C iudad Juárez, Chihuahua. 1° de junio de 2022. (RanchoNEWS).- En la historia del Premio Princesa (antes Príncipe) de Asturias de las Letras, instituido en 1981, solo constan dos dramaturgos, Francisco Nieva y Arthur Miller (vaya par), que fueron ungidos con él en 1992 y 2002, respectivamente. El fallo en favor de Juan Mayorga (Madrid, 1965) vuelve a poner, oportunamente, a la literatura dramática a la altura que merece. Ahí debe estar, codo con codo (o, mejor, hombro con hombro) con la novela y la poesía. Es decir, con Miguel Delibes, Camilo José Cela, Adam Zagajewski, Anne Carson, Amos Oz, Günter Grass... Así se estudiaba en los viejos manuales de COU, que agrupaban tres bloques diferenciados de narrativa, versos y escritura para la escena.
Juan Mayorga es una idónea elección. Una figura cuyo estatus literario se ha agigantado en los últimos años. Un crecimiento cimentado en una obra que, en 2014, reunió en su día la editorial La Uña Rota, ofreciendo en un volumen el empaque filosófico y mistérico de su corpus dramático. Eran 20 textos (desde Siete hombres buenos a Reikiavik) que, al decir del propio Mayorga, entregaba a la imprenta para que fueran «habitados por ese arte de la reunión y la imaginación que llamamos teatro o por una imaginativa soledad». O sea, para suscitasen nuevos montajes en torno a los que oficiar el rito antiguo de la representación en comuna o para leerlos individualmente, por el gusto de sumergirse en una historia y sus conflictos. El teatro como arma de doble filo.
Una nota de Alberto Ojeda para El Cultural