobre las telas y jugué con las yuxtaposiciones, un poco con los palimpsestos de los propios ornamentos. La incorporación de los dibujos en hoja de oro alude a mi visión de la situación social y política del oaxaqueño. Entonces, empecé a referirme a esta situación, que tiene que ver con un poblado como es Zegache, con una marginación impresionante, con un rezago económico y educativo, pero, por otro lado, con una gran riqueza representada por el templo. Son piezas que plantean dualidades».
¿Hasta dónde puede llegar el proyecto de Zegache y sus talleres?
El proyecto ha crecido muchísimo. Hace tres años prácticamente estaba desapareciendo, pero ahora su vida es totalmente diferente, porque no sólo tiene la finalidad de restaurar el templo, sino que se ha convertido en un proyecto cultural amplio que atrae artistas contemporáneos, donde los jóvenes de Zegache van a los espacios, por ejemplo, de La Curtiduría, a tomar talleres de arte contemporáneo.
«Es decir, Zegache está detonando en un espacio cultural dinámico. Para mí Zegache se consolidará en un punto que va a poder abrir ese circuito cultural que existe ahorita en Ocotlán, lo cual va a crear una derrama económica para el pueblo, así como dar continuidad al rescate del patrimonio –llevamos cuatro retablos restaurados– y seguir formando a los jóvenes. Actualmente tenemos 18 en los talleres de restauración».
Entre los artistas atraídos hacia la comunidad de Zegache está el colectivo de artistas suecos Performing Pictures, que crearon Transformaciones, Movimiento No. 7: Aparecer, «nicho interactivo» donde se funden los nuevos medios, el arte ornamental y el patrimonio cultural. La escena –la aparición de la Virgen de Guadalupe– se produce cuando uno se acerca y desaparece cuando uno se aleja del nicho.
¿Hasta dónde puede llegar el proyecto de Zegache y sus talleres?
El proyecto ha crecido muchísimo. Hace tres años prácticamente estaba desapareciendo, pero ahora su vida es totalmente diferente, porque no sólo tiene la finalidad de restaurar el templo, sino que se ha convertido en un proyecto cultural amplio que atrae artistas contemporáneos, donde los jóvenes de Zegache van a los espacios, por ejemplo, de La Curtiduría, a tomar talleres de arte contemporáneo.
«Es decir, Zegache está detonando en un espacio cultural dinámico. Para mí Zegache se consolidará en un punto que va a poder abrir ese circuito cultural que existe ahorita en Ocotlán, lo cual va a crear una derrama económica para el pueblo, así como dar continuidad al rescate del patrimonio –llevamos cuatro retablos restaurados– y seguir formando a los jóvenes. Actualmente tenemos 18 en los talleres de restauración».
Entre los artistas atraídos hacia la comunidad de Zegache está el colectivo de artistas suecos Performing Pictures, que crearon Transformaciones, Movimiento No. 7: Aparecer, «nicho interactivo» donde se funden los nuevos medios, el arte ornamental y el patrimonio cultural. La escena –la aparición de la Virgen de Guadalupe– se produce cuando uno se acerca y desaparece cuando uno se aleja del nicho.
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