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El director en el rodaje de Mishima. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de junio 2009. (RanchoNEWS).- Paul Schrader evoca su filme sobre el autor japonés, reestrenado en España. Una nota de Gregorio Belinchón para El País:
El 25 de noviembre de 1970, el escritor japonés Yukio Mishima entró en el cuartel de la División Oriental del Ejército con cuatro miembros de su milicia privada –la Sociedad del Escudo–, dio un discurso a los 800 hombres del Regimiento 32 exhortándoles a dar un golpe de Estado y, tras el poco caso que le hicieron, cometió seppuku, el suicidio ritual por desentrañamiento con una pequeña daga, que cortó su vientre de izquierda a derecha. Quería haber utilizado su sangre para escribir el carácter que significa espada, pero el dolor pudo con él. Para acabar el seppuku, dos de sus ayudantes le decapitaron. El denominado por la prensa incidente tuvo repercusión mundial: Mishima había sido propuesto tres veces al Nobel, y en Japón su ideología fascista había cuajado en ciertos sectores.
De aquel día, el cineasta Paul Schrader no se acuerda mucho. «Me sonaba quién era, pero su figura no cristalizó en mi cabeza hasta su muerte, una noticia mundial». Al otro lado del teléfono, el tono de voz de Schrader suena calmo; incluso suelta alguna risa. Nada que ver con la fama del cineasta: difícil, claustrofóbico, lleno de tics nerviosos, con fantasías violentas y autodestructivas ya superadas. De esa mente, sin embargo, han surgido los guiones de Yakuza, Toro salvaje, Taxi driver, La última tentación de Cristo –durante un tiempo su talento alimentó el cine de Scorsese– o La costa de los mosquitos. También ha dirigido: American gigoló, Affliction, Autofocus, El placer de los extraños o la infravalorada Posibilidad de escape. Y Mishima: una vida en cuatro capítulos, en 1985. Hoy se reestrena en España, restaurada y con un minuto más. Y Schrader rompe su timidez para charlar sobre la que considera su mejor película: «Me siento muy orgulloso de ella. Mishima era muy contradictorio, y creo que supe aproximarme a su vida de una forma compleja y única». Pero no, desde luego, al gusto de la familia. La viuda de Mishima se sintió insultada cuando Schrader reflejó la vida homosexual del escritor. «Aún hoy el filme no se ha estrenado en Japón, ni siquiera en DVD, aunque es cierto que venden el DVD estadounidense».
Mishima estuvo a punto de no rodarse. «Empecé a pensar en su biopic hacia 1977. Superé un montón de presiones y complicaciones. No conseguí la financiación hasta que George Lucas, por mediación de Francis Ford Coppola, puso el dinero. Hice el trabajo con absoluta libertad, rodando en Tokio, mezclando japonés e inglés, blanco y negro y color, flashbacks...». Su hermano Leonard, también guionista, fue el impulsor de la idea. «Leonard ya vivía en Japón. Yo había escrito Taxi driver y no quería hacer otro drama sobre la glorificación del suicidio. Por otro lado tenía un personaje del extremo Oriente, fascinante y víctima de su educación».
El escritor japonés parece, desde luego, uno de los típicos personajes de Schrader. «Mis protagonistas luchan contra sí mismos, sobreviven –si pueden– a sus contradiciones, de las que se liberan con su muerte. Además, me fascina la cultura japonesa: su sensibilidad, sus restricciones... Vengo de un pasado marcado igualmente por la regulación». Schrader sufrió el yugo de una estricta educación de la Iglesia Cristiana Reformada, una escisión del calvinismo holandés en Michigan. Su madre, para explicarle qué era el infierno, le clavó varias veces una aguja en la mano y le dijo: «Así es el infierno, pero sin parar». No vio una película hasta que cumplió 17 años –por supuesto, ni había televisión en su casa– y entró en un cine a ver Anatomía de un asesinato. «Me picó el gusanillo y acabé estudiando cine en UCLA».
Volvemos al escritor japonés. «El trabajo de Mishima mezcla tonos eróticos, influencias internacionales, su educación... Planificó su vida como parte de su obra. Supo explotar los medios de comunicación, que hasta entonces no hacían tanto caso a la vida de un escritor. Considero su suicidio como su última obra de teatro».
Aquello lo rodó en 1984. Hoy, Schrader planea rodar un thriller... ¡en Bollywood! «Tendrá, como un buen filme de Bombay, canciones, bailes y asesinatos». ¿Estará cómodo en ese estilo un cineasta tan retorcido como Schrader? Hoy toca día bueno y responde entre carcajadas: «Pregúntame dentro de un año».
Tráiler de la película
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