La obra de la artista transita entre la escultura y la instalación y utiliza materiales como productos industriales, dibujos arquitectónicos o piel de pescado. (Foto: Efe)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de diciembre de 2016. (RanchoNEWS).- La inglesa Helen Marten ha ganado esta noche el Premio Turner de arte contemporáneo de la mano de sus intrincadas esculturas que crean puzles visuales. La artista, nacida en Macclesfield en 1985, figuraba en todas las quinielas de esta edición que ha dividido a la crítica entre los que consideran que el galardón da signos de agotamiento y quienes saludan el conjunto de las propuestas de los cuatro candidatos, con predominio del formato escultórico renovado. Patricia Tubella reporta desde Londres para El País.
A sus 31 años, Marten era la más joven de los contendientes, aunque también la más conocida. Sus creaciones, difíciles de catalogar porque en realidad transitan entre la escultura y la instalación, se nutren de materiales tan dispares como productos industriales, dibujos arquitectónicos, productos orgánicos como la piel de pescado y la cáscara de huevo o piezas tan domésticas como los bastoncillos de algodón. La artista ensambla ese variado catálogo en una suerte de collage posmoderno que subraya la distinción entre los objetos reales y las «imágenes» creadas de esos mismos objetos, extrañas, abstractas y en definitiva distinta a cómo los percibimos en nuestro día a día. Sus «poéticos» puzles visuales le han merecido –durante una gala celebrada en Londres y retransmitida por la BBC- la dotación de 25.000 libras y el foco promocional del Turner.
El reciclaje de materiales y objetos industriales también sostiene la obra de Michael Dean, que estaba considerado el único rival de Marten gracias a sus trabajos escultóricos con los que pretende dar forma física al lenguaje. El autor comienza el proceso artístico escribiendo, para luego crear moldes de sus palabras y finalmente distorsionarlos en un alfabeto de formas a escala humana. La pieza más comentada de su exposición ha sido una escultura levantada con monedas de penique que totalizan la cantidad de 20.436 libras. Con esa cifra, que define el umbral de pobreza para una familia con dos hijos, se nos recuerda las crudas realidades que acontecen fuera de las cuatro paredes de la galería
Anthea Hamilton no tenía apenas posibilidades de hacerse con el premio, según el veredicto de los críticos, pero su gigantesca escultura de un culo masculino en tonos dorados ha convertido su obra en la más publicitada durante los meses previos al fallo de esta noche Turner. Josephine Pryde, la cuarta contendiente en esta liza con un hombre solo, ha perdido la última oportunidad de aspirar al Turner por razones de edad. Porque el año que viene cumplirá 50 años, y los aspirantes al galardón deben estar por debajo del medio siglo de vida. El consuelo pasa por haber exhibido durante los últimos meses en la galería londinense Tate Britain su original propuesta de un recorrido multidisciplinar que conecta la escultura con la fotografía.
El Turner para Helen Marten tendrá más o menos adeptos, pero el veredicto del jurado nunca podrá resultar tan espectacular como el de la edición del año pasado, cuando un colectivo de arquitectos y diseñadores (Assemble) volcado en proyectos de regeneración urbana planteó como nunca un reto a lo que entendemos por hacer arte.
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