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La madre de una fan de Michael Jackson consuela a su hija en Gary (Indiana), localidad natal del cantante.(Foto:AFP)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de junio 2009. (RanchoNEWS).- El multitudinario adiós al cantante contrasta con el misterio que sigue rodeando su muerte - Liza Minnelli: «Cuando se conozca la autopsia se armará la de dios». Una nota de Rocío Ayuso para El País:
El adiós emocionado y musical en las calles al rey del pop se mezcló durante toda la jornada con noticias contradictorias sobre su fallecimiento, en lo que supuso un auténtico thriller de paradójicas resonancias. Mientras la policía intentaba localizar al doctor particular que asistía a Jackson y que supuestamente proporcionó al cantante una inyección de Demerol –narcótico sintético similar a la morfina– poco antes de su paro cardiaco, algunas fuentes daban a Conrad Robert Murray en paradero desconocido.
La policía confirmó que el vehículo del médico había sido confiscado para su registro, a la búsqueda de posibles sustancias relacionadas con la muerte de Jackson, aunque las mismas fuentes negaron que Murray se haya dado a la fuga e informaron que tuvieron la oportunidad de hablar con él nada más conocida la muerte del cantante.
El posible consumo de narcóticos por parte de Jackson es la principal duda que tendrá que aclarar la autopsia del rey del pop pero como indicó Lakshmanan Sathyavagiswaran, encargado de la misma (y que fuera testigo clave en el juicio por asesinato contra el ex jugador de fútbol O. J. Simpson), la incógnita quedará sin respuesta durante varias semanas. En este plazo correrán las conjeturas, como esas que se hacen eco de la preocupación de la familia Jackson ante el posible consumo del cantante.
Según mencionan diversas fuentes, Joe Jackson, padre del intérprete de Morphine, quería que su hijo ingresara voluntariamente en una clínica de desintoxicación en Palmdale (California) ante lo que consideraba un fuerte consumo de morfina en preparación de la gira mundial que el cantante tenía prevista para el próximo mes.
Pero por el momento todo son conjeturas porque la familia Jackson al completo, incluida Janet Jackson, está recluida en la mansión familiar, en el barrio residencial de Encino, en la parte más lujosa del valle de Los Ángeles, sin hacer ninguna otra declaración en público. Otras informaciones conflictivas hacen referencia al futuro de esa gira que tenía todas las entradas agotadas y que aumentará los problemas económicos que deja el legado de Jackson. O el futuro de sus hijos, en especial de los dos mayores, París y Michael Jr., sobre los que su madre biológica, Debbie Rowe, podría reclamar su custodia.
Además, está esa primera grabación de la llamada de emergencia dada a conocer, y en la que una voz angustiada explica que Jackson está en su cama, sin respirar, inconsciente y pide «ayuda inmediata».
Pero una vez más los seguidores de Jackson sólo tuvieron oídos para su música, y bailaron durante toda la noche las notas de We are the world: extraños y amigos, turistas y aficionados uniendo sus manos en recuerdo a ese cantante «que nos ha dado tanto».
Miles de seguidores de la estrella se echaron a la calle nada más saber la noticia. En el centro médico y en Hollywood. O frente a las puertas del depósito de cadáveres, donde se encuentra el cuerpo de Michael Jackson, y donde también fueron numerosos los curiosos y aficionados que se mezclaron entre los periodistas para mostrar su dolor. También hubo quien prefirió la mansión de Jackson, en Holmby Hills, parte de la lujosa Bel-Air, aunque la policía tiene acordonada la zona. Otros han depositado flores en el famoso rancho Neverland, cerca de la localidad costera de Santa Bárbara, sin importarles que el cantante no volvió a poner pie en esta residencia desde que fue absuelto de los cargos de pederastia. Primero fue el estupor, la incredulidad y la sorpresa ante la repentina e inesperada muerte de Michael Jackson. Pero el silencio inicial dejó paso a una explosión de música y lágrimas que a un día del fallecimiento se propagó por toda la ciudad con más virulencia que nunca.
Los primeros en reaccionar fueron los miembros de la liga estudiantil Sigma Alpha de la UCLA. El frat house situado justo enfrente del centro médico Ronald Reagan de la UCLA, donde se confirmó la muerte de Jackson, respondió a la noticia con sus altavoces a todo volumen, ventanas abiertas, pinchando sin cesar los temas más conocidos del fallecido cantante. Si allí las notas de Human nature mitigan el pesar de esta noticia, el eco de la música de Jackson se escucha en todas las emisoras de radio, desde los coches atascados y por todos los improvisados monumentos florales erigidos por toda la ciudad en honor a una carrera que concluye cuando el cantante preparaba su regreso.
«No puedo dejar de escuchar sus canciones. No quiero dejar de escucharlas», declaró Raúl Quiñones, salvadoreño de 41 años y uno de los primeros en rendir un tributo callejero al hombre del guante blanco frente a su estrella en Hollywood. «Esta va a ser una jornada difícil», dijo Sam, guarda de seguridad, sin especificar si se refería al pesar por la muerte del cantante o a los problemas a la hora de mantener el orden en la zona ante los cientos de personas que se siguen dando cita en un improvisado túmulo de flores, velas, osos de peluche y grandes carteles escritos a mano con dibujos, plegarias, deseos y nombres de todos aquellos que recuerdan al cantante en la estrella que lleva su nombre. «He querido venir a dar un último adiós», dijo Viviana, chilena y de paso en Los Ángeles como turista, que ahora se llevará un recuerdo que no esperaba de la ciudad.
Las palabras más sonadas las pronunció Liza Minnelli, buena conocedora del mundo de la fama y los escándalos y amiga de Jackson: «Menos mal que estamos celebrando ahora su recuerdo porque una vez que se conozca el resultado de la autopsia, se armará la de Dios...».
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